Comentarios psicológicos sobre las enseñanzas de Gurdjieff y Ouspensky Volumen II (17 page)

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Authors: Maurice Nicoll

Tags: #Autoayuda, #Esoterismo, #Psicología

BOOK: Comentarios psicológicos sobre las enseñanzas de Gurdjieff y Ouspensky Volumen II
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Supongamos que una persona anote en dicha libreta las observaciones sobre sus quejas interiores acerca de otras personas, a medida que surgen día tras día. Desde luego es necesario ser sincero consigo mismo cuando se lo hace. Es decir, es necesario anotar todo. Si Ud. lo hace así, le sorprenderá mucho ver, al hojear las páginas, que exactamente las mismas cosas tuvieron lugar en sí mismo hace un año, o dos, mientras que durante todo ese tiempo estuvo pensando que sus quejas eran nuevas y frescas, en verdad excepcionales, que antes no se había quejado más de una o dos veces en su vida, pero por cierto no como lo hizo día tras día y año tras año. Son las observaciones de esta clase las que nos ponen en relación con nuestra vida que está en el tiempo vivo —en la cuarta dimensión. Ahora bien, supongamos que descubra (cito un ejemplo que se dio aquí), supongamos que descubre que siempre se quejó de la misma cosa en cada persona, por más diferentes que cada una de estas personas fueran —esto es, su queja es siempre la
misma
contra personas completamente
diferentes—
¿qué conclusión extrae de esta observación de sí mismo? (Les recuerdo otra vez que sólo me dirijo a quienes desean observarse seriamente a sí mismos y trabajar sobre sí mismos.) ¿A qué conclusión se puede llegar? La única conclusión a que se puede llegar es que dentro de sí tiene algo que está trabajando todo el tiempo y de lo cual sólo nota los efectos o resultados. La culpa no reside en las otras personas contra quienes siempre tiene motivos de quejas, sino en algo que está en usted y que no ha observado. Ahora bien, las otras personas pueden conocer qué es, o conocerlo imperfectamente, pero usted mismo no puede verlo. Pero al advertir esa reacción suya tan característica, y la repetición de las mismas quejas, le producirá un choque. Le sorprenderá. Descubrirá que son estas mismas quejas las que tiene que observar en sí mismo y no en lo que según su imaginación lo provoca. La próxima vez que esos "Yoes" quejosos reanuden su acostumbrada actividad, el choque que recibió le permitirá lograr la fuerza emocional para observarlos antes de que empiecen a usar su boca en su propio nombre. Logrará el choque del recuerdo de sí. Por un momento se separará de estos "Yoes" —esto es, ya no se identificará con ellos. Los verá como algo a lo cual dio su confianza durante todo ese tiempo y a lo que ya no puede siempre justificar y sustentar.

