Read Agentes del caos II: Eclipse Jedi Online
Authors: James Luceno
Tags: #Aventuras, #Ciencia ficción
En ausencia del comandante supremo Choka y de Malik Carr, y ante la segura victoria de Tynna, los Sacerdotes realizaron los rituales necesarios para sacar de su nido en el
Yammka
un enorme villip que Choka había traído consigo desde el otro extremo de la galaxia. Entre los ritos estaba la entonación de incontables oraciones, el uso de mucha sangre para sacrificios e incesantes caricias en el borde óseo que era el rasgo más prominente del villip con forma de casco.
Cuando los comandantes volvieron de su breve visita a Tynna, el villip había sido reubicado en el entorno ceremonial de una bodega donde sólo se encontraban los Sacerdotes más exaltados. Bajo su enorme compañero se hallaban los villip transmisores unidos en consciencia a Nas Choka y Malik Carr, los cuales realizaron una genuflexión ante el enorme comunicador, agachando las desnudas cabezas, cruzando las muñecas sobre la rodilla elevada y con las capas de mando extendidas a su alrededor como si fueran sudarios.
Los Sacerdotes se sentaban cerca con las piernas cruzadas, entonando una invocación que pondría al villip en contacto secuencial con decenas de villip de señales posicionadas en el espacio, a lo largo de su sendero de conquista.
Una cavidad semejante a una cuenca de ojo cobró vida con sonoros ruidos de absorción en el centro del borde óseo del villip; entonces, el villip se hinchó a lo largo de ese borde, asumiendo los rasgos del maestro bélico Tsavong Lah.
Tsavong Lah, protector electo del sumo señor Shimrra y encaminado a una especie de apoteosis, había llegado a asemejarse a la encarnación de Yun-Yammka, dios de la guerra, mediante una serie interminable de ascensos. La cabeza de Tsavong Lah sobresalió de su cara, con el pelo negro echado hacia atrás y con borlas en las puntas. Las bolsas azules bajo ojos que eran todo pupila cayeron como bolsillos hasta las comisuras de una boca de aspecto cruel, y una profunda arruga biseccionó su cráneo entre oreja y oreja. Sus labios gruesos estaban accidentados con una miríada de cicatrices y sus orejas sobresalían del cráneo como pequeñas alas, descendiendo el lóbulo de cada una hasta casi tocar los hombros, como alargadas gotas de cera derretida. Bajo el cuello, escamas superpuestas del color del óxido crecían desde el esternón y las clavículas como placas de armadura.
—Contemplad a vuestro líder —dijo el villip de Tsavong Lah a los comandantes, con voz distorsionada por el espacio y el tiempo.
—Maestro Bélico —dijeron los dos al alzar la mirada.
Los dos conocían el papel que había tenido el Maestro Bélico en el envenenamiento de Ithor y la caída de Dominio Shai. Deshonrar a Tsavong Lah era cortejar una muerte segura.
Los ojos del facsímil se clavaron en Nas Choka.
—Informe de los últimos acontecimientos, Comandante Supremo.
—Hemos ocupado el mundo llamado Tynna, Poderoso, que cayó en nuestras manos con tan poca lucha que lo habríamos considerado indigno de no ser tan conveniente a nuestras necesidades y nuestra campaña.
Los ojos se desplazaron hacia Malik Carr.
—Quisiera oír más de eso.
—Las plácidas aguas de Tynna proporcionarán un día dovin basal del tamaño necesario para superar los escudos que protegen Coruscant y otros mundos del Núcleo. Estamos convencidos de que la especie indígena, compuesta por bípedos peludos de tamaño diminuto, puede ser reeducada y entrenada para ser capaces y amables cuidadores de nuestras creaciones.
—¿Y la importancia que tiene Tynna para la conquista?
—Poderoso, ese mundo nos servirá también de zona de pruebas para eventuales incursiones en los sectores corellianos y bothanos.
—Eventuales, dices.
—Tynna sólo es la primera etapa de una estrategia que acelerará nuestra llegada al Núcleo. Para asegurarnos de ello hemos llegado a un acuerdo con los hutt, cuyas condiciones requieren que les informemos del sistema planetario que deben evitar en su difusión de un producto ridículo llamado especia. Lo hicimos esperando que así alertarían a la Nueva República, o que los analistas de la Nueva República descubrieran que la especia se movía libremente en unos sectores, pero no en otros, llegando a la conclusión de que los segundos les proporcionarían una idea de cuál es nuestro plan de batalla. Tynna es uno de los mundos a evitar por los hutt, junto con Corellia y Bothawui. Tynna se conquistó de forma deliberada para asegurar la desinformación.
