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Authors: Arturo Pérez-Reverte
Tags: #Comunicación, Periodismo
Después de
Patente de corso
,
Con ánimo de ofender
y
No me cogeréis vivo
, este
Cuando éramos honrados mercenarios
continúa recopilando la polémica, original y personalísima página de opinión de Arturo Pérez-Reverte en el suplemento dominical
El Semanal
, que llega a más de cuatro millones de lectores. Su compromiso personal, su honestidad y su coherencia quedan recogidos en esta selección apasionante de textos que miran tanto a la literatura como a las más variadas caras de la sociedad contemporánea.
Arturo Pérez-Reverte
Cuando éramos honrados mercenarios
ePUB v1.0
Honrado mercenario08.04.12
© 2009, Arturo Pérez-Reverte
Impreso en España
Fecha de publicación: 25/11/2009
Los artículos reunidos en este libro se han publicado durante un tiempo que ha pasado de la euforia económica al derrumbe. El siglo xxi se abrió con el entusiasmo de la expansión financiera, el crecimiento de la Bolsa, la fiebre inversora, las rentabilidades rápidas, los créditos fáciles y muchas recalificaciones urbanísticas. Tanta frivolidad derivaría pronto en una de las crisis más profundas de la historia reciente. En este tiempo, Arturo Pérez-Reverte ha seguido publicando artículos semanales, como ha hecho puntualmente desde hace casi veinte años. En ellos está el latido de las incertidumbres que han dominado la primera década del siglo.
Algunos han resultado premonitorios. El 25 de diciembre de 2005 escribió «Herodes y sus muchachos». Entonces se vivía la expansión urbanística desaforada, la inversión inmobiliaria especulativa y el negocio rápido del ladrillo. En forma de fábula de un pueblo que construye un belén con más casas cada año, comenta: «Para llenar tanta nueva casa, cuento las figuritas del belén y no cuadra la proporción: cuarenta y siete, sin sumar ovejas y gallinas, para unas doscientas cincuenta viviendas, calculo a ojo; y menos figuritas que van a quedar tras la matanza de los inocentes, que está al caer. Así que ya me contarán quién va a ocupar tanto ladrillo». Dos años después estallaría la burbuja inmobiliaria y la crisis haría lamentar a algunos tanta especulación descontrolada.
El año 2008 circuló por la Red uno de sus artículos, «Los amos del mundo», que era reproducido en los blogs, citado en páginas web, comentado en foros, distribuido de correo en correo. En él escribió Pérez-Reverte: «Usted no sabe qué cara tienen, pero son ellos quienes lo van a mandar al paro. […] Dicen en inglés cosas como long-term capital management, y hablan de fondos de alto riesgo, de acuerdos multilaterales de inversión y de neoliberalismo económico salvaje, como quien comenta el partido del domingo. […] No crean riqueza, sino que especulan. Lanzan al mundo combinaciones fastuosas de economía financiera que nada tiene que ver con la economía productiva. Alzan castillos de naipes y los garantizan con espejismos y con humo, y los poderosos de la tierra pierden el culo por darles coba y subirse al carro. […] Y aunque ese espejismo especulador nada tiene que ver con la economía real, con la vida de cada día de la gente en la calle, todo es euforia, y palmaditas en la espalda, y hasta entidades bancarias oficiales comprometen sus reservas en divisas. Y esto, señores, es Jauja. Y de pronto resulta que no. […] Y entonces todo el tinglado se va a tomar por el saco. […] Entonces resulta que mientras el beneficio era privado, los errores son colectivos y las pérdidas hay que socializarlas, acudiendo con medidas de emergencia y con fondos de salvación para evitar efectos dominó y chichas de la Bernarda. Y esa solidaridad, imprescindible para salvar la estabilidad mundial, la pagan con su pellejo, con sus ahorros, y a veces con sus puestos de trabajo, Mariano Pérez Sánchez, de profesión empleado de comercio, y los millones de infelices Marianos que a lo largo y ancho del mundo se levantan cada día a las seis de la mañana para ganarse la vida. Eso es lo que viene, me temo».
