Casi todo el mundo que conozco ha mentido acerca de los deberes en repetidas ocasiones. Es algo que se da, especialmente porque el profesor normalmente no tiene tiempo de descubrir si estás mintiendo o no. Asimismo casi todos los niños que conozco han mentido sobre el tema de copiar o hacer trampas, en exámenes y trabajos hechos en clase. El tipo de cosa que ocurría en nuestra clase de ciencias del año pasado combina constantemente las tres mentiras estudiante/profesor que he mencionado en un solo período repleto de mentiras. En primer lugar, nuestro profesor nos pedía los deberes. Muchos mentían y se inventaban excusas falsas como no terminar el laboratorio, haberse olvidado el libro, o alguna historia creativa. Después, cuando terminaba la clase, el profesor nos preguntaba si habíamos tomado notas. ¡Todos decíamos que sí las habíamos tomado y nos las copiábamos después!
¿ESTÁ MAL MENTIR?
Acabo de escribir muchas páginas sobre las mentiras de los niños. Pero ¿está bien mentir? Lo que he escrito no tiene intención de animar a mentir, simplemente lo explica.
¿Está mal que una persona comunique información falsa de manera intencional a otra para así conseguir algo? La opinión general, tanto de niños como de adultos, es que algunos tipos de mentira son buenos y otros son malos. La cuestión es: ¿dónde trazamos la línea divisoria? Creo que todos los niños y adultos estarían de acuerdo en que las mentiras piadosas son buenas. Casi todo el mundo, niños y adultos, las cuenta frecuentemente. Pueden hacerlo conscientemente e incluso inconscientemente, por hábito. Cuando alguien me pregunta si me gusta la ropa que lleva, normalmente digo que sí, incluso sin pensar mucho en ello. Si no tuviéramos este tipo de mentirijilla, se herirían muchos sentimientos. El propósito de hacer una pregunta como la mencionada no es tanto pedir un comentario sincero sobre la ropa que él o ella lleva puesta, más bien es pedir que el otro nos refuerce el ego, porque se espera que el otro nos conteste que sí, aunque ello implique mentir.
Los niños no sienten remordimiento, o muy poco, por decir este tipo de mentiras, siempre y cuando el propósito sea bueno. Lo del buen propósito incluye intentar evitar meterse en líos. Los niños tienden a aprobar las mentiras sobre cosas como la hora en que te acostaste. Si la mentira funciona y hace que el niño evite un problema, ¿qué hay de malo en ella? No se hace daño a nadie, y sigue el viejo refrán que dice que «ojos que no ven, corazón que no siente». Esta manera de pensar parece ser cierta para el razonamiento de los niños acerca de todo tipo de mentiras: siempre y cuando no se haga daño a nadie, ¿qué hay de malo?
En una relación se desaprueban las mentiras. Aunque la mayoría de niños admiten que puede ser necesario mentir en una relación, se cree que las mentiras deberían ser pocas y que el chico y la chica deberían ser sinceros uno con el otro. Ello es así porque en una relación se supone que el chico y la chica deben ser fieles, sinceros, veraces y otras cosas de este tipo.
Debido a que en una relación se supone que hay que seguir estas «reglas» no escritas, es mejor mentirle a un amigo que a la pareja. Las «reglas» no escritas para ser un buen amigo prácticamente no existen, así que mentirle a un amigo es un tema mucho menos tabú. No obstante, todo el mundo reconoce que a menudo hay motivos por los cuales mentir en una situación social, y siempre y cuando se haga sin hacer daño a nadie, se considera correcto. Por ejemplo, ¿qué pasa si un chico le miente a su novia sobre haber visto a su ex, que volvió a casa para el fin de semana del internado? Es correcto que mienta porque no está siendo infiel, le evita una discusión y hace que la novia no se disguste por algo que no tiene importancia. Pero si él la engañara y ella lo descubriera, entonces, por supuesto, la mentira es mala.
Mentir en la escuela parece ser algo que los niños defienden menos. Aunque muchas personas opinan lo mismo sobre este tema que los niños con respecto a las mentiras piadosas y las mentiras sociales, también hay muchas otras que no lo aprueban. Eso es por la manera en que nuestra sociedad está montada y cómo se les enseña a los niños desde que nacen que la escuela es tan importante y que hay que escuchar lo que dice el profesor. Con todo este respeto inculcado hacia las instituciones educativas, no es extraño que muchos niños sientan que mentir a los profesores es un tema tabú. Los profesores también son quienes ponen las notas, lo que les da mucho poder y les hace ganar respeto.
Pero nadie respeta en realidad tanto a la escuela, así que la mayoría de niños no creen que esté mal mentir sobre cosas menores como los deberes o la puntualidad. No obstante, con respecto a las mentiras sobre hacer trampa en exámenes, romper las reglas y cosas similares, muchos niños creen que mentir a los profesores está mal, debido a su posición de autoridad.
