El discípulo de la Fuerza Oscura (43 page)

BOOK: El discípulo de la Fuerza Oscura
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—Exar Kun era el más grande de todos mis estudiantes —dijo el Maestro Vodo—, pero estaba corrompido. Fue seducido por los poderes a los que obtuvo acceso a través de sus estudios de las antiguas enseñanzas Sith.

Luke asintió solemnemente.

—Me temo que quizá le haya ocurrido lo mismo a algunos de mis estudiantes, Maestro Vodo. ¿Volvió Exar Kun alguna vez al seno de los poderes del bien?

—No fue posible —dijo la imagen del Maestro Vodo—. Yo era su maestro, por lo que también fui el único de todos los Jedi aliados que partió para enfrentarse con él, albergando la esperanza de que podría hacerle cambiar. Sabía que era una misión casi imposible, pero no tenía otra elección. Debía intentarlo.

—¿Qué ocurrió? —preguntó Luke.

La imagen parpadeó como si una chispa hubiera brotado de repente en las profundidades del Holocrón, pero el Maestro Vodo volvió a aparecer enseguida.

—Exar Kun me destruyó. Mató a su propio maestro.

Luke se sintió repentinamente arrancado de la historia, y se acordó que las imágenes del guardián del camino almacenadas en el Holocrón eran simulacros interactivos con personalidades grabadas sobre ellos, y no los auténticos espíritus de Maestros Jedi muertos hacía mucho tiempo.

—¿Y qué fue de Kun al final de la Guerra Sith? —preguntó.

—Todos los Jedi se unieron y fueron a la luna de las junglas para formar un frente unido contra la fortaleza Sith que había construido Exar Kun. Los Jedi aliados combinaron sus poderes para lanzar un colosal ataque aniquilador.

La imagen del Maestro Vodo volvió a parpadear, se disolvió en una nube de estática y se recompuso unos instantes después.

—... que aniquiló a los supervivientes de la raza massassi y...

La imagen se descompuso, parpadeó, volvió a formarse y volvió a esfumarse, como si algo estuviera interfiriendo con el funcionamiento del Holocrón.

—Pero Exar Kun... ¿Qué fue de Exar Kun? —preguntó Luke.

No podía entender qué le estaba ocurriendo al Holocrón. Luke lo agitó y le dio unos cuantos golpecitos, y después volvió a ponerlo sobre la mesita y retrocedió para poder ver mejor la imagen holográfica del Maestro Jedi.

Un nudo oscuro apareció en el interior del cubo lleno de estática, como si una tormenta surgida de la nada estuviera formándose dentro de las paredes traslúcidas. El Maestro Vodo-Siosk Baas volvió a aparecer un instante después.

—... pero Kun consiguió...

Y de repente la imagen del Maestro Vodo se convirtió en un millar de fragmentos iridiscentes de luz coloreada, como si un poder superior al del artefacto Jedi la hubiera hecho pedazos desde dentro.

La oscuridad que había surgido dentro del Holocrón se fue haciendo más negra y grande, y se fue hinchando poco a poco como una explosión vista a cámara lenta. Arcos de fuego rojizo salieron disparados en todas direcciones desde el puño negro. Las caras del cubo se partieron con un estridente alarido de energía bruscamente descargada, y el Holocrón empezó a expulsar espesas nubes de vapor mientras se derrumbaba sobre sí mismo con un diluvio de chispas, un surtidor de humo negro y una pestilencia de circuitos electrónicos y componentes orgánicos fundidos.

Luke retrocedió mientras alzaba las manos para protegerse los ojos de la repentina y cegadora conflagración. Durante un momento pareció como si una sólida forma negra encapuchada surgiera del Holocrón, una silueta que caminaba y reía con una grave voz subsónica. Después la forma desapareció, disipándose en las paredes de piedra.

Luke sintió cómo la fría garra del miedo se cerraba sobre él. El pequeño cubo blanco que había sido el Holocrón, aquel artefacto Jedi de tan inmenso valor, se había convertido en una masa fundida esparcida sobre la mesa.

Luke tendría que encontrar sus propias respuestas... y tendría que hacerlo pronto.

30

—¡Ya estoy harta de todo esto, Luke!

Luke alzó la mirada y vio cómo Mara Jade salía del turboascensor del hangar del Gran Templo. Llevaba unos cuantos días en la luna de las junglas y ya había estado en ella el tiempo suficiente para aprender cómo utilizar sus capacidades Jedi, pero el incidente con Kyp Durron y la pérdida de su caza personal habían hecho que la experiencia se volviera repentinamente muy desagradable para ella.

Luke dio la espalda a Erredós y los dos estudiantes Jedi con los que había estado hablando. Kirana Ti se inclinó para coger el fardo de provisiones que ella y Streen necesitarían para su corta estancia en la jungla. Kirana Ti llevaba las prendas de piel de reptil y el complejo casco de batalla que había traído consigo de Dathomir, su duro y salvaje planeta natal.

Streen se removió nerviosamente y alzó la mirada hacia el haz de claridad solar que se deslizaba por debajo de la puerta del hangar a medio abrir. Llevaba el mono de vuelo repleto de bolsillos que conservaba de sus días como buscador de gases en Bespin.

