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Authors: Daniel Goleman

Tags: #Ciencia, Psicología

La inteligencia emocional (66 page)

BOOK: La inteligencia emocional
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El uso de la cocaína y la heroína se ha triplicado entre los blancos desde una tasa del 18 por 100.000 en 1970 hasta el 68 por 100.000 en 1990. Más alarmante todavía ha sido el aumento de esta proporción entre los negros en este mismo periodo, que se ha incrementado desde el 53 por 100.000 en 1970 hasta el 766 por 100.000 de 1990, un aumento 13 veces superior. Los datos referentes al abuso de las drogas se han extraído de Crime in the U.S., 1991, US. Department of Justice.

Según encuestas realizadas en los Estados Unidos, Nueva Zelanda, Canadá y Puerto Rico, uno de cada cinco niños tiene problemas psicológicos que, de un modo u otro, alteran el equilibrio de sus vidas.

El problema más común entre los menores de trece años de edad es la ansiedad, que aflige al 10% con fobias lo suficientemente graves como para interferir el curso de su vida normal, otro 5% padece ansiedad generalizada y precupación constante, y un 4% manifiesta una intensa ansiedad provocada por el hecho de vivir separados de sus padres. Por otra parte, la embriaguez aumenta durante los años de la pubertad hasta alcanzar un porcentaje del 20% a la edad de veinte años. La mayor parte de los datos sobre los trastornos emocionales que aquejan a los niños se publicaron en The New York Times del 10 de enero de 1989.

Con respecto al estudio nacional sobre los problemas emocionales de los niños y la comparación con otros paises, véase Thomas Achenbach y Catherine Howell, “Are America's Children's Problems Getting Worse? A 13-Year Comparison”, en Journal of the American Academy of Child and Adolescent Psvchiatry (noviembre de 1989).

La comparación de los datos procedentes de diferentes países ha sido realizada por Une Bronfenbrenner, en Michael Lamb y Kathleen Sternberg, Child Care in Context: Cross-Cultural Perspecti ves (Englewood, Nueva Jersey: Lawrence Erlbaum, 1992).

Une Bronfenbrenner estuvo hablando en un simposio celebrado en la Universidad de Cornelí el 24 de septiembre de 1993.

En lo que respecta a los estudios proplongados de los niños agresivos y violentos véase, por ejemplo, Alexander Thomas et al., longitudinal Study of Negative Emotional States and Adjustments from Early Childhood Through Adolescence”, en Child Development, vol. 59 (septiembre de 1988).

El experimento de los niños pendencieros: John Lochman, “Social Cognitive Processes of Severely Violent, Moderately Agressive, and Nonagressive Boys”. Journal of Clinical and Consulting Psychology, 1991.

La investigación sobre los muchachos agresivos: Kenneth A. Dodge, “Emotion and Social lnformation Processing”, en J. Garber y K. Dodge, The Development of Emorion Regulation and Dvsregulation (Nueva York: Cambridge University Press, 1991).

El rápido rechazo de los niños pendencieros: J. D. Coie y J. B. Kupersmidt, “A Behavioral Analysis of Emerging Social Status in Boys' Grups”, en Child Development, 54(1983).

Más de la mitad de los niños indisciplinados: Dan Offord et al.,”Outcome, Prognosis, and Risk in a Longitudinal Follow-up Study”, Journal of the American Acadetny of Child and Adolescent Psychiatry, 31(1992).

Delincuencia y agresividad infantil: Richard Tremblay et al.. Tredicting Early Onset of Male Antisocial Behavior from Preschool Behavior”, en Archives of Getieral Psychiatrv, (septiembre de 1994).

Los sucesos que jalonan la vida familar de un niño durante el periodo preescolar resultan decisivos para determinar su predisposición a la agresividad. Por ejemplo, cierta investigación demostró que los niños cuyo nacimiento había tenido complicaciones y que habían sufrido el rechazo de sus madres cuando tenían alrededor de un año de edad, revelaban una mayor propensión a cometer delitos violentos a la edad de dieciocho años. Adriane Raines et al., 'Birth Complications Combined with Early Maternal Rejection at Age One Predispose to Violent Crime at Age 18 Years”, en Archives of General Psychiatry (diciembre de 1994).

Aunque una baja puntuación en las pruebas de aptitud verbal del Cl parece ser un predictor eficaz de la delincuencia (un estudio mostró, en este sentido, una diferencia promedio de ocho puntos entre los delincuentes y los no delincuentes), existen también pruebas de que la impulsividad es la causa directa más determinante, tanto de la delincuencia como de la baja puntuación del Cl. Hay que decir que los niños impulsivos tienden a no prestar la atención necesaria para el aprendizaje del lenguaje y de las capacidades de razonamiento sobre los que se basa el Cl y, por consiguiente, es su elevada impulsividad lo que propicia estas bajas puntuaciones. En el Pittsburgh Youth Study, un proyecto prolongado muy bien diseñado, se midió el Cl y el nivel de impulsividad en niños de edad comprendida entre los diez y los doce años, comprobándose que la impulsividad era tres veces superior al Cl como predictor de una futura tendencia a la delincuencia. Véase, a propósito de este debate, Jack Block, “On the Relation Between lQ, lmpulsivity, and Delinquency”, en Journal of Abnormal Psychology, 104 (1995).