Pero no es lo mismo con los padres. Todos los niños del mundo han mentido a sus padres muchas veces. En general, los niños parecen creen que muchas veces es necesario mentirle a los padres y que es correcto hacerlo. Los padres están contigo toda la vida, no sólo hasta el fin del semestre, y por lo tanto es imposible portarse bien todo el tiempo y no mentir. Asimismo, debido a que los niños saben que tienen que mentir alguna vez, mentir a los padres se convierte en algo casi natural y correcto. A veces se transforma en un pequeño concurso para ver lo listo que uno puede ser y no ser descubierto. Este tipo de cosa es más peligrosa con los profesores; los castigos sólo duran un tiempo, las notas son para toda la vida.
No vale la pena escribir sobre las pequeñas mentiras que se cuentan a los padres, porque son muy comunes y todos los niños están de acuerdo en que es correcto contarlas. Las mentiras más gordas, como las de temas de drogas, sexo y la escuela, son menos corrientes y los niños no las aprueban tanto. Casi todos los chicos con quienes hablé sobre las mentiras importantes estaban divididos o se sentían inseguros sobre contar este tipo de mentira a los padres. Muchos dijeron que a veces es necesario y otros que no se debería hacer con frecuencia y que no es correcto. Parece que las opiniones están divididas en un 50 % sobre si contar mentiras importantes a los padres está bien. Si tuviera que describir el tipo de persona que representa cada opinión, diría que los que sostenían que a veces es necesario contar mentiras grandes a los padres en general eran los que tenían más relaciones sociales y que sacaban notas no muy buenas. Yo atribuyo esto al hecho de que las personas qué no van muy bien en la escuela están más acostumbradas a mentir, por las cosas que hacen con sus amigos y porque tienen que mentir más sobre la escuela.
Es difícil definir algún tipo de mentira que no encaje en la categoría de mentirijilla o mentira piadosa, mentira social, la que contamos en la escuela o del tipo hijos/padres. Lo primero que se me ocurre cuando pienso en algún tipo de mentira diferente a las anteriores es mentirle a la taquillera del cine. Tengo esto en la cabeza porque lo he hecho muy a menudo. A todos los niños a quien conozco les parece bien, y su excusa es que el cine ya gana bastante dinero, así que no importa. Mis padres están totalmente en desacuerdo y dicen que no existe motivo alguno para mentir; tenemos el dinero, dicen, y no necesitamos mentir.
CONSEJOS A LOS PADRES
Enfréntese a ello: su hijo le mentirá hasta que uno de los dos muera. No hay manera de evitarlo. Le habrá mentido en el pasado y le mentirá en el futuro. Como padre, hay poco que pueda hacer para evitar que sus hijos le mientan. Como dije antes, con el tipo de relación parte superior/parte inferior que se da en una relación padres/hijos, no hay manera de evitar las mentiras. Pero si quiere que su hijo deje de mentir totalmente, si quiere intentar desanimarle y que no mienta, siga leyendo.
Me temo que no tengo una solución milagrosa para que los niños dejen de mentir. Es algo en gran parte inevitable, y habían mentiras que usted no podría haber evitado. Pero si crea más situaciones en las que su hijo se sienta menos obligado a mentir y pueda decir la verdad, entonces existirá una gran diferencia en la cantidad de mentiras que cuente su hijo.
Creo que las mentiras piadosas tendrían que ser totalmente descartadas de este apartado. En cuanto a las mentiras sociales, las de la escuela y cualquier otro tipo de mentira en la que su hijo le está mintiendo a alguien más aparte de usted, es difícil evitar que su hijo las cuente. Muchas veces usted no tendrá manera de saber siquiera si se contó una mentira. Lo único que se me ocurre para evitar que el niño mienta fuera del hogar es solamente hacer lo que probablemente ya ha estado haciendo: sermonear a su hijo sobre lo que está bien y lo que está mal. Ahora no le puedo decir exactamente qué debería enseñar a sus hijos, pero aunque es algo que nos fastidia a todos, la mejor manera de enseñar algo a un niño y hacer que lo recuerde es la repetición. Desde una edad temprana, debería empezar a enseñar a sus hijos qué es lo que usted piensa sobre el tema de las mentiras, si quiere evitar que mientan. Aunque muchos niños americanos van a odiarme por decir esto, la la verdad del asunto es que los sermones repetitivos funcionan y son eficaces. Las mentiras en el hogar son algo sobre lo que usted, a diferencia del otro tipo de mentira que acabo de comentar, sí tiene control. Aunque a veces puede evitar este tipo de mentiras con sermones, también cuenta con el doble poder de interrogar y castigar.
El interrogatorio se debería hacer con calma y no con una voz airada. Yo a veces he tenido miedo de contar la verdad a mis padres, simplemente porque están de mal humor y ello me hace sentir intimidado y que no quiera decir la verdad. Aunque antes y después del interrogatorio probablemente prefería confesar y librarme del sentimiento de culpabilidad y de las consecuencias, cuando llega la hora de la verdad normalmente lo único que intento hacer entonces es salvarme y no pienso en las posibles repercusiones.
