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Authors: Maurice Nicoll

Tags: #Autoayuda, #Esoterismo, #Psicología

Comentarios psicológicos sobre las enseñanzas de Gurdjieff y Ouspensky Volumen II (80 page)

BOOK: Comentarios psicológicos sobre las enseñanzas de Gurdjieff y Ouspensky Volumen II
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¿Qué
podría cambiar completamente el mundo en este momento? El mundo cambiaría completamente si todos tuvieran buena voluntad. Tal idea es apenas mencionada por los políticos. ¿Saben qué significa tener buena voluntad? Una persona puede imaginar que tiene buena voluntad. Supongamos ahora que dicha persona empiece por observarse a sí misma y sus acciones cotidianas, supongamos que llegue a ser responsable ante si misma de sus pensamientos interiores y de lo que dice secretamente, ¿seguirá con la ilusión de que tiene buena voluntad? Verá qué inmensa tarea es liberarse de los malos lugares en la mente y los sentimientos. Entonces comprenderá de qué trata el Trabajo y qué imposible es que la humanidad entera pueda cambiar puesto que tanto le cuesta a ella misma cambiar. Cuando tales ideas se nos ocurren empezamos realmente a pensar, a reflexionar y sentimos la necesidad de comprender. Entendemos, por ejemplo, por qué las cosas andan tal como lo hacen, y por qué nadie puede hacer nada. Pero el cambio es siempre posible para las personas que desean cambiar y desean estudiar cómo es posible cambiar y qué significa dicho cambio.

Volvamos ahora a sus órdenes de leyes que mencioné brevemente más arriba. En la enseñanza cosmológica, el Trabajo dice que el mundo es creado del Absoluto, es decir, de lo incondicionado, de lo que no está bajo ley alguna. El primero y más elevado nivel de creación es producido por las tres fuerzas de la Trinidad, la fuerza activa, la fuerza pasiva y la fuerza neutralizante. Este primer orden de creación está bajo tres leyes, o una trinidad de fuerzas. El segundo orden de creación está bajo 3 leyes y 3 leyes propias, o sea 6 órdenes de leyes. Este proceso prosigue descendiendo a todos los niveles de creación. Nuestro mundo está situado en un punto muy bajo y se encuentra bajo 48 órdenes de leyes. Pero esto será explicado detalladamente luego. En términos generales, la Tierra está bajo las leyes del Sistema Solar, el Sistema Solar está bajo las leyes de la Vía Láctea o Galaxia Estelar, la Galaxia está bajo las leyes de todas las Galaxias, y así sucesivamente, tal como en el Ejército, un soldado está bajo más leyes que un suboficial, y éste está bajo más leyes que el Coronel, y el Coronel bajo más leyes que el General, etc. Esto es llamado orden o escala y el Trabajo considera el Universo como un orden o escala. En ese orden o escala la Tierra está en un punto muy bajo y la Luna en el nivel más bajo. Es preciso comprenderlo no sólo física y literalmente sino psicológicamente.

