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Authors: James Lowder

Tags: #Fantástico, Infantil y juvenil

El caballero de la Rosa Negra

BOOK: El caballero de la Rosa Negra
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En el fabuloso reino de Krynn, lord Soth comprende por fin que debe pagar un precio por su larga historia de crímenes, precio que hasta para el guerrero no muerto puede ser aterrador. Unas fuerzas oscuras transportan a lord Soth a Barovia, donde el caballero de la muerte se enfrenta a los pavorosos servidores del conde Strahd von Zarovich, el señor de los vampiros en la tierra de las pesadillas. Con el único apoyo de una gitana cautiva y un fantasma desleal, el Caballero de la Rosa Negra descubre que tal vez necesite la alianza del poderoso vampiro para buscar una salida del reino de terror, porque Ravenloft es un submundo de maldad…

James Lowder

El caballero de la Rosa Negra

Ravenloft-2

ePUB v1.0

Huygens
01.06.12

Título original:
Knight of the Black Rose

Lames Lowder, 1991

Traducción: Concha Cardeñoso

Diseño/retoque portada: Huygens

Editor original: Huygens (v1.0)

ePub base v2.0

Para Debbie por su paciencia y su apoyo, incluso en los momentos en que el caballero de la muerte se adueñaba del piso.

Lord Soth intentó arrastrarme con él a los Dominios de la Oscuridad en muchas ocasiones y estoy en deuda con todas las personas que me rescataron a tiempo: con mis padres y mis suegros, que comprendieron por qué pasé el verano ante el ordenador; con John Rateliff, cuyos conocimientos de literatura fantástica y amables críticas tanto me ayudaron; con mi editor, Pat McGilligan, que logró poner el argumento en acción y dotar de respiración a los personajes —al menos a los que lo necesitaban— mediante su arduo trabajo y su entusiasmo.

Mi mayor agradecimiento a Mary Kirchoff; la confianza que has demostrado en mis posibilidades me ha permitido escribir la historia de Soth, y tu talento y tu amistad me han facilitado la supervivencia entre vampiros y fantasmas a lo largo de varios meses.

PRÓLOGO

Extraído del
Iconocronos
de Astinus de Palanthas.

En las presentes escrituras que componen este relato de Krynn, hay un nombre que se ha convertido en sinónimo de corrupción y maldad desmedida a lo largo y ancho del continente de Ansalon: el de lord Soth de Dargaard, el Caballero de la Rosa Negra.

Sin embargo, no siempre fue así. Anteriormente, antes de que los dioses castigaran a los mortales con el Cataclismo que conmovió estas tierras hasta las entrañas, lord Soth era un soldado noble y valeroso al servicio del bien, miembro de la célebre cofradía de los Caballeros de Solamnia; en el seno de dicha hermandad, la más famosa entre las famosas, obtuvo el máximo honor: la Orden de la Rosa. Combatió con profusión por la justicia y la libertad mientras su corazón se mantenía puro y su alma inmaculada; llegado, el momento de construir su propio castillo, lo planificó a semejanza del símbolo de su orden, la impecable Rosa Roja.

No obstante, poco después de sus esponsales y de llevar a su consorte al alcázar de Dargaard, una oscuridad tan profunda invadió su vida y fue tan absoluta su corrupción que nunca logró escapar a ella; de esta forma, el que había sido orgulloso caballero quedó convertido en servicial agente de Takhisis, Reina de la Oscuridad.

Algunos opinan que fue el orgullo lo que minó su inclinación hacia el bien; otros creen que se debió a la lascivia y otros, al fin, que la transformación tuvo su origen en la codicia; pero sólo el mismo Soth, entre los que aún caminan bajo la triple luna de Krynn, sabe a ciencia cierta el motivo de su condena. Así pues, que el mundo interprete a su antojo estos escasos fragmentos históricos.

La esposa de Soth merecía un hombre del rango y capacidades del caballero. Era hija única de un noble y tenía mucho que ofrecer al joven guerrero en lo que respecta a bienes terrenales; aun así, resultaba evidente a todas luces que, en aquellos días, el amor desempeñaba un exiguo papel en Dargaard. El señor del alcázar pasaba gran parte del tiempo recorriendo las tierras de Solamnia en busca de injusticias que arreglar, acompañado por trece caballeros de lealtad incuestionable.

Fue convocado a Palanthas, la ciudad más hermosa, al principio de la primavera y hacia allá partió con sus seguidores para unirse al Concilio de Caballeros que iba a celebrarse en la capital invicta; sin embargo, antes de alcanzar sus calles perfectamente trazadas, el Caballero de la Rosa sucumbió a la tentación. Se encontraron con una turba de ogros que atacaba a un pequeño grupo de elfas; los redujeron fácilmente, pero el más fuerte de ellos secuestró a una elfa y logró escapar a los bosques.

Lord Soth en persona se enfrentó a él y salió victorioso. La mujer rescatada, una joven en vías de hacer los votos como Hija Venerable de Paladine, lo deslumbró por su inocente belleza y poco después consolidaron en secreto una relación de amantes. Mediante ese acto, Soth rompió las sagradas promesas matrimoniales y transgredió el código de los Caballeros de Solamnia.

El señor del alcázar de Dargaard debía de creer que esa mancha en su alma permanecería oculta eternamente, puesto que asistió al Concilio de Caballeros como si nada sucediera entre la elfa y él; pero, al cabo, dos acontecimientos se confabularon para sacar a la luz pura del sol de Krynn la vergüenza del Caballero de la Rosa. El primero fue la desaparición de su esposa del alcázar de Dargaard; la sangre encontrada en sus habitaciones pregonaba a voces el juego sucio, y la indiferencia del noble ante el desconcertante hallazgo sembró entre los miembros de la orden las primeras dudas sobre el alto concepto en que lo tenían.

