Comentarios psicológicos sobre las enseñanzas de Gurdjieff y Ouspensky Volumen II (20 page)

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Authors: Maurice Nicoll

Tags: #Autoayuda, #Esoterismo, #Psicología

BOOK: Comentarios psicológicos sobre las enseñanzas de Gurdjieff y Ouspensky Volumen II
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Hay una observación que siempre me interesó: "Soy un hombre que se respeta a sí mismo". Esto me hizo pensar muchas veces, aun antes de conocer el Trabajo. Sin embargo es una imagen. ¿De qué sí mismo se trata? Puedo entender un hombre que respeta los "Yoes" del Trabajo pero no a si mismo. Si poseyéramos un verdadero conocimiento de nosotros y llegáramos a sentir el "Yo Real", supongo que nunca haríamos declaración alguna acerca de la clase de persona que somos. El Ser Real no hace ninguna afirmación acerca de sí.
Es
.
Ser
no es imaginar. Es lo que
es.
Sin embargo, al no tener un Yo Real nos hace ingeniarnos primero y luego forjarnos algunas imágenes —tal como la de ser idealmente felices. Desdichadamente, nunca vemos esas imágenes. Hacen que nos comportemos tal como lo hacemos. Actúan sobre nosotros. No actuamos sobre ellas. Esto no es un infortunio mientras estemos satisfechos de nosotros mismos y no deseemos algún conocimiento definido que pueda hacer nuestra existencia más real. La gente se satisface con sus imágenes de sí misma. De resultas de ello la atmósfera se espesa y se oscurece, pero esto es muy común. Quizás esta atmósfera disguste y se sienta el deseo de una mayor sinceridad y de más luz. Pero esto no es necesario para la vida —para los propósitos cósmicos. Nos pavoneamos de pura satisfacción. En realidad no podemos esperar otra cosa que lo que nos sucede, en tales circunstancias, y no cabe decir otra cosa. Este es su alimento, este es su dinero, esta es su posición, este es su empleo, este es su auto, estas son sus imágenes. Todo es muy sencillo. Pero no tiene nada que ver con la antigua psicología esotérica. No tiene nada que ver con el Trabajo y los esfuerzos que exige. Está cubierto de gelatina. Pero esta "gelatina" de vida es hipnotismo. Está traspasado por la ilusión de sí. En realidad es una tragedia. ¿Por qué es una tragedia? Porque durante todo ese tiempo no hacemos nada que en realidad nos pertenezca, no somos lo que podemos ser, no estamos en el lugar correcto, en nuestro sentido de nosotros mismos —y así nos desecharán eventualmente como experimentos inútiles en la evolución. ¿Esta aseveración es demasiado amarga? Creo que no, porque primero debemos cumplir la función de un
Buen Amo de Casa.
Esta es una posibilidad definida y real. Una persona satisfecha de sí dirá: "¿Por qué debo cambiar mis puntos de vista, mis pensamientos, mi perspectivas, mis normas, una vez que he llegado a ser un Amo de Casa razonablemente bueno, una persona responsable y culta?" Ciertamente. Me he preguntado muchas veces por qué habría de hacerlo. ¿Por qué abandonar Egipto e internarse en el desierto? Si las imágenes de sí son muy fuertes, muy hondas, y la identificación de una persona con ellas es demasiado grande, la idea es un disparate. "¿Sabe usted quién soy yo?" Este es un resumen de todas las imágenes de sí. Si, todos lo decimos cuando un insulto pasa a mayores. Con todo, es una tragedia. Cristalizamos mucho antes que sea necesario. Seguimos conduciendo el coche de nuestra imagen. Nunca nos descubrimos a nosotros mismos. ¿No es esta una tragedia? En cambio nos asimos y nos aferramos a las imágenes de nosotros mismos. Tengo la completa certidumbre de que es una tragedia. Es hipnotismo. ¿No creen que cuando el Trabajo dice que estamos deliberadamente hipnotizados en esta Tierra, lo dice en vano? Si ve las imágenes de sí y ve de qué modo estuvo identificado con ellas toda la vida, entonces conocerá que
usted mismo
estaba en realidad hipnotizado y compartía el hipnotismo general. Pero es excepcionalmente difícil ver cómo usted mismo lo ha sufrido. Es desde luego evidente que todos los demás están padeciendo el hipnotismo —y que por lo tanto todos los demás son insensatos o tontos. Pero uno no lo es. Nadie piensa que es un insensato. Lo que se piensa realmente es esto: "Soy un león, un genio, o un águila, una persona notable, refinada, una persona excepcional, no de una manera común sino de un modo sutil, una violeta aún no descubierta, una persona aún no comprendida y, de hecho, una persona que nunca debería haber nacido en este desalmado mundo". Sí, todos nos forjamos estas delicadas y falsas imágenes, todos sin excepción alguna, pero no nos damos cuenta de ello. Nos procuran una gran satisfacción hasta que hacen surgir en nosotros, cuando empezamos a despertar, muy poderosas fuerzas contrarias que por mucho tiempo no seremos capaces de comprender —esto es, porque seguimos aferrados a aquellas ideas de nosotros mismos, o a aquel sentido de nosotros mismos que deriva de nuestras imágenes no entendidas. Permiten que las fuerzas de crecimiento y evolución obren sobre usted y si aún no ha visto todo lo que se opone a ellas, sufrirá innecesariamente. No verán lo que son capaces de hacer en ustedes, mientras sigan aceptando sus imágenes sin ser capaces de verlas. Pero si han comenzado la laboriosa tarea de trasladar el sentido y el significado de sí de esas imágenes carentes de valor, esas fuerzas llegarán a ser infinitamente significantes. Naturalmente, no se puede cambiar mientras se siga aferrado a lo que uno es. Sin embargo, esto es lo que hemos hecho durante muchos años, hasta saber que hemos llegado a un punto decisivo.

