Valiente (45 page)

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Authors: Jack Campbell

Tags: #Ciencia-Ficción

BOOK: Valiente
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Crésida le había dicho que si moría, tendría a alguien esperándola.

Geary cerró los ojos durante un momento, intentando aliviar el dolor que sentía al leer aquel desapacible informe. Luego siguió leyendo, obligándose a enfrentarse al precio de aquella guerra, que había cambiado la Alianza que había conocido, y que había ayudado a forjar la personalidad de las personas que lo rodeaban.

Los padres de Crésida también habían sido bajas de guerra. Su madre murió cuando tenía solamente doce años. Su hermano mayor murió un año antes de que ella se uniese a la flota. Geary no quiso seguir escrutando bajas más allá de aquella generación, por lo que volvió al archivo principal.

Armándose de valor, cargó el archivo del capitán Duellos. Su esposa era una investigadora de un sistema estelar situado a salvo, lejos del frente de batalla, aunque su padre y un tío habían muerto en la guerra. A su hija mayor podrían llamarla a filas al año siguiente.

El capitán Tulev había perdido a su esposa y a tres hijos en un bombardeo síndico en su planeta natal.

Y la capitana Desjani. Le había dicho que sus padres todavía estaban vivos, y así era. También tenía un tío del que le había hablado un par de veces. Sin embargo, nunca había mencionado a una tía que había muerto en un combate terrestre que había tenido lugar en un planeta síndico; ni al hermano menor que había fallecido seis años atrás en su primer combate.

Recordó al joven síndico con el que Desjani había hablado cuando los refugiados de Wendig estuvieron a bordo, el modo en que había tratado a aquel chico y la manera en que lo había mirado cuando se adelantó para defender a su familia. ¿Habría visto a su hermano pequeño en aquel muchacho?

Geary pasó un rato mirando el visor. Luego presionó sobre los controles con los que nunca se había atrevido a enfrentarse. Los informes sobre lo que le había pasado a su familia.

Entonces apareció la familia Geary. Gran parte de ella. No había dejado mujer ni hijos, algo por lo que había dado gracias muchas veces. Sin embargo, tenía una hermana y un hermano, primos, y una tía. Muchos de ellos tenían hijos, y muchos de ellos habían acabado en la flota. Recordó las amargas palabras de su sobrino nieto; que le recordaban que se esperaba que los integrantes de la familia Geary se uniesen a la flota. Muchos lo habían hecho, y muchos habían muerto.

Todavía estaba sentado, intentando asimilarlo, cuando escuchó la alarma de su escotilla.

—Pase.

La capitana Desjani entró y luego se paró, mirándolo.

—¿Qué sucede?

—Estaba... revisando algunos archivos.

Ella vaciló durante un instante, y después se colocó detrás de él, sobre su hombro, para poder leer. Desjani se quedó en silencio durante tanto tiempo que Geary comenzó a preguntarse qué debería hacer. Luego la escuchó hablar con voz suave.

—¿Todavía no lo había visto?

—No, no quería.

—Todos hemos pagado un precio en esta guerra. Su familia ha pagado más de lo que le correspondía.

—Por mi culpa —sentenció Geary. Desjani no dijo nada. No parecía estar dispuesta a negar algo que sabía que era cierto—. ¿Por qué nunca me contó lo de su hermano?

Volvió a quedarse en silencio durante un momento.

—No hablo de ese tema.

—Lo siento mucho, de veras. Sabe que la habría escuchado.

La respuesta se demoró un rato.

—Sí, sé que lo habría comprendido, pero pensé que ya tenía suficientes preocupaciones. Las pérdidas de mi familia no son especiales.

—Sí, sí que lo son —respondió Geary—. Cada persona es especial. Un siglo de esto, un siglo en el que se ha segado una vida tras otra por una guerra que no lleva a ninguna parte. Qué manera de desperdiciarlas.

—Sí. —Geary sintió la mano de Desjani sobre su hombro y cómo lo apretó ligeramente; el gesto de un compañero que comparte su dolor, y quizá algo más.

Geary puso su mano sobre la de Desjani, y se la cogió.

—Gracias.

—Necesita todo lo que podamos darle.

De repente le pareció que era demasiado. Sus responsabilidades, el dolor que la guerra le había causado a tanta gente y tener que ocultar tanto como pudiese lo que sentía por Desjani. Tenía que llevar al
Intrépido
a casa, llevar la llave hipernética de vuelta a la Alianza, y tenía que hacer muchas más cosas además de esas. La gente esperaba que hiciese mucho más. Geary sintió que se ahogaba ante aquella presión, y su único salvavidas era aquella mano sobre su hombro. Le soltó la mano y se levantó, mirándola de frente.

—Tanya...

—Sí —le dijo de nuevo, aunque no estaba seguro de si ella sabía lo que iba a decir, o si efectivamente lo sabía y quería evitarlo—. Es demasiado peso para un hombre, pero acabará consiguiéndolo —dijo Desjani con seguridad—. Acabará con esta guerra, y salvará a la flota y a la Alianza.

Geary sintió que aquello era la puntilla.

