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Authors: J. K. Rowling

Tags: #fantasía, #infantil

Harry Potter y el Misterio del Príncipe (12 page)

BOOK: Harry Potter y el Misterio del Príncipe
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Ron se atragantó con un trozo de tostada y Hermione soltó un gritito ahogado.

—¡Qué callado te lo tenías! —exclamó Ron.

—Acabo de acordarme —repuso Harry con sinceridad—. Me lo dijo anoche en vuestra escobera.

—¡Jo, clases particulares con Dumbledore! —se admiró Ron—. ¿Y por qué supones que…?

Dejó la frase en el aire. Harry vio que sus dos amigos intercambiaban una mirada cómplice. Dejó el cuchillo y el tenedor en el plato; el corazón le latía deprisa a pesar de estar sentado en la cama. Dumbledore le había pedido que lo hiciera, y ese momento era tan bueno como cualquier otro. Clavó la mirada en el tenedor, que brillaba iluminado por la luz que entraba por la ventana, y dijo:

—No sé con exactitud por qué quiere darme clases particulares, pero me parece que es por la profecía. —Ron y Hermione permanecieron callados. Harry tuvo la impresión de que se habían quedado pasmados. Sin dejar de mirar el tenedor, añadió—: Ya sabéis, esa que intentaban robar en el ministerio.

—Pero si nadie sabe lo que decía —repuso Hermione con presteza—. Se rompió.

—Aunque según
El Profeta
… —empezó Ron, pero Hermione le cortó:

—¡Chissst!


El Profeta
tiene razón —continuó Harry, haciendo un esfuerzo para levantar la cabeza y mirarlos. Hermione ponía cara de susto y Ron, de asombro—. Aquella esfera de cristal que se rompió no era el único registro de la profecía. Yo la escuché entera en el despacho de Dumbledore; fue a él a quien se la hicieron, por eso pudo revelármela. Según ella —prosiguió, y respiró hondo—, al parecer soy yo quien acabará con Voldemort. Al menos, vaticinaba que ninguno de los dos podría vivir mientras el otro siguiera con vida.

Los tres se miraron en silencio. Entonces se oyó un fuerte «¡pum!» y Hermione desapareció detrás de una bocanada de humo negro.

—¡Hermione! —gritaron Harry y Ron al unísono, y la bandeja del desayuno cayó al suelo con estrépito.

Hermione reapareció tosiendo entre el humo, con el telescopio en una mano y un ojo amoratado.

—Lo he apretado y… ¡me ha dado un puñetazo! —dijo jadeando.

Y en efecto, Harry y Ron vieron un pequeño puño acoplado a un largo muelle que salía del extremo del telescopio.

—No te preocupes —la tranquilizó Ron conteniendo la risa—. Mi madre te curará. Tiene remedios para todo.

—¡Eso ahora no importa! —replicó Hermione—. Harry… ¡Oh, Harry! —Volvió a sentarse en el borde de la cama—. Cuando salimos del ministerio no sabíamos qué… No quisimos decirte nada, pero por lo que oímos decir a Lucius Malfoy acerca de la profecía… que estaba relacionada contigo y con Voldemort… Bueno, ya nos imaginamos que podía ser algo así. ¡Ostras, Harry! —Lo miró fijamente y susurró—: ¿Tienes miedo?

—No tanto como antes. Cuando la escuché por primera vez me quedé… Pero ahora es como si siempre hubiera sabido que al final tendría que enfrentarme a Voldemort.

—Cuando nos enteramos de que Dumbledore iría a recogerte en persona, imaginamos que tal vez quería contarte o enseñarte algo relacionado con la profecía —intervino Ron, entusiasmado—. Y no nos equivocábamos mucho, ¿verdad? Dumbledore no te daría clases particulares si pensara que eres hombre muerto, no perdería el tiempo contigo. ¡Debe de creer que tienes posibilidades!

—Es verdad —coincidió Hermione—. ¿Qué piensas que quiere enseñarte, Harry? Magia defensiva muy avanzada, supongo. Poderosos contraembrujos y contramaldiciones…

Harry ya no los escuchaba. Se le estaba extendiendo por todo el cuerpo una especie de ardor que no tenía nada que ver con el calor del sol, y la presión que notaba en el pecho se le reducía. Sabía que Ron y Hermione se sentían más impresionados de lo que parecía, pero el simple hecho de que siguieran allí, a su lado, dándole ánimos en lugar de apartarse de él como si tuviera algún virus o fuera peligroso, no tenía precio.

—…y todo tipo de sortilegios elusivos —concluyó Hermione—. Bueno, al menos tú ya te has enterado de cuál será una de las asignaturas que estudiarás este año. En cambio, Ron y yo… Me pregunto si tardarán mucho en llegar nuestros
TIMOS
.

—No puede faltar mucho. Ya ha pasado un mes —calculó Ron.

—Un momento —apuntó Harry al recordar otra parte de la conversación con el director del colegio—. ¡Me parece que Dumbledore dijo que las notas de nuestros
TIMOS
llegarían hoy!

