Hermoso Caos (44 page)

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Authors: Kami García,Margaret Stohl

Tags: #Infantil y juvenil, #Fantástico, #Romántico

BOOK: Hermoso Caos
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—Es la luz —dijo Liv transfigurada.

—¿Cómo puede crear luz? —pregunté.

Liv negó con la cabeza.

—No tengo ni idea.

La luz incrementó su brillo, y Hunting cayó al suelo, apaleado en el brillante cemento. Un sonido agonizante rompió a través de él, como si sus cuerdas vocales estuvieran rompiéndose. Los otros dos Íncubos también estaban retorciéndose por el suelo, pero no podía apartar mis ojos de Hunting.

El color empezó a desaparecer de él, empezando por la cabeza y bajando por su rostro. Era como ver una sábana cubriendo a alguien lentamente. Pero esa sábana era una bruma negra y, según fue descendiendo, su cuello, y su pelo, su piel, sus vacíos ojos negros se volvieron casi traslúcidos. Lo mismo les estaba sucediendo a los otros miembros de su Banda de Sangre.

—¿Qué les está pasando? —No sé si esperaba una respuesta, pero fue John quien la dio.

—Están perdiendo su poder. Su Oscuridad. —Pude advertir por la mirada de pánico del rostro de John que nunca lo había contemplado personalmente—. Eso es lo que les sucede a los Íncubos cuando se exponen a la luz del sol. —Miré a John. No le estaba afectando.

—Realmente está creando luz —susurró Liv.

John comentó algo más, pero ya no le escuchaba. Estaba contemplando a los otros dos Íncubos, que ahora se habían vuelto traslúcidos. La Oscuridad se había desvanecido en ellos mucho más rápido. Observé cómo sus cuerpos se quedaban rígidos como estatuas, sus ojos fijos y sin vida. Pero eso no fue lo más inquietante.

La bruma negra —el poder Oscuro que había salido de sus cuerpos— estaba filtrándose por el suelo.

—¿A dónde va? —preguntó Lena.

—Al Inframundo. —John dio un paso atrás, como si no quisiera acercarse demasiado a lo que él podía haber sido—. La energía no puede ser destruida. Sólo cambia de forma.

Me quedé helado. Las palabras resonaron en mi mente.

Sólo cambia de forma.

Pensé en Twyla y los Antepasados y en la tía Prue. Mi madre y Macon.

Recordé el brillo verde del Arco de Luz.

La misma luz que ahora nos estaba bañando. ¿Le habría sucedido algo a Macon cuando estaba confinado? ¿Le habría cambiado mi madre de alguna forma reconstruyendo al hombre al que había amado y perdido?

—¿Y en qué se convertirá? —Liv parecía asustada. John le estaba contando algo que no sabía.

El color había desaparecido de todo el cuerpo de Hunting, alcanzando sus manos. Macon no se había movido, sus ojos fuertemente apretados, como si estuviera en mitad de una terrible pesadilla.

John no contestó durante un momento. Cuando finalmente lo hizo, hubiera preferido que se callara.

—En Vex.

—Pero Macon nunca querría hacer eso. —Liv estaba tan conmocionada como yo.

John la cogió de la mano.

—Lo sé. Pero no es él quien decide cómo funciona el universo, Liv. Ninguno de nosotros lo hace.

—¡Oh, Dios mío! —Lena estaba señalando a los dos Íncubos, ahora completamente incoloros. El aire a su alrededor pareció vibrar, y entonces comprendí lo que de verdad estaba sucediendo. Se estaban desintegrando. Pero en lugar de convertirse en cenizas, como lo hacen los zombis y los vampiros de las películas, los pequeños fragmentos se desvanecían como si nunca hubieran existido.

Escuché a Macon inhalar profundamente. También a él esto le estaba agotando. Observé cómo luchaba para aguantar un poco más y acabar con Hunting, pero la luz empezó a debilitarse, hasta que la oscura noche se tragó el aparcamiento de nuevo.

El cuerpo de Hunting permanecía en el suelo. Estaba gimiendo, arrastrándose por el asfalto. Su cara y torso aún seguían rígidos y completamente traslúcidos.

Macon cayó de rodillas, y Lena se agachó junto a él.

—¿Cómo has hecho eso?

Macon no contestó inmediatamente. Cuando su respiración se regularizó, dijo:

—No estoy completamente seguro. Pero parece que puedo canalizar mi energía Luminosa. Crear luz, como si dijéramos, a falta de una explicación mejor.

John se acercó sacudiendo la cabeza.

—Y yo que pensaba que era diferente. Ha dado un nuevo significado al Caster de Luz, señor Ravenwood.

Macon miró a John, el híbrido que podía soportar la luz del sol.

—En la Luz hay Oscuridad, y en la Oscuridad hay Luz.

