No se dio cuenta de que estaba mirando al visor sin mediar palabra, intentando evaluar la complejidad de la situación, mientras los preciosos segundos pasaban. Entonces Rione le susurró al oído:
—¿Qué sucede? No hemos perdido tantas naves.
—Es demasiado complejo —respondió Geary en voz baja—. No puedo coordinar...
—¡Pues confíe en sus subordinados, capitán Geary! —le respondió de nuevo con un susurro, irritada—. ¡Deje que los comandantes de las subformaciones realicen las maniobras de sus propias fuerzas mientras usted se ocupa de esta!
Joder, tiene razón. ¿Por qué me da por pensar que tengo que hacerlo todo yo solo? He colocado a personas en las que confío para hacer un buen trabajo al mando de las subformaciones, y ahora no lo estoy permitiendo.
—Capitán Duellos, capitán Tulev, capitán Badaya, capitana Crésida, quedan al cargo de las maniobras de cada una de sus subformaciones para entablar combate con el enemigo.
Aquella abrumadora complejidad se redujo hasta niveles aceptables cuando Geary vio que su nueva preocupación se había reducido a maniobrar su porción de la flota y estar atento a lo que hacía el resto de subformaciones. Tragó saliva al sentir que volvía a tener el control de la situación, y se dio cuenta de que volvía a dominar la coyuntura gracias a no intentar controlarlo todo.
Recuérdalo. Esto no es un monólogo. Estás empezando a pensar que eres Black Jack, ¿verdad?
Se dijo a sí mismo, reprendiéndose.
—Eco Cuatro Uno, viren ciento setenta y cinco grados a babor y veintiún grados en dirección descendente en cinco siete.
Aunque era algo absurdo, puesto que el combate seguía su curso, todos los que estaban en el puente de mando del
Intrépido
parecieron relajarse. Geary tardó un momento en percatarse de que les había contagiado a los demás su propia rabia y su angustia. Entonces se obligó a mirar a su alrededor con una sonrisa.
—Bien hecho. Vamos a acabar el trabajo.
La capitana Desjani terminó de dar las órdenes sobre las prioridades de reparación del daño que había sufrido el
Intrépido
durante los primeros enfrentamientos, y luego sonrió hacia Geary como una leona que prevé una matanza.
—Deberían haber escapado después de la primera pasada. Si conseguimos que rompan ahora la formación, las unidades que les quedan no van a durar mucho.
—Podemos darles un empujón. —Geary hizo un gesto hacia Desjani—. ¿Puedo establecer una conexión para hablar con los síndicos?
Desjani arqueó una ceja, luego señaló con el dedo hacia el consultor de comunicaciones, manipuló los controles rápidamente y asintió, levantando cuatro dedos.
—Adelante, señor. Canal cuatro.
Geary suspiró para tranquilizarse, activó el circuito, e intentó hablar con confianza.
—A todas las naves de la flotilla de los Mundos Síndicos que se está enfrentando a la flota de la Alianza, les habla el capitán John Geary, comandante en funciones de la antedicha flota. Indudablemente, están esperando los refuerzos procedentes de la gran fuerza síndica con la que nos enfrentamos en Lakota hace unas dos semanas. Les advierto que la destruimos por completo. Les insto a que se rindan ahora para evitar que se pierdan más vidas sin sentido.
Aquello hizo que Desjani volviese a sonreír.
—Eso seguramente va ser un palo para ellos.
—Es la idea.
—Veré qué otros modos hay de que el
Intrépido
les haga daño físicamente. —La Eco Cuatro Uno volvió a dar la vuelta, y se aproximó a la maltrecha formación desde bastante arriba.
Antes de que la subformación pudiese alcanzar a los síndicos, la Eco Cuatro Tres y la Eco Cuatro Cinco hicieron blanco de nuevo sobre la maltratada parte frontal de la caja, lo que provocó que otro de los acorazados enemigos saliese despedido a la deriva a su paso.
—Usen la metralla que queda —le ordenó Desjani al oficial del sistema de combate mientras la Eco Cuatro Uno y la formación síndica seguían dirigiéndose otra vez una contra la otra.
Entonces, en un abrir y cerrar de ojos, tuvo lugar otro enfrentamiento. Geary observó cómo los sensores de la flota evaluaban los daños que habían sufrido los síndicos según la Eco Cuatro Dos y la Eco Cuatro Cuatro los alcanzaban desde la parte inferior y superior. Los tres cruceros de batalla síndicos que quedaban habían perdido sus escudos y atacaban frenéticamente desde un extremo de su área de disparo a las siguientes dos formaciones de la Alianza que se le acercaban. En la caja tan solo quedaban seis cruceros pesados. Los demás estaban desperdigados, hechos trizas cada uno a su manera, a lo largo del curso que había seguido la formación síndica a través del espacio. Habían sobrevivido cinco cruceros ligeros y una docena de naves de caza asesinas. El centro de la formación síndica seguía estando formado por acorazados, de los cuales cinco seguían en buen estado.