Quaremead, Ugley, 25 de agosto, 1945
Conocimiento y reconocimiento del trabajo

Con el fin de estar bajo menos leyes nos ponemos deliberadamente bajo más leyes, es decir, bajo la Ley del Trabajo. Para estar bajo mejores influencias debemos ponernos bajo más influencias que no provienen de la vida, sino del Círculo Consciente de la Humanidad. Supongamos que un hombre nunca trabaja sobre sí. Supongamos que nunca intenta recordarse a sí mismo y aunque lo oyó decir repetidas veces —esto es, está enterado de esta idea del Trabajo— nunca ha llegado al punto de hacer algún esfuerzo por recordarse a sí mismo. Dicho hombre no hace ningún esfuerzo de Trabajo. O asimismo, supongamos que nunca se observa a sí mismo; nuevamente no hace ningún esfuerzo de Trabajo. En tal caso el Trabajo no tiene ninguna acción posible sobre él ni tampoco dicho hombre tiene internamente conexión alguna con el Trabajo. ¿Por qué no está conectado con el Trabajo? No realiza intento alguno de aplicar el Trabajo a si mismo ni de entender su verdad en él mismo. Quizá nunca piense acerca de ello salvo de una manera ociosa o sarcástica. Ahora bien, mucho depende de cómo pensamos acerca de las ideas de este Trabajo. Es sólo la parte más honda de nosotros la que puede cambiar y a no ser que pensemos el Trabajo desde esa parte más honda, éste sigue siendo algo externo a nosotros, algo que está fuera de nosotros. Un hombre puede conocer el Trabajo y no reconocerlo. O también, puede no reconocerlo para si. Por cierto este profundo reconocimiento exige tiempo porque hay muchos "Yoes" en nosotros que no desean trabajar o que convierten el Trabajo en una mera cuestión de memoria, es decir, recuerdan las ideas formatoriamente pero no las sienten emocionalmente. Por esa razón el Trabajo dice que un hombre debe valorar las ideas y ello significa que debe sentirlas emocionalmente. Me lo habrán oído decir a menudo antes, pero nunca se lo repite bastante. El Trabajo no es algo de lo que se oye hablar de vez en cuando sino algo que ha de estar eventualmente siempre con uno, algo en lo cual se piensa más que en los intereses y problemas de la vida. Esto necesita tiempo. Como dije, es la manera en que pensamos las ideas del Trabajo lo que hace que establezcamos o no una profunda conexión con él. Desde luego, si no lo valoramos, no puede afectar nuestro pensamiento o cambiarlo. Las emociones, los afectos, establecen conexiones.

Lo que cuenta es nuestro pensamiento más interno —es decir, cómo pensamos en nuestra soledad— tras la fachada, porque allí surge todo lo que es esencial y desde allí puede crecer la Esencia, no desde nuestros pensamientos exteriores o pensamientos de vida. Es posible hablar muy bien del Trabajo y empero no reconocerlo profundamente, esto es, esencialmente. Como dijo una vez el Sr. Ouspensky: "Tenemos que quitarnos muchos abrigos".

Cuando el Trabajo empieza a penetrar más profundamente en un hombre, produce un conflicto continuo, no un conflicto violento, agitado, sino un conflicto tranquilo, casi sin palabras. Halla que a cualquier lugar que vaya, y que cualquier cosa que haga, tiene la conciencia del Trabajo en él. Empieza a ver la vida a la luz del Trabajo. A este respecto se diferencia de las otras personas que viven sumergidas en las cosas del mundo. A veces ve más claramente y otras más oscuramente, pero percibe que algo progresa, en sus honduras, algo que, previamente, antes de que conociera el Trabajo, no existía. Desde luego, ya sabe muy bien que es inútil tratar de persuadirse de la verdad del Trabajo. No es cuestión de persuasión, sino de reconocimiento, y el reconocimiento viene percibiendo la verdad del Trabajo por medio de su aplicación a uno mismo. Cada una de las ideas del Trabajo empieza a expandirse en significados cada vez más amplios. En realidad se empieza a ver que el Trabajo es así sin que se ceda a él profundamente. Su Ser se resiste a su Conocimiento. No hace lo que sabe y así por regla general no sabe lo que hace. Y sin embargo en todo momento percibe que hay algo nuevo que siempre obra sobre él de una manera silenciosa, sin persuasión, sin compulsión. Así siente un calor constante, un dolor constante. El Trabajo está ahora en él. Un hombre que se encuentra en este estado es necesario que trabaje sobre sí mismo y que preste atención a cada una de las ideas del Trabajo y vea sus ramificaciones. Aprenderá que para él es particularmente necesario que intente recordarse a si mismo, porque el acto de Recuerdo de Sí nos pone en contacto con influencias que de otro modo no nos llegarían. Pensar no es bastante. El Recuerdo de Sí es necesario y no es pensar. Además, no se deja ser negativo, porque esto estropea todo. Y finalmente, recuerda que hay tres líneas de Trabajo y que cuando no puede trabajar sobre una siempre puede trabajar sobre otra.

Añadiré una cosa que se dijo hace poco: es preciso aislarse uno mismo de las influencias de vida por medio de la no identificación con el fin de dejar lugar al sentimiento para el Trabajo. Si una persona no tiene lugar en sí misma para este Trabajo, ¿de qué manera éste puede influir sobre ella?