Birdlip, 1° de julio, 1944
La parábola del caballo, el carruaje y el cochero

Una de las muchas maneras con que el Trabajo ilustra la posición del Hombre se encuentra en la Parábola del Caballo, el Carruaje y el Cochero. En esta parábola o correspondencia, el Hombre en su estado ordinario es aludido de la siguiente manera: El Hombre es el cochero que debería estar en la cabina y controlar el caballo y el carruaje, pero que está bebiendo en una "taberna" y que gasta casi todo su dinero allí. El cochero no está en la cabina porque se emborrachó y a causa de ello el caballo recibe escaso o ningún alimento y tanto él como el carruaje están en mal estado. Lo que primero se necesita es que el cochero despierte de su sueño y piense en su situación. ¿Han pensado alguna vez en lo que es una taberna y en lo que es la bebida y en lo que es la ebriedad?

Supongamos ahora que el hombre despierte hasta cierto punto y abandone las imágenes y las ilusiones que sustenta sobre sí mismo y empiece a pensar en su situación. Debe salir de la taberna y entonces verá la condición del caballo y del carruaje. El caballo pasa hambre, el coche está en un estado pésimo. Nota que los arneses del caballo está mal colocados y que faltan las riendas que unen el caballo a la caja del coche, esto es, que no hay nada que permita la comunicación entre el conductor y el caballo.