Geary apenas tuvo tiempo para desear que los comandantes de la Eco Cuatro Dos y la Eco Cuatro Cuatro no tentasen demasiado a la suerte al enfrentarse a aquellos cinco acorazados cuando sus subformaciones llevaron a cabo la última pasada, en la que los superaron a toda velocidad y a tan poca distancia que Geary sintió por un momento cómo un sentimiento de pavor brotaba en su interior.
Después del último asalto realizado por la Alianza, uno de los acorazados síndicos se quedó retrasado con respecto a la formación en caja, y dos de los tres cruceros de batalla desaparecieron. Sin embargo, la
Osada
, la
Increíble
y la
Ilustre
también sufrieron daños serios, el crucero pesado
Gusoku
explotó, y los destructores
Cestus
y
Balta
también desaparecieron.
—Este combate no va bien —dijo Geary entre dientes para sí mismo.
No obstante, Desjani lo escuchó.
—Los síndicos no están cometiendo errores —dijo en la misma dirección—, pero eso no los va a salvar. Una pasada más y...
—¡Están rompiendo la formación! —gritó pletórico el consultor de operaciones.
—Gracias, señor Gaciones —respondió Desjani—. Podía haberlo escuchado sin que gritase.
Mientras el avergonzado consultor volvía a sus asuntos, Geary vio en su pantalla cómo lo que quedaba de la caja síndica se diseminaba finalmente. Dos de los acorazados se mantuvieron juntos, y tres de las naves asesinas se pegaron a ellos en busca de protección, pero el resto de naves síndicas escaparon raudas en varias direcciones, intentando evitar que la Alianza las persiguiese.
Aquello simplificaba las cosas.
—A todas las naves de la Eco Cuatro Dos, Eco Cuatro Tres, Eco Cuatro Cuatro y Eco Cuatro Cinco, inicien la persecución. La Eco Cuatro Uno se encargará de los dos acorazados que siguen juntos.
Aquello era más fácil de decir que de hacer dado el tiempo y el espacio necesarios para hacer virar a los navíos de combate de la Eco Cuatro Uno, aunque los acorazados de combate síndicos estaban demasiado cerca y eran demasiado lentos como para poder escapar. Mientras la Eco Cuatro Uno daba la vuelta, Geary vio al resto de las formaciones deshacerse a tal velocidad que parecía que estaban saliendo despedidas por algún tipo de explosión inmensa. Los navíos de combate de la Alianza fijaron sus objetivos síndicos individualmente y se lanzaron a realizar pasadas. Cada una de las naves síndicas que quedaban eran el blanco de varios ataques por parte de la Alianza. En el visor, las proyecciones de los cursos de las naves de la Alianza formaban una intrincada red de la que los síndicos intentaban salir desesperadamente.
—¿Qué leches hacen la
Radiante
y la
Inspiradora
? —dijo Desjani en voz alta, sin dirigirse a nadie en particular.
Geary miró para ver de qué se trataba. Los dos cruceros de batalla habían abandonado la formación y a la
Oportuna
, la otra nave de aquel tipo de la división, y aceleraban para interceptar a los dos acorazados síndicos. Geary volvió a sentir aquella ira causada por las bajas sufridas en combate. Hemos perdido ya suficientes naves hoy como para que esos idiotas ignoren mis órdenes y se lancen en un cara a cara contra los acorazados.
—Van a alcanzarlos bastante antes que nosotros —protestó Desjani, claramente contrariada—. Pero ¿por qué? Ellos solos no pueden acabar ni con uno de los acorazados.
—No —dijo Geary. Luego presionó los controles con más fuerza de lo normal—.
Radiante
,
Inspiradora
, les habla el capitán Geary. Interrumpan inmediatamente la pasada que van a realizar sobre el par de acorazados síndicos.
Esperó. Luego comprobó la distancia que los separaba y el tiempo que tardaría en llegar el mensaje a los dos cruceros de batalla y en volver la respuesta. Sin embargo, nadie respondió. Ambas naves siguieron con la carga. Entonces se dio cuenta de que la
Oportuna
había dado la vuelta y estaba intentando alcanzar a la
Radiante
y a la
Inspiradora
como si también tuviese intención de interceptar a los acorazados síndicos. Necesitó respirar lentamente varias veces para tranquilizarse antes de volver a comunicarse con las naves.
—Radiante,
Inspiradora
y
Oportuna
, les ordeno que interrumpan inmediatamente la pasada que van a realizar sobre los dos acorazados síndicos.
Volvió a pasar el tiempo mientras la Eco Cuatro Uno se orientaba para atacar a los acorazados síndicos.
—No queda tiempo para mandarles otro mensaje —dijo Desjani.
Geary sintió que le dolía la mandíbula e intentó relajarla mientras observaba a los tres cruceros de batalla avanzar en una carga sin sentido contra una fuerza superior.
