El perro del hortelano (7 page)
que donde méritos faltan
los que piensan subir caen.
(Sale FABIO.)
FABIO
¿Hablaste ya con mi señora?
TEODORO
Agora,
Fabio, la hablé, y estoy con gran contento
porque ya la Condesa, mi señora,
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rinde su condición al casamiento.
Los dos que viste cada cual la adora,
mas ella, con su raro entendimiento,
al Marqués escogió.
FABIO
Discreta ha sido.
TEODORO
Que gane las albricias me ha pedido,
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mas yo, que soy tu amigo, quiero darte,
Fabio, aqueste provecho. Parte presto
y pídelas por mí.
FABIO
Si debo amarte
muestra la obligación en que me has puesto.
Voy como un rayo, y volveré a buscarte
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satisfecho de ti, contento desto,
y alábese el Marqués, que ha sido empresa
de gran valor rendirse la Condesa.
(Váyase FABIO y sale TRISTÁN.)
TRISTÁN
Turbado a buscarte vengo.
¿Es verdad lo que me han dicho?
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TEODORO
¡Ay, Tristán! Verdad será
si son desengaños míos.
TRISTÁN
Ya, Teodoro, en las dos sillas
los dos batanes he visto
que molieron a Dïana,
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pero que hubiese elegido
hasta agora no lo sé.
TEODORO
Pues, Tristán, agora vino
ese tornasol mudable,
esa veleta, ese vidrio,
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ese río junto al mar,
que vuelve atrás, aunque es río,
esa Dïana, esa luna,
esa mujer, ese hechizo,
ese monstro de mudanzas
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que solo perderme quiso
por afrentar sus vitorias,
y que dijese me dijo
cuál de los dos me agradaba,
porque sin consejo mío
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no se pensaba casar.
Quedé muerto, y tan perdido,
que no responder locuras
fue de mi locura indicio;
díjome, en fin, que el Marqués
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le agradaba, y que yo mismo
fuese a pedir las albricias.
TRISTÁN
¿Ella, en fin, tiene marido?
TEODORO
El marqués Ricardo.
TRISTÁN
Pienso,
que a no verte sin jüicio
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y porque dar aflición
no es justo a los afligidos,
que agora te diera vaya
de aquel pensamiento altivo
con que a ser conde aspirabas.
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TEODORO
Si aspiré, Tristán, ya espiro.
TRISTÁN
La culpa tienes de todo.
TEODORO
No lo niego, que yo he sido
fácil en creer los ojos
de una mujer.
TRISTÁN
Yo te digo
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que no hay vasos de veneno
a los mortales sentidos,
Teodoro, como los ojos
de una mujer.
TEODORO
De corrido
te juro, Tristán, que apenas
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puedo levantar los míos.
Esto pasó, y el remedio
es sepultar en olvido
el suceso y el amor.
TRISTÁN
¡Qué arrepentido y contrito
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has de volver a Marcela!
TEODORO
Presto seremos amigos.
(Sale MARCELA.)
MARCELA
¡Qué mal que finge amor quien no le tiene!
¡Qué mal puede olvidarse amor de un año!
Pues mientras más el pensamiento engaño,
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más atrevido a la memoria viene.
Pero si es fuerza y al honor conviene,
remedio suele ser del desengaño
curar el propio amor amor estraño,
que no es poco remedio el que entretiene.
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Mas, ¡ay!, que imaginar que puede amarse
en medio de otro amor es atreverse
a dar mayor venganza por vengarse.
Mejor es esperar que no perderse,
que suele alguna vez, pensando helarse,
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amor con los remedios encenderse.
TEODORO
¿Marcela?
MARCELA
¿Quién es?
TEODORO
Yo soy.
¿Así te olvidas de mí?
MARCELA
Y tan olvidada estoy
que a no imaginar en ti
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fuera de mí misma voy,
porque si en mí misma fuera,
te imaginara y te viera,
que, para no imaginarte,
tengo el alma en otra parte,
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aunque olvidarte no quiera.
¿Cómo me osaste nombrar?
¿Cómo cupo en esa boca
mi nombre?
