Parque Jurásico (49 page)

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Authors: Michael Crichton

Tags: #Tecno-Thriller

BOOK: Parque Jurásico
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Empezó a descender con cuidado por los escalones mojados y resbaladizos por el moho. Cuando había recorrido parte del tramo de escalera, oyó el sonido de olfateo y de garras rasguñando hormigón. Extrajo su pistola de dardos y prosiguió la marcha con cautela.

La escalera giraba y, cuando enfocó el haz de luz, un extraño reflejo destelló como respuesta y entonces, un instante después, lo vio; ¡un coche! Era un coche eléctrico, como un carrito de golf, y estaba frente a un túnel largo que parecía extenderse durante kilómetros. Una luz roja brillante refulgía junto al volante, así que quizás estuviera cargado.

Grant volvió a oír el sonido de olfateo, hizo rodar el vehículo y vio una forma descolorida levantarse hacia él, saltando por el aire, con las mandíbulas abiertas y, sin pensar, disparó. El animal cayó sobre él, derribándole, y Grant rodó sobre sí mismo para alejarse, presa del miedo; la linterna se sacudía locamente. Pero el animal no se levantó, y Grant se sintió como un tonto cuando lo vio:

Era un velocirraptor, pero muy joven, de menos de un año. Medía alrededor de sesenta centímetros, la talla de un perro mediano, y yacía en el suelo, respirando en forma entrecortada, con el dardo sobresaliéndole bajo la mandíbula: probablemente había demasiado anestésico para el peso corporal de ese animal, y Grant quitó el dardo con prontitud. El velocirraptor le miró con ojos ligeramente vidriosos.

Grant percibía en ese animal una clara sensación de inteligencia, una especie de suavidad que contrastaba de manera extraña con la amenaza que habían representado los adultos de la reserva. Le acarició la cabeza, con la esperanza de calmarlo. Miró el cuerpo, que se estremecía levemente al surtir efecto el tranquilizante. Y entonces vio que era un macho.

Un ejemplar joven, y macho. No había duda alguna en cuanto a lo que estaba viendo: ese velocirraptor había nacido en forma natural.

Excitado por ese acontecimiento, se apresuró a subir la escalera hacia la puerta. Con su linterna exploró la superficie plana y lisa, así como las paredes interiores. Mientras deslizaba las manos sobre la puerta, lentamente se fue dando cuenta de que estaba encerrado y que no podía abrir la puerta a menos que los niños tuvieran presencia de ánimo para abrirla por él. Podía oírlos, débilmente, al otro lado de la puerta.

—¡Doctor Grant! —gritó Lex, golpeando la puerta con los puños—. ¡Doctor Grant!

—Tranquilízate —dijo Tim—. Volverá.

—Pero, ¿a dónde ha ido?

—Oye: el doctor Grant sabe lo que hace. Volverá dentro de un instante.

—Debería volver ahora —manifestó Lex: se puso los puños en las caderas, apartó bien los codos y golpeó con ira el pie en el suelo.

En ese momento, con un rugido, la cabeza del tiranosaurio irrumpió a través de la cascada, dirigiéndose hacia ellos.

Tim contempló con terror cómo la enorme boca se abría tremendamente. Lex chilló y se arrojó al suelo. La cabeza osciló hacia atrás y hacia delante, y volvió a salir por la cascada. Pero Tim pudo ver la sombra de la cabeza del animal en la cortina de agua que caía.

Empujó a Lex para que se metiera más en el nicho, en el preciso momento en que las mandíbulas volvían a irrumpir rugiendo, con la gruesa lengua disparándose y retrotrayéndose en la boca con rapidez. Desde la cabeza, el agua se dispersaba en todas direcciones. Después, volvió a salir al exterior.

Lex se acurrucó junto a Tim, temblando:

—Odio a Grant —declaró.

Se acurrucó más hacia el fondo, pero el nicho sólo tenía unos pocos metros de profundidad, y estaba atestado de maquinaria: no había sitio para que los hermanos se escondieran.