Y eso es lo que vino.
El artículo lo publicó ¡en 1998!, cuando todo era euforia especulativa y nadie comentaba, ni en voz baja, quién iba a pagar tanto riesgo y tanto desmadre. Diez años después, en plena crisis, las cosas sucedieron exactamente como se advertía en ese escrito.
Hace ya 845 semanas que se publican estos artículos, «domingo a domingo, sin faltar ni uno solo», ha recordado él mismo. Comenzó allá por 1993, cuando trabajaba como reportero. Entonces Pérez-Reverte tenía cuarenta y dos años; hoy ha cumplido cincuenta y ocho. En los dieciséis años transcurridos hay muchas experiencias. Y también algunas pérdidas. De eso trata este libro: de lo vivido; de las polémicas surgidas en ese tiempo; de las oportunidades malgastadas; y de los responsables de esos desaguisados. Antes de finalizar el año 2007 escribió una carta abierta a presidentes del Gobierno, ministros, consejeros de Educación, e incluía a «todos cuantos habéis tenido en vuestras manos infames la enseñanza pública en los últimos veinte o treinta años […] quienes, por incompetencia y desvergüenza, sois culpables de que España figure entre los países más incultos de Europa». «Permitidme tutearos, imbéciles» se titula ese artículo, que está recogido en estas páginas y que es uno de los que más se han reproducido luego en internet.
Porque estos textos tienen una difusión que trasciende los más de tres millones trescientos mil lectores de XLSemanal, donde se publican. De forma permanente se distribuyen también con los periódicos La Nación de Buenos Aires y Milenio de México. Se recogen en la prensa italiana y francesa. Se han traducido en varios países; entre otros, en Rusia y Polonia. Y es constante la reproducción de muchos de ellos en blogs, en revistas, en páginas web.
¿Qué es lo que hace que hoy, después de dieciséis años escribiendo semana tras semana, hasta 845, sigan impactando de tal manera estos artículos? ¿A qué se debe su interés en países tan dispares? ¿Por qué suscitan tantas discrepancias y adhesiones como el primer día y llenan de cartas el correo de la revista en la que se publican?
Estos textos son una mirada —disidente, crítica, personal— sobre el mundo. En una sociedad acostumbrada al tópico, a la manipulación, a la atonía de lo políticamente correcto, los artículos de Arturo Pérez-Reverte se atreven a mirar la vida desde un punto de vista personal. Ése es su reto.
Pero estos artículos son, además, una voz: bronca, sin pelos en la lengua, que combina los matices de la indignación, la denuncia, el humor y las emociones personales.
Eso son estos textos que el lector tiene en sus manos: una voz y una mirada.
Leer estos artículos es pasearse por las calles y observar a las gentes y las ciudades de hoy. Entrar en un bar de carretera y sentarse a comer con los trabajadores que están allí reponiendo fuerzas. Con los trabajadores de verdad: «camioneros de manos endurecidas por miles de kilómetros de volante, cuadrillas de agricultores, operarios de maquinaria rural, albañiles de una obra próxima. Gente así» («Manitas de ministro»). Sentarse a ver atracar los barcos en un puerto del Mediterráneo («La venganza de Churruca»). Cruzarse con los mendigos que te asaltan por la calle para pedir una moneda («El arte de pedir»). Comer en un pequeño bar junto al puerto pesquero y observar cómo se comporta un vendedor de lotería («El vendedor de lotería») o tener que soportar la ordinariez de un niño consentido («Los calamares del niño»).
Estos artículos intentan describir, interpretar, entender la realidad. Son un ejercicio de comprensión. He comentado en otras ocasiones que Arturo Pérez-Reverte se inserta en la línea más fecunda del artículo literario español. La que tiene sus raíces en la visión lúcida y desesperada de Larra; la que se alimenta del costumbrismo romántico; la heredera de la intención testimonial de la novela realista del siglo xix; la que continúa en el pesimismo histórico de los escritores del 98 durante las primeras décadas del siglo xx; la de aquellos que hicieron del realismo su forma de denuncia de la esclerótica sociedad de mediados del siglo pasado. La que bebe de la pluma áspera de Quevedo, del dolor de Machado, de la rabia de Valle-inclán en los esperpentos.