Ocupémonos solamente de esta parte de la parábola, a saber, la falta de riendas. Evidentemente, es inútil que el cochero suba a la cabina si faltan las riendas. Quizá comprendan ahora que faltan las riendas entre el Centro Intelectual y el Centro Emocional. En esta parábola el caballo representa el Centro Emocional y el cochero representa la mente. No hay una conexión apropiada entre los pensamientos y las emociones. Por ejemplo, pensamos y resolvemos mentalmente comportarnos de cierta manera, no perder los estribos, pero cuando surge la situación real vemos que nuestros pensamientos no tienen ningún control sobre nuestros sentimientos, es decir, que no se controla al caballo. En la parábola significa que no hay riendas entre el cochero y el caballo —doy por supuesto que el cochero está en la cabina. ¿Acaso no es cierto que decidimos mentalmente no entregarnos a cierto comportamiento y sin embargo fracasamos? ¿Qué sucede en general? No podemos controlar el caballo. El comportamiento del caballo es independiente de lo que ha resuelto la mente. Por ejemplo, uno decide ser muy valiente en presencia del peligro. Estalla una bomba y ve que es incapaz de controlar el caballo. Tiembla como un poseído, etc. Esto se debe a que no hay riendas que conecten al cochero con el caballo.
Lo desdichado es que el cochero y el caballo hablan diferentes lenguajes.
El caballo —esto es, el Centro Emocional— no entiende las palabras del cochero —esto es, el Centro Intelectual. Recuerdo que G. habló muchas veces de las riendas, o sea de la manera de conectar al cochero con el caballo. ¿Qué lenguaje usa el Centro Emocional? Usa el lenguaje de las imágenes visuales. El Centro Emocional no conoce ni las palabras intelectuales ni las teorías, pero comprende las imágenes visuales. Por ejemplo, si está en peligro y se siente nervioso, si se encuentra con un hombre visiblemente tranquilo, ayuda al caballo —esto es, al Centro Emocional. El hombre calmo es una imagen visual y esto afecta al caballo y lo tranquiliza. Por una parte, pues, el Centro Emocional es gobernado por medio del lenguaje de las imágenes visuales. ¿Cómo puede ponerse en comunicación el cochero con el Centro Emocional? Entiéndanlo, no basta tener pensamientos porque el Centro Emocional o caballo no comprende esos pensamientos que por lo general toman la forma de palabras. Quiero decir que el pensar ordinario adopta la forma del lenguaje, de palabras tales como "Seré valiente", "No me importa lo que dice". De modo que es posible ver que las riendas que conectan al cochero con el caballo son cosas interesantes, y es una de las razones por las cuales G. hablaba a menudo de ellas. Supongamos ahora que uno se enfrenta con una situación que puede inducir fácilmente a ser negativo. Se dice a sí mismo "No seré negativo" o "No reaccionaré a esta situación", y mentalmente se puede decir muchas frases semejantes —esto es, el cochero— y sin embargo cuando surge la situación el caballo se desboca. Recuerdo que G. dijo en cierta ocasión en Francia:

"Sí, el cochero sabe, el caballo no sabe. El caballo no comprende. No comprende lo que dice el cochero". Es decir, no hay riendas que vayan del cochero al caballo. El cochero no sabe cómo controlar el caballo. Cree que se puede controlar disponiendo los pensamientos de cierto modo. El caballo no conoce este lenguaje. No recibe los mensajes.
De hecho, el caballo no conoce las decisiones del cochero.
Y si el cochero ignora todo acerca del caballo y no sabe aproximarse a él y hablarle, está exactamente en la posición de una persona en la cabina y sin riendas para controlar al caballo. ¿Cómo puede comprender el caballo el lenguaje del cochero? Ya sea que el cochero hable y piense en inglés o en francés o en alemán o en indostani, el caballo no conoce ninguno de estos idiomas o pensamientos verbales. Supongo que todos los habrán comprendido —que no hay riendas entre los pensamientos y los sentimientos. Hace unos días hablaba con alguien que estuvo en el Trabajo durante mucho tiempo, y esta persona me dijo que pensar en las riendas que conectan al cochero con el caballo era muy interesante, y que por medio de la observación de sí era obvio que no había conexión alguna. Y esta observación me recordó muchas cosas que se dijeron en el pasado. También me recordó con cuanta facilidad aceptamos algunas parábolas del Trabajo, algunas enseñanzas, sin detenernos a pensar profundamente en su significado. Se ha dicho muchas veces ya que el Trabajo ve cada vez con mayor hondura lo que ya ha sido visto. Las gentes entienden el Trabajo superficialmente, por ejemplo, que es preciso observar las emociones negativas, pero cuánto tiempo se necesita para lograrlo. Todo desarrollo, toda evolución interior, depende de ver más profundamente lo que ahora vemos superficialmente. Así la gente oye hablar del caballo, el coche y el cochero y también se entera de que faltan las riendas entre el cochero y el caballo, y lo toma simplemente como una afirmación. Por ejemplo, la gente suele decir: "Vaya, ¿no conoce ya la parábola del caballo, el coche y el cochero? ¿No sabía que faltaban las riendas?" Si, ¿pero han pensado alguna vez en lo que esto significa?

