El perro del hortelano (9 page)

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Authors: Lope de Vega

Tags: #Teatro

BOOK: El perro del hortelano
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TEODORO

No sé, Tristán; pierdo el seso

de ver que me está adorando

y que me aborrece luego.
1105

No quiere que sea suyo

ni de Marcela, y si dejo

de mirarla, luego busca

para hablarme algún enredo.

No dudes; naturalmente,
1110

es del hortelano el perro:

ni come ni comer deja,

ni está fuera ni está dentro.

TRISTÁN

Contáronme que un doctor,

catredático y maestro,
1115

tenía un ama y un mozo

que siempre andaban riñendo;

reñían a la comida,

a la cena y hasta el sueño

le quitaban con sus voces,
1120

que estudiar no había remedio.

Estando en lición un día,

fuele forzoso corriendo

volver a casa y, entrando

de improviso en su aposento,
1125

vio el ama y mozo acostados

con amorosos requiebros,

y dijo: «¡Gracias a Dios

que una vez en paz os veo!»,

y esto imagino de entrambos,
1130

aunque siempre andáis riñendo.

(Sale la CONDESA.)

DIANA

Teodoro.

TEODORO

¿Señora?

TRISTÁN

 [Aparte.] 

¿Es duende

esta mujer?

DIANA

Solo vengo

a saber cómo te hallas.

TEODORO

¿Ya no lo ves?

DIANA

¿Estás bueno?
1135

TEODORO

Bueno estoy.

DIANA

¿Y no dirás:

«A tu servicio»?

TEODORO

No puedo

estar mucho en tu servicio

siendo tal el tratamiento.

DIANA

¡Qué poco sabes!

TEODORO

Tan poco
1140

que te siento y no te entiendo,

pues no entiendo tus palabras

y tus bofetones siento.

Si no te quiero, te enfadas,

y enójaste si te quiero;
1145

escríbesme si me olvido,

y si me acuerdo, te ofendo;

pretendes que yo te entienda,

y si te entiendo, soy necio.

Mátame o dame la vida:
1150

da un medio a tantos estremos.

DIANA

¿Hícete sangre?

TEODORO

Pues no.

DIANA

¿Adónde tienes el lienzo?

TEODORO

Aquí.

DIANA

Muestra.

TEODORO

¿Para qué?

DIANA

Para mí
[14]
esta sangre quiero.
1155

Habla a Otavio, a quien agora

mandé que te diese luego

dos mil escudos, Teodoro.

TEODORO

¿Para qué?

DIANA

Para hacer lienzos.

(Váyase la CONDESA.)

TEODORO

¿Hay disparates iguales?
1160

TRISTÁN

¿Qué encantamentos son estos?

TEODORO

Dos mil escudos me ha dado.

TRISTÁN

Bien puedes tomar al precio

otros cuatro bofetones.

TEODORO

Dice que son para lienzos
1165

y llevó el mío con sangre.

TRISTÁN

Pagó la sangre y te ha hecho

doncella por las narices.

TEODORO

No anda mal agora el perro,

pues después que muerde halaga.
1170

TRISTÁN

Todos aquestos estremos

han de parar en el ama

del doctor.

TEODORO

¡Quiéralo el cielo!

Acto III

Salen FEDERICO y RICARDO.

RICARDO

¿Esto vistes?

FEDERICO

Esto vi.

RICARDO

¿Y que le dio bofetones?

FEDERICO

El servir tiene ocasiones,

mas no lo son para mí,

que el poner una mujer
5

de aquellas prendas la mano

al rostro de un hombre es llano:

¿qué otra ocasión puede haber?

Y bien veis que lo acredita

el andar tan mejorado.
10

RICARDO

Ella es mujer, y él crïado.

FEDERICO

Su perdición solicita

la fábula que pintó

el filósofo moral

de las dos ollas. ¡Qué igual
15

hoy a los dos la vistió!

Era de barro la una,

la otra de cobre o hïerro,

que un río a los pies de un cerro

llevó con varia fortuna;
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desvïose la de barro

de la de cobre, temiendo

que la quebrase, y yo entiendo

pensamiento tan bizarro

del hombre y de la mujer,
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hierro y barro; y no me espanto,

pues acercándose tanto

por fuerza se han de romper.

