Agentes del caos II: Eclipse Jedi (44 page)

Read Agentes del caos II: Eclipse Jedi Online

Authors: James Luceno

Tags: #Aventuras, #Ciencia ficción

BOOK: Agentes del caos II: Eclipse Jedi
6.67Mb size Format: txt, pdf, ePub

Leia esperó a que Isolder dejara de contemplar las torres increíblemente altas de Coruscant antes de acercarse a él, pero la expresión dolorida de su rostro hizo que se detuviera apenas hubo dado dos pasos.

—Isolder, lo siento tanto… —dijo ella repentinamente, con los ojos llenos de lágrimas.

El príncipe apretó los labios, reprimiendo lo que estaba a punto de responder, y suspiró profundamente.

—Leia, hablamos de esto antes de que la flota partiera de Hapes. Entonces ya te dije que no serías responsable de lo que ocurriera, fuera lo que fuese. Sabíamos lo que arriesgábamos al involucramos en la guerra.

Como esperaba que dijera exactamente aquello, Leia asintió en silencio.

Frunciendo el ceño, Isolder se apartó de la ventana y la miró fijamente.

—Pero tú sabías lo que iba a pasar. Lo presentiste.

—Sentí que estábamos al borde de una tragedia, pero no sabía ni dónde ni cuándo estallaría, ni siquiera si llegaría a ocurrir. Sabía que parte de lo que sentía se debía a la preocupación por mis hijos, pero no podía separar esa preocupación de las dudas por haberte metido en esto, o de la estrategia del comodoro Brand en Corellia.

Incapaz de continuar, movió la cabeza con tristeza.

—Me he estado preguntando si no hubiera sido mejor sufrir una derrota a manos de los yuuzhan vong en vez de ser barridos por un arma amiga cuya existencia desconocía.

—Un arma habilitada por Anakin —apuntó Leia en voz baja.

—Pero que él se negó a disparar —puntualizó Isolder rápidamente—. Tienes que comprenderlo, Leia. Aceptamos lo que nos ha ocurrido sin hostilidad ni lamentaciones.

Ella le sostuvo su triste mirada.

—¿Qué pasará ahora?

—Bueno, no preveo un regreso triunfante a casa. El Consorcio está dividido a consecuencia de la votación que terminó trayéndonos hasta aquí. Los partidarios del no se consideran ahora victoriosos, pese a las terribles pérdidas sufridas. Están promoviendo una política de aislamiento… como si las Nieblas Transitorias fueran capaces de protegernos del largo brazo de los yuuzhan vong.

—Algo parecido ha ocurrido en el Senado de la Nueva República —corroboró Leia—. El ataque sorpresa a Fondor ha galvanizado a los mundos del Núcleo y ya se preparan para lo peor, pero a costa de prácticamente abandonar a muchos mundos del Borde Interior. Se ha movilizado un grupo de apoyo a Fey’lya, y el Senado probablemente degradará o exigirá las dimisiones del comodoro Brand y del almirante Sovv, aunque los necesiten desesperadamente.

Isolder pensó en sus palabras.

—Ésa es la diferencia entre el Consorcio y la Nueva República, quizá entre los viejos y los nuevos métodos. Los representantes de la Nueva República son libres de expresar sus agravios sin temor a ser indecorosos o provocar un duelo de honor. —Isolder dejó escapar una sonrisa—. No sé qué método es el mejor para gobernar, pero sí sé que los hapanos presentarán batalla. La gente de mi mundo ya está diciendo que nuestra flota, aunque resultase destruida, salvó a Fondor y a la Nueva República.

—Y lo hubiera hecho.

Isolder agitó la cabeza.

—No podemos saberlo. Pero lo sabremos en nuestro próximo enfrentamiento con los yuuzhan vong. Estoy seguro de ello porque las bajas sufridas en Fondor nos motivarán para que no hayan sido en vano.

—Al menos ahora contaréis con la tecnología de recarga rápida del armamento que tanto quería el arconte Thane —dijo Leia.