Ahora es preciso comprender que estamos hablando sobre el
despertar del cochero
en esta conversación. Estoy hablando del cochero que ya empieza a despertar y no está más en la taberna. Hablo de la gente que está escapando al sueño, la vanidad y las imágenes de sí, la gente que ya ha vislumbrado su Falsa Personalidad, la gente que ha empezado a ver que no es en absoluto lo que creía ser. ¿Qué significa esta primera etapa del despertar de la ebriedad? Al cabo de un tiempo de estar en el Trabajo es posible descubrir a la gente cuyo estado de sueño es más profundo que el nuestro, a la gente cuya ebriedad es más acusada que la nuestra — embriagada con la propia importancia, con sus estados negativos, embriagada con la idea de su capacidad para hacer cualquier cosa, etc. Como dije, no me refiero a dichas personas, porque es obvio que mientras un hombre o una mujer piensen que no hay nada de equívoco en ella, y consideren el Trabajo como un añadido a ellas tales como son, seguirán en la taberna en estado de embriaguez. Claro está, no se darán cuenta de que están en la taberna en estado de embriaguez. Por el contrario, tendrán una maravillosa opinión de sí, a saber, creerán que tienen Voluntad, que pueden hacer, que son eficientes, que saben lo que les conviene, que tienen un 'Yo' permanente y verdadero. A no ser que despierten de estas profundas ilusiones y que sientan su impotencia y nadidad, nunca serán capaces de trepar a la caja. Hablamos de la gente que ya ha empezado a despertar y se esfuerza por sentarse en la cabina y controlar el caballo, que sigue en la taberna pero sin estar completamente borracha.

Reflexionemos ahora sobre el significado de conectar las riendas entre el cochero y el caballo. Supongo que todos aquellos que han progresado en el Trabajo ya saben algo sobre este particular. Pero les aseguro que no me conviene explicarles
exactamente
lo que significa esta conexión. Todos ustedes conocen este tipo de pregunta: "¿Me dirá
exactamente
qué son las riendas?" Se ha dicho a menudo que el precio que hay que pagar por el Gran Conocimiento es un prolongado trabajo. Cuando me encuentro con una persona que lo entiende y no me pregunta: "¿Qué significa exactamente el Recuerdo de Sí? ¿Qué significa exactamente la absorción de sí? ¿De qué trata exactamente el Trabajo?", sé que ha empezado a despertar de su estado de embriaguez en la vida —esto es, en la taberna. Sé entonces que dicha persona ha despertado del terrible hipnotismo que tiene en su poder a la humanidad. Tenemos, pues, a un hombre que sale de la taberna, tal vez con el paso inseguro, pero capaz de ver su caballo y su coche. Quizás intente trepar a la cabina y se caiga (como lo hacemos todos), empero comprende qué es lo que tiene que hacer. Y les puedo asegurar que si han llegado a este punto ya están en el Trabajo. Desde luego, muchas veces regresan a la taberna. Muchas veces intentan trepar a la cabina y dan con su cuerpo en tierra, pero ya tienen idea de lo que trata este Trabajo. Y agregaré: no importa cuántas veces caigan mientras adviertan que no están en la cabina y deseen verdaderamente volver. Es aquí donde es preciso trabajar contra cierta clase de emociones negativas. Las riendas entre el cochero y el caballo no se hacen mecánicamente —o más bien sólo las riendas equivocadas se hacen mecánicamente. No se hacen en el primer y segundo estado de conciencia. El primer estado es el sueño real, el segundo estado es el llamado estado de vigilia. Para establecer una conexión correcta entre el Centro Intelectual y el Centro Emocional —esto es, entre el cochero y el caballo— es preciso ser capaz, por más limitada que sea la capacidad, de recordarse a sí mismo y estar alerta.

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