—¿Hoy? —exclamó Hermione—. ¿Hoy? Pero ¿por qué no…? ¡Cielos, debiste decírnoslo enseguida! —Se puso en pie de un brinco y añadió—: Voy a ver si ha llegado alguna lechuza.

Pero diez minutos más tarde, cuando Harry bajó, vestido y con la bandeja del desayuno vacía, encontró a Hermione sentada a la mesa de la cocina, muy nerviosa, mientras la señora Weasley intentaba disimular el parecido del ojo de la chica con el de un panda.

—Nada, no hay manera de que se vaya —decía la señora Weasley, angustiada; estaba plantada enfrente de Hermione con la varita en una mano mientras revisaba un ejemplar de
El manual del sanador
, abierto por el capítulo «Contusiones, cortes y rozaduras»—. Esto nunca había fallado, no me lo explico.

—Por eso Fred y George lo consideran una broma graciosa: porque no se va —opinó Ginny.

—¡Pues tiene que irse! —chilló Hermione—. ¡No puedo quedarme así para siempre!

—No te quedarás así, querida, ya encontraremos algún antídoto, no temas —le aseguró la señora Weasley.

—Bill ya me ha contado que los gemelos son muy
gaciosos
—intervino Fleur sonriendo.

—Sí, me muero de risa —le espetó Hermione. Se levantó y se puso a dar vueltas por la cocina mientras se retorcía las manos—. ¿Está segura de que esta mañana no ha llegado ninguna lechuza, señora Weasley?

—Sí, querida. Me habría dado cuenta —respondió ésta con paciencia—. Pero sólo son las nueve, todavía hay mucho tiempo para…

—Ya sé que fallé en Runas Antiguas —rezongó Hermione con ansiedad—. Como mínimo cometí un grave error en la traducción. Y el examen práctico de Defensa Contra las Artes Oscuras tampoco me salió como esperaba. En Transformaciones creía que lo había hecho bien, pero ahora que lo pienso…

—¿Quieres hacer el favor de callarte, Hermione? ¡No eres la única que está nerviosa! —gruñó Ron—. Además, cuando veas tus diez extraordinarios…

—¡No, no, no! —chilló Hermione agitando ambas manos, histérica—. ¡Seguro que lo he suspendido todo!

—¿Y qué pasa si suspendemos? —preguntó Harry a nadie en particular, pero una vez más fue Hermione quien contestó:

—Analizamos nuestras opciones con el jefe de nuestra casa. Se lo pregunté a la profesora McGonagall a final de curso.

A Harry se le retorció el estómago y se arrepintió de haber desayunado tanto.

—En Beauxbatons —explicó Fleur con suficiencia— lo hacíamos de
otga manega
.
Cgeo
que
ega mejog
. Nos examinábamos
tgas
seis años de estudios en
lugag
de cinco, y luego…

Las palabras de Fleur quedaron ahogadas por un grito. Hermione señalaba por la ventana de la cocina. En el cielo se veían tres motitas negras que iban aumentando de tamaño.

—Lechuzas —dijo Ron con voz quebrada, y corrió hacia la ventana donde estaba su amiga.

—Una para cada uno —añadió Hermione con un susurro que denotaba terror—. ¡Oh, no! ¡Oh, no! ¡Oh, no!

Agarró con fuerza por los codos a Harry y a Ron.

Las lechuzas volaban derechito hacia La Madriguera; eran tres hermosos ejemplares, y cuando ya sobrevolaban el sendero que conducía hasta la casa, todos vieron que cada una llevaba un gran sobre cuadrado.

—¡Oh, no! —aulló Hermione.

La señora Weasley se coló entre los muchachos y abrió la ventana de la cocina. Una a una, las lechuzas entraron y se posaron sobre la mesa en una ordenada hilera. Las tres levantaron la pata derecha.

Harry fue hacia ellas. La carta dirigida a él estaba atada a la pata de la lechuza de en medio. La desató con dedos temblorosos. A su izquierda, Ron intentaba coger también sus notas; a su derecha tenía a Hermione, pero a ella le temblaban tanto las manos que también hacía temblar a la lechuza.

Durante unos instantes nadie dijo ni pío. Al final, Harry consiguió soltar el sobre. Lo abrió a toda prisa y sacó la hoja de pergamino que contenía.

TÍTULO INDISPENSABLE DE MAGIA ORDINARIA

APROBADOS
:
Extraordinario (E)
 
Supera las expectativas (S)
 
Aceptable (A)
 
 
SUSPENSOS
:
Insatisfactorio (I)
 
Desastroso (D)
 
Trol(T)

RESULTADOS DE HARRY JAMES POTTER

Astronomía:
A
Cuidado de Criaturas Mágicas:
S
Encantamientos:
S
Defensa Contra las Artes Oscuras:
E
Adivinación:
I
Herbología:
S
Historia de la Magia:
D
Pociones:
S
Transformaciones:
S

Harry releyó varias veces la hoja de pergamino, y poco a poco su respiración se fue haciendo más acompasada. No estaba mal: siempre había sabido que suspendería Adivinación, y era imposible que hubiera aprobado Historia de la Magia, dado que se había desmayado en medio del examen; ¡pero había aprobado las otras asignaturas! Deslizó el dedo por las notas… ¡Había sacado buena nota en Transformaciones y en Herbología, y hasta había superado las expectativas en Pociones! ¡Y lo mejor era que había conseguido un extraordinario en Defensa Contra las Artes Oscuras!