El otro incidente que delató la culpabilidad de Soth ante los congregados en el Concilio fue la repentina enfermedad de la elfa. Al descubrirse que esperaba un hijo, muchos sospecharon de él, puesto que había frecuentado su compañía antes incluso de la desaparición de su esposa. El resto de las elfas rescatadas aquel día fatídico por el noble caballero y sus seguidores confirmó dichas sospechas y reveló la perfidia de Soth.

Los pormenores del juicio se hallan recogidos más adelante en esta historia. Ahora me limito a dejar constancia de que fue declarado culpable de numerosos crímenes, sentenciado a muerte y arrastrado vergonzosamente por las calles de Palanthas; la muerte habría sido un destino más benévolo que el que finalmente encontró el caballero caído.

Sus trece fieles seguidores lo rescataron de la prisión la víspera del día previsto para la ejecución, y la ignominiosa banda, en compañía de la mujer élfica, escapó furtivamente de entre los muros de la ciudad en dirección al alcázar de Dargaard. Los honorables Caballeros de Solamnia persiguieron a los renegados, pero Soth se refugió en su castillo antes de que le dieran alcance.

Durante los meses siguientes, el señor de Dargaard intentó reconstruir su vida entre las murallas de la fortaleza sitiada, se casó con la elfa y cumplió rigurosamente el honorable rito de su orden. A pesar de que ninguno de los que se quedaron en el castillo vivió lo suficiente como para relatar lo sucedido, la leyenda cuenta que Soth se tornó caprichoso y violento; ni siquiera su dulce elfa, en avanzado estado de gravidez, se libró de la mano implacable del infame caballero.

Los dioses le otorgaron suficiente conciencia de sí mismo para que comprendiera el alcance de su caída, y esa misma conciencia atizó las escasas chispas de honor que quedaban en las fibras de su alma embrutecida. Soth rezó a Paladine en la capilla de Dargaard, tanto tiempo solitaria, y su esposa ofreció sus esperanzas a Mishakal, el Portador de Luz. Una vez más, las deidades lo favorecieron con el don de la visión, aunque en esa hora hubo de contemplar al Príncipe de los Sacerdotes de Istar, a quien algunos llaman profeta y otros tildan de loco. El propio Paladine le encomendó una misión sagrada: impedir que el Príncipe de los Sacerdotes solicitara poder a las deidades protectoras de Krynn.

De haber salido Soth con éxito de esta empresa, Ansalon, mejor dicho, todo Krynn, sería un lugar muy diferente hoy en día; no obstante, el caballero caído nunca alcanzó la ciudad de Istar.

Las mujeres élficas a quienes había liberado en una ocasión envenenaban ahora su mente con insinuaciones sobre la infidelidad de su esposa, y lord Soth abandonó el cumplimiento de su cometido para regresar al castillo. Loco de rabia, recriminó a la elfa, madre de su hijo recién nacido, las pretendidas transgresiones de los votos matrimoniales. En ese mismo momento, el Príncipe de los Sacerdotes elevaba su voz a los cielos exigiendo el poder de erradicar, toda maldad de Krynn y ordenando a los dioses que se doblegaran y se pusieran al servicio de aquellos que les rendían culto.

Enfurecidos por semejante afrenta, los dioses lanzaron al más temible mensajero celestial contra la soberbia ciudad de Istar: una montaña destructora que causó la hecatombe conocida con el nombre de Cataclismo. Pocos de los que conocen los estragos causados en la tierra por tamaña catástrofe comprenden la forma en que alteró al mismo tiempo el destino de lord Soth.

En el instante en que la montaña de fuego caía sobre Istar, un incendio arrasaba el alcázar de Dargaard. La joven elfa, que agonizaba entre las llamas, alzó al pequeño hacia el caballero para que lo salvara, pero Soth, aún poseído por los celos, le dio la espalda.

Por haber fracasado en su misión y por haber permitido que el hijo de ambos se consumiera ante sus ojos, la elfa le lanzó una maldición.

—Perecerás en el fuego esta noche del mismo modo que tu hijo y yo, mas perdurarás eternamente en la oscuridad. ¡Vivirás una vida por cada una de las que has destruido en tu locura!

Se dice que las palabras de la mujer élfica todavía resuenan en las montañas que rodean el castillo, aunque algunos afirman que es lord Soth quien las repite para llenar el silencio de sus largas vigilias nocturnas.

Aquella noche, las llamas terminaron con la vida de Soth, pero no murió; carbonizado, calcinado, renació como ser no vivo, como infernal criatura no muerta. Aún viste la armadura ennegrecida de Caballero de Solamnia, pero el emblema de la rosa, que antaño acreditaba su honor, quedó abrasado y retorcido por las llamas. La Rosa Negra es el símbolo corrupto que ahora distingue a Soth, que recorre la tierra desde hace mucho más de tres siglos cumpliendo los mandatos de Takhisis, Reina de la Oscuridad, la más perversa de las deidades maléficas.

A pesar de que el Caballero de la Rosa Negra ha aparecido anteriormente en las páginas de mi historia, escribo ahora sobre él porque amenaza Palanthas una vez más. Lo esperamos con temor en esta ciudad jamás conquistada; hemos recibido aviso de que avanza con fuerza pavorosa contra nosotros. La generala Kitiara Uth Matar, Señora del Dragón, y él alcanzarán las murallas antes de la puesta del sol.

Afortunadamente, el futuro permanece oculto a los hombres, aunque en el día de hoy yo no despreciaría el conocimiento del mañana.

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