Antártida: Estación Polar (46 page)

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Authors: Matthew Reilly

Tags: #Intriga, #Aventuras, #Ciencia Ficción

BOOK: Antártida: Estación Polar
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A continuación comenzó a susurrar para sí misma:

—Un código de dieciséis dígitos, diez dígitos para escoger. Mierda. Estamos hablando de billones de combinaciones posibles.

—¿Cree que puede descifrarlo? —dijo Montana.

—No lo sé —dijo Hensleigh—. Depende de lo que se supone que signifiquen los ocho primeros dígitos y de si puedo averiguarlo.

En ese momento, Montana se inclinó hacia delante y pulsó el primer botón catorce veces. En la pantalla, los espacios en blanco se rellenaron con rapidez.

La pantalla emitió un pitido y, a continuación, un nuevo mensaje apareció en la parte inferior de la pantalla:

24157817 1 2 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1

CÓDIGO INCORRECTO - ACCESO DENEGADO

INTRODUZCA CÓDIGO DE ACCESO AUTORIZADO

La pantalla volvió al mensaje inicial, con los ocho números originales y los dieciséis espacios en blanco.

Hensleigh miró perpleja a Montana.

—¿Cómo sabía eso?

Montana sonrió.

—Da una segunda oportunidad si se introduce un código erróneo. Al igual que la mayoría de los sistemas militares con códigos de acceso.

Al otro lado de la caverna, Gant estaba en cuclillas junto a la fisura que había encontrado en la base de la pared de hielo. Apuntó con su linterna al interior de la fisura horizontal.

Gant quería saber más acerca de esa caverna. Había algo en la caverna en sí y en la «nave espacial» creada por el hombre que habían encontrado que le hacía preguntarse si…

Gant observó el interior de la fisura. Con la luz de su linterna, pudo ver una cueva. Una cueva redonda, con paredes de hielo, que parecía extenderse hacia la derecha. El suelo de la cueva estaba a metro y medio bajo ella.

Gant se tumbó boca arriba y se metió en la fisura. Comenzó a deslizarse para bajar al suelo de la cueva.

Y, de repente, sin previo aviso, el hielo que había bajo ella cedió y Gant cayó bruscamente al suelo de la cueva.

El ruido que hizo al caer resonó a su alrededor. Había sido como si alguien golpeara una pieza de acero con un mazo.

Gant se quedó inmóvil.

¿Acero?

Y entonces lentamente, muy lentamente, miró al suelo.

El suelo estaba cubierto de una fina capa de escarcha, pero Gant lo vio con claridad. Sus ojos se abrieron como platos.

Vio los remaches primero; pequeñas cúpulas redondas sobre un fondo gris oscuro.

Era metal.

Metal grueso, reforzado.

Gant enfocó con la linterna alrededor de la cueva. Tenía forma cilíndrica (como el túnel de un tren) con un techo redondo y alto que se alzaba sobre la fisura horizontal por la que había entrado. La fisura horizontal estaba situada más o menos a la mitad de la pared. Gant casi podía ver a través de la gruesa pared de hielo situada sobre la fisura, como si de cristal translúcido se tratara.

Gant movió la linterna y enfocó al túnel que se extendía ante ella.

Y entonces lo vio.

Era una especie de puerta de acero gris. Estaba incrustada en el hielo, completamente cubierta de escarcha y carámbanos. Parecía la puerta de un buque de guerra o de un submarino, sólida, asegurada en un mamparo de resistente metal.

—¡Dios mío! —murmuró Gant.

Pete Cameron telefoneó a las oficinas del
Post
en Washington D. C. por tercera vez. Se encontraba en el salón de Andrew Trent.

Finalmente, Alison respondió.

Cameron dijo:

—¿Dónde has estado? Llevo llamándote toda la tarde.

—No te vas a creer lo que he encontrado —dijo Alison.

Le contó lo que había encontrado en la base de datos de las bibliotecas de todos los estados: que la latitud y longitud que Cameron había obtenido en el
SETI
hacían referencia al emplazamiento de una estación polar en la Antártida. La estación polar Wilkes.

Cameron se sacó las notas que había tomado en la visita al
SETI
y las miró mientras Alison le hablaba.

A continuación, Alison le habló de los profesores e investigadores que habían vivido en la estación y los artículos y libros que habían escrito. También le habló de la Biblioteca del Congreso y del
Estudio preliminar
de C. M. Waitzkin.

—El libro fue prestado a un tal O. Niemeyer en 1979 —dijo Alison.

Cameron frunció el ceño.

—¿Niemeyer? ¿Otto Niemeyer? ¿No formó parte del Estado Mayor Conjunto de los Estados Unidos durante el mandato de Nixon?

—También con Carter —dijo Alison.

Andrew Trent entró en el salón.

—¿Ha dicho alguien Niemeyer?

—Sí —dijo Cameron—. Otto Niemeyer. ¿Lo conoce?

—He oído hablar de él —dijo Trent—. Era de la Fuerza Aérea. Coronel. Subió a bordo de un avión en el año 79 y nunca más regresó.