Quaremead, Ugley, 1º de septiembre, 1945
Nuevo comentario sobre el esfuerzo de trabajo

En este Trabajo todo esfuerzo ha de ser inteligente. Debe estar respaldado por un propósito que una persona entiende inteligentemente y debe ser llevado a cabo con su consentimiento. Todo esfuerzo verdadero —esto es, todo esfuerzo inteligente— se refiere al desarrollo de los lados no desarrollados de nosotros mismos. Cada uno de nosotros tiene una máquina que sólo está desarrollada escasa y unilateralmente. Todo esfuerzo de Trabajo inteligente se refiere a desarrollar todos los lados de la máquina a la cual estamos conectados y a hacerla funcionar correctamente. Sin embargo, muchas personas tienen la idea de que el esfuerzo significa simplemente hacer algo que no se quiere hacer sin comprender la necesidad de hacerlo. O también, la gente cree que el esfuerzo sólo consiste en no hacer algo, en refrenarse de hacer algo.

Ahora bien, todo esfuerzo de Trabajo se basa en el entendimiento y si se hace un esfuerzo sin entender lo que se está haciendo no se llega a parte alguna. Carece de significado para uno. En este Trabajo un hombre, por medio de la observación de sí puede llegar a saber que está siempre en un centro y que no usa sus otros centros. Si ha empezado a comprender el Trabajo se hará el propósito de esforzarse en la dirección de sus centros o partes de centros no desarrollados. Este es un propósito inteligente, un esfuerzo inteligente. Esforzarse en una dirección sin verdadera conexión con lo que se necesita es una experiencia muy buena pero puede no dar resultado porque no se hace desde nuestro entendimiento y nuestra percepción interior de lo que es necesario para uno mismo. Tal vez me proponga levantarme temprano por la mañana y pasarme el día trabajando la tierra en el campo y luego me hallo demasiado cansado para pensar. Entonces pienso quizá que debo levantarme aún más temprano al día siguiente y trabajar la tierra con más empeño. Pero, ¿acaso hago este esfuerzo desde mi entendimiento? Tales esfuerzos son artificiales, arbitrarios. Son muy útiles al principio porque ofrecen amplia materia para la observación de sí y para esa rara forma de pensamiento que es decir, "¿Qué estoy haciendo verdaderamente y por qué razón?" Por ejemplo, tal vez me convenga más no ir al campo ni pasarme el día trabajando la tierra, sino en lugar de ello hacer un esfuerzo sobre mi Centro Emocional y mis sentimientos negativos, o hacer un esfuerzo sobre mi Centro Pensante y resolver algo que había evitado hacer en mi mente. Todos saben que hay una clase de esfuerzo llamado en el Trabajo esforzarse en evitar el esfuerzo. Algunos de ustedes han tenido conciencia de que es preciso hacer un esfuerzo diferente, en la mente o en la no identificación con las emociones desagradables, y en lugar de hacerlo, van, por así decirlo, a trabajar la tierra. Es más fácil, pero no es inteligente. No se basa en la comprensión de nuestra situación.