Estos artículos son una mirada sin celosías sobre la actualidad. Como en las obras de esos autores, encontramos en ellos una mirada penetrante y crítica de la España actual. Todas las polémicas, los debates, los conflictos de la sociedad contemporánea están tratados en estos textos. En ellos escribe sobre la enseñanza, las políticas lingüísticas, la manipulación histórica, el feminismo. El artículo «Mujeres como las de antes» desencadenó un tropel de cartas de protesta. Tantas, que unas semanas después volvió a escribir otro texto, «Ava Gardner Nunca Mais». Un año más tarde publicó «Hombres como los de antes». Los tres artículos están en este libro y el lector podrá ver en ellos las razones de la protesta.
Uno de los temas fundamentales de estos textos es la denuncia de la corrupción. Al autor le exaspera la impunidad ante la indecencia evidente y así lo expresa en artículos como «El “Chaquetas” y compañía», «Aquí no se suicida nadie», «Aquí nadie sabe nada». Pérez-Reverte describe las maneras ilícitas de la política en «Nuestros nuevos amos», «Una foto analgésica», «Miembras y carne de miembrillo» y en uno de los textos que cierran el libro, titulado «Esa gentuza». En él puede ver el lector las razones de tanta indignación y de tanta cólera.
Pero las acusaciones de Arturo Pérez-Reverte no van dirigidas sólo a la clase política. «Esa gentuza —escribe— medra con la complicidad de una sociedad indiferente, acrítica, apoltronada y voluntariamente analfabeta». «A fin de cuentas, un político no es sino reflejo de la sociedad que lo alumbra y tolera» («Librería del Exilio»). La visión que se plasma en este libro no es nada complaciente con la sociedad española. Hay que leer artículos como «El gudari de Alsasua», «Ocho hombres y un cañón», «Siempre hay alguien que se chiva» o «Un facha de siete años» para entender la actitud visceral del autor ante la envidia convertida en hábito nacional, o ante el rencor, el odio, la cobardía y la complicidad social de mirar hacia otra parte ante lo intolerable. Basta recordar «Los calamares del niño», «El síndrome Lord Jim» o «Amo a deharno de protocolo» para comprender el hastío que le produce al autor la falta de educación, la vulgaridad o la grosería. Pérez-Reverte es heredero de la visión desolada de Larra sobre la realidad española, del descontento reformista de los ilustrados, del dolor de los románticos, de la exigencia amarga de revisionismo de los noventayochistas.
Por eso estos textos tienen bastante de compromiso ético. Demandan honestidad, coherencia, lealtad, franqueza, trabajo bien hecho. ¿Cuáles son los iconos del mundo actual?, se pregunta a veces. ¿Dónde están sus mitos? ¿Una top model preparándose unas rayas de coca? («La farlopa de Kate Moss»). ¿El actor de la última serie de televisión? («Gilisoluciones para una crisis»). Pérez-Reverte percibe alrededor un mundo mediocre, sin estética, sin cultura, sin héroes a los que imitar o que alienten la esperanza.
El lector podrá apreciar cómo estos artículos profundizan en la senda iniciada ya en el libro anterior. Éste es el cuarto libro de artículos de Arturo Pérez-Reverte. Patente de corso, Con ánimo de ofender y No me cogeréis vivo son los anteriores. En los primeros escribía desde una actitud crítica, por la que asomaba a veces la esperanza en la capacidad de cambiar la realidad que tienen las palabras. Pero los artículos de este libro están escritos desde la certeza de que no hay remedio. Encontramos aquí a un Pérez-Reverte más escéptico, más decepcionado. Se percibe el tono de cólera irónica de quien sabe que un artículo no cambia nada. La impotencia ante lo irremediable lleva al sarcasmo y a la contundencia que expresa bien la frase del título: «Cuando éramos honrados mercenarios».