—Ese es —dijo Alison por el teléfono—. Eh, ¿quién ha hablado?

—Andrew Wilcox —dijo Cameron mirando a Trent.

—¡Ah, hola Andrew! Encantada de conocerle —dijo Alison—. Y sí, está en lo cierto. Niemeyer subió en un Boeing 727 plateado de la Fuerza Aérea en la base aérea de Andrews la noche del 30 de diciembre de 1979 con destino desconocido. Jamás regresó.

—¿No existe ningún documento en el que conste adónde se dirigió? —preguntó Pete.

—Eso es información clasificada, cielo —dijo Alison—. Información clasificada. Sin embargo, pude obtener su historia. Niemeyer pilotó cazabombarderos Phantom en Vietnam. Fue abatido sobre el delta del Mekong en el 65. Prisionero de guerra durante un año. Rescatado en el 66. Ocupó un puesto en el Pentágono tras aquello. Estuvo al frente de la División de Adquisiciones de la Fuerza Aérea estadounidense seis años, de 1968 a 1974. Nixon lo nombró para que formara parte del Estado Mayor Conjunto de los Estados Unidos en 1972 y continuó allí durante el mandato de Carter.

»Al parecer, Niemeyer formaba parte del proyecto furtivo del 77. Se encontraba en el comité de selección de la Fuerza Aérea que escogió el avión furtivo B-2, fabricado por Northrop-Boeing. Sin embargo, los documentos oficiales al respecto muestran que Niemeyer votó por el perdedor de la licitación, un consorcio compuesto por General Aeronautics y una pequeña empresa de electrónica de California llamada Entertech Ltd.

Pete Cameron dijo:

—Entonces, ¿por qué robaría un estudio preliminar acerca de una estación de investigación universitaria en la Antártida?

—Verás, esa es la cuestión —dijo Alison—. No creo que se trate de la misma estación.

—¿Qué?

Alison dijo:

—Escucha, estaba echando un vistazo al libro que compré de uno de esos tipos de la Antártida, un hombre llamado Brian Hensleigh. Según él, la estación polar Wilkes fue construida en 1991.

—Sí.

—Pero Niemeyer desapareció en 1979.

—Entonces, ¿qué es lo que quieres decir? —dijo Pete.

—Lo que quiero decir es que Niemeyer estaba buscando una estación en ese emplazamiento doce años antes de que ni siquiera se hubiera planteado la posibilidad de construir la estación polar Wilkes.

Alison paró de hablar.

—Pete, creo que había dos estaciones. Dos estaciones construidas en el mismo emplazamiento. Una en 1978 (de la que C. M. Waitzkin realizó su estudio preliminar) y otra en 1991.

Pete Cameron se inclinó hacia delante mientras hablaba por el teléfono.

—¿Qué quieres decir? ¿Crees que construyeron la segunda estación encima de la primera?

—No creo que la gente que construyera la segunda estación (la estación polar Wilkes) supiera siquiera acerca de la existencia de la primera —dijo Alison—. Brian Hensleigh no la menciona en el libro.

—Entonces, ¿qué era? —dijo Pete—. La estación de Niemeyer, me refiero.

—Quién sabe —dijo Alison.

En ese momento, Andrew Trent vio el papel que Pete sostenía en la mano, lo cogió y comenzó a leerlo.

Alison dijo:

—¿Qué tal tú? ¿Has logrado algo de interés periodístico en tus viajes?

—Podría decirse que sí —dijo Cameron mientras recordaba todo lo que Trent le había contado acerca del asesinato de su unidad, su muerte «oficial» y el Grupo Convergente de Inteligencia.

—Un momento —dijo Trent de repente desde el otro lado de la habitación. Tenía en la mano las notas que Cameron había tomado en el
SETI
—. ¿De dónde las ha sacado?

Pete interrumpió su conversación con Alison y miró las notas del
SETI
.

Recibido 134625

Contacto perdido - perturb. ionosféricas

Equipo de avanzada

Espantapájaros

-66,5

Erupción solar interf. comunicaciones

115, 20 mins, 12 segs Este

Cómo llegar allí - Equipo de apoyo de camino

Pete le habló de su visita al
SETI
, le contó que había tomado esas notas de la grabación de una transmisión que había sido captada por los radiotelescopios del
SETI
.

—Y esas coordenadas —dijo Trent señalando a las palabras «-66,5» y «115,20 mins, 12 segs Este»—, ¿hacen referencia al emplazamiento de una estación de investigación en la Antártida?

—Así es —dijo Pete.

Trent miró con gesto serio a Pete Cameron.

—¿Qué es lo que sabe acerca de las unidades de reconocimiento de los marines, señor Cameron?

—Solo lo que me ha contado usted.

—Son un equipo de avanzada —dijo Trent.

—Sí —dijo Pete mientras comprobaba que las palabras «Equipo de avanzada» figuraban en sus notas.

—Espantapájaros… —dijo Trent mientras seguía mirando las notas.