El Trabajo nos enseña que es preciso luchar contra la auto-justificación. La auto-justificación significa siempre ponerse del lado de la razón. Si un hombre en todas las circunstancias se pone siempre del lado de la razón, está claro que nunca conocerá el verdadero significado del sufrimiento. Se convertirá en negativo, se compadecerá a sí mismo, buscará el sostén y la piedad de los otros y se empeñará en justificar cuanto hace. Tal hombre no tiene en verdad una Conciencia Real. Cuando la Conciencia Real despierta en un hombre éste llega a conocer el verdadero sufrimiento. Esto sólo tiene lugar cuando un hombre es capaz de soportarlo. El Trabajo enseña que la Conciencia Real existe en cada ser humano y es exactamente la misma en cada ser humano pero está profundamente enterrada. Es menester encontrarla en el exterior en la forma de Enseñanza Esotérica que, cuando es aceptada por la comprensión y vivida, por la Voluntad, nos pondrá en relación con la Conciencia Interior Real por cuyo medio podemos conocer y ver lo que toda cosa es y su calidad y uso. Ahora bien, si nos justificamos a nosotros mismos continuamente —y quién podrá impedirlo— tendremos siempre razón y cuanto más nos echen la culpa nuestro orgullo y vanidad nos hará gritar y rebelarnos más y poner oídos sordos. Quiero decir que, cuando los "Yoes" mejores y más conscientes intenten hablarnos en medio de nuestra auto-justificación, no les haremos caso y hasta nos enfureceremos. Tendrán una mejor oportunidad en una etapa posterior cuando nuestra crisis de sueño comience a desvanecerse. Entonces nos parecerá estar en una atmósfera muy diferente, en otra luz que ilumina la mente de un modo completamente distinto. El estado en que estábamos, los "Yoes" bajo cuyo poder estábamos, se han alejado ahora y ya no pueden hipnotizarnos. En la observación de sí conviene mucho tratar de recordar lo que sucedió en este estado, qué aspecto tenían las cosas, qué "Yoes" dijeron tal cosa, qué voces hablaron, qué argumentos se emplearon, tan sólo es preciso cuidar de no identificarse y volver a entrar en el estado. Esto puede ocurrir muy fácilmente, sobre todo en los primeros tiempos, cuando los estados negativos son crónicos. Por cierto, a veces hacer revivir deliberadamente en la memoria un lugar doloroso y observar qué poder tiene aún sobre uno mismo es una experiencia interesante. Mientras se está en la atención consciente no se corre peligro alguno, pero si por un instante la atención se distrae debido a que alguien entra en la habitación, un poco después se descubre que todos los "Yoes" que se hizo revivir en realidad se han hecho cargo de uno mismo otra vez. Esto es, se ha identificado uno con los "Yoes". Pero cuando se observa uno mismo en un estado de atención —y toda la observación de sí verdaderamente consciente exige la atención interior— no se corre peligro de llegar a identificarse recordando antiguas escenas. Se asemeja a estar rodeado por un círculo mágico donde un mago invoca a los espíritus, pero una vez que la atención se desvanece se cae otra vez en el antiguo estado. Los estados diferentes tienen un inmenso poder sobre nosotros cuando estamos en ellos. Cada cual lo ha de notar respecto a cada lado de la vida. Cuando estamos fuera de ellos pierden su poder. Por lo general giramos en torno de un círculo de estados recurrentes que ejercen su poder sobre nosotros uno tras otro. Los estados negativos atraen otros estados negativos hacia ellos mismos y todos ustedes habrán ya observado que cuando están en un estado negativo la memoria es diferente —las cosas desagradables se desplazan hacia el primer plano y las cosas agradables se vuelven débiles e indistintas. Además, digamos, el argumento en pro de una cosa tiende a hacerse más fuerte y el argumento en contra de dicha cosa tiende a debilitarse. No se puede estar identificado con cosas desagradables y agradables al mismo tiempo. En el caso de los "Yoes", uno está identificado con un "Yo", aunque vea y oiga a otro "Yo". A veces, por medio de un relajamiento completo, al saber que se está en un estado equivocado, con la detención de todos los pensamientos y movimientos y tensiones tanto de los músculos como del cerebro, la situación se invierte de pronto y un estado mejor ocupa su lugar. De súbito se siente el cambio de signo en si mismo. Todo se hace más ligero. O es como si alguien hubiera llevado demasiada ropa que lo oprimía y repentinamente se la quita y se siente libre otra vez.

La detención de los pensamientos y el relajamiento, cuya práctica cotidiana es tan importante, es una forma de Recuerdo de Sí. La Observación de Sí sin Recuerdo de Sí es simplemente una práctica carente de valor. Las dos cosas son enteramente distintas por su sabor interior. Desde cierto punto de vista cabe pensar en el Recuerdo de Sí como en una forma de elevación de sí sobre el alboroto de las cosas que se tienen dentro de uno mismo, como abrir una puerta e ir a otro cuarto y encerrarse y gozar de la quietud. Es preciso recordar que cuando estamos identificados con nuestros pensamientos y sentimientos, nuestras emociones y sensaciones, nuestros agravios, nuestros monólogos interiores, nuestra auto-justificación, nuestro hacerle la cuenta a alguien, etc., estamos imposibilitados de recordarnos a nosotros mismos. Estamos en lo más reñido de las cosas, en medio del ruido del tránsito, en medio de la multitud —lo cual no es uno mismo. Es maravilloso experimentar la no identificación consigo mismo por un instante, en medio de la siempre repetida e inútil agitación. Entonces se comprende cómo siempre nos identificamos y cómo nada puede ser real ni justo en ese estado. Y comprendemos cuan cierto es que la ayuda no puede llegarnos mientras estemos en ese estado ordinario llamado en esta enseñanza el 2º estado de conciencia. Sólo en la quietud puede llegarnos la ayuda de las partes superiores de nuestros centros, de los mismos centros superiores, que están plenamente desarrollados y están siempre trabajando en nosotros, pero que sólo pueden ponerse en contacto con nosotros cuando estamos en el 3er estado de conciencia —esto, en algún grado de Recuerdo de Sí.