Una técnica útil que suele llevar a la verdad es negociar. Ofrecer reducir el castigo si el niño confiesa en lugar de seguir con la mentira puede resultar muy tentador para el niño, especialmente si él o ella tienen dudas sobre la credibilidad de su mentira. Asimismo, creo que funciona mejor si se empieza a interrogar con cosas pequeñas, para que su hijo no se sienta tentado a hacer de todo una gran mentira, simplemente porque la primera pregunta le asustó. Si sospecha que su hijo ha bebido, no le pregunte directamente: «¿Has estado bebiendo?». Tómeselo con calma y empiece preguntando cosas como: «¿Dónde has estado?» y «¿Qué has hecho?». Si pregunta con calma y de manera razonable, su hijo sentirá menos necesidad de mentir.
Aunque eso también me ganará el odio de muchos niños de América, voy a revelar los mejores castigos de mis padres, que se pueden utilizar como factor disuasivo. Cuando era más joven y mis padres me pillaban mintiendo, me hacían escribir de cincuenta a quinientas veces la misma frase: NO MENTIRÉ A MIS PADRES, NO MENTIRÉ A MIS PADRES, NO MENTIRÉ A MIS PADRES… Este castigo era bastante eficaz, porque odiaba tener que escribir esas frases. Ahora que soy un poco mayor, los dos castigos favoritos de mis padres son ponerme una multa o hacerme trabajar para ellos sin cobrar. Créanme, estas tres técnicas funcionan, y si las utilizan como castigo o factor disuasivo contra las mentiras, les puedo garantizar su eficacia.
Aun con los suficientes sermones, interrogatorios y castigos, no podrá conseguir que su hijo deje de mentir completamente, pero sí reducirá la cantidad, la gravedad y la frecuencia de sus mentiras.
Comentarios de Paul Ekman:
Todavía le resulta difícil a Tom comprender que celebrar una fiesta secreta y no contárnoslo después fue una mentira. Pero lo importante es lo que dijo sobre que mi mal humor había hecho que le resultara difícil confesar lo que había hecho. No creo que se inventara después la excusa. El doctor Thomas Lickona ha escrito que «el miedo a la cólera paterna es sin duda la causa más importante de las mentiras de los niños. Así que, si quiere que su hijo sea sincero con usted, intente minimizar el temor a su enojo como obstáculo»
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Mi propio padre tenía un carácter explosivo y una mecha muy corta. Se podía poner violento físicamente con poca provocación. He luchado toda mi vida para controlar este tipo de cólera, y nunca me he acercado a la violencia. Los comentarios de Tom me han ayudado a dar un paso más para alejarme de mi frecuente reacción airada ante sus malas acciones. No siempre puedo evitar sentirme enojado, pero he mejorado un poco y evito actuar o hablar cuando siento cólera en mi interior. Tom ha aprendido a recordarme que no me enoje o que no actúe de manera exagerada, y acepto este consejo con admiración por su capacidad de tratar conmigo. Tom también tiene la mecha corta para enfadarse. El compartir este problema afortunadamente no ha conducido a batallas, sino a una cierta comprensión de aquello con lo que ambos tenemos que luchar interiormente.
Sobre el tema de dejar a los adolescentes solos: sigo creyendo que nos equivocamos al poner toda esa tentación frente a dos muchachos de trece años, dejándolos solos toda la noche una vez por semana.
Sobre la confianza: en su primer borrador, Tom no mencionaba el tema. Cuando le pregunté acerca de la pérdida de confianza, reaccionó con sorpresa por haberlo olvidado.
Sobre las relaciones entre inferior/superior: Tom aporta un tema que yo no tuve en cuenta sobre la diferencia de condición entre padres e hijos, entre lo que él llama la parte superior y la parte inferior. En los talleres que imparto sobre el tema de las mentiras suelo avisar a los padres de que no actúen como policías. Les pregunto con qué frecuencia mentirían ellos si tuvieran a alguien parecido a un policía de tráfico viviendo en su casa, atrapándoles cada vez que transgredieran una regla menor.
Sobre las lecciones de moral de los padres: el que Tom hablara de educación moral fue una sorpresa para mí. Mi esposa y yo sacamos noticias de los periódicos una o dos veces por semana y las comentamos con los niños, hablando de lo que sería correcto hacer. Esta es la primera vez que me hace saber que piensa que esas sesiones son de alguna utilidad.
Sobre la «negociación»: no estoy de acuerdo con Tom en este punto. Creo que se debería hacer saber a los niños que la mentira casi siempre es peor que la mala acción que están intentando encubrir, y que usted estará mucho más disgustado si le mienten que si le cuentan lo que han hecho mal. Pero no creo que tenga que ponerse a negociar directamente sobre el tipo de castigo. Puede que el tema no siempre implique un castigo.