Read Agentes del caos II: Eclipse Jedi Online
Authors: James Luceno
Tags: #Aventuras, #Ciencia ficción
—No consigo ver la pertinencia de eso —dijo Cal Omas—. Talon Karrde es conocido por este Consejo.
Fey’lya le miró fijamente.
—Pues claro que no ve la pertinencia, consejero Omas, porque no se da cuenta de que los Jedi preferirían liberar a la galaxia de los bothanos a hacer algo para protegerlos.
—Los Jedi no tienen nada que ver con nuestra decisión —argumentó Brand.
Fey’lya desechó esa idea con un gesto.
—Todos sabemos que los Jedi se han estado conteniendo, manteniéndose en segundo plano hasta que llegase el momento de mostrar sus verdaderos objetivos. La derrota de Bothawui sería su excusa para hacerlo.
—¿En qué se han estado conteniendo? —interrumpió Cal Omas—. No han hecho sino encabezar esta lucha desde el principio, resistiendo en Dantooine y en Ithor mientras el Senado insistía en que los yuuzhan vong no eran más que un «problema local».
Fey’lya estaba preparado para defender sus acusaciones.
—Piense en lo que se dice que hicieron los Jedi cuando su pequeño retiro en Yavin 4 se vio amenazado por los almirantes imperiales Pellaeoun y Daala, y en cómo Luke Skywalker venció él solo a los yevetha
con ilusiones.
Y después hábleme de sus contribuciones actuales.
Agitó su índice engarfiado en dirección a Omas.
—No subestime lo que son capaces de hacer, consejero. Los Jedi de Skywalker no son los Caballeros Jedi de antaño, sino una nueva especie traidora y ambiciosa. Con Bothawui invadido, darán el paso final para asumir el control del Senado.
Chaelch Dravvad de Corellia entró en liza.
—El Jefe de Estado debería aprender a guardarse para sí mismo sus miedos privados. Va contra el Código Jedi encabezar una ofensiva, ni en el campo de batalla ni en cualquier otra parte. Los nuevos Jedi no se diferencian en esto de los antiguos. Skywalker y los demás sólo intentan hacer lo que siempre han hecho los Jedi: defender la paz y la justicia sin convertirse en guerreros. Si cada vez se les comprende peor, se debe a la falta de información: quizá tengan parte de culpa por aislarse en Yavin 4, y quizás habrían hecho mejor dedicando su tiempo a demostrar cuál es su posición. Aun así, siguen compartiendo nuestros intereses, y, desde luego, nunca han calificado a los bothanos como enemigos suyos.
La voz de Fey’lya se tomó aguda.
—Se equivoca, consejero. Y repito que no pienso conceder la petición de que se refuercen las defensas de Corellia, sólo por los datos del comandante Brand.
—Entonces, solicito que se someta a votación —dijo Omas.
Fey’lya alzó la mano para acallar el debate y miró a Brand.
—¿Qué le han dicho sus agentes de campo, comodoro? ¿Qué dicen sus analistas? ¿Qué informan esas costosas sondas hiperespaciales que ha enviado? Deberíamos disponer de datos puros y duros en vez de hacer conjeturas. Aceptar como verdad absoluta lo que nos ha dicho es como pedirle consejo a una adivina.
—Nuestros hallazgos no se basan ni en profecías ni en conjeturas —dijo Brand con firmeza—. Los datos que respaldan nuestra decisión son extremadamente delicados, pero estarán a su disposición en cuanto solicite verlos.
Fey’lya sonrió burlón.
—Oh, estoy seguro de que presentará un caso muy sólido, comodoro. —Examinó a los ocho consejeros—. Para que conste, entonces, ¿quién empieza la votación?
—Yo estoy con el Jefe de Estado —declaró Fyor Rodan, de Commenor—. No confío ni en Karrde ni en los Jedi. Skywalker sabe que el Senado se vería forzado a acatar sus demandas si consigue el suficiente apoyo popular. Entonces sólo será cuestión de tiempo que los Jedi supervisen todas las decisiones. Les prevengo: si Bothawui cae, nos veremos abocados a tiempos malévolos, a un Imperio disfrazado de teocracia. —Se detuvo para tomar aliento—. Commenor corre peligro si cae Corellia, pero me veo forzado a votar contra los Jedi, y por Bothawui.
—Gracias, consejero —dijo Fey’lya.
—¿Por qué no llevamos la batalla a los yuuzhan vong antes de que consigan rodearnos del todo? —preguntó el consejero Triebajj a Brand mediante su traductor droide.
Brand se volvió hacia el enorme wookiee.