Oí el desgarro cuando Hunting desapareció, su cuerpo marcado por la Luz.

13 DE DICIEMBRE
Lágrimas y lluvia

D
espués de lo sucedido en el aparcamiento, Macon y Liv se llevaron a John de vuelta a los Túneles, donde estaría a salvo bajo el velo de los Hechizos de Ocultación y las Vinculaciones. O eso esperábamos. No había duda de que Hunting le contaría todo a Abraham, pero Liv no estaba segura de si John era lo suficientemente fuerte. No quise preguntar si esa fuerza era para volver con Abraham o para sobrevivir.

Más tarde, esa noche, Lena y yo nos sentamos juntos en los torcidos escalones de su porche, mi cuerpo pegado al suyo. Intenté memorizar la forma en que encajaba perfectamente con el mío. Enterré mi cara en su pelo. Olía a limones y romero. Una de las pocas cosas que no habían cambiado.

Levanté su barbilla y presioné mi boca contra la suya. No pretendía besarla, sino tan sólo sentir sus labios contra los míos. Podía haberla perdido esta noche. Ella apoyó su cabeza en mi pecho.

Pero no ha pasado.

Lo
sé.

Dejé que mi mente vagara, pero lo único en lo que podía pensar era en cómo me había sentido sin ella el pasado verano, cuando creí que la había perdido. El sordo dolor que nunca desaparecía. El vacío. Una sensación similar a la que debió de sentir Link cuando Ridley se marchó. Nunca olvidaré la expresión de su cara. Estaba completamente roto. Y Ridley, con esos fantasmales ojos amarillos.

Sentí que la mente de Lena se agitaba aún más que la mía.

Déjalo ya, L.

¿Dejar qué?

De pensar en Ridley.

No puedo. Me recuerda a Sara… a mi madre. Y mira cómo acabó.

Ridley no es Sarafine.

Aún no.

Removí el ramillete de su fina muñeca. El brazalete de su madre seguía ahí. Mi mano rozó el metal y, en cuanto lo hizo, supe que todo lo que había pertenecido a Sarafine estaba mancillado. El porche empezó a dar vueltas…

Cada vez se hacía más difícil seguir la cuenta de los días. Sarafine sentía como si viviera en una bruma constante, confusa y separada de su rutina diaria. Las emociones parecían más allá de su control, flotando en la periferia de su mente como si pertenecieran a otra persona. El único lugar en el que se sentía arraigada era en los Túneles. Había una conexión con el mundo Caster y los elementos que habían creado la energía que corría por sus venas que le hacían sentirse cómoda, permitiéndola respirar.

A veces se pasaba horas allí abajo, sentada en el pequeño estudio que Abraham había creado para ella. Era un lugar inusualmente tranquilo, hasta que Hunting llegaba. Su medio hermano pensaba que Abraham estaba perdiendo el tiempo con ella, y no intentaba ocultarlo.


¿Otra vez aquí?

Sarafine pudo notar el desprecio en su voz.


Sólo estoy leyendo.

Intentaba evitar enfrentamientos con Hunting. Era vicioso y cruel, aunque siempre había un hilo de verdad en sus palabras. Una verdad que trataba desesperadamente de ignorar.

Hunting se apoyó contra la puerta, un cigarrillo colgando entre sus labios.


Nunca entenderé por qué el abuelo Abraham pierde el tiempo contigo. ¿Tienes idea de cuántos Caster matarían por tenerlo como maestro?

Hunting sacudió la cabeza.

Estaba harta de ser intimidada.


¿Por qué soy una pérdida de tiempo?


Eres una Caster Oscura fingiendo ser de Luz. Una Cataclyst. Si eso no es un desperdicio, no sé qué puede serlo.

Sus palabras la herían, pero Sarafine trató de disimular.


Yo no finjo nada.

Hunting se rio, mostrando sus colmillos.


¿En serio? ¿Le has contado al Caster de Luz de tu marido tus encuentros secretos aquí abajo? Me pregunto cuánto tiempo tardaría en abandonarte.


Eso no es de tu incumbencia.

Hunting dejó caer su cigarrillo en una lata de soda vacía sobre la mesa.


Me tomaré eso como un no.

Sarafine sintió que su pecho se tensaba y durante un segundo todo se volvió negro.

La mesa comenzó a arder justo cuando Hunting apartaba la mano.

No había aviso. Un minuto antes estaba enfadada con Hunting y al siguiente la mesa era todo cenizas.

Hunting tosió.


Bueno, eso ya está mejor.

Sarafine se movió para intentar apagar el fuego con una manta vieja. Como era de esperar, Hunting no la ayudó. Desapareció en el estudio privado de Abraham, al otro lado del vestíbulo. Sarafine se miró las manos tiznadas. Probablemente su cara también estaría sucia. No podía volver así a casa con John.

