Read Las mujeres casadas no hablan de amor Online

Authors: Melanie Gideon

Tags: #Romántico

Las mujeres casadas no hablan de amor (37 page)

BOOK: Las mujeres casadas no hablan de amor
3.67Mb size Format: txt, pdf, ePub
ads
94

Sigo enferma. La casa vuelve a estar vacía, con la única excepción de
Jampo
y yo. William se ha llevado a los niños a la piscina, y Caroline y sus padres se han ido a San Francisco a ver apartamentos. Quizá tenga que compartir piso con otras cinco personas para permitirse vivir en el centro de la ciudad, pero se irá de aquí antes de fin de mes. La voy a echar muchísimo de menos, aunque me conformo pensando que estará a pocos minutos de distancia en tren.

No puedo dejar de pensar en la publicación de Helen en Facebook. Voy a su página de LinkedIn para averiguar un poco más acerca del empleo. Después de leer la detallada descripción del puesto de responsable de la División de Alimentación y Bebidas (y tras haber disfrutado durante un mes de la pasión de William por la gastronomía y de sus diversas obsesiones culinarias), sé que sería el trabajo perfecto para mi marido (un trabajo que quizá incluso podría llegar a colmar sus sueños); sin embargo, hay tres obstáculos. Uno: William es demasiado orgulloso para presentar la solicitud. Dos: el trabajo es en Boston. Y tres: estoy segura de que Helen todavía me odia. Pero puede ser que, después de todos estos años, finalmente me haya llegado la oportunidad de enmendar mis errores.

Una hora después, contengo la respiración, murmuro «Por favor, Dios mío» y pulso la tecla de «Enviar».

De
: Alice Buckle

Enviado el
: 13 de agosto, 22.04

Para
: Helen Davies

Asunto
: Una voz del pasado…

Estimada Helen:

Hace años que te debo una disculpa. De hecho, te debo varias disculpas; pero antes que nada, la más importante: siento mucho lo de William. Quiero que sepas que yo tenía unas normas. Creía en la hermandad de las mujeres. Hasta ese momento, nunca había sido «la otra» y no tenía la menor intención de serlo. Pero entre William y yo pasó algo que fue… no lo sé, inesperado. Puede decirse que nos arrastró. Ninguno de los dos lo estábamos buscando. Ya sé que suena a tópico, pero es la verdad. Siento mucho haber flirteado con él a tus espaldas. Siento mucho no haberte invitado a nuestra boda (yo quería invitarte y sabía que era lo correcto, pero permití que me convencieran de lo contrario). Y por encima de todo, siento mucho haber tardado veinte años en pedirte perdón. Y ahora, a modo de extraño escarmiento, me encuentro en la incómoda situación de tener que pedirte un favor. Te escribo en nombre de William. He visto tu oferta de trabajo para un responsable de la División de Alimentación y Bebidas y creo que William sería la persona perfecta. Es demasiado orgulloso para enviar él mismo la solicitud, pero yo no; por eso te pido que le des una oportunidad. No quiero ningún favor especial. Sólo te pido que no lo castigues a él por mis errores. Te adjunto el curriculum de William.

Un cariñoso saludo, Alice Buckle

95

¿Alice?

Hola, papá.

Tengo algo que decirte.

Yo también tengo algo que decirte.

He estado limpiando la casa. Vaciándola un poco. He llevado trastos al Ejército de Salvación. He estado en la casa de empeños.

¿En la casa de empeños? ¿Para qué?

Quería comprarle unas joyas a Conchita.

¿En la casa de empeños?

No te rías. Tienen muchos tesoros. Le he pedido a Conchita que se venga a vivir conmigo.

¿Estás de broma?

¿No te parece bien?

¡Claro que me parece bien! ¡Me parece maravilloso!

Creía que se había terminado para mí.

¿El qué?

Ya sabes a qué me refiero.

¿El romanticismo?

El sexo.