Adolescentes embarazadas: Marion Underwood y Melinda Albert, “Fourth-Grade Peer Status as a Predictor of Adolescent Pregnancy”, ponencia presentada en la reunión de la Society for Research of Child Development, Kansas City, Missouri (abril de 1989).

La trayectoria que conduce a la delincuencia: Gerald R. Patterson, “Orderly Change in a Stable World: The Antisocial Trait as Chimera ',en Journal of Clinical and Consulting Psvcholo gv, 62 (1993).

El escenario mental de la agresividad: Ronald Slaby y Nancy Guerra, “Cognitive Mediators of Aggression in Adolescents Offenders en Developmental Psychology, 24 (1988).

El caso de Dana: véase Laura Mufson el al., lnrerpersonal Psychotherapyfor Depressed Adolescenís (Nueva York: Guilford Press, 1993).

El aumento de la tasa mundial de depresión: Cross-National Colaborative Group, “The Changing Rate of Major Depresion: CrossNational Comparisons”, en Journal of the American Medical Associa tion (2 de diciembre de 1992).

Una probabilidad diez veces superior de sufrir depresión: Peter Lewinsohn el al., “Age-Cohort Changes in the Lifetime Occurrence of Depression and the Other Mental Disorders”, en Journal of Abnormal Psychology, 102 (1993).

Epidemiología de la depresión: Patricia Cohen et al., New York Psychiatric lnstitute, 1988; Peter Lewinsohn el al., “Adolescent Psychopathology: 1. Prevalence and lncidence of Depression in High School Students”, en Journal of Abnormal Psvchology, 102 (1993); véase también Mufson el al., lnterpersonal Psychotherapv.

Para una revisión de las estimaciones más bajas, véase E. Costello, “Developments in Child Psychiatric Epidemiology”, en Journal of íhe Academy of Child and Adolescení Psychiatry, 28 (1989).

Pautas de la depresión infantil: Maria Kovacs y Leo Bastiaens, “The Psychotherapeutic Management of Major Depressive and Dysthymie Disorders in Childhood and Adolescence: lssues and Prospects”, en 1. M. Goodyer, ed., Mood Disorders in Childhood and Adolescence (Nueva York: Cambridge University Press, 1994).

La depresión infantil: Kovacs, op. cil.

La entrevista con Maria Kovacs se publicó en The New York limes el 11 de enero dc 1994.

29~El retraso social y emocional de los niños deprimidos: Maria Kovacs y David Goldston, “Cognitive and Social Development of Depressed Children and Adolescents”, en Journal of the Amencali Academv o Child and Adolescent Psvchiaírv (mayo de 1991).

La impotencia y la depresión: John Weiss el al., “Control-related Beliefs and Self-reported Depressive Symptoms in Late Childhood” en Journal of Abnormal Psvcholo gv, 102 (1993).

El pesimismo y la depresión infantil: Judy Garber. Vanderbilt University. Véase, por ejemplo, Ruth Hilsman y Judy Garber, “A Test of the Diathesis Model of Depression in Children: Academic Stressors, Attributional Style, Perceived Competence and Control”, en journal of Personaliíy and Social Psvchologv, 67 (1994); Judith Garber, “Cognitions, Depressive Symptoms, and Development in Adolescents”, en Journal of Abnorníal Psychology, 102 (1993).

Garber, “Cognitions”.

Garber, “Cognitions”.

Susan Nolen-Hoeksema el al., “Predictors and Consequences of Childhood Depressive Symptoms: A Five-Year Longitudinal Study”, en Journal of Abnorníal Psvchologv, 101 (1992).

El descenso a la mitad del indice de depresión: Gregory Clarke, Health Sciences Center de la Universidad de Oregón, “Prevention of Depression in At-Risk High School Adolescents” ponencia presentada en la American Academy of Child and Adolescent Psychiatry, (octubre de 1993).

Garber, “Cognitions”.

Hilda Bruch, “Hunger and lnstinct”, en Journal of Nervous and Mental Disease, 149(1969). Su primer libro, The Golden Cage: The Enigma of Anorexia Nervosa (Cambridge, MA: Harvard, University Press), no se publicó hasta 1978.

La investigación sobre los trastornos de origen alimenticio: Gloria R. Leon el al., “Personality and Behavioral Vulnerabilities Associated with Risk-Status for Eating Disorders in Adolescents Girís”, en Journal of Abnormal Psvchology, 102 (1993).

La niña de seis años que se sentía gorda era paciente del doctor William Feldman, pediatra de la Universidad de Ottawa.

Observación de Sifneos, “Affect, Emotional Conflict, and Deficit”.

La escena del desaire de Ben procede de Steven Asher y Sonda Gabriel, “The Social World of Peer-Rejected Children”, articulo presentado en el congreso anual de la American Educational Research Association, San Francisco (marzo de 1989).

La tasa de marginación entre los niños socialmente rechazados: Asher y Gabriel, “The Social World of Peer-Rejected Children”.

