En cambio, yo no podía apartar los ojos.
La luz se desplegó, extendiéndose hacia fuera para desterrar la oscuridad. Una esfera de luz rodeó la tumba, y luego una esfera de luz rodeó a todos los que estábamos cerca de la tumba. La luz fluyó hacia el exterior, en dirección a la arboleda, la destruida ciudad de Merilon, el mundo destrozado de Thimhallan.
La luz iluminó el cielo y abarcó las naves espaciales.
La luz nos elevó.
Me encontraba en una esfera refulgente que me conducía hacia lo alto, y al mirar hacia abajo, vi a mis pies la hierba oscura mojada por la lluvia. Vi a Smythe que miraba hacia lo alto asombrado y horrorizado; contemplando cómo su propia muerte se abatía sobre él desde los cielos. Thimhallan, un mundo fundado por exiliados, se alejó de mí.
Nosotros mismos seríamos exiliados, refugiados que huían a un nuevo mundo, iluminado por una estrella lejana.
Pero llevábamos a la magia con nosotros.
Tras leer y revisar mi manuscrito, Saryon sugirió que incluyera una explicación detallada de nuestro «juego de rayuela» con el tiempo, por temor a que muchos de los lectores pudieran sentirse confundidos. Lo cierto es que, como él mismo dijo, ya era bastante confuso sólo con vivirlo. Cuando Scylla me lo explicó más tarde, después de que nos instaláramos en nuestro nuevo mundo, todo tuvo mucho más sentido y, por lo tanto, he incluido sus descripciones de las líneas temporales alternas en el apéndice que se adjunta a continuación.
Ya he escrito antes sobre los diferentes Misterios de la Vida que existían en Thimhallan. Eran nueve, siete de los cuales existían en el mundo durante la época en que vivió Joram. Dos de los Misterios —el del Tiempo y el del Espíritu— se perdieron durante las Guerras de Hierro, y se creyó que todos sus practicantes habían muerto. No era ése el caso. Scylla pertenecía al Séptimo Misterio, el del Tiempo, era una Adivina.
Puesto que poseían la habilidad de ver tanto el futuro como el pasado, se consideraba que los Adivinos eran los que estaban más cerca de poder ver la Mente de Dios.
—Nosotros no consideramos el futuro como un único y largo sendero —me explicó Scylla—. Más bien, lo vemos como varios senderos que se bifurcan de una carretera principal. Los mortales sólo pueden recorrer un sendero a la vez, el que hayan elegido. El resto son futuros alternos, lo que podría haber sido.
Los Adivinadores miraron al futuro y vieron a los hch'nyv. Vieron la derrota definitiva de las Fuerzas Terrestres, la erradicación de la vida humana del universo.
—Eso existía en todos los senderos —siguió Scylla—. En todos excepto uno y eso en sólo una de sus muchas ramificaciones. Si Joram podía ir a la tumba de Merlin durante la última noche y en el último segundo del último minuto de la última hora y durante ese segundo entregar la Espada Arcana a Merlin, el más poderoso de todos los magos podría lanzar un conjuro que salvaría a la humanidad de la destrucción y la transportaría a un mundo nuevo.
»Por desgracia, cada sendero que tomábamos para llegar hasta ese segundo de tiempo acababa en desastre.
»Por lo general, no nos entrometemos con el tiempo, pero esto era una situación crítica. Existía una posibilidad, muy débil, pero esa posibilidad sólo podía hacerse realidad mediante una manipulación de los diferentes tiempos: saltando entre tiempos. Resultaría arriesgado, porque a los participantes había que rescatarlos de su tiempo antes de que murieran y transportarlos a otro. A dos de ellos (tú, Reuven, y a Mosiah) había que soltarlos en medio de vidas alternas que jamás supisteis que habíais vivido.