La cabeza volvió a penetrar a través del agua, pero con lentitud esta vez, y la mandíbula se apoyó en el suelo. El tiranosaurio resopló, abriendo y cerrando las aletas nasales, olfateando el aire. Pero los ojos todavía estaban fuera de la cortina de agua.

Tim pensó: «No nos puede ver. Sabe que estamos aquí, pero no nos puede ver a través del agua».

El tiranosaurio olisqueó.

—¿Qué está haciendo? —volvió a preguntar Lex.

—¡Cállate!

Con un gruñido profundo, las mandíbulas se abrieron con lentitud y la lengua serpenteó hacia fuera: era gruesa y negroazulada, con una leve hendidura en la punta; tenía algo más de un metro de largo y alcanzó con facilidad la pared opuesta del nicho. La lengua se deslizó sobre los cilindros de filtrado, produciendo el sonido de algo áspero que se arrastra. Tim y Lex se apretaron contra la cañería.

La lengua se desplazó con lentitud hacia la izquierda; después, hacia la derecha, azotando húmedamente la maquinaria. La punta se abarquilló alrededor de caños y válvulas, palpándolos. Tim vio que la lengua tenía movimientos propios, controlados, como los de la trompa de un elefante. La lengua retrocedió, recorriendo el lado derecho del nicho. Se arrastró contra las piernas de Lex.

—¡Puajjj! —hizo Lex.

La lengua se detuvo. Se curvó, levantándose como una víbora al lado del cuerpo de la niña. Después, empezó a subir…

—No te muevas —susurró Tim.

…pasó sobre su cara; después recorrió el hombro de Tim y, por último, se enrolló en torno de la cabeza del chico. Tim cerró los ojos con fuerza, mientras el viscoso músculo le cubría la cara: era caliente y húmedo, y hedía a orina.

Enrollada en torno de él, la lengua empezó a arrastrarlo, muy lentamente, hacia las mandíbulas abiertas.

—Timmy…

Tim no podía contestar: su boca estaba cubierta por la plana lengua negra. Podía ver, pero no podía hablar. Lex le tironeó de la mano.

—¡Vamos, Timmy!

La lengua le arrastraba hacia la boca resoplante. Sentía el cálido aliento jadeante en las piernas. Lex tiraba de él, pero no era rival para la potencia muscular que retenía a su hermano. Tim soltó a Lex y apretó la lengua con ambas manos, tratando de empujarla por encima de la cabeza: no la podía mover. Hundió los talones en el suelo cubierto de barro, pero de todos modos fué arrastrado hacia delante.

Lex le había rodeado la cintura con los brazos y estaba empezando a ver estrellas; una especie de serenidad le invadió, una sensación de pacífica inevitabilidad, mientras era arrastrado.

—¿Timmy?

Y entonces, de repente, la lengua se aflojó y se desenrolló. Tim la sintió resbalar por su cara; tenía el cuerpo cubierto por una repugnante saliva blanca pegajosa, y la lengua cayó laxa al suelo. Las mandíbulas se cerraron de golpe, mordiendo la lengua, de la que empezó a brotar sangre oscura, que se mezcló con el barro. Los orificios nasales todavía resoplaban en forma entrecortada.

—¿Qué está haciendo? —chilló Lex.

Y entonces, lenta, muy lentamente, la cabeza empezó a deslizarse hacia atrás, saliendo del nicho y dejando una larga huella en el barro. Por último, desapareció por completo, y no pudieron ver nada más que la plateada cortina de agua que caía.

Control

—Muy bien —dijo Arnold, en la sala de control—; el rex está listo. —Se echó hacia atrás en su silla y sonrió de oreja a oreja mientras encendía un último cigarrillo y estrujaba el paquete. Lo habían logrado: el paso final para volver el parque al orden. Ahora, todo lo que tenían que hacer era salir y llevarse el animal.