Isolder apretó las mandíbulas.

—Escaso consuelo es ése, pero tendrá que bastar. —Miró a Leia—. La guerra beneficia a los que inventan medios de destrucción más expeditivos. Esperemos poder superar a los yuuzhan vong en su propio juego.

Jacen estaba sentado en el borde de la silla favorita de su padre, en su apartamento de Coruscant, y miraba consternado una imagen en 3D de Thrackan Sal-Solo tomando forma en la HoloRed. La voz del locutor sullustano continuó:

—Se dice que el antiguo líder de la llamada Liga Humana, Thrackan Sal-Solo, es el responsable de que la batalla de Fondor se inclinase a nuestro favor. Aunque muchas naves de guerra de la Nueva República fueron destruidas en el ataque sorpresa de los yuuzhan vong contra las instalaciones orbitales de Fondor, el atrevido uso que hizo Sal-Solo de un rayo repulsor hiperespacial no sólo obligó a los invasores a retirarse, sino que destruyó una parte importante de su flota.

La imagen cambió a una de la estación
Centralia.

—El rayo repulsor fue disparado desde la estación
Centralia,
en el sistema corelliano. Irónicamente, este mismo rayo se utilizó hace ocho años, durante el intento fallido de Corellia por independizarse de la Nueva República. Sal-Solo fue uno de los muchos arrestados durante esa crisis, pero fue liberado de prisión para ayudar a reactivar la estación y, según informes no confirmados, fue el único dispuesto a asumir el riesgo de disparar el arma contra la flota enemiga.

»¿Qué le depara el futuro a Sal-Solo o a
Centralia?
Eso depende de a quiénes pregunten. Tras serle retirada la confianza a la gobernadora general Marcha, duquesa de Mastigophorous, hay quien cree que Sal-Solo será reclutado para encabezar el recién creado Partido de Centralia, que propugna la independencia para los cinco mundos que forman el sistema de Corellia. La estación
Centralia,
de momento, seguirá en manos de la Nueva República, pero que pueda volver a utilizarse, o que se utilice como arma de largo alcance, dependerá de si Coruscant logra justificar la destrucción de la flota hapana sufrida en Fondor.

Las imágenes de Sal-Solo y de
Centralia
empezaron a desvanecerse, y reapareció la cabeza y la parte superior del torso del locutor sullustano.

—Pasando a otros temas, una manifestación de protesta en Ruan, organizada por un grupo de androides recalcitrantes…

—¿Nunca te cansas de escuchar informes sobre Corellia? —interrumpió Anakin desde la puerta del cuarto familiar—. Hemos convertido al primo Thrackan en un héroe. ¿Qué más necesitas saber?

Jacen apagó la HoloRed.

—Anímate. Al menos no nos mencionan en las noticias.

Anakin frunció el ceño.

—Bien. Ya sólo nos queda esperar que papá tampoco se entere de nuestra participación.

—¿Desde cuándo ve papá las noticias? Además, si la HoloRed quiere un héroe, ése deberías de ser tú.

—¿Por qué? ¿Por reactivar
Centralia?

—No, por no disparar el repulsor. Por eso, papá, tío Luke y cualquiera que sepa lo ocurrido se sentirá orgulloso de ti.

Anakin soltó una carcajada y agitó la cabeza.

—Sigues sin entenderlo —miró fijamente a su hermano—. Pude disparar
Centralia
sin rozar siquiera a los hapanos. Lo vi todo en mi cabeza, Jacen. Habría sabido dirigir con precisión el rayo repulsor y cuándo dispararlo exactamente. Como sabía que Punto de Calor no aniquilaría a los habitantes de Ciudad Hueca.

—Entonces, ¿por qué no disparaste? ¿Qué te lo impidió?

—¿Además de que tú me dijeras que no lo hiciera?

La frente de Jacen se arrugó de preocupación.

—¿Tan seguro estabas de ti mismo?