Pete miró a Trent.

—¿Qué es Espantapájaros? ¿Una operación?

—No —dijo Trent con demasiada rapidez—. Espantapájaros es un hombre. Un teniente de los marines. Un amigo mío.

Pete Cameron esperó a que Trent dijera algo más, pero no lo hizo. De repente, Trent miró fijamente a los ojos de Cameron.

—Hijos de puta —dijo Trent—. Espantapájaros está allí.

—¿Qué quieres decir? —dijo Alison algunos minutos después—. ¿Crees que hay marines en esa estación?

—Sí, eso es lo que creemos —dijo Cameron nervioso.

—Dios santo, hay un equipo de apoyo de camino —dijo Trent con la mirada fija en las notas—. ¡Mierda!

Trent se volvió hacia Cameron.

—Cuelgue un segundo. Tengo que hacer una llamada.

Cameron le dijo a Alison que la volvería a llamar.

Trent marcó un número. Mientras, Cameron tan solo lo observaba.

—Sí, hola. Personal, por favor —dijo Trent. Esperó un segundo y a continuación volvió a hablar—. Sí, hola, me preguntaba si podría decirme dónde encontrar al teniente Shane Schofield, por favor. Se trata de una emergencia familiar. Sí, espero.

Trent esperó un minuto antes de que alguien contestara.

—Sí, hola —dijo Trent—. Cómo… Oh, soy su cuñado Michael. —Se produjo una pausa—. Oh, no —dijo Trent en voz baja—. Oh, Dios mío. Sí, gracias. Adiós.

Trent prácticamente colgó de un golpe el teléfono. Se volvió para mirar a Cameron.

—Mierda.

—¿Qué?

—Según el Departamento de Personal del Cuerpo de Marines de los Estados Unidos, el teniente primero Shane M. Schofield murió mientras realizaba unos ejercicios tácticos en el Pacífico Sur a las nueve y media de la mañana del día de ayer. Se están poniendo en marcha todos los protocolos para contactar con la familia.

Cameron frunció el ceño.

—¿Está muerto?

—Según ellos sí —dijo Trent en voz baja—. Pero eso no significa necesariamente que sea verdad.

Trent paró de hablar.

—El equipo de apoyo…

—¿Qué pasa con ellos?

—Hay un equipo de apoyo de camino a la estación polar Wilkes, ¿no?

—Sí…

—Y, según el Cuerpo de Marines de los Estados Unidos, Shane Schofield ya está muerto, ¿no es así?

—Así es…

Trent se quedó pensativo un largo instante. A continuación alzó la vista de repente.

—Schofield ha encontrado algo. Van a matarlo.

Cameron llamó de nuevo a Alison.

—Rápido, envíanoslo —dijo.

—De acuerdo. Ya voy, cielo. Espera un segundo —dijo Alison.

Cameron la escuchó teclear al otro lado de la línea.

—Vale. Ya te lo he enviado —dijo Alison.

En la parte más alejada del salón, Trent encendió su ordenador. Cliqueó en varias pantallas hasta llegar a la de su correo.

En la parte inferior de la pantalla parpadeaba una pequeña barra de información:

Tiene un correo nuevo.

Trent hizo un clic en el icono para abrir el correo. En la pantalla apareció al instante una lista:

Base de datos bibliotecas de todos los estados

Búsqueda por palabra clave

Palabras usadas: Latitud -66,5°

Longitud 115° 20' 12"

Número de resultados: 6

TÍTULO
AUTOR
EMPLAZAMIENTO
AÑO
TESIS DOCTORAL
LLEWELLYN, D. K.
STANFORD, CT
1998
TESIS DOCTORAL
AUSTIN, B. E.
STANFORD, CT
1997
TESIS POST -DOCTORAL
HENSLEIGH, S. T.
USC, CA
1997
ARTÍCULO BECA INVESTIGACIÓN
HENSLEIGH, B. M.
HARVARD, MA
1996
CRUZADA EN EL HIELO-REFLEXIONES SOBRE
UN AÑO EN LA ANTÁRTIDA
HENSLEIGH, B. M.
HARVARD, MA DISP.: TBP
1995
ESTUDIO PRELIMINAR
WAITZKIN, C. M.
BIBCONG
1978

Se trataba de la lista que Alison había obtenido de la base de datos de las bibliotecas de todos los estados. La lista de todas las obras que hacían referencia a la latitud -66,5° y longitud 115° 20' 12".

—Bien —dijo Pete.

—¿Qué vais a hacer con esto? —dijo la voz de Alison por el manos libres del teléfono.

—Vamos a usar esta lista para encontrar sus direcciones —dijo Trent mientras tecleaba a gran velocidad—, los correos electrónicos de los profesores que se encuentren en la Antártida, y enviarle así un mensaje a Schofield.

—Suponemos que la mayoría de los profesores universitarios tienen correo electrónico —dijo Pete—, y esperamos que la estación polar Wilkes esté conectada a un teléfono satélite para que puedan recibir el mensaje.

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