¿El amor, papá?

Sí, el amor.

:(

¿Estás triste, cariño?

:-#

Soy tu padre. A mí puedes contármelo.

No siempre te digo la verdad, papá.

Ya lo sé, pequeña.

Aquí las cosas se han puesto bastante difíciles.

Tenía la sensación de que algo no iba bien. Has estado muy distante.

Lo siento mucho. Me siento un poco perdida.

No te rindas. Pronto te sentirás mejor. Te llegarán cosas buenas.

¿Cómo lo sabes, papá?

Porque te las he mandado yo por correo.

96

Pat LaGuardia

no puede creer que estuviera a punto de no hacerlo. Y adora a su marido.

Hace 1 hora

Pat LaGuardia

¡Que alguien me mate!

Hace 3 horas

Pat LaGuardia

odia a su marido con toda su alma.

Hace 4 horas

Pat LaGuardia

Acabo de romper aguas. ¡Voy al hospital! Estoy más enamorada que nunca.

Hace 6 horas

—Hola, guapa —susurro, mirando a Pat y a su bebé recién nacido en la cama del hospital.

—Si te apetece, adelante, hazlo —dice Pat—. Quítale el gorrito. Ya sé que quieres olerlo.

Le quito con cuidado el gorrito azul de punto y aspiro el dulce aroma lácteo del recién nacido.

—¡Oh, Pat! ¿Cómo no te derrites? ¡Es precioso! ¡Y tiene la cabeza perfecta! ¿Cómo lo has conseguido? —pregunto.

—Porque sólo ha estado veinte minutos empujando —interviene Tita con orgullo.

—Eso es porque Liam es el tercero —dice Pat.

Shonda le da a Pat una caja rosa envuelta en cintas brillantes.

—Ya sé que debería traer algo para el bebé, pero lo siento por él. La que necesita un regalo ahora eres tú. Miracle Serum, iluminador de la piel. No lo necesitas, pero de todos modos…

—Tiene nombre de iglesia —dice Tita.

—Y allí debería estar —responde Shonda—. Cuando empieces a usar esta crema, le rendirás culto el resto de tu vida, ya lo verás.

—Por fin tienes a tu niño… —suspiro.

—¿Qué voy a hacer con un niño? —pregunta Pat—. Sólo sé de niñas.

—Tápale la colita cuando le cambies los pañales —le digo.

—¿Y cuánto tiempo puede seguir llamándole «la colita»? —pregunta Shonda.

—Un mes o dos, como máximo —respondo—. Después, ya puede empezar a llamarle «pilila».

—¡Nada de tonterías de pitos y colitas! Tienes que llamarle «pene» desde el primer día —dice Tita.

—Tienes una opinión muy firme al respecto, ¿verdad, Tita? —dice Shonda.

—Detesto que la gente ponga nombres ridículos a su cosita —responde Tita.

—¿Quieres cogerlo en brazos? —me pregunta Pat.

—¿Me dejas? Acabo de lavarme las manos.

—Claro que sí. Siéntate con él en la mecedora.

Con mucho cuidado me da al bebé. Como está dormido, voy hasta la mecedora de puntillas. Me siento y lo miro a gusto: la forma perfecta de los labios, el puño diminuto cerrado contra la mejilla… Suspiro feliz.

—Podrías tener otro, Alice —dice Pat—. Sólo tienes cuarenta y cuatro años. Una amiga mía acaba de quedarse embarazada y tiene cuarenta y cinco.

—¡Oh, no! —respondo en voz baja—. Ya he dejado eso atrás. Mis bebés ya son mayores. Pero puedo tener un bebé vicariamente, a través de ti. Puedes dejarlo conmigo siempre que necesites un descanso. De día o de noche. Llámame y yo lo cuidaré —digo—. Te lo digo de verdad, Pat. No son palabras vacías.

—Ya lo sé —dice Pat.

