Kronos. La puerta del tiempo (15 page)

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Authors: Felipe Botaya

Tags: #Bélico, Histórico

BOOK: Kronos. La puerta del tiempo
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Emil mostró una foto de la entrada de la iglesia que había hecho la expedición de la
Ahnenerbe SS
.

—No es muy buena foto, ya que está prohibido hacerlas y se pudo hacer clandestinamente, evitando a los guardianes del Arca situados en el exterior —Emil miró a sus compañeros—. Adivino lo que estáis pensando. Hasta donde sé, esta fachada no ha variado tampoco sustancialmente. Por lo tanto, podemos darla como válida para nuestra misión. Aquí están la puerta principal y dos ventanales altos que suministran la luz a todo el conjunto interior. Creo que estos acabados no estaban entonces —señaló unos marcos en los ventanales—. Eran más primitivos entonces, como es lógico, al igual que la puerta, que en esta foto se ve muy trabajada y recargada.

Gross se pasó la mano por la frente.

—Y del interior qué sabemos, Emil.

Emil sonrió.

—Nada. No sabemos nada —la respuesta de Emil recibió sonrisas por parte del grupo.

—¿Y entonces?… —volvió Gross a la carga.

Emil admitió la situación, pero no mostró una preocupación especial por ella.

—Son solo suposiciones basadas en cómo había sido guardada en otros lugares. Estoy seguro de que dentro de la iglesia hay un tabernáculo donde reposa el Arca. No tiene más complicaciones ni representa ningún problema para nuestra misión.

Horst intervino, expresando lo que muchos se cuestionaban.

—¿Y qué es un tabernáculo?

Emil extrajo de su maleta de cuero la Biblia con los excelentes dibujos de Doré y tras buscar en sus páginas, mostró una ilustración.

—Es un altar judío, un santuario móvil llamado
mishkan
en hebreo o morada, que podía transportarse si era necesario. El arca siempre reposaba en este lugar y, como podéis ver, era casi una tienda de campaña de gran tamaño —Emil vio cómo sus compañeros miraban con curiosidad la ilustración—. Una vez que hayamos sacado el arca de allí, solo se tratará de volver al lugar de traslado y regresar. No tiene que haber más dificultades.

—Bien, ya hemos visto de qué se trata —Horst entró en su parcela sin más pérdida de tiempo—. Desde el punto de vista militar me gustaría indicar qué debemos de hacer, sobre todo teniendo en cuenta que está previsto llegar, actuar y volver de noche —señaló el lugar al que llegarían, por encima de la iglesia.

—Aquí montaremos una posición con una MG y dos hombres con miras infrarrojas, mientras los demás nos dirigimos a la iglesia. Esa MG tendrá un campo de visión muy amplio del terreno —Horst señaló una amplia zona del plano de Emil—. Una segunda posición MG estará situada en el terraplén de bajada, cubriendo esos ciento cincuenta metros y también con una buena visión. También serán dos hombres con las miras VAMPYR. Estaremos en contacto por radio con esos puestos. Una vez en la puerta y tras entrar, habrá una tercera posición con otra MG y miras infrarrojas, también con dos hombres en la misma puerta. Eso hace un total de seis hombres fuera y nueve dentro para coger el Arca. Una vez lo hayamos logrado, deberá ser portada por cuatro hombres con los palos que pasan por las guías que tiene a los lados. Los cinco restantes deberán apoyar la preparación, salida y traslado hasta el lugar de retorno. Los integrantes del puesto de la puerta deberán cubrirnos hasta llegar a la zona de traslado, al igual que los que se hallarán en el terraplén. Una vez que nos hayamos replegado en orden, podremos regresar. No creo que tardemos más de una hora en conseguir el objetivo —señaló el camino de regreso acompañando su explicación.

Miró a Gross.

—¿Qué opinas Walter?

Tras las palabras de Horst, Gross parecía de acuerdo, al igual que sus hombres.

—No veo más alternativas a lo que propones. Me parece bien, teniendo en cuenta la información de la que disponemos y la zona en concreto. La duda la tengo en el tiempo que calculas. Es posible que sea una hora, ya que son distancias muy cortas, pero no sabemos la dificultad que tendremos para extraer el arca de allí, ni la posible resistencia que podamos encontrar. No sé qué factor K podría darse, con lo que quizás tendremos que improvisar. Pero repito, me parece bien y creo que a mis hombres también —el equipo de Gross confirmó las palabras de su jefe.

—Reconozco que lo que dices tiene sentido —dijo Horst—. Pero en este momento no puedo ir más allá. Lo que sí veo claramente es que los hombres de las posiciones MG deberán ser de tu equipo, por su experiencia en combate de infantería —Gross afirmó con la cabeza.

—No hay problema, y ya decidiremos quiénes forman parte de este grupo.