Birdlip, 3 de junio, 1944
La no-identificación

En respuesta a algunas preguntas que me fueron hechas en la última disertación, recordarán que se dijo que era una cosa maravillosa experimentar un instante de no identificación. Cuando una persona está en tal estado le parece vivir en un quieto lugar central dentro de sí misma, aunque perciba que por doquier las cosas se abalanzan y tratan de apoderarse de ella. Se asemeja a una multitud mantenida a raya por un policía invisible. En tal estado se puede descubrir cuál es uno de los principales objetos de la observación de sí. Estriba en separarse uno mismo de lo que ocurre dentro del corazón y la mente y continuamente se apodera de nosotros y de hecho a menudo nos hace caer. Todo ello es, visto desde otro ángulo, la "casa en desorden" dentro de nosotros. Ahora bien, es posible poner un poco de orden en esa casa. Por esa razón les hablaré otra vez sobre el significado de la no-identificación, porque creo que muchos de ustedes han llegado hasta cierto punto y luego se demoran en comprender lo que es preciso hacer. Por eso les diré otra vez que cuando traten de observarse a sí mismos es preciso no poner el sentimiento de "Yo" en lo que se observa. Usted está observando
Ello,
una maquinaria de emociones y pensamientos, que funciona por sí misma y nunca se detiene y, si pone atención, observará un "Yo" en usted, una persona en usted. Pero esa persona no es usted, aunque viva con usted y se alimente de usted, y tome su nombre —esto es, su energía.

Llegará a un estado de completa confusión si cree que es un "Yo" y que de algún modo ese "Yo" puede observar al otro "Yo". La gente se hace la ilusión de que sólo una cosa obra y siente y piensa en ella. Por haberse hecho esa ilusión, no se pueden imaginar qué significa el dominio de sí. Si suponemos que una sola cosa obra en un hombre, luego es imposible que una cosa mande, y otra obedezca. Cuando el Trabajo dice que el Hombre es comparable a una "casa en desorden", una casa llena de sirvientes que no está controlada por nadie, da este sentido a lo que dice. Significa que hay muchas gentes en el Hombre, muchísimas personas, todas muy diferentes, cuyo amo está ausente, que hablan por el teléfono del amo en su nombre y hacen lo que les da la gana en la casa que en realidad no les pertenece sino al amo. Ahora bien, si observamos una parte de esta casa en desorden y seguimos considerándola como si fuera uno mismo, se comete un error fundamental en la observación de sí. Es preciso observar que uno es muchos y no uno. Les he dicho muy a menudo que esta es una cosa difícil de hacer. Quiero decir, es difícil de comprender y también lo es poner en práctica lo que resulta de tal comprensión. En este momento es uno de los más maravillosos descubrimientos que se pueden hacer en el Trabajo. Ahora bien, si uno se identifica con todo cuanto observa no será capaz de detenerlo, será siempre un obstáculo en su propio camino, estará siempre aferrado a aquello de lo cual debe separarse.