—Hijo de puta —masculló Muldoon, mirando el monitor—. Le di, después de todo. —Se volvió hacia Gennaro—. Tardó justo una hora en sentirlo.

Henry Wu frunció el entrecejo, mirando la pantalla:

—Pero se podría ahogar en esa posición…

—No se ahogará —afirmó Muldoon—. Nunca vi un animal que fuera más difícil de matar.

—Creo que tenemos que salir y trasladarlo —dijo Arnold.

—Lo haremos —aceptó Muldoon. No parecía entusiasmado.

—Es un animal valioso.

—Sé que es un animal valioso —dijo Muldoon.

Arnold se volvió hacia Gennaro; no podía resistir ese momento de triunfo:

—Le hago notar —dijo— que el parque ahora está completamente de vuelta a la normalidad. Sea lo que sea lo que el modelo matemático de Malcolm dijo que iba a suceder. Una vez más, tenemos el control completo.

Gennaro señaló la pantalla que estaba detrás de la cabeza de Arnold y preguntó:

—¿Qué es eso?

Arnold se volvió: era la caja indicadora de estado del sistema, en la esquina superior de la pantalla. Por lo común estaba vacía. Arnold se sorprendió al ver que estaba titilando con un mensaje en amarillo:
COR AUX BAJA
. Durante un instante, no entendió: ¿por qué tenía que estar baja la corriente auxiliar? Estaban funcionando con corriente central, no auxiliar. Pensó que, a lo mejor, no se trataba más que de una comprobación de rutina del estado de la corriente auxiliar, quizás una comprobación de los niveles de los depósitos de combustible o de la carga de las baterías…

—Henry —le dijo Arnold a Wu—, mira esto.

Éste preguntó:

—¿Por qué estás operando con corriente auxiliar?

—No es así —dijo Arnold.

—Parece como si lo estuvieras haciendo.

—No puede ser.

—Imprime el registro cronológico del estado del sistema —dijo Wu.

El registro cronológico era un registro de lo que había ocurrido en el sistema durante las últimas horas.

Arnold apretó un botón y oyeron el zumbido de una impresora en el rincón. Wu fue hacia ella.

Arnold contempló la pantalla: ahora, la caja había cambiado de amarillo titilante a rojo, y el mensaje ahora rezaba:
FALLO COR AUX
. Aparecieron números que empezaron a decrecer a partir de los veinte.

—¿Qué demonios está ocurriendo? —se sorprendió Arnold.

Con cautela, Tim se desplazó unos pocos metros a lo largo del sendero, saliendo a la luz del día. Atisbó por un lado de la cascada y vio al tiranosaurio caído de costado, flotando en el embalse de abajo.

—Espero que esté muerto —dijo Lex.

Tim pudo ver que no lo estaba: el pecho del dinosaurio todavía se movía y uno de los antebrazos se contraía en forma espasmódica. Pero algo andaba mal en el animal. En ese momento, Tim vio el cartucho blanco que le sobresalía de la parte de atrás de la cabeza, al lado de la depresión del oído.

—Le dispararon un dardo —dijo.

—Bien —aprobó Lex—. Prácticamente ya se nos estaba comiendo.

Tim observó la laboriosa respiración. Sintió una inesperada congoja al ver al enorme animal abatido de esa manera. No quería que muriese.

—No es culpa suya —dijo.

—Sí, claro. Casi nos come y no es culpa suya.

—Es carnívoro. Simplemente hacía lo que siempre hace.

—No dirías eso si estuvieras en su estómago en este preciso instante.

Entonces, el sonido de la cascada cambió: de un rugido ensordecedor pasó a un sonido más suave, más lento. La atronadora cortina de agua disminuyó su caudal, convirtiéndose en un chorrito… Y se detuvo.

—Timmy, la cascada se ha parado —dijo Lex.