TEODORO
Quise probar
tu firmeza, y es tan poca
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que no me ha dado lugar.
Ya dicen que se empleó
tu cuidado en un sujeto
que mi amor sostituyó.
MARCELA
Nunca, Teodoro, el discreto
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mujer ni vidrio probó.
Mas no me des a entender
que prueba quisiste hacer;
yo te conozco, Teodoro,
unos pensamientos de oro
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te hicieron enloquecer.
¿Cómo te va? ¿No te salen
como tú los imaginas?
¿No te cuestan lo que valen?
¿No hay dichas que las divinas
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partes de tu dueño igualen?
¿Qué ha sucedido? ¿Qué tienes?
Turbado, Teodoro, vienes.
¿Mudose aquel vendaval?
¿Vuelves a buscar
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tu igual,
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o te burlas y entretienes?
Confieso que me holgaría
que dieses a mi esperanza,
Teodoro, un alegre día.
TEODORO
Si le quieres con venganza,
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¿qué mayor, Marcela mía?
Pero mira que el amor
es hijo de la nobleza;
no muestres tanto rigor,
que es la venganza bajeza
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indigna del vencedor.
Venciste; yo vuelvo a ti,
Marcela, que no salí
con aquel mi pensamiento.
Perdona el atrevimiento
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si ha quedado amor en ti,
no porque no puede ser
proseguir las esperanzas
con que te pude ofender,
mas porque en estas mudanzas
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memorias me hacen volver.
Sean, pues, estas memorias
parte a despertar la tuya,
pues confieso tus vitorias.
MARCELA
No quiera Dios que destruya
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los principios de tus glorias.
Sirve, bien haces; porfía,
no te rindas, que dirá
tu dueño que es cobardía.
Sigue tu dicha, que ya
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voy prosiguiendo la mía.
No es agravio amar a Fabio
pues me dejaste, Teodoro,
sino el remedio más sabio,
que aunque el dueño no mejoro
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basta vengar el agravio.
Y quédate a Dios, que ya
me cansa el hablar contigo,
no venga Fabio, que está
medio casado conmigo.
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TEODORO
Tenla, Tristán, que se va.
TRISTÁN
Señora, señora, advierte
que no es volver a quererte
dejar de haberte querido:
disculpa el buscarte ha sido,
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si ha sido culpa ofenderte.
Óyeme, Marcela, a mí.
MARCELA
¿Qué quieres, Tristán?
TRISTÁN
Espera.
(Salen la CONDESA y ANARDA.)
DIANA
¿Teodoro y Marcela aquí?
ANARDA
Parece que el ver te altera
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que estos dos se hablen ansí.
DIANA
Toma, Anarda, esta antepuerta,
y cubrámonos las dos.
([Aparte.]
Amor con celos despierta.)
MARCELA
¡Déjame, Tristán, por Dios!
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ANARDA
Tristán a los dos concierta,
que deben de estar reñidos.
DIANA
El alcahuete lacayo
me ha quitado los sentidos.
TRISTÁN
No pasó más presto el rayo
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que por sus ojos y oídos
pasó la necia belleza
desa mujer que le adora.
Ya desprecia su riqueza,
que más riqueza atesora
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tu gallarda gentileza.
Haz cuenta que fue cometa
aquel amor. Ven acá,
Teodoro.
DIANA
¡Brava estafeta
es el lacayo!
TEODORO
Si ya
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Marcela, a Fabio sujeta,
dice que le tiene amor,
¿por qué me llamas, Tristán?
TRISTÁN
Otro enojado.
TEODORO
Mejor
los dos casarse podrán.
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TRISTÁN
¿Tú también? ¡Bravo rigor!
Ea, acaba; llega, pues;
dame esa mano y después
que se hagan las amistades.
TEODORO
Necio, ¿tú me persüades?
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TRISTÁN
Por mí quiero que le des
la mano esta vez, señora.
TEODORO
¿Cuándo he dicho yo a Marcela
que he tenido a nadie amor?
Y ella me ha dicho...
TRISTÁN
Es cautela
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para vengar tu rigor.
