El perro del hortelano (11 page)

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Authors: Lope de Vega

Tags: #Teatro

BOOK: El perro del hortelano
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de un título, ¿por qué tienes

la esclavitud por bajeza?»
500

Hizo gran burla de mí

y yo, por ver si concuerda

tu historia con la que digo,

vine a verte, y a que tengas,

si es verdad que este es tu hijo,
505

con tu nieto alguna cuenta

o permitas que mi hermana

con él a Nápoles venga,

no para tratar casarse,

aunque le sobra nobleza,
510

mas porque Terimaconio

tan ilustre abuelo vea.

LUDOVICO

Dame mil veces tus brazos,

que el alma con sus potencias

que es verdadera tu historia
515

en su regocijo muestran.

¡Ay, hijo del alma mía,

tras tantos años de ausencia

hallado para mi bien!

Camilo, ¿qué me aconsejas?
520

¿Iré a verle y conocerle?

CAMILO

¿Eso dudas? ¡Parte, vuela,

y añade vida en sus brazos

a los años de tus penas!

LUDOVICO

Amigo, si quieres ir
525

conmigo, será más cierta

mi dicha; si descansar,

aquí aguardando te queda

y dente por tanto bien

toda mi casa y hacienda,
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que no puedo detenerme.

TRISTÁN

Yo dejé, puesto que cerca,

ciertos diamantes que traigo

y volveré cuando vuelvas.

Vamos de aquí, Mercaponios.
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FURIO

Vamos, señor.

TRISTÁN

Bien se entrecas

el engañifo.

FURIO

Muy bonis.

TRISTÁN

Andemis.

CAMILO

¡Estraña lengua!

LUDOVICO

Vente, Camilo, tras mí.

(Váyanse el CONDE y CAMILO.)

TRISTÁN

¿Trasponen?

FURIO

El viejo vuela
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sin aguardar coche o gente.

TRISTÁN

¿Cosa que esto verdad sea

y que este fuese Teodoro?

FURIO

Mas si en mentira como esta

hubiese alguna verdad...
545

TRISTÁN

Estas almalafas lleva,

que me importa desnudarme

porque ninguno me vea

de los que aquí me conocen.

FURIO

Desnuda presto.

TRISTÁN

¡Que pueda
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esto el amor de los hijos!

FURIO

¿Adónde te aguardo?

TRISTÁN

Espera,

Furio, en la choza del olmo.

FURIO

Adiós.

TRISTÁN

¿Qué tesoro llega

(Váyase FURIO.)

al ingenio? Aquí debajo
555

traigo la capa revuelta,

que como medio sotana

me la puse porque hubiera

más lugar en el peligro

de dejar en una puerta,
560

con el armenio turbante,

las hopalandas greguescas.

(Salen RICARDO y FEDERICO.)

FEDERICO

Digo que es este el matador valiente

que a Teodoro ha de dar muerte segura.

RICARDO

¡Ah, hidalgo!, ¿ansí se cumple entre la gente
565

que honor profesa y que opinión procura

lo que se prometió tan fácilmente?

TRISTÁN

Señor...

FEDERICO

¿Somos nosotros por ventura

de los iguales vuestros?

TRISTÁN

Sin oírme

no es justo que mi culpa se confirme.
570

Yo estoy sirviendo al mísero Teodoro,

que ha de morir por esta mano airada,

pero puede ofender vuestro decoro

públicamente ensangrentar mi espada.

Es la prudencia un celestial tesoro
575

y fue de los antiguos celebrada

por única virtud. Estén muy ciertos

que le pueden contar entre los muertos.

Estase melancólico de día

y de noche cerrado en su aposento,
580

que alguna cuidadosa fantasía

le debe de ocupar el pensamiento.

Déjenme a mí, que una mojada fría

pondrá silencio a su vital aliento,

y no se precipiten desa suerte,
585

que yo sé cuándo le he de dar la muerte.

FEDERICO

Paréceme, Marqués, que el hombre acierta.

Ya que le sirve, ha comenzado el caso.

No dudéis, matarale.

RICARDO

Cosa es cierta.

Por muerto le contad.

FEDERICO

Hablemos paso.
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TRISTÁN

En tanto que esta muerte se concierta,

vusiñorías, ¿no tendrán acaso

cincuenta escudos? Que comprar querría

un rocín que volase el mismo día.