Miró alrededor. Hermione estaba de espaldas a él, con la cabeza agachada, pero Ron parecía contentísimo.

—Sólo he suspendido Adivinación e Historia de la Magia, las que menos me importan. A ver, cambiemos… —Harry leyó las notas de Ron y vio que no tenía ningún extraordinario—. Ya sabía que sacarías buena nota en Defensa Contra las Artes Oscuras —dijo Ron dándole un puñetazo en el hombro—. No nos ha ido tan mal, ¿verdad?

—¡Enhorabuena! —dijo la señora Weasley con orgullo, alborotándole el cabello a Ron—. ¡Siete
TIMOS
! ¡Más de los que consiguieron Fred y George juntos!

—¿Y a ti, Hermione, cómo te ha ido? —preguntó Ginny con vacilación, porque su amiga todavía no se había dado la vuelta.

—No está mal —respondió en voz baja.

—No digas tonterías —saltó Ron; se acercó a ella y le quitó la hoja de las manos—. Aja, nueve extraordinarios, y un supera las expectativas en Defensa Contra las Artes Oscuras. —La miró entre alegre y exasperado—. Y estás decepcionada, ¿no?

Hermione negó con la cabeza, pero Harry se rió.

—¡Bueno, ya somos estudiantes de
ÉXTASIS
! —se alegró Ron, sonriente—. ¿Quedan salchichas, mamá?

Harry volvió a repasar sus notas y se dio cuenta de que no habrían podido ser mejores. Sólo lamentaba un pequeño detalle: esos resultados ponían fin a su ambición de convertirse en
auror
, puesto que no había alcanzado la nota requerida en Pociones. Ya sabía que no iba a conseguirla, pero aun así notó un vacío en el estómago al mirar de nuevo la negra y pequeña «s».

En realidad era extraño, pues había sido un
mortífago
disfrazado el primero en comentarle que sería un buen
auror
; pero esa idea se había apoderado de él, y no le atraía ninguna otra profesión. Además, después de haber escuchado la profecía, creía que ése podía ser un destino adecuado para él. «Ninguno de los dos podrá vivir mientras siga el otro con vida…» ¿Acaso no haría honor a la profecía y no aumentarían sus posibilidades de sobrevivir si se unía a esos magos tan bien preparados, cuyo cometido consistía en encontrar y matar a Voldemort?

6
Draco se larga

Harry no salió de los límites del jardín de La Madriguera durante varias semanas. Pasaba gran parte del día jugando al
quidditch
, dos contra dos, en el huerto de árboles frutales de los Weasley (Hermione y él contra Ron y Ginny; Hermione era malísima y Ginny bastante buena, así que los dos equipos quedaban razonablemente igualados). Y gran parte de la noche la dedicaba a repetir tres veces de todo lo que la señora Weasley le servía en el plato.

Habrían sido unas felices y tranquilas vacaciones de no ser por las historias de desapariciones, extraños accidentes e incluso muertes que aparecían casi a diario en
El Profeta
. A veces, Bill y el señor Weasley explicaban en casa las noticias antes de que éstas salieran en los periódicos. La señora Weasley lamentó mucho que las celebraciones del decimosexto cumpleaños de Harry quedaran deslucidas por las truculentas nuevas con que se presentó en la fiesta Remus Lupin, a quien se lo veía delgado y deprimido; además, le habían salido muchas canas y llevaba la ropa más raída y remendada que nunca.

—Se han producido otros dos ataques de
dementores
—anunció Lupin mientras la señora Weasley le servía un suculento trozo de pastel de cumpleaños—. Y han encontrado el cadáver de Igor Karkarov en una choza, en el norte; los asesinos dejaron la Marca Tenebrosa. La verdad es que me sorprende que Karkarov siguiera con vida un año después de haber abandonado a los
mortífagos
; si no recuerdo mal, Regulus, el hermano de Sirius, sólo sobrevivió unos días.

—Ya —dijo la señora Weasley arrugando el entrecejo—. ¿Qué os parece si hablamos de otra…?

—¿Te has enterado de lo de Florean Fortescue, Remus? —preguntó Bill, a quien Fleur no paraba de servir vino—. El dueño de la…

—…¿heladería del callejón Diagon? —terció Harry, sintiendo una desagradable sensación de vacío en el estómago—. Siempre me regalaba helados. ¿Qué le ha pasado?

—Tal como ha quedado la tienda, parece que se lo han llevado.

—¿Por qué? —preguntó Ron mientras la señora Weasley fulminaba a su hijo Bill con la mirada.

—Quién sabe. Debió de hacer algo que les molestó. Florean era un buen hombre.

—Hablando del callejón Diagon —intervino Arthur Weasley—, por lo visto el señor Ollivander también ha desaparecido.

—¿El fabricante de varitas mágicas? —preguntó Ginny, asustada.

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