Los datos referentes a la escasa competencia emocional de los niños rechazados proceden de Kenneth Dodge y Esther Ecídman. “Social Cognition and Sociometric Status”, en Steven Asher y John Coie, eds., Peer Rejecrion in Childhood (Nueva York: Cambridge University Press, 1990).

Emory Cowen er al., 'Longterrn Follow-up of Early Detected Vulnerable Children”, en Journal of Clinical and Couísulíing Psvchology,41 (1973).

Amigos íntimos y niños rechazados: Jeffrey Parker y Steven Asher, “Friendship Adjustment, Group Acceptance and Social Dissatisfaction in Childhood”, ponencia presentada en el congreso anual de la American Educational Research Association, Boston (1990).

El adiestramiento de los niños socialmente rechazados: Steven Asher y Gladys Williams, “Helping Children Without Friends in Home and School Contexts”, en Children 's Social Development: lnjórinarion for Parents and Teachers (Urbana and Champaign: University of lllinois Press, 1987).

Resultados similares: Stephen Nowicki, “A Remediation Procedure for Nonverbal Processing Deficits”, manuscrito inédito, Universidad de Duke (1989).

Dos quintas partes son bebedores habituales: encuesta de la Universidad de Massachusetts realizada para el Proyecto Pulse, recogida por The Daily Hampshire Gazeite el 13 de noviembre 1993.

La embriaguez: datos proporcionados por Harvey Wechsler, director del College of Alcohol Studies de la Harvard School of Public Health (agosto de 1994).

Las mujeres que beben hasta emborracharse y el riesgo de sufrir una violación: informe del Center on Addiction and Substance Abuse de la Universidad de Columbia (mayo de 1993).

La principal causa de mortalidad: Alan Marlatt, informe del congreso anual de la American Psychological Association (agosto de 1994).

Los datos sobre la adicción a la cocaína y al alcohol proceden de Meyer Glantz, director en funciones del Etiology Research Section del National lnstitute for Drug and Alcohol Abuse.

Angustia y toxicomanía: Jeanne Tschann, “lnitiation of Substance Abuse in Early Adolescence”, en Healíh Psychology, 4(1994).

Mi entrevista con Ralph Tarter se publicó en The New York Times del 26 de abril de 1990.

Niveles de estrés en los hijos de padres alcohólicos. Howard Moss cl al.."Plasma GABA-like Activity in Response to Ethanol Challenge in Men at High Risk for Alcoholism”, en Biological Psyquiatry 27 (6) (marzo de 1990).

Deficiencias del lóbulo frontal en los hijos de padres alcohólicos: Philip Harden y Robert Pihí. “Cognitive Function, Cardiovascular Reactivity, and Behavior in Boys at High Risk for Alcoholism”, en Jour,íal of Abnorníal Psychology 104(1995).

Kathleen Merikangas ci al Familial Transmission of Depression and Alcoholism”, en Archives of General Psychiatry (abril de 1985).

La inquietud y el alcohólico compulsivo: Moss el al.

La cocaína y la depresión: Edward Khantzian, 'Psychiatric and Psyhodynamic Factors in Cocaine Addiction” en Arnold Washton y Mark Gold, eds., Cocaine: A Cli,íician s Handbook (Nueva York: Guilford Press, 1987).

El enojo y la adicción a la heroína: estos datos, basados en más de doscientos pacientes tratados por su adicción a la heroína, me los refirió Edward Khantzian, de la Facultad de Medicina de Harvard en una conversación privada.

No más cruzadas: la frase me fue sugerida por Tun Shriver del Collaborative for the Advancement of Social and Emotional Learning at the Yale Child Studies Center.

El impacto emocional de la pobreza: “Economic Deprivation and Early Childhood Development” y “Poverty Experiences of Young Children and the Quality ofThcir Home Environments”, dos artículos aparecidos en Child Developmení (abril de 1994), publicados, respectivamente, por Greg Duncan y Patricia Garrett.

Rasgos emocionales característicos de los niños más resistentes: Norman Garmezy. The itivulnerable Child (Nueva York: Guilford Press. 1987). Escribí acerca de los niños que se esfuerzan a pesar de las dificultades en The New York Times del 13 de octubre de 1987).

Prevalencia de los desórdenes mentales: Ronald C. Kessler el al., “Lifetime and 12-month Prevalence of DSM-lll-R Psychiatric Disorders in the US.”, en Archives of General Psychiaírv (enero de 1994).

Las cifras relativas a los Estados Unidos sobre las niñas y los niños que han denunciado abusos sexuales proceden de Malcolm Brown, miembro del Violence and Traumatie Stress Branch of the National lnstitute for Mental Health; el número de casos comprobados se ha extraído del National Committee for the Prevention of Child Abuse 484485 1 and Neglect. Una encuesta a nivel nacional ha mostrado que el porcentaje anual de abusos infantiles es del 3,2% en el caso de las niñas y del 0,6% en el de los niños. Veáse David Finkelhor y Jennifer Dziuba-Leatherman, “Children as Victims of Violence: A National Survey”, en Pedía trics (octubre de 1984).

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