Escuchen otra vez: si una persona se toma a sí misma como uno, le es imposible separarse de lo que observa en sí misma. "Si mismo" no es una sola cosa, sino que está compuesta de muchos, muchos síes. La observación de sí es observar a estos síes que tomamos tan fácilmente como "Yo mismo". Ahora bien, la observación de sí no debe hacerse con la identificación. No se debe identificar con la idea de observarse a sí mismo. La gente a veces se identifica mucho con alguna palabra del Trabajo tal como el "recuerdo de sí", "la observación de sí", la "emoción negativa", la "consideración interior", etc. Esto les impide comprender lo que podrían significar dichos términos. Si practica la observación de sí identificándose completamente con la ansiedad o una tensión exagerada, esforzándose por hacerlo, el resultado será nulo. No podrá hacer nada de este modo. No se puede hacer nada en un estado de sobre-ansiedad porque uno se sitúa en seguida en la parte equivocada de los centros. En realidad trabaja en un estado negativo y el fracaso lo deprime. La práctica de la observación de sí se hace sin mostrarla a los otros y sin mostrársela a si mismo en cierto modo. Creo a veces que es como mirar de soslayo, mirar algo —esto es, proseguir como si no se le prestara mucha atención. Muchos procesos que tienen lugar en la mente se detienen cuando se intenta observarlos demasiado directamente. Esto es especialmente cierto con respecto a la imaginación. La observación de sí requiere un toque muy delicado porque la maquinaria con la cual se entra en contacto es muy sensible y delicada. Por lo demás, es preciso no esperar un resultado inmediato por haberse examinado a sí mismo durante un tiempo comparativamente breve. En el Trabajo hay una frase que expresa que no se debe trabajar por los resultados. Una de las razones que sustenta esta frase es que si se trabaja para lograr resultados es fácil desengañarse, y la segunda razón es que muchas veces se obtienen resultados, pero no los resultados que se esperaba. La observación de sí acrecienta gradualmente la luz. En el Trabajo se compara a veces el estado interior de un hombre con las tinieblas. La Observación de Sí deja penetrar un minúsculo rayo de luz. Ahora bien, muchas cosas dejan de producirse en presencia de la luz. Esta mera penetración de la luz presenta en una persona las cosas de un modo muy diferente de lo que esperaba. Hemos oído decir a veces, y a mí me lo dijeron: "La luz puede sanarlo". Ahora comienzo a comprender lo que esto significa. La práctica de la observación de sí deja penetrar gradualmente más y más luz, de tal modo que cuando se hace retroceder la mirada interior sobre la propia vida es como si se la viese iluminada, aunque de un modo difuso, por todos los momentos de observación de sí que están sepultados en el pasado.

Ahora bien, el Hombre como máquina trabaja mejor cuando la luz se derrama sobre él. El Sr. Ouspensky tenía la costumbre de comparar los centros en el Hombre con muy complicadas máquinas de extraordinaria delicadeza que el Hombre intenta hacer trabajar en la oscuridad. Cuando permite que penetre la luz en él, cuando tiene una mayor percepción de sí a lo largo de ciertas líneas definidas, ve mejor su máquina. Sabe emplearla mejor y ve las conexiones equivocadas y los errores que cometió cuando la hacía trabajar en la oscuridad. Ahora bien, la luz que un hombre deja penetrar por medio de la observación de sí le permite distinguir su medio ambiente interior, porque, como dije a menudo, vivimos en dos ámbitos, uno que nos es revelado mediante los sentidos externos que contiene a muchas gentes, algunas buenas y otras malas, y el segundo, el ámbito interior que contiene asimismo a muchas gentes tanto buenas como malas. Este segundo ámbito en el que vivimos a oscuras no lo conocemos en absoluto. Por eso lo tomamos como si fuera nosotros mismos. Pero por medio de la observación de sí entra la luz y esta luz empieza a separarnos. La enseñanza esotérica es la luz, pero sólo cuando se la comprende, se la valora y se la aplica. Es imposible lograr la luz si no se la valora. No
se
puede hacer uso de la enseñanza esotérica simplemente por razones personales o para mejorar la memoria o para un fin semejante. La luz hace que muchas de las ideas del Trabajo se aclaren. No podemos comprender las ideas del Trabajo a no ser que trabajemos sobre nosotros mismos. Esto se debe a que la comprensión es el resultado de un desarrollo del conocimiento y de un desarrollo del ser. Ahora bien, el ser no cambia si está completamente identificado consigo mismo. Entonces no hay luz. Está en un estado de oscuridad. No puede ver que no tiene un solo 'Yo' en sí. Cree que todo es "Yo mismo". No hay luz porque está identificado consigo mismo. Luego no puede producir ningún cambio de ser. Y si no hay cambio de ser, tampoco se producirá un cambio en su comprensión del Trabajo. Podrá recibir el Trabajo como conocimiento pero no lo comprenderá. No será capaz de ver en el Trabajo cosa alguna. Y esto se debe a la falta de luz. Cuando usted empiece a observarse a sí mismo, a tener vislumbres de sí mismo, a notar lo que sucede en usted, comenzará a separar a usted mismo de sí mismo. Esto deja penetrar la luz. La observación de sí deja entrar un rayo de luz. Esta luz es llamada en el Trabajo la
Conciencia mental.

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