RICARDO

La altivez y bizarría

de Dïana me admiró,
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y bien puede ser que yo

viese y no viese aquel día.

Mas ver caballos y pajes

en Teodoro, y tantas galas,

¿qué son, sino nuevas alas?
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Pues crïados, oro y trajes

no los tuviera Teodoro

sin ocasión tan notable.

FEDERICO

Antes que desto se hable

en Nápoles y el decoro
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de vuestra sangre se ofenda,

sea o no sea verdad,

ha de morir.

RICARDO

Y es piedad

matarle, aunque ella lo entienda.

FEDERICO

¿Podrá ser?

RICARDO

Bien puede ser,
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que hay en Nápoles quien vive

de eso, y en oro recibe

lo que en sangre ha de volver.

No hay más de buscar un bravo

y que le despache luego.
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FEDERICO

Por la brevedad os ruego.

RICARDO

Hoy tendrá su justo pago

semejante atrevimiento.

FEDERICO

¿Son bravos estos?

RICARDO

Sin duda.

FEDERICO

El cielo ofendido ayuda
55

vuestro justo pensamiento.

(Salen FURIO, ANTONELO y LIRANO, lacayos, y TRISTÁN, vestido de nuevo.)

FURIO

Pagar tenéis el vino en alboroque

del famoso vestido que os han dado.

ANTONELO

Eso bien sabe el buen Tristán que es justo.

TRISTÁN

Digo, señores, que de hacerlo gusto.
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LIRANO

¡Bravo salió el vestido!

TRISTÁN

Todo aquesto

es cosa de chacota y zarandajas

respeto del lugar que tendré presto:

si no muda los bolos la Fortuna,

secretario he de ser del secretario.
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LIRANO

Mucha merced le hace la Condesa

a vuestro amo, Tristán.

TRISTÁN

Es su privanza,

es su mano derecha y es la puerta

por donde se entra a su favor.

ANTONELO

Dejemos

favores y fortunas, y bebamos.
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FURIO

En este tabernáculo sospecho

que hay lágrima famosa y malvasía.

TRISTÁN

Probemos vino greco, que deseo

hablar en griego y con beberlo basta.

RICARDO

Aquel moreno del color quebrado
75

me parece el más bravo, pues que todos

le estiman, hablan y hacen cortesía.

Celio.

CELIO

¿Señor?

RICARDO

De aquellos gentiles hombres

llama al descolorido.

CELIO

 [A TRISTÁN.] 

¡Ah, caballero!

Antes que se entre en esa santa ermita
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el Marqués, mi señor, hablarle quiere.

TRISTÁN

Camaradas, allí me llama un príncipe;

no puedo rehusar el ver qué manda.

Entren y tomen siete o ocho azumbres

y aperciban dos dedos de formache
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en tanto que me informo de su gusto.

ANTONELO

Pues despachad aprisa.

TRISTÁN

Iré volando.

 [Al MARQUÉS.] 

¿Qué es lo que manda vuestra señoría?

RICARDO

El veros entre tanta valentía

nos ha obligado al conde Federico
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y a mí para saber si seréis hombre

para matar un hombre.

TRISTÁN

 [Aparte.] 

¡Vive el cielo

que son los pretendientes de mi ama

y que hay algún enredo! Fingir quiero.

FEDERICO

¿No respondéis?

TRISTÁN

Estaba imaginando
95

si vuestra señoría está burlando

de nuestro modo de vivir. ¡Pues vive

el que reparte fuerzas a los hombres,

que no hay en toda Nápoles espada

que no tiemble de solo el nombre mío!
100

¿No conocéis a Héctor? Pues no hay Héctor

a donde está mi furibundo brazo,

que si él lo fue de Troya, yo de Italia.

FEDERICO

Este es, Marqués, el hombre que buscamos.

Por vida de los dos que no burlamos,
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sino que si tenéis conforme al nombre

el ánimo y queréis matar un hombre,

que os demos el dinero que quisiéredes.

TRISTÁN

Con docientos escudos me contento,

y sea el diablo.

RICARDO

Yo os daré trecientos,
110

y despachalde aquesta noche.

TRISTÁN

El nombre

del hombre espero, y parte del dinero.