La reunión siguió, sin más contratiempos, trabajando algunos puntos específicos y matices que se iban planteando. Quedó decidido quiénes formarían parte de las posiciones MG en cada lugar, así como los porteadores del arca hasta el terraplén de traslado y el equipo de apoyo.

Al día siguiente, 3 de noviembre de 1944, a las 8.30 de la mañana, todo el grupo estaba a la espera del general SS Kammler. Allí estaban ya varios miembros de su Kammlerstab con el uniforme SS y varios científicos en una sala subterránea debajo del castillo. La sala, a diferencia de la que ya conocían Horst y sus hombres, que estaba en uno de los pisos superiores del castillo, era tipo búnker, con las paredes de hormigón y consignas militares en ellas, pero adaptada para reunirse con buena iluminación y temperatura agradable. Horst y su equipo reconocieron al doctor Gebhardt y al doctor Schoppe de la reunión que habían tenido el pasado 28 de octubre. Con ellos se hallaban otros científicos totalmente desconocidos para ellos. Un elegante oficial SS les indicó amablemente su lugar en la mesa de reuniones. En una de las paredes estaba el plano ampliado que había preparado Emil y sobre el que habían trabajado el asalto. Todos permanecieron de pie tras la silla que les correspondía, esperando la llegada del general. Se podía oír ruido de botas que bajaban por las escaleras metálicas de acceso a la sala. El general SS Kammler acababa de llegar.

Tras las presentaciones de rigor y sin pérdidas de tiempo, el general Kammler invitó a sentarse a todos en la amplia mesa y pasó inmediatamente a los temas del día, motivo de la reunión.

—Ante todo debo decirles que las pruebas médicas han sido correctas y, físicamente hablando, están en forma para la misión que les ha sido encomendada —sonrió y se apoyó sobre la enorme mesa, con los dos codos firmes sobre ella y las manos sobre su boca.

—Sé que los nuevos incorporados al mando del Sturmbanführer Werner Gross y que desde ahora están a las ordenes del
Haupsturmführer
Horst Bauer conocen el objetivo de su misión —todos escuchaban atentamente las palabras que surgían del pétreo general Kammler, afirmando sus palabras—. Quiero que sepan que conmigo están varios físicos y científicos de mi Oficina de Desarrollo que podrán explicarles y contestar a las dudas que puedan tener. Entre ellos los doctores Kurt Debus y Walter Gerlach, como máximos responsables científicos del proyecto —estos agradecieron la cita del general—. Entiendo que para conseguir el éxito en una misión como la que tienen presente deben contar con la máxima información, ya que no quiero fallos. Tenemos mucho en juego —todos estaban de acuerdo con este principio, ya que era cierto que la información más amplia posible les ayudaba perfectamente en su cometido previsto.

Kammler continuó.

—A modo de introducción, y sobre todo para los nuevos miembros del equipo que será trasladado, quiero que sepan que la Operación Etiopía es de la máxima importancia militar. A diferencia de las anteriores misiones que el
Haupsturmführer
Bauer ha realizado, aquí ustedes interactuarán con el entorno y condicionarán algunos aspectos de él. Esto había sido prohibido taxativamente en los traslados anteriores, de marcado carácter científico y de prueba de la Campana. Creemos que podía haber interferido en el futuro y se ha demostrado que no ha sido así precisamente por el cuidado que hemos puesto en todos los detalles.

—Hoy vamos a analizar militarmente la misión de capturar el Arca de la Alianza de su enclave históricamente comprobado, que es la iglesia de Nuestra Señora de Sión en Axúm, Etiopía. Aquí están presentes todos los hombres que participarán en la misión y que están, como he dicho antes, bajo las órdenes del
Haupsturmführer
Horst Bauer. Él y cuatro de sus hombres ya han realizado tres traslados al pasado, acompañando y protegiendo a varios equipos de científicos de diversas disciplinas que han realizado una labor extraordinaria de obtención de información única y que cambia muchos paradigmas aceptados por la comunidad científica internacional dirigida por los sionistas y sus técnicos acólitos que han escrito y manipulado la Historia del desarrollo natural y humano según sus conveniencias. Puedo decirles que Alemania hoy dispone de pruebas y datos incontestables que cambiarán la visión del mundo. Y estamos dispuestos a compartirlos con todas las naciones de nuestro planeta, cuando Alemania recupere el espacio y el respeto que merece y el enemigo mundial haya sido desenmascarado y vencido por fin —las palabras de Kammler resonaban con fuerza en la amplia sala, y todos las seguían atentamente. A nadie se le escapaba que aquel era un proyecto de la máxima importancia. Horst miró a todo su grupo. Se sentía orgulloso de ellos y tenía ganas de ver a los hombres de Gross en acción. Iban a hacer historia.

Kammler miró a Horst, como dándole paso en la reunión.


Haupsturmführer
Bauer, es su turno. Indíquenos cuál es el plan de asalto y captura del Arca de la Alianza.

