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Authors: Juan Ernesto Artuñedo

Peluche (42 page)

BOOK: Peluche
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—Qué mal gusto ha tenido el que ha elegido los puros

—Sí

—Pero no lo tires hombre

—No —recogiéndolo del suelo

—Epa, que me caigo

—Venga aquí atrás —le digo apoyándonos en la pared

—Mmmm, uf, mmm, uf —respirando y apretándome fuerte sobre su pecho

—Mmmm, uf —cogiendo aire para no desmayarme

—María —dice llorando

—¿Quién es Maria?

—La chica que se ha casado esta tarde con mi mejor amigo

—¿La querías?

—¿No me ves? Estoy enamorado

—¿De ella?

—¿De quién si no?, ¿de mi amigo?

—No, María

—No pronuncies su nombre. María. ¿Un trago? A tu salud. Glup. Ah. María. Piso a piso iban dejando caer la espada sobre la tarta. Ella le miraba. Él agarrando su mano para que no se le escapara. Yo mirando. Como si no pasara nada. Por dentro mi corazón era la tarta de boda, y entre los dos no dejaban un trocito por cortar. María. Yo no sabía que te quería tanto. Con tu precioso traje blanco. Parecía mentira. Estaban todos: el cura, los monaguillos, como cuervo y cervatillos. Y la familia, la manada. Yo la hiena, el escorpión clavándose el aguijón en la espalda. Demasiado tarde. La gente gritaba que se besen, que se besen. Y yo con mi copa de coñac en la mano para empezar a olvidar lo que estaba pasando. Te estoy aburriendo, ¿verdad?

—No, pero déjeme apagar las luces de su coche que se va a quedar sin batería

—A ver si se quema y me compro uno nuevo que éste ya no me lo cogen ni en la chatarra

—Ya está —vuelvo

—¿Por dónde iba? —rodeándome de nuevo con su cuerpo

—Por la copa de coñac —amoldando su pecho en mi cara como una almohada

—Te voy a contar un secreto

—Dígame —acercándome más

—No se lo digas a nadie —en la oreja susurrándome con los labios y la barba

—Se lo prometo —deshaciéndome por dentro

—Mientras la gente bailaba, después de la merienda, he entrado en el aseo...

Escucho con la vista hundida en el pelo de su pecho. El azar ha querido que su camisa tenga un dobladillo entre botón y botón, por donde se le ve un enorme pezón que clama al cielo un buen chupetón

—...y no sabes a quién he visto

—¿A quién?

—Al novio, a mi amigo, al esposo de María

—¿Sí?

—Con otro hombre

—¿No me diga?

—Como lo oyes

—¿Y qué ha hecho?

—Primero lavarme la cara. Es que no podía creerlo. Yo sé que mi amigo es muy sensible pero hasta el extremo de verlo a cuatro patas con su suegro

—¿El padre de María?

—El mismo, un señor corpulento, más que yo, mira lo que te digo, con los pantalones bajados, la correa golpeando en la taza, las manos en los riñones y empujando a su cuñado que tampoco se queda corto en carnes

—No me lo puedo creer —digo tragando saliva

—Yo tampoco, vuelvo a lavarme la cara y miro otra vez. Allí siguen, sin cerrar la puerta, dale que te pego, con la de niños que han ido, cuñado y suegro follando en el aseo

—Joder

—Vuelvo a lavarme la cara y ya lo veo claro, que no son suegro y cuñado sino Ferran y Juan. Es que no paran. Me había confundido la barriga de uno y las patillas del otro. Pero no me digas que no estaría bien. Porque a mí María ya no me la devuelven. Ellos han elegido su vida y yo no soy quien para oponerme. Para eso es mi mejor amiga también. Y a mi mejor amigo también lo quiero. No como se quieren Ferran y Juan, pero casi. La verdad es que no se lo montan nada mal, ugghh —vomita entre las piernas

—Cuidado, no se manche —le digo

—No me juzgues mal, que no me dan asco verlos follar —vomitando de nuevo

—Tranquilo

—Ugghh —llenando la acera de líquido y trocitos de tarta

—Ya está, todo fuera

—¿Te he manchado?

—No pasa nada

—Tengo frío

—Vamos al coche

—No sé si podré levantarme

—Aupa —poniéndolo de pie y metiéndolo dentro a golpes que amortiguo con mi cuerpo

—Gracias —quedándose inmediatamente dormido

—Vaya —echando la mochila atrás y sentándome en el asiento del conductor

—Zzzzz —durmiendo como un ángel

—Zas —abriendo un paquete de pañuelos de papel y limpiándole la barba y el cuello

—Zzzz —roncando...