El villip guardó silencio por un largo momento.
—La escasa batalla librada sugiere que la Nueva República no reaccionó como se esperaba. Si no, su flota habría estado esperándonos.
—Eso hay que achacarlo a la idea de astucia que tiene la Nueva República, Maestro Bélico —respondió Nas Choka—. A lo largo de toda la batalla y en las horas siguientes a la misma pudimos distinguir a espías observándonos desde una nave oculta que estoy seguro creen indetectable. Podrían habernos atacado y salvar a Tynna, pero la Nueva República es muy consciente de que tenemos en mente objetivos mucho más importantes, así que prefirieron entregarnos Tynna.
»Esto se lo debemos al comandante Malik Carr. Estoy convencido de que la misma táctica funcionará para el ataque que tenemos planeado. Ya hay muchos pilotos de coralitas preparándose para el sacrificio que requerirá el ataque. Y pronto empezaremos a posicionar dovin basal autónomos en las rutas que usarán las naves de la Nueva República para saltar al objetivo cuando descubran la verdad.
—Entonces, ¿esos hutt alertaron a la Nueva república?
—Considero eso de escasa importancia, Poderoso. El remate es que los hutt supondrán un abundante sacrificio una vez acabemos con ellos. Los ojos del facsímil se cerraron por un momento.
—No estoy completamente decidido. En el supuesto de que vuestra suposición sea correcta y la Nueva República esté ahora convencida de que pensamos atacar Corellia o Bothawui, seguramente tendrán naves suficientes para proteger a ambos mundos.
—Así es, Maestro Bélico —dijo Malik—, pero Corellia permanece relativamente desprotegida, mientras Bothawui disfruta de la protección de una gran flotilla.
—¿Tan poco le importa Corellia a la Nueva República?
Nas Choka sonrió débilmente.
—Eso desean que pensemos, Poderoso.
—Nuestras maniobras son para hacer que fortifiquen uno sólo de esos mundos —explicó Malik Carr—, y los dioses nos han favorecido proporcionándonos ayuda de una fuente inesperada. Un senador de la Nueva República informó a los hutt de que en Corellia preparan alguna clase de trampa.
—Un engaño.
—Usted disculpe, Maestro Bélico, pero tenemos motivos para confiar en este ser humano. Puede ser la misma persona que creyó ayudarnos al avisar a nuestros agentes de la deserción de la sacerdotisa Elan.
—Entonces ya conocéis la identidad de ese traidor.
—Se llama Viqi Shesh, Poderoso.
—Esto va bien —concedió el villip de Tsavong Lah—, pero posponed cualquier contacto con ella hasta que el plan se ejecute con éxito. Puede sernos de mayor utilidad cuando más cerca estemos del Núcleo. —El villip empezó a cerrarse—. Os dejo el resto a vosotros.
—Se hará su voluntad, Poderoso —dijeron los comandantes al unísono.
El comodoro Brand intentó no distraerse con el tráfico que se desplazaba vertical y horizontalmente al otro lado de la pared de transpariacero de la sala del Consejo Asesor, o del paisaje de la ciudad en sí, iluminado con titilante esplendor al alejarse del sol esa parte de Coruscant. El Jefe de Estado Borsk Fey’lya y los ocho miembros que componían su consejo se sentaban de espaldas a la pared de cristal y sólo se fijaban en Brand, rígidamente apoyado en un podio situado ante ellos, leyendo de una pantalla de notas preparada apresuradamente por su personal a partir de los informes de Inteligencia sobre la caída de Tynna.
—Lo más significativo —continuó Brand— es que sabíamos que el ataque ocurriría, y esto es una corroboración adicional a la creencia de la división de Inteligencia de que los hutt nos han estado proporcionando información. El enemigo tiene en su punto de mira a los sistemas donde los hutt han reducido sus operaciones de especia. No sabemos en qué pensaban los hutt al pedir previsiones para sus empresas contrabandistas, y lo estamos estudiando, pero el hecho es que Tynna, que es más una etapa de tránsito que un mercado de venta propiamente dicho, no ve una nave con especia desde que los hutt firmaron su pacto con los yuuzhan vong.
Fey’lya emitió un evidente bufido burlón en la breve pausa que hizo Brand, y luego tuvo la caradura de ofrecer una simulación de disculpa.