MARCELA
No es cautela, que es verdad.
TRISTÁN
¡Calla, boba! Ea, llegad.
¡Qué necios estáis los dos!
TEODORO
Yo rogaba; mas, por Dios,
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que no he de hacer amistad.
MARCELA
Pues a mí me pase un rayo.
TRISTÁN
No jures.
MARCELA
Aunque le muestro
enojo, ya me desmayo.
TRISTÁN
Pues tente firme.
DIANA
¡Qué diestro
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está el bellaco lacayo!
MARCELA
Déjame, Tristán, que tengo
que hacer.
TEODORO
Déjala, Tristán.
TRISTÁN
Por mí, vaya.
TEODORO
¡Tenla!
MARCELA
¡Vengo,
mi amor!
TRISTÁN
¿Cómo no se van
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ya? Que a ninguno detengo.
MARCELA
¡Ay, mi bien! No puedo irme.
TEODORO
Ni yo, porque no es tan firme
ninguna roca en la mar.
MARCELA
Los brazos te quiero dar.
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TEODORO
Y yo a los tuyos asirme.
TRISTÁN
Si yo no era menester,
¿por qué me hicistes cansar?
ANARDA
¿Desto gustas?
DIANA
Vengo a ver
lo poco que hay que fïar
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de un hombre y una mujer.
TEODORO
¡Ay! ¡Qué me has dicho de afrentas!
TRISTÁN
Yo he caído ya con veros
juntar las almas contentas,
que es desgracia de terceros
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no se concertar las ventas.
MARCELA
Si te trocare, mi bien,
por Fabio ni por el mundo,
que tus agravios me den
la muerte.
TEODORO
Hoy de nuevo fundo,
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Marcela, mi amor también,
y si te olvidare digo
que me dé el cielo en castigo
el verte en brazos de Fabio.
MARCELA
¿Quieres deshacer mi agravio?
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TEODORO
¿Qué no haré por ti y contigo?
MARCELA
Di que todas las mujeres
son feas.
TEODORO
Contigo es claro.
Mira qué otra cosa quieres.
MARCELA
En ciertos celos reparo,
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ya que tan mi amigo eres,
que no importa que esté aquí
Tristán.
TRISTÁN
Bien podéis por mí,
aunque de mí mismo sea.
MARCELA
Di que la Condesa es fea.
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TEODORO
Y un demonio para mí.
MARCELA
¿No es necia?
TEODORO
Por todo estremo.
MARCELA
¿No es bachillera?
TEODORO
Es cuitada.
DIANA
Quiero estorbarlos, que temo
que no reparen en nada,
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y aunque me yelo, me quemo.
ANARDA
¡Ay, señora, no hagas tal!
TRISTÁN
Cuando queráis decir mal
de la Condesa y su talle,
a mí me oíd.
DIANA
¿Escuchalle
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podré desvergüenza igual?
TRISTÁN
Lo primero...
DIANA
Yo no aguardo
a lo segundo, que fuera
necedad.
MARCELA
Voyme, Teodoro.
(Váyase con una reverencia MARCELA.)
TRISTÁN
¡La Condesa!
TEODORO
¡La Condesa!
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DIANA
Teodoro.
TEODORO
Señora, advierte...
TRISTÁN
[Aparte.]
El cielo a tronar comienza;
no pienso aguardar los rayos.
(Vase TRISTÁN.)
DIANA
Anarda, un bufete llega;
escribirame Teodoro
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una carta de su letra,
pero notándola yo.
TEODORO
[Aparte.]
Todo el corazón me tiembla.
¡Si oyó lo que hablado habemos!
DIANA
[Aparte.]
Bravamente amor despierta
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con los celos a los ojos.
¡Que aqueste amase a Marcela
y que yo no tenga partes
para que también me quiera!
¡Que se burlasen de mí!
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TEODORO
[Aparte.]
Ella murmura y se queja.
Bien digo yo que en palacio,
para que a callar aprenda,
tapices tienen oídos
y paredes tienen lenguas.
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(Sale ANARDA con un bufetillo pequeño y recado de escribir.)
ANARDA
Este pequeño he traído