—Estás llorando, Alice —dice Tita.

—Sí, lo sé —digo—. Los recién nacidos siempre me hacen llorar.

—¿Por qué?

—¡Son tan frágiles, tan indefensos, tan puros!

—Así es —dice Shonda.

—Tú también estás llorando, Shonda —dice Tita.

—Y tú —le responde Shonda.

Las cuatro estamos en diferentes partes de la habitación, pero nos sentimos como si tuviéramos las manos entrelazadas. Es lo que pasa con las Abejas Parlanchinas: esta repentina comunión que a veces se apodera de nosotras.

—Cuando era joven, las mujeres de cuarenta y cinco me parecían viejas —digo—. Mi madre me parecía vieja.

Liam abre un poco el puño y yo le deslizo dentro el meñique. Lo agarra con fuerza y se lo lleva a la boca.

—Pero ahora que tengo casi cuarenta y cinco me doy cuenta de que soy muy joven. Mi madre era una niña. ¡Tenía tanta vida por delante!

—Tú también la tienes —dice Tita con suavidad.

—Estaba equivocada en todo. Zoé no tiene ningún trastorno alimentario y Peter no es gay.

—Que tu madre haya muerto no significa que no puedas hablar con ella, Alice —dice Shonda.

—El estudio sobre el matrimonio fue una idea estúpida. Mi trabajo ha sido un fracaso.

—La conversación entre vosotras no acaba nunca —dice Tita.

Siento la suavidad de la manta de Liam contra la mejilla.

—¡Qué precioso es!

—A ella le gustaría que la dejaras atrás, Alice —dice Shonda.

—Por favor, por favor, déjame que lo cuide de vez en cuando —suplico, poniéndome de pie.

—No dejarla atrás sería una traición —dice Pat.

—Siento como si me estuviera despidiendo —digo.

—No sólo te despides, sino que llegas —dice Tita—. Estás llegando. Hola, Alice Buckle.

Voy hasta la cama de Pat, con lágrimas en las mejillas, y le devuelvo a Liam.

—Todos temen este punto crítico —dice Tita—. Creen que si no le prestan atención, se pasará solo. Pero no sé por qué le tenéis tanto miedo, cuando lo que hay al otro lado es esto.

Las Abejas Parlanchinas me rodean y enseguida nos convertimos en una congregación de lloronas, reunidas en torno a un bebé recién nacido —el futuro— que apunta con el dedito al cielo.

97

Festiva cena italiana en casa de Nedra

18.30 - De pie en la cocina de Nedra

Yo
: Aquí está la salsa para la pasta. He traído de dos clases: de setas y de tres quesos.

NEDRA
: Está muy bien, pero llegas una hora antes.

ZOÉ
: ¿Está Jude en casa?

NEDRA
: En su cuarto, querida. Ve y entra. ¿A qué hora empieza la película?

ZOÉ
: A las siete.

NEDRA
: ¡Que os divirtáis!

Yo
: He pensado que podríamos hablar de las responsabilidades de la dama de honor.

NEDRA
: (Mirando a Zoé, que sale de la cocina.) Me hace muy feliz que vuelvan a estar juntos. ¿No te hace feliz a ti también?

Yo
: ¿Has oído lo que acabo de decir?

NEDRA
: Ven.

Yo
: Aquí estoy.

NEDRA
: El día de mi boda. Ven. Es tu única responsabilidad.

Yo
: Dalo por hecho. Incluso estoy dispuesta a ponerme un espantoso vestido Victoriano.

NEDRA
: Te he comprado un vestido precioso.

Yo
: ¿Ah, sí?

NEDRA
: Con la espalda descubierta. Te sentará muy bien. Tienes unos hombros y unos brazos preciosos. Deberías mostrarlos más.

Yo
: Tengo algo que decirte. Sobre Investigador 101.

NEDRA
: No tienes que decirme nada, Alice. De hecho, prefiero no oír nada de lo que digas. ¡La-la-la-la-la!