RICARDO

¿Conocéis a Dïana, la condesa

de Belflor?

TRISTÁN

Y en su casa tengo amigos.

RICARDO

¿Mataréis un crïado de su casa?
115

TRISTÁN

Mataré los crïados y crïadas

y los mismos frisones de su coche.

RICARDO

Pues a Teodoro habéis de dar la muerte.

TRISTÁN

Eso ha de ser, señores, de otra suerte,

porque Teodoro, como yo he sabido,
120

no sale ya de noche, temeroso,

por ventura, de haberos ofendido;

que le sirva estos días me han pedido.

Dejádmele servir, y yo os ofrezco

de darle alguna noche dos mojadas
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con que el pobrete in pace requïescat

y yo quede seguro y sin sospecha.

¿Es algo lo que digo?

FEDERICO

No pudiera

hallarse en toda Nápoles un hombre

que tan seguramente le matara.
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Servilde pues y, así, al descuido un día

pegalde, y acudid a nuestra casa.

TRISTÁN

Yo he menester agora cien escudos.

RICARDO

Cincuenta tengo en esta bolsa; luego

que yo os vea en su casa de Dïana,
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os ofrezco los ciento, y muchos cientos.

TRISTÁN

Eso de muchos cientos no me agrada.

Vayan vuseñorías
[15]
en buen hora,

que me aguardan
[16]
Mastranzo, Rompemuros,

Mano de Hierro, Arfuz y Espantadiablos,
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y no quiero que acaso piensen algo.

RICARDO

Decís muy bien, adiós.

FEDERICO

¡Qué gran ventura!

RICARDO

A Teodoro contalde por difunto.

FEDERICO

El bellacón, ¡qué bravo talle tiene!

(Váya[n]se FEDERICO, RICARDO y CELIO.)

TRISTÁN

Avisar a Teodoro me conviene;
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perdone el vino greco y los amigos.

A casa voy, que está de aquí muy lejos.

Mas este me parece que es Teodoro.

(Sale TEODORO.)

Señor ¿adónde vas?

TEODORO

Lo mismo ignoro,

porque de suerte estoy, Tristán amigo,
150

que no sé dónde voy ni quién me lleva.

Solo y sin alma, el pensamiento sigo,

que al sol me dice que la vista atreva.

¿Ves cuánto ayer Dïana habló conmigo?

Pues hoy de aquel amor se halló tan nueva
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que apenas juraras que me conoce,

porque Marcela de mi mal se goce.

TRISTÁN

Vuelve hacia casa, que a los dos importa

que no nos vean juntos.

TEODORO

¿De qué suerte?

TRISTÁN

Por el camino te diré quién corta
160

los pasos dirigidos a tu muerte.

TEODORO

¿Mi muerte? Pues ¿por qué?

TRISTÁN

La voz reporta

y la ocasión de tu remedio advierte:

Ricardo y Federico me han hablado

y que te dé la muerte concertado.
165

TEODORO

¿Ellos a mí?

TRISTÁN

Por ciertos bofetones

el amor de tu dueño conjeturan,

y pensando que soy de los leones

que a tales homicidios se aventuran,

tu vida me han trocado a cien doblones
170

y con cincuenta escudos me aseguran.

Yo dije que un amigo me pedía

que te sirviese, y que hoy te serviría

donde más fácilmente te matase,

a efeto de guardarte desta suerte.
175

TEODORO

¡Pluguiera a Dios que alguno me quitase

la vida y me sacase desta muerte!

TRISTÁN

¿Tan loco estás?

TEODORO

¿No quieres que me abrase

por tan dulce ocasión, Tristán? Advierte

que si Dïana algún camino hallara
180

de disculpa, conmigo se casara.

Teme su honor, y cuando más se abrasa

se yela y me desprecia.

TRISTÁN

Si te diese

remedio, ¿qué dirás?

TEODORO

Que a ti se pasa

de Ulises el espíritu.

TRISTÁN

Si fuese
185

tan ingenioso que a tu misma casa

un generoso padre te trajese

con que fueses igual a la Condesa,

¿no saldrías, señor, con esta empresa?

TEODORO

Eso es sin duda.

TRISTÁN

El conde Ludovico,
190

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