—Sí, lo estaba. Y hubiera significado una medida defensiva. Si alguien apunta con una pistola a tu aliado, ¿utilizarías tu sable láser para impedir que dispare o no harías nada porque se supone que un Jedi no puede tomar una iniciativa agresiva? Quiero decir, ¿dónde trazas la línea, Jacen? Estamos metidos en una guerra por la supervivencia. Y, en ocasiones, la defensa implica eliminar a la oposición.

—No sé dónde está trazada la línea, Anakin —reconoció Jacen—, y en Ithor me prometí a mí mismo que dejaría de buscarla. Sólo creo que tiene que haber otra forma de responder a los yuuzhan vong…, sin tener que blandir una espada para desviar un rayo lanzado contra ti.

Anakin sonrió satisfecho.

—Bien, cuando la descubras, no te olvides de hacérmelo saber.

Jacen lo miró divertido.

—Oh, lo haré, hermano. Puedes contar con ello.

Luke Skywalker y Talon Karrde siguieron el tortuoso sendero hasta el Gran Templo, tal como habían hecho en su anterior visita a Yavin 4.

—Sólo he conseguido colocar a los Jedi en una posición peor ante el Senado de la Nueva República y su ejército —decía Karrde—. Por eso he creído que debía disculparme personalmente.

—Nadie esperaba una disculpa —le aclaró Luke—. Si siempre juzgáramos los actos por sus consecuencias, nos pasaríamos la mitad de nuestras vidas haciéndonos perdonar. Nos presentaste un plan y estuvimos de acuerdo en seguirlo. Somos igualmente responsables del resultado.

Karrde parecía escéptico.

—Desgraciadamente, ese tipo de razonamiento no convencerá a Borsk Fey’lya o a sus aliados. Tal como ocurrió con Ithor, necesitan a alguien a quien culpar de lo sucedido en Fondor. Y yo les he dado a los Jedi como perfectos cabezas de turco.

Luke se tomó un momento antes de responder. Cuando se enteró de todo lo que había sucedido en Fondor se sintió traicionado. No por Karrde, sino por la Fuerza. Casi tan traicionado como se sintió cuando Obi-Wan Kenobi y Yoda conspiraron para ocultarle la verdadera identidad de su padre. Pero ese sentimiento de traición pasó a través de él en un instante. La Fuerza no le había ocultado nada; simplemente había interpretado que eran los yuuzhan vong en vez de los Jedi quienes estaban empleando el engaño, el sigilo y el disimulo. Lo que seguía molestándole, era la posibilidad de que la mera presencia de los yuuzhan vong bastara para hacer enmudecer la claridad de la Fuerza.

—A veces, el éxito y el fracaso van unidos —dijo por fin Luke—. A propósito o no, los hutt nos dieron una idea equivocada. Pero fue gracias a ellos, gracias a su información, que Kyp y Ganner pudieron rescatar a los prisioneros que iban a bordo de la nave yammosk.

Karrde se permitió una inclinación afirmativa de cabeza.

—Todos estamos demasiado ocupados echándonos la culpa como para valorar el rescate de los prisioneros o la destrucción de la nave yammosk. Sólo lamento que Kyp no llegara a tiempo de salvar a Skidder.

—Wurth tomó su decisión en Gyndine.

Luke no añadió nada más y prefirió silenciar que el sacrificio de Skidder había ensanchado el abismo existente entre los seguidores de Kyp y los demás Jedi. Si Skidder había intentado vengar las muertes de Miko Reglia y Daeshara’Cor, Kyp y los que lo apoyaban querrían vengar la muerte de Skidder.

—Si los hutt nos engañaron deliberadamente, se les pagó en especies —gruñó Karrde amargamente—. Fondor era uno de los mercados más rentables para los Besadii, y además perdieron algunas de sus mejores naves y a la mayoría de sus contrabandistas durante la batalla. Ahora, Borga tiene que prepararse para la guerra con el apoyo de sólo la mitad de los clanes, y con el resto haciéndola responsable de la traición de los yuuzhan vong. Varios líderes de clanes han dejado Nal Hutta para instalarse en Ganath, Ylesia e incluso Tatooine. Y con la flota yuuzhan vong bloqueando el sector hutt, la Nueva República no podría ayudarla ni aunque quisiera. Borga tendrá suerte si no da a luz prematuramente.