Yo
: Creo que se ha terminado.

NEDRA
: (Suspira.) ¿No se había terminado ya, hace tiempo?

Yo
: Está intentando que la relación con su mujer funcione.

NEDRA
: Pero ¿encima está casado?

Yo
: Déjalo ya, Nedra, por favor. Ya te he dicho que se ha terminado.

NEDRA
: Entonces, ¿tú intentarás que la relación con William funcione?

Yo
: Eso es lo curioso. Ahora no me parece tan difícil.

BOBBY
: (Entrando en la cocina.) Señoras, ya sé que es pronto. Espero no interrumpir nada, pero tenéis que ver este pan. Tenéis que olerlo. Mirad. (Parte la punta de la barra.) Lo he comprado en La Farine. ¡Recién salido del horno! Probad un poco.

NEDRA
: ¿Y Linda?

BOBBY
: No puede venir.

Yo
: Bueno, estaremos todos sin pareja. William y Kate tampoco han podido venir.

NEDRA
: ¿Cuál es la excusa de Linda?

BOBBY
: Nuestro divorcio. A mí me ha tocado la cena y a ella todo lo demás.

19.30 - En el cuarto de estar de Nedra

NEDRA
: Detesto decirlo, pero ya sabía yo que los dos dormitorios principales iban a ser el principio del fin.

BOBBY
: Quiero colocarme. Merezco colocarme. ¿Tienes algo de hierba, Nedra? No hace falta que te sientes tan lejos, Alice. El divorcio no es contagioso.

NEDRA
: Por desgracia, te equivocas. El divorcio tiene una parte de contagio. Lo veo todo el tiempo. Un día viene un hombre a contratarme y a las pocas semanas viene otro hombre, amigo del primero, solamente para averiguar sus derechos, pero trayendo por si acaso una lista completa de sus bienes gananciales, sus declaraciones de la renta de los últimos tres años y una nómina reciente. Alice, quédate dónde estás.

BOBBY
: (Empieza a llorar.) Quiere mudarse a Nueva York para estar más cerca de los niños.

NEDRA
: (Poniéndose de pie.) Por favor, contrólate.

Yo
: (Me siento a su lado en el sofá.) No llores, Bobby B.

BOBBY
: Me encanta que me llames así. ¡Eres tan buena! ¿Por qué no me casé contigo?

Yo
: No soy ninguna ganga, créeme.

BOBBY
: Siempre he envidiado a William.

Yo
: ¿En serio?

BOBBY
: ¡Se os ve tan unidos, después de veinte años de casados!

Yo
: ¿De verdad?

BOBBY
: A Linda se la llevaban los demonios cuando os veía. Decía que era fingimiento y yo le contestaba que una pasión como la vuestra no se puede fingir.

NEDRA
: (Vuelve a la habitación con un porro en la mano.) Ha habido suerte.

Yo
: ¿Jude fuma?

NEDRA
: (Enciende el porro y da una calada.) Claro que no. Es mío.

Yo
: ¿Tienes tu propio suministro?

NEDRA
: (Le pasa el porro a Bobby.) Aquí tienes, cariño. La hierba es de buena calidad. Totalmente limpia. La tengo para usos médicos.

Yo
: ¿Qué usos médicos le das tú?

BOBBY
: (Da una calada profunda y después otra y en seguida otra más.) ¡Dios santo! ¡Es buenísima!

NEDRA
: ¿No me crees?

Yo
: No, Nedra, no te creo.

NEDRA
: Tengo una enfermedad que figura en el Manual de enfermedades mentales. No me la he inventado.

Yo
: ¿Y cómo se llama?

NEDRA
: «Edad madura.»

BOBBY
: (Tosiendo.) Yo también la tengo.

NEDRA
: Hay un solo remedio conocido.

BOBBY
: ¿Cuál?

NEDRA
: La vejez.