—Perdone, comodoro, pero creo que tengo algo en la garganta. Por favor, continúe con su… informe. Sé que hablo en nombre de todos al decir que apenas puedo esperar a oír el resto.
Brand se negó a dejarse afectar por el sarcasmo.
—En este momento, los únicos otros sistemas donde se han suspendido las operaciones de especia son Corellia y Bothawui. Aún queda por determinar en qué orden los atacarán los yuuzhan vong, pero esperamos un ataque más pronto que tarde. Por este motivo, tanto el almirante Sovv como la Fuerza de Defensa consideramos que hay que tomar una decisión crítica para redistribuir las naves bélicas de la Nueva República.
Brand activó la mesa holoproyectora situada junto al podio. Apretando una tecla de la consola incorporada en la inclinada mesa en la que se apoyaba, se desplegó ante todos, en el cono creado por los moduláseres del proyector, un mapa de la galaxia débilmente azulado.
—Los yuuzhan vong han establecido y fortificado lo que parece ser un corredor de avituallamiento que se extiende desde el Borde Exterior hasta el Espacio Hutt. Desde la batalla en Obroa-skai han estado recibiendo envíos continuados de material y de naves bélicas, en evidente preparación de una gran ofensiva, la primera desde Ithor. Para enfrentarnos a una flota tan formidable sin debilitar nuestra seguridad en el Núcleo o en Bilbringi, donde siguen los ataques pese a las maniobras del Remanente Imperial, podemos movilizar una fuerza de naves de distracción de grupos de combate actualmente de servicio en Commenor, Kuat, Ralltiir y una veintena de mundos más. También podríamos destinar a esta fuerza alguna nave del Consorcio Hapes si éste acaba apoyando a la Nueva República, que sería dirigida por el crucero pesado
Yald,
bajo mi mando.
Brand volvió a hacer una pausa y plantó sus grandes manos en el podio.
—Consejeros, no hemos dejado de tener en cuenta la posibilidad de que la información reunida sea un simple truco para que no identifiquemos un blanco diferente, pero tampoco podemos permitirnos ignorar las evidencias.
—Evidencias —gruñó Fey’lya—. Inferencias, deducciones o posibilidades remotas, pero, desde luego, no evidencias. —Sus ojos violeta miraron burlonamente a Brand sin disimulos—. ¿Qué ha decidido el mando respecto a esta movilización de potencia naval?
Brand se dirigió hacia el hológrafo.
—Como ya sabrá, hemos dispersado la flota por todos los sectores, permitiendo que mundos como Gyndine y ahora Tynna cayeran en manos invasoras a cambio de proteger a otros como Kuat, Bilbringi y Commenor. Nuestras acciones, o mejor inacciones, no nos han granjeado muchos amigos en mundos que creen estar en la lista de sus próximas invasiones. Al margen de ello, y en el supuesto de que consigamos reunir una fuerza de ataque importante, no sería lo bastante grande para proporcionar protección a Bothawui y Corellia a la vez.
Se incorporó en toda su altura.
—Tras analizar todos los datos disponibles, el mando ha llegado a la conclusión de que el blanco es Corellia. Por tanto, el almirante Sovv recomienda que se envíen lo antes posible todas las naves y recursos disponibles al sector corelliano.
El vello color crema de Fey’lya se erizó.
—Lo suponía —dijo con voz plana y amenazadora—. Piensan abandonar Bothawui para así salvar Corellia. Pero no pienso permitirlo. —Negó furioso con la cabeza—. Lo siento, comodoro, pero me niego a autorizar una acción semejante en este momento. Sus «evidencias» son demasiado escasas.
—Nadie ha dicho nada de abandonar Bothawui —contrarrestó Brand—. La flotilla que ya está estacionada allí seguirá allí. Sólo queremos proteger Corellia.
—Proteger el Santo Núcleo, querrá decir. —El bothano se levantó para mirar a sus ocho pares—. Quisiera que el Consejo meditara atentamente en la procedencia de esta información. El comandante Brand quiere hacerles creer que fue conseguida por la división de Inteligencia, o descubierta tras horas de esforzada investigación y análisis. Pero, de hecho, le fue proporcionada a dos oficiales de posición cuestionable dentro de la comunidad de Inteligencia por una persona de reputación todavía más dudosa, que afirma ser una especie de defensor del pueblo para los Caballeros Jedi: Talon Karrde.