¿Qué hay que hacer para cambiar las relaciones con los propios centros? El primer fin que se propone este Trabajo es llegar a ser el hombre Nº 4 —esto es, el Hombre Equilibrado— y dejar de ser un hombre unilateral ya sea el Hombre Nº 1 —es decir, un hombre puramente físico— sea el Hombre Nº 2 o el Hombre Nº 3. En la vida todos son unilaterales, unicentrados, y por esta razón no hay una persona que entienda a otra. Un esfuerzo correcto produce mucho mejores resultados que un esfuerzo no inteligente, pero sólo se llega a comprender qué significa un esfuerzo correcto cuando un hombre se observa de una manera sincera y completamente objetiva. De otro modo no será capaz de ver qué parcial es y cómo en lugar de viajar sobre cuatro ruedas siempre trata de andar sobre una. Al mismo tiempo, como dije, los esfuerzos artificiales son útiles para los propósitos de la observación de sí y para adquirir conciencia de la Segunda Fuerza. Es menester disparar, por así decirlo, muchas balas en diversas direcciones, pero al cabo de un tiempo uno verá que una bala dio en el blanco: hay una cosa que es preciso hacer. Supongamos que una persona gusta de criticar o difamar y resuelve hacer el esfuerzo de trabajar la tierra todo el día. Por cierto no da en el blanco. No hace ningún esfuerzo contra su tendencia a criticar o a hablar mal de los otros abierta o privadamente. No se domina de una manera correcta. No ve que debe aplicar su esfuerzo precisamente, en la dirección de no criticar demasiado o de difamar a los otros. Al mismo tiempo, el esfuerzo físico es necesario en el Trabajo. G. nos enseñó que debemos destruir nuestra pereza, hablando físicamente, y de esta manera ir más allá de lo que haríamos comúnmente en la dirección del esfuerzo físico, en el reino de las cacerolas y sartenes, de trabajar la tierra, de trabajar con las manos, o nos veremos impedidos y seremos incapaces de trabajar sobre nosotros mismos de otra manera cualquiera. Ahora bien, si se examina a una persona que trabaja físicamente se advertirá que por lo general no trabaja en absoluto sino que hace lo que se le ha dicho de hacer y en realidad no consiente en ello ni lo piensa inteligentemente. G. dijo que en todo trabajo físico habría que emplear a todos los centros para que llegara a ser inteligente y útil. Supongamos que trabajo todo el día la tierra y nunca reparo en lo que estoy haciendo ni en cómo uso la pala sino que sigo haciéndolo mecánicamente; luego no estoy trabajando. Esto es llamado esfuerzo mecánico para distinguirlo del esfuerzo consciente. La manera más sencilla de comprender la diferencia es reparar en lo que se está haciendo, reparar en la resistencia a lo que se está haciendo y tratar de trabajar sobre sí de tal manera que lo que se esté haciendo se lo haga con el propio consentimiento, con la propia comprensión. Entonces, el esfuerzo se convertirá, hablando relativamente, en esfuerzo consciente, y se terminará el día fortalecido en lugar de estar meramente agotado y posiblemente negativo. Un hombre, dijo G., que está trabajando físicamente, debe intentar dominar lo que está haciendo —a saber, reparar en lo que está haciendo y cómo hacerlo más fácilmente, más rápida e inteligentemente—. Todo lo que se hace mecánicamente está perdido pero todo lo que se hace conscientemente pertenece a quien lo hace. Por ejemplo, la bondad mecánica es inútil en el Trabajo, pero la bondad consciente, activa, procura energía. Hacer algo difícil en el momento en que menos ganas se tiene de hacerlo, si se lo hace inteligentemente, siempre otorga energía. Pero si se trabaja de un modo cualquiera con una continua consideración interior, con pensamientos y sentimientos continuos de que lo que se está haciendo debería ser hecho por otra persona, los esfuerzos son inútiles y ello se aplica hasta a las cosas más nimias que se hacen aquí. Nuestra tarea radica en usar las partes de los centros que ordinariamente no se usan para abrir la casa de tres pisos en que vivimos y de la que sólo ocupamos una pequeñísima parte. Es exactamente el ocupar una pequeñísima parte de la casa de tres pisos lo que hace que la vida sea tediosa y produzca ese curioso estancamiento de vida que todos sentimos.

Ahora bien, si no tratamos de transformar el día y lo que nos trae —esto es, si no se realiza un esfuerzo consciente con respecto a uno cualquiera de los eventos del día— no se hará un esfuerzo de Trabajo. Se reacciona mecánicamente, como se lo hizo siempre, a cada momento del día. Esto es indeseable. Al cabo de un tiempo, cuando el Trabajo empieza a tocar un hombre, éste odiará el hacer mecánico. Entonces quizá conozca lo que significa transformar el día, transformar el momento, ese mismo momento en que está oyendo esta disertación. Se nos ofrece la posibilidad de transformar cada momento. Se nos ofrece la posibilidad de encarar la vida de un modo muy diferente. Una manera de encararla es no hablar de todo, guardar silencio. El Trabajo es una disciplina orientada hacia todas las direcciones, hacia cada centro, no sólo cuando se está aquí sino cuando se está empeñado en los asuntos necesarios de la vida. Se puede llevar la atmósfera del Trabajo en cuanto se hace. Pero si se identifica con todo y hace cuentas interiores, será imposible. La vida lo devorará. Considerar las cosas desde el punto de vista del Trabajo puede alterar el Ser. Si se hace un esfuerzo de esa clase, o sea llevar el Trabajo en lo que se hace, se trabajará inteligentemente, se hará un esfuerzo inteligente. Desde luego no hay que hacerlo pesadamente sino con cierta ligereza de tacto que uno mismo gradualmente encuentra. No hay que mostrar demasiado que se está trabajando.

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