—¡Por el amor de mis antepasados, por favor, no me venga con ese discurso!

—No es un discurso —insistió Desjani.

—¡Sí, sí que lo es! ¡Es el mito de quien soy y de lo que puedo hacer!

—No, es verdad. ¡Mire lo que ha hecho hasta ahora! —Desjani señaló el visor—. No puede detenerse. ¡Soy consciente de que debe de ser duro haber sido elegido por las estrellas del firmamento para llevar a cabo una misión así, pero puede conseguirlo!

—¡No tiene ni idea de lo que pesa tener ese tipo de responsabilidad sobre la espalda!

—Veo cómo le afecta, pero sé que puede soportarlo. Si no, no lo habrían elegido.

—¡A lo mejor hubo un error! —dijo Geary, casi gritando—. ¡A lo mejor no soy capaz de salvar al puto universo yo solo!

—¡No estás solo! —Desjani estaba claramente alterada. Mientras lo miraba, su cara se retorcía de miedo, de esperanza, y de algo todavía más profundo, todo mezclado y a la vez.

—¡Pues es lo que siento! —Geary dirigió bruscamente su iracunda mano hacia el visor que tenía detrás en aquel momento—. Mira todos esos muertos. Y la gente espera que termine con eso. ¿Cómo se consigue? ¡No puedo hacerlo! —¿Le había dicho realmente aquellas tres palabras a alguien, o simplemente habían resonado en su cabeza desde que se vio forzado a asumir el mando de la flota?

—¿Qué más quieres de mí? —le preguntó, desesperada—. Claro que necesitas ayuda. Dímelo, y será tuyo. Haré lo que sea. —Desjani pareció horrorizarse al dejar salir aquellas últimas palabras. Luego miró a Geary.

La desesperación de Geary desapareció al devolverle la mirada. Algo que había permanecido, como mínimo, parcialmente oculto entre ellos, de repente estaba abiertamente sobre la mesa.

—¿Lo que sea?

—Yo no... —Tragó saliva, y luego volvió a tomar la palabra con una tranquilidad claramente forzada—. No tengo honor. Soy consciente de ello.

—Para, Tanya. Tienes honor de sobra.

—¡Una mujer honorable no sentiría eso por su oficial al mando! Y tampoco hablaría de ello. Ni estaría dispuesta a... —Desjani ahogó las palabras y miró a Geary de nuevo con desesperación.

Podía estirar el brazo y poseerla
. En ese mismo instante. Geary se miró las manos, pensando en el precio que tantas personas habían tenido que pagar. Había estado dispuesto a utilizar a Victoria Rione cuando ella misma se lo ofreció, al igual que ella lo había utilizado a él. Pero no podía hacerle eso a Tanya Desjani. Incluso aunque ella y prácticamente todos lo excusasen, justificándose en que lo había hecho el héroe venido del pasado. Pero no podía hacerle eso. El mero hecho de pensarlo hacía que se le revolviese el estómago. Aquello, más que cualquier otra cosa, le decía que lo que sentía por ella era real, que no estaba intentando cobijarse de nuevo en un puerto tranquilo, sin más, mientras la tormenta de sus responsabilidades se volvía demasiado tempestuosa.

—No voy a despojarte de tu honor —le susurró.

—Ya lo tienes —respondió Desjani, en tono de angustia.

—No. No tomaré nada que tú no me ofrezcas.

—Ya es tarde. Juro que no lo busqué, y juro que intenté luchar contra ello, pero pasó.

Geary volvió a alzar la vista, y vio su desesperación.

—Viviremos para llegar al espacio de la Alianza, o moriremos en el camino. Si vivimos...

Desjani asintió.

—Puedo renunciar a mi cargo. No será suficiente para devolverme mi honor ni para quitarte la carga que he puesto sobre ti, pero...

—¿Renunciar a tu cargo? ¡Tanya, te desvives por ser oficial de la flota! ¡No puedo permitirte que hagas eso por mi culpa!

—Aquel oficial que no pueda desempeñar sus obligaciones según lo que establece el reglamento debe... —comenzó a decir Desjani, con expresión severa.

—Dimito yo —la interrumpió Geary—. En cuanto lleguemos a casa. Nunca quise tener esta responsabilidad, y una vez lleve a la flota a casa, nadie podrá pedirme nada más. Ya no seré oficial de la flota, no podrán cuestionar tu honor, y...

—¡No! —mientras lo miraba, Desjani parecía estar horrorizada—. ¡No puedes! ¡Tienes una misión!

—Nunca pedí ni quise...

—¡Te la otorgaron! ¡Porque las estrellas del firmamento sabían que podías conseguirlo! —Desjani se alejó, negando con la cabeza—. No puedo permitir que mis sentimientos influyan en ti de este modo. Hay mucha gente que depende de ti. Si hago que rehúyas esta misión, seguramente me la juren, y con razón. Di que no lo vas a hacer. Di que no era en serio. —Volvió a mirarlo, en silencio—. ¡Dilo! ¡Si no, juro que si llego con esta nave al territorio de la Alianza, me marcharé al espacio más recóndito al que pueda ir un ser humano! —Geary luchó por encontrar las palabras, y Desjani dio otro paso atrás—. Si es necesario que la tentación que acabo de poner sobre la mesa deje de estar en esta nave, lo haré. Haré lo que sea necesario.