Mara fue hacia ellos con paso rápido y decidido, apretando el cinto que recogía los pliegues de su túnica Jedi mientras caminaba. Luke la miró y pensó en lo mucho que había cambiado desde su primer encuentro con ella en Myrkr, aquel mundo de contrabandistas tan hostil y poco acogedor.

Mara se detuvo delante de él, lanzó una breve mirada a los dos candidatos Jedi que esperaban el momento de iniciar su viaje por la jungla y después los ignoró por completo.

—No puedo negar que he aprendido muchas cosas aquí, Luke —dijo—. Pero Talon Karrde me proporcionó el control de la alianza de contrabandistas, y tengo demasiadas cosas que hacer. No puedo pasarme el día entero meditando. —Su rostro esbelto de rasgos finamente cincelados parecía estar enrojecido de ira incluso en la tenue claridad del hangar—. Tu estudiante favorito se ha largado con mi nave, por lo que necesito que solicites otro transporte para poder salir de aquí.

Luke asintió, sintiendo una cierta diversión ante su apuro y un poco de irritación ante aquella referencia a la traición de Kyp Durron.

—Disponemos de un equipo de comunicaciones en la sala de guerra de la segunda terraza —dijo—. Puedes ponerte en contacto con Karrde y pedirle que te envíe otra nave.

Mara soltó un bufido.

—Karrde sólo permite que me ponga en contacto con él a intervalos acordados de antemano —replicó—. Siempre está en movimiento... Dice que lo hace porque teme que alguien haya ofrecido una recompensa por su cabeza, pero yo sospecho que sencillamente no quiere que se le moleste para nada. Afirma haberse retirado del contrabando, y dice que quiere vivir como un ciudadano normal y corriente.

—Siempre puedes ponerte en contacto con Coruscant —dijo Luke con afabilidad—. Estoy seguro de que te enviarán una lanzadera. De hecho, probablemente ya les toque enviarnos otro cargamento de suministros...

Mara frunció sus opulentos labios.

—Bueno, disponer de un chofer de la Nueva República sería una novedad bastante agradable...

Luke buscó algún sarcasmo oculto en su comentario, pero sólo encontró auténtico humor y meneó la cabeza.

—No sé a quién puedes conseguir como voluntario para un trabajo tan horroroso.

Cuando Lando entró corriendo en los aposentos de Han y Leia sin tomarse la molestia de llamar a la puerta, Han Solo estaba estudiando una lista de opciones de entretenimiento interactivo para los gemelos. Jacen y Jaina estaban sentados en el suelo, jugando impacientemente con unos relucientes juguetes autoconscientes que siempre estaban tratando de huir de las manecitas de los niños.

Cetrespeó estaba inmóvil junto a Han, y parecía un poco nervioso.

—Estoy perfectamente cualificado para la labor de selección, señor —dijo el androide de protocolo—. Estoy seguro de que conseguiré encontrar algo que divierta a los gemelos.

—No confío mucho en tus elecciones, Cetrespeó —replicó Han—. ¿Te acuerdas de lo bien que se lo pasaron en el Zoo Holográfico de Animales Extinguidos?

—Eso fue una anomalía, señor —dijo Cetrespeó.

Lando entró corriendo en la habitación y miró a su alrededor.

—¡Han, viejo amigo! —exclamó al verle—. Necesito que me hagas un favor... un gran favor.

Han dejó escapar un suspiro y confió el proceso de selección a Cetrespeó.

—De acuerdo, escoge tú... Pero te advierto que si luego resulta que no les gusta, dejaré que los gemelos se diviertan haciéndote una revisión de mantenimiento completa.

—Eh... Lo he entendido, señor —dijo Cetrespeó, y concentró toda su atención en la tarea.

Han se volvió hacia Lando.

—¿De qué clase de favor se trata? —preguntó cautelosamente.

Lando se puso la capa encima del hombro y se frotó las manos.

—Yo... Eh... Bueno, la verdad es que necesito que me prestes el
Halcón
..., sólo durante algún tiempo.

—¿Qué? —exclamó Han.

—Mara Jade se ha quedado atrapada en Yavin 4 sin ningún medio de transporte, y necesita que la saquen de allí —se apresuró a explicarle Lando—. Quiero ser el galante caballero que la rescate, Han. Anda, deja que me lleve el
Halcón
... Por favor.

Han meneó la cabeza.

—Mi nave no va a ir a ninguna parte sin mí —dijo—. Además, si estás intentando impresionar a Mara Jade... Bueno, francamente no creo que ir a rescatarla en una nave como el
Halcón
sea la mejor manera de conseguirlo.

—Oh, vamos, Han... —dijo Lando—. Yo te llevé a rescatar a Leia cuando Calamari estaba siendo atacado, ¿no? Me debes un favor.

Han suspiró.

—De acuerdo —dijo—. Supongo que no me iría nada mal tener una excusa para visitar a Luke y Kyp en la Academia Jedi. Además —añadió volviéndose hacia Cetrespeó con una sonrisita sarcástica en los labios—, al menos esta vez Leia se encuentra aquí para cuidar de los niños...