En ese momento, ya estaba goteando como un grifo mal cerrado. El embalse que estaba al pie de la cascada permanecía inmóvil. Los niños estaban cerca de la parte superior, en la depresión parecida a una cueva y llena de maquinaria, mirando hacia abajo.

—Las cascadas no se detienen —dijo Lex. Tim buscó una explicación.

—Tiene que ser la corriente… Alguien cortó la corriente.

Detrás de ellos, todos los filtros y bombonas se estaban deteniendo, una tras otra, las luces de los monitores apagándose y la maquinaria quedándose inmóvil. Después se oyó el golpe sordo de un solenoide que se soltaba, y la puerta señalada
MANT
04 giró lentamente sobre sus goznes, abriéndose.

Salió Grant, parpadeando con la luz del día, y dijo:

—Buen trabajo, chicos. Habéis hecho que la puerta se abriera.

—Nosotros no hemos hecho nada —dijo Lex.

—Se ha cortado la corriente —agregó Tim.

—No os preocupéis por eso. Venid y veréis lo que he encontrado.

Arnold miraba fijamente, conmocionado.

Uno tras otro, los monitores se apagaban, y después lo hicieron las luces, sumiendo la sala de control en la oscuridad y la confusión. Todos empezaron a gritar al mismo tiempo. Muldoon abrió las persianas y dejó que entrara la luz, y Wu trajo el texto impreso del registro cronológico.

—Miren esto —dijo Wu.

Hora
Suceso
Condición Sistema
[Código]
05:12:44
05:12:45
05:12:46
05:12:51
05:13:48
05:13:55
05:13:57
05:13:59
05:14:08
05:14:18
05:14:22
05:14:24
05:14:29
05:14:32
05:14:37
05:14:44
05:14:57
09:11:37
09:33:19
09:53:19
09:53:39
Seguridad 1 Apagada
Seguridad 2 Apagada
Seguridad 3 Apagada
Orden Interrupción
Orden Arranque
Seguridad 1 Encendida
Seguridad 2 Encendida
Seguridad 3 Encendida
Orden Arranque
Monitor-Principal
Seguridad-Principal
Órdenes-Principal
Telcom-VBB
Esquemáticos-Principal
Vista
Comp. Estado Control
Advert.: Estado Cerca [NB]
Advert.: Comb. Aux. (20%)
Advert.: Comb. Aux. (10%)
Advert.: Comb. Aux. (1%)
Advert.: Comb. Aux. (0%)
Operativo
Operativo
Operativo
Interrumpido
Interrumpido
Interrumpido
Interrumpido
Interrumpido
Arranque-C. Aux.
Operativo-C. Aux.
Operativo-C. Aux.
Operativo-C. Aux.
Operativo-C. Aux.
Operativo-C. Aux.
Operativo-C. Aux.
Operativo-C. Aux.
Operativo-C. Aux.
Operativo-C. Aux.
Operativo-C. Aux.
Operativo-C. Aux.
Interrupción
[AV 12]
[AV 12]
[AV 12]
[-AV0]
[-AV0]
[-AV0]
[-AV0]
[-AV0]
[-AV1]
[-AV04]
[-AV05]
[-AV06]
[-AV08]
[-AV09]
[-AV09]
[-AV09]
[-AV09]
[-AVZZ]
[-AVZ1]
[-AVZ2]
[-AVO]

—Cortaste a las cinco y media de esta mañana y, cuando arrancaste de nuevo, lo hiciste con corriente auxiliar.

—¡Jesús! —exclamó Arnold.

Aparentemente, la corriente principal no se había encendido desde la interrupción. Cuando volvió a ponerse en marcha el sistema, solamente volvió la corriente auxiliar. Arnold estaba pensando que eso era extraño, cuando súbitamente se dio cuenta de que era normal. Eso era lo que correspondía que pasara. Tenía toda la lógica del mundo: el generador auxiliar se activó primero, y sirvió para poner en marcha el generador principal, porque para eso se necesitaba una carga considerable. Así era como estaba diseñado el sistema.

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