Karrde se detuvo súbitamente en medio del camino y se giró hacia Luke.

—¿Crees que los yuuzhan vong se han dado cuenta de lo que han conseguido? Han dividido a los hutt, han creado un cisma en el Senado, han eliminado a los hapanos del mapa de la guerra y han saboteado la influencia de los Jedi —antes de que Luke pudiera responder, añadió—: ¿Tenías la más mínima idea de que todo esto podría acabar así?

Luke oyó la voz de su antiguo Maestro Jedi.


Siempre el futuro en movimiento está. Difícil de ver es…

—El futuro no es algo fijo e inmutable —dijo—. Está hecho de posibilidades. Lo vi sin verlo.

Karrde suspiró hondamente.

—¿Qué podemos hacer ahora?

Cómo servirlos mejor decidir debes. Ayudarlos podrías. Pero también todo aquello por lo que han luchado y sufrido destruir.

Luke sujetó a Karrde por los hombros.

—Podemos aprender de nuestros errores.

Leia corrió a casa desde la plataforma de partida del transbordador para encontrarse con que Anakin y Jacen ya se habían ido. La triste marcha de Isolder daba vueltas en su cabeza, y C-3PO y Olmahk la ayudaban a hacer el equipaje para un vuelo a Duro, cuando el sistema de comunicaciones de la casa pitó y siguió pitando incluso después de que activase la función de respuesta automática.

Aceptó la llamada alzando las manos en gesto de rendición. El rostro de Han era lo último que esperaba ver en la pantalla.

—Sólo soy yo —dijo sonriente mientras ella contemplaba la imagen, sintiendo como si hubieran pasado meses desde que habían hablado. La pantalla indicaba que le llamaba desde la terminal espacial de Abregado-rae.

—Veo que te has afeitado la barba —pudo responder finalmente.

—Me picaba demasiado —respondió él acariciándose la barbilla.

—Bueno, al menos vuelves a parecer el que eras.

Han frunció el ceño y empezó a decir algo, pero dio marcha atrás y volvió a empezar.

—Mal asunto lo de los hapanos en Fondor. ¿Cómo está Isolder?

—Supuse que te enterarías de todo tarde o temprano…, incluso en un planeta como Abregado-rae.

¿Qué me enteraría? ¡Lo vi en directo!

—¿Lo viste?

—Estaba allí, en Fondor.

—¿Estabas en Fondor? —repitió ella sin dar crédito a lo que oía.

—Droma y yo andábamos tras sus compañeros de clan. Algunos se las arreglaron para quedar abandonados en un astillero abandonado, y el resto estaba prisionero a bordo de una nave yammosk… Olvídalo, es una historia larga y aburrida. El hecho es que vi cómo la flota hapana era aniquilada, pero creí que el sol de Fondor se había convertido en una nova. No sabía que fue
Centralia.

Leia se apartó el pelo de la frente.

—Pero sabías que Anakin y Jacen estaban allí.

Han
.
se mordió el labio inferior.

—¿Dispararon ellos?

—¿Crees que harían algo así?

—Eh, cálmate. Sabes que nunca escucho las noticias.

Leia pensó en hablarle de la repentina y reciente fama de Thrackan Sal-Solo, pero decidió no hacerlo. Pronto se enteraría.

—¿Adónde llevaste a los refugiados que rescataste?

—Los he traído aquí, pero no pueden quedarse mucho tiempo. Abregado-rae no está precisamente para dar la bienvenida a nadie. Leia suspiró.

Other books

Little Bee by Chris Cleave
Madonna by Andrew Morton
Coyote Waits by Tony Hillerman
The Lawman's Nanny Op by Cassidy, Carla
Blood from Stone by Laura Anne Gilman
Ascension by A.S. Fenichel
Paperboy by Tony Macaulay