El
Halcón Milenario
se posó delante del gran templo massassi y Han bajó por la rampa para ver a Luke corriendo hacia él con el rostro tan lleno de placer y alegría como si aún fuera aquel joven de Tatooine que soñaba con vivir grandes aventuras. Han sonrió y siguió bajando por la rampa con sus botas resonando sobre las planchas metálicas. Luke se lanzó sobre él para estrecharle en un abrazo entusiástico que no resultaba nada digno de un Maestro Jedi.

—¿Estás disfrutando de tus pequeñas vacaciones lejos del bullicio de la política galáctica, Luke? —preguntó.

Los rasgos de Luke se ensombrecieron.

—Bueno, la verdad es que no me atrevería a decir que esté disfrutando mucho de ellas...

Lando Calrissian salió del
Halcón
después de haber dedicado unos momentos a peinarse, alisar sus ropas y asegurarse de que su apariencia resultaba todo lo atractiva y elegante que estaba en sus manos conseguir. Han puso los ojos en blanco, pues estaba convencido de que la delicadeza y la educación no eran la manera más adecuada de conseguir el afecto de Mara Jade.

La ira que siempre había hervido en su interior parecía haberse disipado bastante, pero Mara seguía mostrando una dureza cortante que hizo que Han se preguntara por qué Lando estaba tan interesado por aquella mujer que en tiempos se había llamado a sí misma «Mano del Emperador». Han siguió pensando en ello, y de repente comprendió que cuando vio por primera vez a Leia le había parecido que la princesa de Alderaan era una mezcla de la frialdad más gélida imaginable con el mal genio más ardiente concebible..., ¡y no había más que ver cómo había resultado ser Leia en realidad después!

La esbelta silueta de Mara Jade emergió por la puerta entreabierta del hangar oculto en la base de la enorme pirámide escalonada de piedra. Llevaba un saco de viaje encima del hombro.

Lando bajó corriendo por la rampa y le dio una apresurada palmada a Luke en la espalda.

—¿Qué tal te va todo, Luke? —preguntó, y después cruzó corriendo la pista hacia Mara con tanta prisa que faltó muy poco para que tropezara y cayese—. Nos hemos enterado de que necesitas un medio de transporte —dijo mientras se ofrecía a cargar con su saco de viaje—. ¿Qué le ha pasado a tu nave?

—No me hagas preguntas sobre ese tema —respondió Mara, y después le contempló en silencio durante unos momentos con una sonrisita burlona en los labios antes de alargarle su pesado saco de viaje—. Así que por fin has encontrado algo que sí estás cualificado para hacer, ¿eh, Calrissian? Veo que te has convertido en un excelente mozo de equipajes.

Lando se echó el saco de viaje al hombro y movió la mano señalando el
Halcón
.

—Venga conmigo y la llevaré a la lanzadera de Personalidades Muy Importantes, señora —dijo.

Han retrocedió un poco y miró a su alrededor, recorriendo las junglas llenas de vapores húmedos y el Gran Templo cubierto de lianas con los ojos.

—Bien, ¿y dónde está Kyp? —preguntó.

Luke mantuvo la mirada clavada en sus pies durante unos momentos, y después fue alzando la vista tan lentamente como si estuviera haciendo acopio de valor mediante alguna clase de ejercicio Jedi hasta que sus ojos se encontraron con los de Han.

—Tengo malas noticias para ti —dijo—. Kyp... Bueno. Kyp y yo no logramos ponernos de acuerdo sobre la rapidez con la que debía aprender nuevas habilidades que encerraran un cierto peligro y cuál era la mejor manera de desarrollar sus capacidades con la Fuerza.

—¿Qué quieres decir? —preguntó Han, y se agarró a un pistón de la rampa de entrada del
Halcón
como si estuviera a punto de perder el equilibrio—. ¿Está herido? ¿Por qué no te pusiste en contacto conmigo?

Luke meneó la cabeza.

—No sé qué le ocurrió —replicó—. Kyp ha estado practicando con ciertas técnicas que temo puedan acabar impulsándole hacia el lado oscuro. Estoy muy preocupado, Han... Kyp es el estudiante con más poder de todos los que he tenido aquí. Robó la nave de Mara Jade y se fue de Yavin 4. No tengo ni idea de dónde se encuentra ahora o de qué puede estar haciendo.

Han había apretado los labios hasta convertirlos en una delgada línea, pero Luke siguió hablando.

—Kyp tiene dentro un gran poder y mucha ira y ambiciones... pero muy poca comprensión o paciencia. Esa combinación puede llegar a resultar muy peligrosa.

Han se sentía impotente, y apenas se dio cuenta que Lando escoltaba a Mara Jade por la rampa de entrada hasta el interior del
Halcón
.

—No sé qué puedo hacer, Luke —dijo.

Luke asintió con expresión preocupada.

—Yo tampoco.

El
Halcón Milenario
avanzaba a toda velocidad por el hiperespacio acompañado por el leve zumbido vibratorio de los motores hiperlumínicos. Lando intentó no levantar la voz mientras se inclinaba hacia Han en la cabina.

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