—Chaf —tirando el papel por la ventana—, ñññ —apretando la manecilla del asiento para echarme hacia delante

—Zzzz —...profundo

—Coug —tosiendo y de paso mirándole el pecho y la barriga caída encima del freno de mano que parece una prolongación de su miembro

—Zz...zz —entrecortando el sueño por una especie de apnea

—Ay —suspirando por lo estético de su cuerpo

Pienso en lo bello, aún más bello cuando no forma parte de tu ser ni de tu cuerpo, tan sólo un destello entre dos universos paralelos

—Zzzz —roncando

—Rrrmm —arrancando el coche

—Zz...zz —vuelve la apnea

—Ay —suspiro de nuevo

—Zzzzz —responde roncando

—Ay —si no hay amor más verdadero que el que por miedo al amor se pasa la vida soñando

Me concentro en la carretera. Apenas sin fuerzas para conducir. Me espera el Dani. Sólo el aire que entra por la ventana rompe el silencio. La calma se apodera del habitáculo. Mi Sancho esperando a que su hidalgo le despierte del profundo sueño que está inmerso por el amor de una mujer. Pero siendo fiel a mi destino, como dijo Antonio Machado, sólo existo en el camino. Se me cierran los ojos. Conecto la radio. Sigur Ros en el FIB. Miro a mi lado. Duerme como un bebé. Escucho música. Llegamos. Segundos antes de despertarle, paso mi mano por su barriga sin apenas tocarle. Despierta, mi Sancho.

—¿Dónde estamos? —pregunta

—En Castellón

—¿Qué hora es?

—Las once y pico

—Joder

—¿Estás mejor?

—Sí

—¿Podrás conducir?

—¿Es que ya te vas?

—Me quedo en la estación de trenes

—Como quieras

—No te dormirás al volante, ¿verdad?

—No

—¿Quieres un café?

—Por favor

Vuelvo.

—Aquí tienes, lo he movido ya

—Gracias

—¿Eres de Vinaroz?

—¿Cómo lo sabes?

—Por el adhesivo de detrás

—¿Por eso me has traído hasta aquí?

—Bueno, en parte porque me venía bien

—¿Y si hubiera puesto Alicante?

—No lo sé

—Cómo quema

—Ay —suspiro bajito

—Perdona, te he puesto perdido antes

—No importa

—¿Vas a casa?

—He quedado con un amigo

—¿A estas horas?

—Hace tiempo que no le veo y además esta noche viene una amiga nuestra de Dublín

—¿Aquí?

—Sí

—Pues no te molesto más

—No te preocupes

—Perdóname si te he agobiado antes con mis historias

—Qué va

—Es que necesitaba desahogarme

—No pasa nada

—Como no ha venido ningún amigo mío, y tú has sido el primero que he pillado

—Normal

—Supongo que le pasa a todo el mundo

—Más de lo que te imaginas

—Esta necesidad de hablar

—Bueno, me tengo que ir

—¿Me tiras el vaso?

—Claro

—Hasta luego, y gracias

—Ves con cuidado

Cojo la mochila. El coche se aleja. Tiro el vaso en la papelera. Al llegar a la rotonda enciende las luces. Entro en la estación de trenes. Huelo a güisqui y a tarta de boda. Bajo las escaleras mecánicas y entro en el aseo. Un par de señores de pie en el urinario. Abro la puerta de un cuarto. Me cambio los piratas y la camiseta. Limpio las zapatillas. Guardo la ropa sucia en una bolsa y ésta en la mochila. Abro. Los dos señores meando todavía. Dejo la mochila en el suelo. Me coloco en el urinario del medio. A mi izquierda un señor mayor con abundante pelo blanco en el pecho y barriga hasta la pared. A la derecha un chico joven y gordo se quita un botón de la camisa y me enseña un pecho ligeramente caído sobre la barriga. Bajo la cremallera. Me miran. Desabrocho el botón de los piratas. Saco el pene. Crece rápidamente. Me masturbo. Despacio. Sin fingir. Auténtico. No dan crédito a lo que están viendo. Les miro. Me miran tragando saliva y moviendo sus manos deprisa. Abro las piernas. Me subo la camiseta hasta el cuello. Mi mano deslizándose desde el glande hasta la base. Ellos gimiendo. Pienso en el del coche. El de mi izquierda frotándose el pecho. Yo sentado en la acera y mi compañero borracho hablándome en la oreja. Uno metiéndose el dedo en la boca. Yo escuchando y sintiendo sus labios y su barba en el cuello. Otro desabrochándose la camisa. Yo alcoholizado de amor y sexo en el coche con la mano en la barriga del copiloto. Uno echando líquido blanco sobre el urinario. Yo corriéndome. El otro que no puede. Yo bajando la cabeza a su entrepierna y chupando el pezón de la teta al del coche. Se me corre en la boca. Leche entera. Nos vestimos, lavamos, salimos.

RICOAMOR

Subo las escaleras mecánicas. Doce menos cuarto. Dani espera puntual. Suelto la mochila y nos damos un abrazo.

—¿Cómo estás, Lucas?

—Bien, un poco cansado

—Ya te veo, llevas unas ojeras

—Es que...

—¿Vamos al coche?

—Vale. ¿Qué tal por aquí?

—Sin novedad, todos bien, ¿y tú?

—Ya me ves

—¿Qué has hecho tanto tiempo por ahí perdido?

—De todo un poco

—Nosotros estuvimos en Francia

—Qué bien

—Pasamos por Girona, vimos el museo Dalí

—¿Sí?