La
Radiante
y la
Inspiradora
dispararon sobre los dos acorazados síndicos, concentrando sus ataques sobre uno de ellos y pasando lo bastante cerca de ellos como para lanzar sus proyectores de campos de anulación, sus lanzas infernales y lo que posiblemente era la última metralla que les quedaba. Los escudos del acorazado que habían fijado como objetivo titilaron pero aguantaron hasta que un segundo proyector penetró lo suficiente como para hacerle un agujero a una de las unidades de propulsión, que lo ralentizó.
No obstante, los síndicos también concentraron sus ataques con mayor potencia. La
Radiante
salió despedida con daños importantes, los sistemas de propulsión destruidos y gran parte de su armamento inservible.
Luego llegó la
Oportuna
en solitario; un crucero de batalla plantando cara a dos acorazados. Las lanzas infernales síndicas destrozaron los escudos de la nave de la Alianza y luego la despedazaron, aunque se salvó gracias a la velocidad que llevaba, alejándose de los navíos de combate síndicos dando vueltas, terriblemente dañada.
—Si el oficial al mando de la
Oportuna
sigue vivo, voy a matarlo —juró Geary, mientras pensaba en los tripulantes de la Alianza que habrían muerto sin razón alguna en aquella nave.
—Hace seis meses lo habría aplaudido —dijo Desjani, asombrada—. Ahora veo el poco sentido que tiene. ¿Qué hay de valiente en ayudar al enemigo a destruirte? —Su voz cambió y se hizo más dura—. Bien,
Intrépido
—dijo dirigiéndose al puente de mando—, vamos a hacer que esos síndicos lamenten lo que le han hecho a la
Oportuna
.
Los tres cruceros de batalla habían debilitado los escudos de los acorazados síndicos, aunque a cambio habían sufrido daños mucho más relevantes. Los navíos de combate de la Eco Cuatro Uno hicieron blanco sobre los síndicos una y otra vez al superarlos a toda velocidad, y dejaron fuera de combate todos sus escudos. Los cuatro acorazados de la Alianza que formaban parte de la Eco Cuatro Uno dieron los golpes de gracia que convirtieron a uno de los acorazados síndicos en restos vagando a la deriva, y destrozaron la mayor parte de los sistemas de otro.
—A todas las naves de la Eco Cuatro Uno, inicien la persecución. Rompan formaciones y entablen combate con el enemigo en cuanto tenga la oportunidad. —Geary cambió al circuito interno—. Teniente Íger, quiero que averigüe si hay algún director general síndico en las cápsulas de escape. A ver qué puede encontrar.
Había sido un combate desordenado y doloroso. Sin embargo, a la flota de la Alianza le había costado bastante menos que a los síndicos. Mientras observaba los restos de la
Oportuna
vagar por el espacio, Geary no pudo encontrar en aquello ningún consuelo.
—No podemos salvar a la
Oportuna
. —La capitana Tyrosian agitó la cabeza, contrariada—. Demasiado daño, y demasiados sistemas inservibles. Incluso aunque quisiese remolcarla, tendríamos que quedarnos aquí para reforzar las partes dañadas del casco, o la nave se haría pedazos.
Geary echó un vistazo a un informe que ya tenía delante, un listado de las bajas que había sufrido la flota. El oficial al mando de la
Oportuna
y su oficial ejecutivo habían muerto, junto con casi el cuarenta por ciento del resto de la tripulación. Miró durante un momento hacia la cubierta. No tuvo que aplacar ningún sentimiento de ira, puesto que estaba tremendamente angustiado por las pérdidas. Luego asintió con la cabeza.
—Vamos a destruirlo. Coja todo lo que pueda sacar de ella con facilidad y lo que vayamos a necesitar para otros cruceros de batalla. Tiene cuatro horas mientras se evacua al resto de la tripulación.
—Sí, señor. ¿Qué hacemos con la
Aguerrida
? —preguntó Tyrosian—. Todavía no estamos seguros de por qué sigue de una pieza, y creemos que lo que queda va a deshacerse en cuanto tenga que soportar la más mínima tensión, pero aun así tengo que preguntárselo.
—Vale. La volaremos también. —En aquel momento ya solo quedaba una nave en la división de acorazados de reconocimiento, la
Ejemplar
—. ¿Qué me puede decir del resto de naves con daños importantes?
Tyrosian frunció el ceño y miró hacia un lado, comprobando informes en su visor.
—Los cruceros pesados
Cuchillo
y
Schischak
vuelven a estar en movimiento aunque no van a estar listos para el combate en una temporada; de hecho la
Cuchillo
tiene que pasar un período de tiempo importante en reparación para subsanar el daño que ha sufrido. El crucero ligero
Abrojo
ha perdido bastantes sistemas pero puede seguir con la flota. Cuatro de los cruceros de batalla, la
Osada
, la
Ilustre
, la
Radiante
y la
Atrevida
también han sufrido bastante daño. En particular, la
Osada
y la
Radiante
difícilmente estarán preparadas para el combate, aunque hemos reparado parcialmente sus sistemas de propulsión.