»Era indispensable que los dos pudierais recordar los tiempos alternos, aunque ello os provocara una gran confusión, pues debíais poder tomar lo que aprendíais en uno y trasladarlo a otro.
»En cuanto a Eliza y el Padre Saryon, las tareas que cada uno debía llevar a cabo eran tan peligrosas que pensé que lo mejor, para su propia paz mental, sería que ninguno de ellos conociera la existencia del tiempo alterno, ya que tal información podría provocar una vacilación por su parte en un momento crítico. También, el que se sintieran tan a gusto en sus propios tiempos os ayudó a ti y a Mosiah a adaptaros con mayor rapidez.
»Era mejor que dos de vosotros estuvierais hechos un lío que lo estuvieran todos —concluyó Scylla con una amplia sonrisa.
Eso depende del cristal con que se mire, supongo yo.
Creo que esto pone punto final a mi historia. Ahora debo dejar a un lado mi manuscrito, porque es el día de mi boda. Hoy hace exactamente un año que estamos en el nuevo mundo y Eliza y yo celebraremos el aniversario contrayendo matrimonio.
Su padre, Joram, ha aceptado nuestra unión, aunque no me considera lo bastante bueno para su hija. Nunca me querrá, pero creo que estoy empezando a gustarle un poco. Dice que ve muchas cosas del Padre Saryon en mí y sonríe con esa oscura sonrisa suya cuando lo dice, de modo que lo considero un cumplido. En su mayor parte, al menos.
En Gwendolyn he encontrado a la madre que nunca conocí. Ha aprendido el lenguaje mímico para comunicarse conmigo y pasamos una parte de cada día estudiando, pues se dedica a enseñarme muchas cosas que necesito saber sobre el modo en que usa la Vida. La magia abunda en este nuevo mundo nuestro, e incluso los catalistas pueden usarla.
Todos excepto el Padre Saryon. Y Joram.
Éste no quiere ni intentarlo, a pesar de que tanto Gwen como Eliza lo importunan constantemente para que lo haga; pero él se siente satisfecho tal y como es, lo que debe ser la mayor bendición que ha recibido en esta vida.
En cuanto a Scylla y a Mosiah, se casaron al llegar a nuestra nueva parte del universo, y la suya es una vida muy interesante aunque también peligrosa. Pues, del mismo modo que existen zonas oscuras y ocultas en el corazón humano, también existen zonas oscuras y ocultas en el mundo que hemos creado.
El Padre Saryon se siente, por fin, realmente feliz y satisfecho; y ahora pasa el tiempo formulando una nueva teoría de la relatividad, después de descubrir dónde se equivocó Einstein en la anterior.
En cuanto a Simkin, no lo hemos visto desde que abandonamos Thimhallan.
Pero siempre observo con atención cualquier cosa de color naranja.
Esto es un resumen de la descripción de Scylla sobre nuestro «juego de rayuela con el tiempo», tal y como Mosiah lo expresó de una forma tan poco elegante. He transcrito cada una de las tres líneas temporales en que nos vimos involucrados. Descubriréis las partes donde fueron cortadas y encajadas en mi relato.
Primera línea temporal
Se forja la Espada Arcana, Joram marcha al Más Allá y desaparece durante diez años. Cuando regresa a Thimhallan, lo hace para advertir sobre Menju el Hechicero, un practicante del Culto Arcano (uno de los caballeros sangrientos) que planea atacar este mundo. Los ejércitos de la Tierra atacan. Joram va al templo de los Nigromantes, en busca de ayuda para su esposa, Gwendolyn, que no se comunica con los vivos, sino que lo hace sólo con los muertos. Aquí, debido a la traición de Simkin, Joram es asesinado por la bala de un sicario.