RICARDO

Aquí los tengo yo. Tomad seguro
595

de que, en saliendo con aquesta empresa,

lo menos es pagaros.

TRISTÁN

Yo aventuro

la vida, que servir buenos profesa.

Con esto, adiós; que no me vean procuro

hablar desde el balcón de la Condesa
600

con vuestras señorías.

FEDERICO

Sois discreto.

TRISTÁN

Ya lo verán al tiempo del efeto.

FEDERICO

¡Bravo es el hombre!

RICARDO

Astuto y ingenioso.

FEDERICO

¡Qué bien le ha de matar!

RICARDO

Notablemente.

(Sale CELIO.)

CELIO

¿Hay caso más estraño y fabuloso?
605

FEDERICO

¿Qué es esto, Celio? ¿Dónde vas? Detente.

CELIO

Un suceso notable y riguroso

para los dos. ¿No veis aquella gente

que entra en casa del conde Ludovico?

RICARDO

¿Es muerto?

CELIO

Que me escuches te suplico.
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A darle van el parabién, contentos

de haber hallado un hijo que ha perdido.

RICARDO

Pues ¿qué puede ofender nuestros intentos

que le haya esa ventura sucedido?

CELIO

¿No importa a los secretos pensamientos
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que con Dïana habéis los dos tenido

que sea aquel Teodoro, su crïado,

hijo del Conde?

FEDERICO

El alma me has turbado.

RICARDO

¿Hijo del Conde? Pues ¿de qué manera

se ha venido a saber?

CELIO

Es larga historia,
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y cuéntanla tan varia que no hubiera

para tomarla tiempo ni memoria.

FEDERICO

¿A quién mayor desdicha sucediera?

RICARDO

Trocose en pena mi esperada gloria.

FEDERICO

Yo quiero ver lo que es.

RICARDO

Yo, Conde, os sigo.
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CELIO

Presto veréis que la verdad os digo.

(Váyanse y salgan TEODORO, de camino, y MARCELA.)

MARCELA

En fin, Teodoro, ¿te vas?

TEODORO

Tú eres causa desta ausencia,

que en desigual competencia

no resulta bien jamás.
630

MARCELA

Disculpas tan falsas das

como tu engaño lo ha sido,

porque haberme aborrecido

y haber amado a Dïana

lleva tu esperanza vana
635

solo a procurar su olvido.

TEODORO

¿Yo a Dïana?

MARCELA

Niegas tarde,

Teodoro, el loco deseo

con que perdido te veo

de atrevido y de cobarde:
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cobarde en que ella se guarde

el respeto que se debe,

y atrevido pues se atreve

tu bajeza a su valor,

que entre el honor y el amor
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hay muchos montes de nieve.

Vengada quedo de ti,

aunque quedo enamorada,

porque olvidaré, vengada,

que el amor olvida ansí.
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Si te acordares de mí,

imagina que te olvido

porque me quieras, que ha sido

siempre, porque suele hacer

que vuelva un hombre a querer
655

pensar que es aborrecido.

TEODORO

¡Qué de quimeras tan locas

para casarte con Fabio!

MARCELA

Tú me casas, que al agravio

de tu desdén me provocas.
660

(Sale FABIO.)

FABIO

Siendo las horas tan pocas

que aquí Teodoro ha de estar,

bien haces, Marcela, en dar

ese descanso a tus ojos.

TEODORO

No te den celos enojos
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que han de pasar tanto mar.

FABIO

En fin ¿te vas?

TEODORO

¿No lo ves?

FABIO

Mi señora viene a verte.

(Sale[n] la CONDESA y DOROTEA y ANARDA.)

DIANA

¿Ya, Teodoro, desta suerte?

TEODORO

Alas quisiera en los pies,
670

cuanto más, señora, espuelas.

DIANA

¡Hola! ¿Está esa ropa a punto?

ANARDA

Todo está aprestado y junto.

FABIO

En fin ¿se va?

MARCELA

¿Y tú me celas?

DIANA

Oye aquí aparte.

TEODORO

Aquí estoy
675

(Aparte los dos.)

a tu servicio.

DIANA

Teodoro,

tú te partes; yo te adoro.

TEODORO

Por tus crueldades me voy.