Cruzó el vestíbulo en dirección al pequeño cuarto de baño. Pero al acercarse a unos metros de la puerta de Abraham escuchó voces.


No sé por qué estás tan obsesionado con ese chico.

La voz de Hunting era amarga
—.
¿A quién le importa si puede salir a la luz del día? Apenas tiene edad de caminar, y Silas probablemente le matará antes de que sea útil.

Estaba refiriéndose al chico del que Abraham le habló cuando se conocieron por primera vez. Aquel que era un poco mayor que Lena.


Silas controlará su carácter y hará lo que yo le diga

replicó Abraham
—.
He tenido una visión, hijo. Ese niño será la siguiente generación. Un Íncubo con todos los poderes y ninguna de nuestras debilidades.


¿Cómo puedes estar seguro?


¿Crees que escogí a sus padres por casualidad?

A Abraham no le gustaba que le cuestionaran
—.
Sabía exactamente lo que hacía.

Durante un momento hubo un tenso silencio. Entonces Abraham volvió a hablar.


No pasará mucho tiempo antes de que los Caster estén fuera de la circulación. Lo veré mientras viva. Eso te lo prometo.

Sarafine se estremeció. Una parte de ella quería salir corriendo y no mirar atrás. Pero no podía. Tenía que quedarse por Lena.

Tenía que detener las voces.

Cuando Sarafine volvió a casa, John estaba en el salón.


Chist. El bebé se ha dormido.

La besó en la mejilla y ella se sentó en el sofá junto a él
—.
¿Dónde has estado?

Por un segundo pensó en mentirle, decirle que había estado en la biblioteca o paseando por el parque. Pero las palabras de Hunting burlándose de ella volvieron a su mente. «Me pregunto cuánto tiempo tardaría en abandonarte». Estaba equivocado sobre John.


Estaba en los Túneles.

—¿Qué?

John parecía no haberla entendido.


Me reuní con uno de mis parientes y me contó cosas de la maldición. Cosas que no sabía. La segunda Natural nacida en la familia Duchannes puede Cristalizarse a sí misma. Lena puede elegir.

Todo surgía atropelladamente, todas esas cosas que había deseado compartir con él.

John sacudía la cabeza.


Espera un minuto. ¿Qué pariente?

Ahora ya no podía detenerse.


Abraham Ravenwood.

John se levantó irguiéndose por encima de ella.


¿Abraham Ravenwood, el Íncubo de Sangre? Está muerto.

Sarafine dio un salto.


No. Está vivo y puede ayudarnos a salvar a Lena.

John examinaba su cara como si no la reconociera.


¿Ayudarnos? ¿Has perdido la cabeza? ¡Es un Demonio vampiro! ¿Cómo sabes si lo que te cuenta es verdad?


¿Por qué iba a mentir? No tiene nada que ganar al decirme que Lena tiene esa opción.

John la agarró por los hombros.


¿Por qué iba a mentir? ¿Qué te parece porque es un Íncubo de Sangre? Es peor que un Caster Oscuro.

Sarafine se encogió bajo sus dedos. No importaba que John la llamara Izabel; sus ojos seguían siendo amarillos y su piel fría como el hielo. Ella era uno de ellos.


Puede ayudar a Lena.
—También me está ayudando a mí.
Es lo que hubiera deseado contarle.

John estaba tan enfadado que no advirtió que la cara de ella se descomponía.


Eso no lo sabes. Puede estar mintiendo. Ni siquiera sabemos si Lena es una Natural.

Sarafine sintió que algo crecía en ella, como la cresta de una ola. No reconoció lo que era. Rabia. Pero las voces lo hicieron.
Él no confía en ti. Cree que eres una de ellos.

Trató de apartar esos pensamientos y centrarse en John.


Cuando llora, llueve. ¿No te parece suficiente prueba?

John soltó sus hombros y se pasó las manos por el pelo.


Izabel, ese hombre es un monstruo. No sé lo que quiere de ti, pero está jugando con tus miedos. No puedes volver a hablar con él.

El pánico se apoderó de ella. Sabía que Abraham decía la verdad sobre Lena. John no había visto la profecía. Pero había algo más. Si no podía ver a Abraham, no podría controlar las voces.

John la estaba mirando.


¡Izabel! Prométemelo.

Tenía que hacérselo entender.


Pero, John…

Él la cortó.


No sé si estás perdiendo el juicio o el control, pero si vas a alguna parte cerca de Abraham Ravenwood, te dejaré. Y me llevaré a Lena conmigo.


¿Cómo dices?

No podía ser verdad.


Si lo que él dice es cierto, y Lena tiene elección, entonces elegirá la Luz. Nunca permitiré ninguna Oscuridad en su vida. Sé que has estado luchando contra eso. Desapareces todo el día y cuando estás aquí se te ve distraída y confusa.

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