—No es posible sin dejar el Núcleo desprotegido. Podríamos considerar una contraofensiva si conseguimos echarle encima al Remanente Imperial y a los hutt, o que el Consorcio Hapano abra un nuevo frente en el Borde Medio. Pero éste no es el momento.
—Estoy de acuerdo en que no podemos dejar desprotegido ni a Coruscant ni a ninguno de los mundos del Núcleo —dijo Dravvad—, pero ¿de verdad espera que nos pongamos a debatir cuál de los dos mundos, Bothawui o Corellia, es más importante para la Nueva República?
—Más importante no, consejero; cuál corre más peligro.
—No perdamos más tiempo —saltó Fey’lya—. Su voto es para Corellia y lo sabemos todos.
—Como el suyo lo es para Bothawui —repuso Dravvad asintiendo una vez con la cabeza.
Fey’lya se volvió hacia Cal Omas.
—Su voto.
—Corellia, pero no por las razones que imagina. No tiene sentido que los yuuzhan vong hayan atacado Gyndine y Tynna si el objetivo fue siempre Bothawui. Además, Corellia está básicamente indefenso, mientras que Bothawui está muy defendido. ¿Cómo íbamos a presentarnos ante nuestro votantes si permitimos que caiga un sistema indefenso, un sistema que nosotros mismos dejamos indefenso? Sería como convencer a Corellia para que se rinda.
—Habla como un verdadero alderaaniano —musitó Fey’lya—. Además, consejero, asume falsamente que rendirse a los yuuzhan vong asegura la supervivencia, pero ésa es otra cuestión.
Se volvió hacia Niuk Niuv, el sullustano, esperando su decisión.
—Hace mucho que los corellianos quieren la independencia —empezó Niuv—. Estuvimos a punto de ir a la guerra con ellos por esa cuestión, una guerra que sólo consiguió tensar aún más las relaciones. La Nueva República no tiene la obligación de defender Corellia, pero el hecho es que la falta de defensas de Corellia puede acabar siendo su salvación. Los yuuzhan vong atacarán Bothawui.
—Un razonamiento muy astuto, consejero —comentó Fey’lya—, y le aplaudo por distanciarse de la postura del almirante Sovv. —Se volvió 180 grados—. Consejero Triebakk, ¿necesito preguntarle?
—Acepto la información del comandante Brand y me inclino ante los conocimientos del mando —dijo el wookiee mediante su traductor—. Los yuuzhan vong piensan utilizar Corellia como punto de partida para invadir el Núcleo…
—No hay necesidad de insistir en ese punto —le interrumpió Fey’lya. Estrechó los ojos al mirar al Consejero Pwoe—. ¿Y usted?
Los tentáculos de la máscara del quarren se estremecieron y sus ojos abolsados se estrecharon furiosos.
—Corellia. Como dice el consejero Omas, Bothawui está bien defendido por algunos de los mismos cruceros de asalto bothanos que financió la Nueva República.
—Y puedo prometerle que haremos uso de todos esos cruceros, aunque haya que hacerlos venir desde el Núcleo —ladró Fey’lya.
—¿Es que Bothawui no tuvo siempre la intención de quedarse con esas naves y demostrar así que es más poderosa que Mon Calamari, Sullust y Coruscant?
Fey’lya sonrió.
—Así que Pwoe, desconcertado por la pérdida de prestigio militar de Mon Calamari, vota no tanto por Corellia como contra Bothawui. ¡Siguiente!
Miró a Navik de Rodia, y éste asintió afirmativamente.
—La proximidad de Rodia a Bothawui me deja poca opción. El jefe de Estado asintió y empezó a hacer recuento.
—Pwoe, Omas, Triebakk y Dravvad votan por Corellia. Roidan, Niuv, Navik y yo por Bothawui.
Todo el mundo miró al noveno y reciente miembro del consejo.
—Me temo que la decisión recae en usted —dijo Fey’lya.
El comodoro Brand esperó, expectante.
—Un ataque al Núcleo carece de sentido estratégico, por mucho que la evidencia de Tynna respalde una posible amenaza a Corellia. Si los yuuzhan vong quieren lanzar una ofensiva tan lejos de sus actuales posiciones en el Espacio Hutt, ¿por qué malgastar unos recursos muy valiosos en un sistema prácticamente sin defensas a raíz de las crisis de la estación
Centralia
en vez de atacar a un objetivo más apropiado, como Kuat o Bremntaal? No, yo creo que todo apunta a un ataque contra Bothawui, primero desde el Espacio Hutt y luego desde Tynna. Estoy de parte del jefe de Estado Fey’lya.
Éste lanzó un largo suspiro de alivio.