DIANA

Soy quien sabes, ¿qué he de hacer?

TEODORO

¿Lloras?

DIANA

No, que me ha caído
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algo en los ojos.

TEODORO

¿Si ha sido

amor?

DIANA

Sí debe de ser,

pero mucho antes cayó

y agora salir querría.

TEODORO

Yo me voy, señora mía;
685

yo me voy, el alma no.

Sin ella tengo de ir,

no hago al serviros falta,

porque hermosura tan alta

con almas se ha de servir.
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¿Qué me mandáis? Porque yo

soy vuestro.

DIANA

¡Qué triste día!

TEODORO

Yo me voy, señora mía;

yo me voy, el alma no.

DIANA

¿Lloras?

TEODORO

No, que me ha caído
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algo, como a ti, en los ojos.

DIANA

Deben de ser mis enojos.

TEODORO

Eso debe de haber sido.

DIANA

Mil niñerías te he dado

que en un baúl hallarás.
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Perdona, no pude más.

Si le abrieres, ten cuidado

de decir, como a despojos

de vitoria tan tirana:

«Aquestos puso Dïana
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con lágrimas de sus ojos»

[Aparte ANARDA y DOROTEA.]

ANARDA

Perdidos los dos están.

DOROTEA

¡Qué mal se encubre el amor!

ANARDA

Quedarse fuera mejor.

Manos y prendas se dan.
710

DOROTEA

Dïana ha venido a ser

el perro del hortelano.

ANARDA

Tarde le toma la mano.

DOROTEA

O coma o deje comer.

(Sale[n] el CONDE LUDOVICO y CAMILO.)

LUDOVICO

Bien puede el regocijo dar licencia,
715

Dïana ilustre, a un hombre de mis años

para entrar desta suerte a visitaros.

DIANA

Señor Conde, ¿qué es esto?

LUDOVICO

¿Pues vós sola

no sabéis lo que sabe toda Nápoles?

Que en un instante que llegó la nueva
720

apenas me han dejado por las calles,

ni he podido llegar a ver mi hijo.

DIANA

¿Qué hijo? Que no te entiendo el regocijo.

LUDOVICO

¿Nunca, vuseñoría, de mi historia

ha tenido noticia, y que ha veinte años
725

que enviaba un niño a Malta con su tío,

y que le cautivaron las galeras

de Alí Bajá?

DIANA

Sospecho que me han dicho

ese suceso vuestro.

LUDOVICO

Pues el cielo

me ha dado a conocer el hijo mío
730

después de mil fortunas que ha pasado.

DIANA

Con justa causa, Conde, me habéis dado

tan buena nueva.

LUDOVICO

Vós, señora mía,

me habéis de dar en cambio de la nueva

el hijo mío que sirviéndoos vive,
735

bien descuidado de que soy su padre.

¡Ay, si viviera su difunta madre!

DIANA

¿Vuestro hijo me sirve? ¿Es Fabio acaso?

LUDOVICO

No, señora, no es Fabio, que es Teodoro.

DIANA

¿Teodoro?

LUDOVICO

Sí, señora.

TEODORO

¿Cómo es esto?
740

DIANA

Habla, Teodoro, si es tu padre el Conde.

LUDOVICO

¿Luego es aqueste?

TEODORO

Señor Conde, advierta

vuseñoría...

LUDOVICO

No hay qué advertir, hijo,

hijo de mis entrañas, sino solo

el morir en tus brazos.

DIANA

¡Caso estraño!
745

ANARDA

¡Ay, señora! ¿Teodoro es caballero

tan principal y de tan alto estado?

TEODORO

Señor, yo estoy sin alma de turbado.

¿Hijo soy vuestro?

LUDOVICO

Cuando no tuviera

tanta seguridad, el verte fuera
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de todas la mayor. ¡Qué parecido

a cuando mozo fui!

TEODORO

Los pies te pido

y te suplico.

LUDOVICO

No me digas nada,

que estoy fuera de mí. ¡Qué gallardía!

Dios te bendiga. ¡Qué real presencia!
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¡Qué bien que te escribió naturaleza

en la cara, Teodoro, la nobleza!

Vamos de aquí; ven luego, luego toma

posesión de mi casa y de mi hacienda;

ven a ver esas puertas coronadas
760

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