Horst agradeció la oportunidad y se puso en pie, acercándose a un pequeño atril, tras el cual se encontraba el plano de Emil ampliado y expuesto en la pared. Se podían observar todos sus detalles con facilidad y a distancia.

—El plan que hemos preparado mi grupo y yo responde a un estudio de la zona de traslado tal como debía de ser en aquel entonces —se giró hacia el plano con un puntero de madera—. Hemos deducido, y así parecen demostrarlo las distintas expediciones que allí han ido, que su topografía no ha variado sustancialmente. Sí que sabemos que hay una zona de terreno totalmente plano —lo señaló en el dibujo— que está situada por encima de la iglesia en este saliente rocoso y que la protege. Está a unos setenta metros por encima de nuestro objetivo. Allí desembarcaremos. Luego existe un terraplén por el cual se accede hasta la propia iglesia —se giró hacia el plano y siguió todo el terraplén con el puntero hasta la misma iglesia—. A medida que vayamos aproximándonos al objetivo, iremos dejando unidades de protección. Una en el terraplén de llegada con una MG42 y diversa munición y explosivos, otra en el terraplén, sobre este punto —lo señaló—, también con una MG42. Estos dos puntos de defensa tienen una buena y amplia visión de campo y pueden alertar ante cualquier incidencia—.

Todos los presentes miraban alternativamente al dibujo y a Horst a medida que este iba avanzando en su exposición.

—El resto del grupo llegará hasta la entrada de la iglesia, donde se encontrará otro retén de dos hombres con la tercera MG42, hacia la izquierda de la entrada. Estaremos conectados por radio con los tres puestos, para cubrir cualquier eventualidad. A partir de ese momento, y aunque no sabemos nada del interior de la iglesia, entraremos en ella y, según nuestro especialista en Historia, el
Obersturmbanführer
Emil Riemer, allí tiene que haber un tabernáculo con el Arca en su interior. Así solían guardarla en épocas bíblicas, y nada indica que no fuese así también en la iglesia a la que nos dirigiremos —Horst miraba a su audiencia—. Adivino su pensamiento: ¿qué es un tabernáculo? —varios de los presentes confirmaron su desconocimiento—. Es una especie de tienda de campaña móvil, con un santuario judío en su interior. Es uno de los grandes símbolos hebreos —varios de los presentes sonrieron, Horst también—. Pero para nosotros eso no representa nada —concluyó.

—Y ¿a partir de ese momento? —preguntó Kammler, visiblemente interesado.

Horst continuó.

—Bien, como queda claro, seis hombres permanecerán en el exterior como cinturón de defensa y nueve entrarán en la iglesia. Cuatro de esos nueve hombres serán los porteadores y procederán a la extracción del Arca y su transporte de nuevo hasta el punto de traslado en la roca por encima de la iglesia, justo aquí —señaló el mismo terraplén al cual pensaban acceder en el traslado temporal—. Como pueden suponer, a medida que vayamos regresando al punto de partida con el arca, los diferentes equipos de defensa se irán replegando con nosotros hasta que estemos todos juntos y preparados para el traslado y con el objetivo cumplido. Los hombres del Sturmbanführer Werner Gross serán el equipo de protección de la misión y estarán al cargo de toda la defensa y los puntos MG que he citado.

Kammler afirmaba con la cabeza. Parecía satisfecho de la planificación que, por otro lado, era simple y no daba lugar a muchas otras opciones.

—¿Qué tiempo calcula para toda la operación,
Haupsturmführer
Bauer?

—Ese es un punto que he discutido con mis hombres, general Kammler —contestó Horst—. Si no hay ningún inconveniente, creemos que en una hora puede estar realizada la operación en su totalidad y con el equipo a punto para el traslado de regreso. De todas maneras, llevamos provisiones y material para más tiempo si se diese otra circunstancia inesperada. Kammler parecía preocupado ante esta posibilidad.

—Le recuerdo que no habrá más de una oportunidad para su regreso y no podemos correr ese riesgo. El arca es absolutamente necesaria para nuestros planes. Tendrán un máximo de dos horas allí.

La cara de Horst y sus hombres demostraba una cierta preocupación ante las palabras de Kammler, pero entendían que era parte de su trabajo. No podían fallar.

Tras mirar a Horst, Emil intervino en este punto.

—La única eventualidad, general Kammler, puede ser que nos encontremos con alguna de las tribus guerreras que se movían por la zona. De todas maneras, y en el supuesto de que nos vean llegar, nuestra aparición será espectacular y pareceremos dioses y, por otro lado, nuestra capacidad de fuego es abrumadora sobre las armas que podían portar en aquel entonces esas tribus. No debemos tener ningún problema que no podamos resolver sobre la marcha.

Los científicos presentes demostraban un cierto nerviosismo ante la eventualidad de un problema en la mecánica del regreso, ya que debía de ser muy precisa. El doctor Gerlach tomó la palabra.

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