Geary volvió a encontrar las palabras.

—No. Por favor. Eres la oficial al mando del
Intrépido
. Es tu sitio. Te... te prometo que no dimitiré hasta que se termine la guerra. —Aquellas palabras lo abrasaron. Nunca lo había querido aceptar, aunque sabía que, al mismo tiempo, era lo que muchos esperaban de él.

—No es a mí a quien tienes que prometérselo —respondió Desjani, con un tono de voz y una expresión más calmada.

—Sí —insistió él—. Es algo que he evitado porque me ponía los pelos de punta, pero pensar en no volver a verte me asusta todavía más. Enhorabuena.

—Yo... yo no...

—No, es cierto. Nunca intentarías manipularme a propósito. —
No como Rione
, pensó Geary—. Yo tomé la decisión. Llevaré a cabo la misión. Siempre que tú no renuncies a tu puesto. Necesito que estés conmigo para poder tener alguna oportunidad de conseguirlo. Cuando complete la misión, y ya no esté al mando de la flota, te diré lo que me gustaría decirte ahora.

Desjani asintió.

—Gracias, capitán Geary. Sabía que haría lo correcto.

—En contraposición a lo que quiero hacer en estos momentos.

Sorpresivamente, Desjani se rió.

—Si ambos hiciésemos lo que queremos hacer en estos momentos, seríamos personas distintas. Pero, aunque es duro, debo permanecer firme, aquí, en lugar de acercarme para tenerlo más cerca. Mucho más cerca. No. Usted tiene mi honor, y yo su promesa. Si ese regalo le da la fuerza necesaria para hacer lo que debe, para mí es un precio bajo.

—¿Entonces consideras que es un coste? —le preguntó Geary.

Desjani asintió con la cabeza a la vez que se desvanecía su sonrisa.

—Mi honor es lo más valioso que tengo. Que tenía. Sé que no vas a utilizarlo en mi contra, y también sé que está a salvo en tus manos, pero a veces siento que era lo único que me quedaba. Me arrepiento de haberlo perdido.

—Entonces te prometo que lo mantendré a salvo hasta que pueda devolvértelo.

—Pero... ya no lo tengo. Para mi vergüenza... ya no lo tengo.

Geary negó con la cabeza.

—Yo quiero devolvértelo, y tú que lo conserve. Hay una manera de hacerlo si es lo que quieres.

—¿Cómo podría tener ambos...? —Pareció sorprenderse. Miró durante un instante en otra dirección antes de volver a mirar a Geary—. ¿Seguro que querías decir eso?

—No puedo lanzarme y decirte lo que siento, al igual que tú. No hasta que la guerra termine y deje de ser tu oficial superior, pero te prometo por el honor de mis antepasados que quería decir eso.

Desjani pestañeó, volvió a tragar saliva, y miró a Geary, seria.

—Debe saber algo, capitán Geary. Ahora mismo es el comandante de mi flota; haré lo que diga y actuaré en deferencia a usted. Está en una misión divina, y mientras dure, bajo su mando, lo seguiré hasta el mismísimo infierno. Pero cuando todo haya pasado, y la guerra se termine, vendrá a mí el hombre, no el cargo, con mi honor. Ni siquiera entonces será cualquier otro, sino ese en particular, y no me subordinaré a nadie ni en mi vida ni en mi casa. Lo tendré solamente como un compañero, como un igual, para que esté siempre a mi lado. Cualquier hombre que quiera compartir su vida con Tanya Desjani tendrá que aceptarlo.

Geary asintió.

—Cualquier hombre que conozca a Tanya Desjani aceptaría con mucho gusto esas condiciones y se comprometería a respetarlas.

Ella volvió a mirarlo, y sonrió.

—Es muy duro, y tengo miedo de que lo sea todavía más mientras esto no se acabe. Pero cuando llegue el día en que termine su misión, aceptaré que me devuelva mi honor, con todo lo que ello implica.

Todo lo que tenía que hacer era llevar a la flota hasta casa, y ganar una guerra sin cuartel que había durado un siglo. No obstante, nunca habría pensado que pudiese llegar tan lejos y hacer lo que había hecho. Si, de algún modo, fuese capaz de acabar con aquella guerra, con todas aquellas muertes...

Y, por primera vez desde que lo despertaron y lo sacaron de la hibernación, supo, sin lugar a dudas, que aún había algo por lo que vivir, algo que no era deber. Habían tocado el tema, y era posible que ni siquiera volviesen a mentarlo mientras durase la guerra, pero eran conscientes de lo que sentían el uno por el otro, y de la promesa que se habían hecho.

—En ese caso, capitana Desjani, echemos un vistazo al visor estelar y decidamos cuál va a ser el siguiente movimiento para seguir rumbo a casa. Tenemos una flota que salvar y una guerra que terminar.

Dedication

To Jack M. Hemry (LCDR, USN, retired)

and Iris J. Hemry, my parents.

One word I never said often enough: thanks.

For S., as always.

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