—Le felicito por su intachable razonamiento, senadora Shesh. —Sonrió malévolo al comodoro Brand—. El asunto está decidido. Reúna esa fuerza de ataque, comodoro, pero diríjala a Bothawui.
—Los hemos vencido en su propio juego —anunció el comodoro Brand al cruzar las puertas de su despacho en la flota—. La senadora Shesh mantuvo su promesa. Ha votado por Bothawui.
Aullidos de victoria llenaron la sala.
—Shesh ha informado de que su encuentro con el cónsul general hutt también fue bien —añadió Brand—. Puede que obtengamos alguna ayuda de los hutt. Ya sólo queda recibir noticias de Hapes.
—El Consorcio votará mañana —comentó su ayudante.
Brand no pudo contener una sonrisa.
—Todo está saliendo según lo previsto, pero es ahora cuando empieza el trabajo de verdad. —Se dirigió a un holomapa no muy diferente al que había empleado momentos antes en la sala del Consejo Asesor—. Es evidente que los yuuzhan vong llevan tiempo estudiando Corellia y Bothawui, calibrando la valía de cada uno. Al desplegar a una nueva fuerza de ataque en el espacio bothano, dejaremos a Corellia lista para ser atacada. —Se volvió hacia su ayudante—. ¿Qué noticias tenemos de
Centralia?
—Los chicos de Solo han llegado a Drall. Anakin Solo fue quien conectó la otra vez el repulsor, y los técnicos confían en que podrá volver a hacerlo. En este momento están afinando el aparato, asegurándose de que funcionará como esperamos, en vez de hacer con él pruebas que sin duda alarmarían a Corellia, Drall, Selonia y los demás planetas. Aunque eso importa poco porque ya circulan rumores de todas clases. Hay revueltas en Coronet, Meccha y el puerto L’pwacc Den, y se habla de expulsar al gobernador general Marcha.
Brand asintió lúgubremente.
—Bueno, si esto funciona, Corellia acabará siendo considerada la salvadora de la galaxia y desaparecerá todo el mal ambiente. —Se volvió hacia el mapa en 3D que rotaba lentamente—. Alerte al Mando del Núcleo con una transmisión restringida para que preparen elementos de la Tercera Flota para saltar a Kuat en cuanto dé la orden. También deben prepararse elementos de la Segunda Flota para saltar hacia Ralltiit. —Insertó la mano en el cono de luz del holoproyector—. Y lo que es más, quiero que se draguen las rutas que unen Corellia con Kuat, Ralltiit y Bothawui en busca de equivalentes yuuzhan vong a las minas o las armas detectoras de masa. Brand se volvió y miró alrededor de toda la sala.
—Cuando el campo interferidor de
Centralia
los retenga en el sistema y se vean con una flota detrás, los yuuzhan vong lamentarán haber entrado en esta galaxia.
Las palabras del arconte Thane apenas podían oírse a causa de los gritos de vergüenza y desaprobación. Él se mantenía ajeno a todo ante sus sesenta y dos pares, la mayoría femeninos, mostrando orgullosamente los cardenales y las magulladuras recibidas en su duelo de honor con Isolder y disculpándose convincentemente por haber comprometido el voto de Vergill en el combate. La audacia de Thane no era sorprendente, pero allí donde Leia esperaba encontrar amargura y sarcasmo, sus palabras de apoyo a la Nueva República parecían casi sinceras.
Muchos de los reunidos en la enorme sala estaban seguros de que el voto de Vergill proporcionaría a Teneniel Djo la mayoría que necesitaba para actuar militarmente contra los yuuzhan vong, pero Leia ya no tenía claros sus propios objetivos. Aunque la entrada del Consorcio en la guerra podía ser decisiva, las acusaciones por intereses personales y las conspiraciones internas no sólo amenazaban con socavar el proceso político, sino la alianza entre el Consorcio y la Nueva República.
Entre bastidores, en una pequeña salita que daba a la tribuna del orador, Leia paseaba nerviosamente ante la exasperación de C-3PO, que intentaba seguir sus largos pasos y prever a sus repentinos cambios de dirección. Al menos, se dijo ella, la votación pondrá punto y final a su visita a Hapes, que le resultaba más incómoda a medida que pasaban los días, tanto en la Fortaleza del Arrecife como en el Palacio de la Fuente. Sentía que estaba perdiendo la esperanza al verse apartada de actividades que ahora eran más importantes para ella. Su estancia allí empezaba a parecerle un destierro en un planeta imaginario —una tierra de dragones y gemas arco iris, de árboles de sabiduría y armas poderosas—, y la reyerta entre Isolder y Thane era la gota que había colmado el vaso.