—Acabamos hasta los huevos y nos volvimos

—Por lo menos habéis salido un poco. ¿Ya tienes chati?

—Bueno, algo hay

—¿De aquí?

—Sí

—¿Os conocéis?

—Yo a ella sí

—¿Y ella?

—Creo que no

—Claro que sí, un tío como tú no deja indiferente a nadie

—No me vaciles

—Habréis hablado por lo menos

—Un par de veces

—¿Cómo es, aparte del pelo rizado?

—Qué cabrón. Morena, piernas largas, minifalda, buenas tetas...

—Estás colgado

—Qué va, si no me hace ni puñetero caso

—¿Que no?, me gustaría saber lo que pasa por su cabeza

—Siempre me pilla currando en el Rico

—Mejor me lo pones, el portero del Ricoamor, el mejor garito de Castellón, y tú ahí bien plantado, hombre tranquilo, callado, quién te pillara

—Anda, dame la mochila que se te cae...

—Gracias —metiéndola en el maletero del coche

—...y tira para dentro

—¿Cuánto falta para que llegue Gisela?

—Un par de cervezas en el Rico

—Pensaba que no lo ibas a decir nunca

—Has tenido suerte, querían cerrar la semana pasada pero han decidido hacer la fiesta de despedida esta noche

—Chachi. ¿Llevas las entradas del FIB?

—Sí, toma

—Gracias, luego te las pago

—Tranquilo

—Al final viene Radiohead, ¿no?

—Y Smashing

—De puta madre

—Lo raro es que toquen el mismo día

—Eso que nos ahorramos

—A mí me sale gratis, mañana curro

—¿En el FIB? —pregunto

—Sí

—¿Dónde?

—En una barra

—¿Qué horario?

—Todavía no lo sé, en principio de doce a seis de la madrugada

—Qué putada

—Ya, me pierdo los cabezas de cartel

—Joder

—Pero igual una coleguita me lo cambia

—¿Sí?

—Prefiere currar esas horas para ver los grupos nacionales, La Habitación, Chucho, Piratas

—No es mala opción

—Ya, pero a estos puedes verlos cualquier fin de semana

—También es verdad

—Además prefiero ir a un concierto donde toquen ellos solos, tanto grupo no mola, venga cambio de equipos para que luego toquen media hora tres cuartos si llega y a la calle

—Ya

—Y eso, chani

—¿Dónde quieres aparcar?

—Es que han cerrado la calle por los conciertos

—¿Qué conciertos?

—Ah, ¿no te has enterado? Esta noche hay un festival homenaje a los noventa

—¿Quién toca?

—Frágiles, Malos Vicios, Motel, Malconsejo, Morcillo, Gatas Negras y Los Romeos

—¿Qué me dices!

—Lo organiza el Rico

—Qué guay

—A ver si este año no se quejan los vecinos

—¿Hay peña?

—Cuando venía a por ti empezaban a llegar

—Ah, sí, mira

—Pues sí que se a petao

—¿Llevas drogas?

—María

—Qué bien —digo cerrando la puerta

—Dejas la mochila, ¿no?

—Claro, ¿un cigarrito?

—Gracias

—¡Joder, cuánta gente!

—Para coincidir con el FIB, sí

—Es que lo de aquí tira mucho —le digo

—Eso debe ser, ¿una cervecita?

—Claro. ¡Ei, Fernando!

—Hombre, ¿cómo estás, Lucas?

—Bien

—Que no se te ve el pelo

—Me he perdido unos días

—A saber lo que has hecho tú por ahí

—Nada, nada

—A ver si te centras ya y empiezas a hacer música

—Sí

—Dani, una cerveza más —le pide

—¿Estás grabando algo? —pregunto a Fernando

—Cuatro temas

—¿Nuevos?

—Sí

—¿Y qué tal?

—Todavía estamos con las baterías, ah, David que si le pasas la caja de ritmos del Ruli, que en un par de semanas tocamos con Barricada

—¿Dónde?

—En Madrid

—Qué bien, ¿y la oposición?

—He aprobado

—¿En Castellón!

—Qué va, y eso que el año pasado me tocó el tema del Jazz y tampoco, la he sacado en Valencia

—Mejor

—Sí

—Joder, enhorabuena

—Ei, coleguitas, que empiezan Los Frágiles —nos dice el Dani

—Alex, ¿cómo estás? —pregunto

—Aquí, sonorizando, luego hablamos

—Un abrazo

Me giro, están todos, Manuel, Félix, Víctor, María, Candela, Miguel, Raúl, Laura, Edu, Jorge, Juanpa... joder, ¿aquel gordito quién es?... Ferrán, Marisa, Badía, Bea, Celia, Javi, Rosa y Pedro.

—¿Qué tal suena? —pregunto al Dani en la oreja

—Bueno

—Bien, ¿no?

—La voz un poco baja

—Como siempre

Hablamos sobre las canciones, los chicos gordos, las chicas con pelo rizado, y pelamos a algún que otro músico entre cerveza y cerveza. Nos vamos... Subimos al coche. ...a por Gisela.

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