Un apenado Padre Saryon recupera la Espada Arcana, y rescata también a Gwen, con la que huye a El Manantial. Los soldados de la Tierra atacan El Manantial y mueren algunos de los catalistas aunque muchos más consiguen ocultarse en las numerosas catacumbas y galerías subterráneas. Es aquí donde Saryon encuentra a un niño de cinco años llamado Reuven, acurrucado cerca de los cuerpos sin vida de sus padres. Saryon rescata al niño y lo lleva junto con Gwen a un lugar seguro.
Gwen continúa sumida en su locura, pero ahora se siente muy feliz porque puede hablar con Joram, que ha pasado a ser uno de los muertos. Anhela reunirse con él y permanece entre los vivos sólo el tiempo suficiente para dar a luz a la hija de ambos, Eliza. Gwen muere poco después, y Saryon tiene que ocuparse de Eliza y de Reuven. Manteniendo en secreto la identidad de la niña, huye con las dos criaturas a Zith-el.
Los ejércitos de la Tierra obtienen la victoria, Menju el Hechicero planea apoderarse de Thimhallan, pero se abre un cisma entre los seguidores de los Cultos Arcanos. Menju es juzgado ante el Sol-T'kan, y es declarado culpable de innumerables crímenes, siendo el mayor de ellos su intento de gobernar solo en Thimhallan, sin compartir ninguno de sus recursos con sus hermanos. Menju es ajusticiado, y Kevon Smythe se hace cargo de la jefatura de los practicantes del Culto Arcano.
Smythe viaja a Thimhallan. Temiendo un ataque de los magos, ordena sellar el Pozo de la Vida, y de este modo la fuente de la magia queda aislada, excepto para unos cuantos elegidos: Smythe y los otros seguidores de su culto. La magia se extingue en Thimhallan. La gente se ve obligada a aprender a vivir sin ella; tienen que reconstruir sus ciudades y se dirigen a los Hechiceros para que los ayuden.
Saryon descubre que los seguidores del Culto Arcano buscan la Espada Arcana. Guiado por Almin, entra en el zoológico, que ha sufrido graves daños por el ataque contra Zith-el. Las fronteras mágicas que rodeaban el zoo han sido destruidas y sus criaturas vagan en libertad. El catalista tropieza con la guarida de un Dragón de la Noche, que ha quedado aturdido durante el ataque a la ciudad. Puesto que ha quedado atrapado en el exterior bajo la luz del sol, el animal se encuentra en estado de coma.
Saryon hechiza a la criatura, que le jura lealtad. Entonces el catalista deja la Espada Arcana con el Dragón de la Noche, diciéndole que sólo debe entregar el arma a la heredera de Joram, Eliza. Obligado por el talismán que lleva en su frente, el dragón acepta, y Saryon regresa a Zith-el, donde continúa su vida con sus hijos adoptivos, Eliza y Reuven.
Smythe tenía la intención de eliminar al príncipe Garald, pero previendo lo que va a suceder, el príncipe huye de Sharakan antes de que los soldados lo capturen. Él y sus seguidores se ocultan en el País del Destierro, huyendo constantemente de los Tecnomantes. Garald sueña con expulsar a Smythe de Thimhallan, pero sin magia no hay mucho que pueda hacer contra los poderosos Tecnomantes.
En esta coyuntura, Simkin regresa de sus viajes a la Tierra. Garald acusa a Simkin de traicionar a Joram y ordena que lo maten.
Simkin hace un trato a cambio de su vida. Conoce una fuente de magia, que podría interesar a Garald.
El Pozo de la Vida está sellado, pero Simkin revela que existe una espita que Smythe y su gente utilizan para renovar su propia magia. En un osado ataque, el príncipe Garald, su amigo James Boris y sus caballeros se introducen en el Pozo y, tras una veloz y cruel batalla, lo vuelven a abrir.
La magia vuelve a correr libremente por el mundo, y Garald obliga a Smythe y a sus secuaces a retirarse a la Tierra.