BOBBY
: (Riendo a carcajadas.) ¿Será la amiga Mari Juana o es que Nedra se ha vuelto graciosa de repente?

Yo
: ¿Mari Juana? Pero ¿tú cuántos años tienes, BobbyB.?

NEDRA
: (Da una calada profunda y después mira el porro.) Voy a casarme. ¿Os lo podéis creer? ¡Yo! ¡Rumbo al altar!

BOBBY
: ¿Querrás representarme en el divorcio?

NEDRA
: Ojalá pudiera, corazón. Pero os conozco a los dos. No sería justo. Puedo recomendarte a una colega muy buena.

ZOÉ
: (Entra en el cuarto de estar, acompañada de Jude.) ¡Rápido, trae la cámara! Les haremos fotos, para que se horroricen cuando se vean y se avergüencen tanto que no vuelvan a probarlo nunca más.

Yo
: ¡Oh, Dios mío, Zoé! ¿Qué haces aquí? Para que lo sepas, yo no estoy fumando. No he dado ni una sola calada.

NEDRA
: Es una grosería de vuestra parte entrar de pronto e invadir nuestra intimidad. Creía que os habíais ido al cine.

JUDE
: ¿Qué es esto? ¿Una
rave
?

ZOÉ
: ¿Os dais cuenta de que la hierba es mucho más fuerte ahora que cuando erais jóvenes?

JUDE
: ¿No sabéis que con frecuencia le ponen líquido para embalsamar?

ZOÉ
: Una sola calada puede producir esquizofrenia.

NEDRA
: En un cerebro adolescente… con el lóbulo frontal sin conectar. Nosotros tenemos los lóbulos frontales conectados desde hace varias décadas.

BOBBY
: La culpa ha sido mía.

NEDRA
: Ha sido de Linda.

JUDE
: (Va a buscar la guitarra.) Bueno, ya que estáis colocados, ¿os apetece oír una canción?

Yo
: Yo no estoy colocada, pero me gustaría mucho. Me encantaría oír una canción, Jude.

ZOÉ
: (Sonrojándose.) Se titula
Aunque
.

BOBBY
: Espera un minuto. Tengo que tumbarme en la alfombra para esto.

Yo
: Yo también.

NEDRA
: Hazte a un lado.

Yo
: Me siento como en el instituto.

BOBBY
: (Empieza a llorar otra vez, silenciosamente.) Esto de estar colocado y tumbado en el suelo tiene algo que…

(Le doy la mano a Bobby.)

(Nedra le da la otra mano.)

JUDE
: (Rasgueando la guitarra.) La compuse para Zoé.

BOBBY
: (Gimiendo.) ¡Ooooh!

JUDE
: ¿Bobby no se siente bien? ¿Lo dejo para otro momento?

BOBBY
: (Llevándose una mano al corazón.) ¡Aaaaah!

JUDE
: ¿Qué te pasa? ¿Qué tienes, Bobby?

NEDRA
: Quiere decir que sigas tocando. Quiere decir que el mundo necesita más canciones de amor. Quiere decir
bonne chance
,
glück und den besten wunschen
y
buona fortuna
. Quiere decir que es maravilloso ser joven.

BOBBY
: (Sollozando.) Eso es exactamente lo que quiero decir. ¿Cómo lo has adivinado?

Yo
: Nedra es experta en lenguaje de gemidos.

BOOK: Las mujeres casadas no hablan de amor
3.67Mb size Format: txt, pdf, ePub
ads

Other books

Scowler by Daniel Kraus
Contradictions by Tiffany King
The Armada Legacy by Scott Mariani
A Touch of Heaven by Portia Da Costa
From the Moment We Met by Adair, Marina
Crash Into You by Ellison, Cara
Love Unfurled by Janet Eckford
Player by Joanna Blake, Pincushion Press, Shauna Kruse
Hire a Hangman by Collin Wilcox