La única preocupación de Garald es la Espada Arcana. Sabe que Smythe la busca y teme que si los Tecnomantes la encuentran, la usarán para volver a dominar el mundo. Garald cree que Saryon sabe dónde se encuentra el arma, por lo que va en busca del catalista y de sus pupilos: Reuven y Eliza. El príncipe queda muy impresionado por la belleza de la muchacha y adivina su linaje. Saryon revela quién es en realidad la joven, pero cuando Garald le pregunta por la Espada Arcana, el catalista se muestra evasivo.
Garald instala a la hija de Joram, Eliza, en el trono de Thimhallan. Merilon y Sharakan son aliados. El Patriarca Vanya ha muerto. El Cardinal Radisovik es nombrado nuevo Patriarca y decreta que el Padre Saryon sea el consejero de Eliza, hasta que ésta sea mayor de edad. El catalista acepta la tarea de mala gana, pues no se considera apto para el puesto, y deja a Reuven en El Manantial, estudiando para llegar un día a ser catalista.
La magia ha vuelto, pero es débil. Aunque se ha reconstruido la barrera que rodeaba Thimhallan, se descubre que la magia se filtra al exterior y no parece que pueda hacerse nada para remediarlo.
Los habitantes viven usando una combinación de hechicería y acero. Los
Duuk-tsarith
actúan como hechiceros, por ser ellos los que han retenido más poder mágico, en tanto que el príncipe Garald prepara a más caballeros para que protejan el reino.
Son tiempos difíciles. Aunque al principio Garald era considerado un salvador, ahora es insultado. Smythe, exiliado en la Tierra, tiene seguidores en Thimhallan y éstos fomentan el malestar entre las clases bajas, pronosticando el fin del mundo a menos que se permita regresar a Smythe para salvarlo.
Los hch'nyv han atacado puestos avanzados y amenazan a la Tierra. Smythe conspira en secreto con los invasores, aceptando entregarles la Tierra a cambio de Thimhallan; pero los alienígenas no tienen la menor intención de cumplir el trato, ya que planean eliminar a su «socio» en cuanto les entregue la Espada Arcana, que sus propios adivinadores les han advertido que significa la aniquilación definitiva.
Adoptando la forma de un ángel, Scylla aparece ante el Patriarca Radisovik y le previene sobre un gran mal que se cierne sobre todos los habitantes de la Tierra y de Thimhallan. Hay que llevar la Espada Arcana a la tumba de Merlin y eso debe hacerlo la descendiente de Joram, la reina Eliza. Radisovik informa al rey Garald. Al mismo tiempo llega un mensaje enviado por el general Boris, advirtiendo de la llegada de los hch'nyv. Garald está convencido de su veracidad.
Garald envía a los
Duuk-tsarith
en busca del Padre Saryon, al que explica la desesperada situación en que se encuentran y le suplica que revele el lugar donde está la Espada Arcana. Saryon acepta finalmente, pero con la condición de que sólo la entregará a la heredera. Garald acepta bajo palabra de honor.
Cada vez hay más gente que cae bajo la influencia de Smythe. Las turbas invaden el país. Eliza, custodiada por sus caballeros, viaja hasta Zith-el. En el trayecto, el carruaje es atacado. Advertidos de lo que iba a suceder, la reina, su catalista doméstico, Reuven, su Ejecutor, Mosiah, y un miembro femenino de sus caballeros, Scylla, se escabullen por una entrada lateral.
En el bosque se encuentran con el Padre Saryon, que los guía hasta la cueva del Dragón de la Noche.
El dragón reconoce a Saryon, quien le presenta a Eliza. Ésta se adelanta para recuperar la espada, pero cuando la levanta, aparecen varios
Duuk-tsarith
en el lugar. Los Ejecutores no creen en la visión angélica de Radisovik, creen que los hch'nyv son parte de una estratagema diseñada por los Tecnomantes. Los
Duuk-tsarith
han destituido al rey y usurpado el gobierno del mundo. Exigen que se les entregue la Espada Arcana.