Race alzó la vista y vio que la curva del río que los nazis acababan de pasar estaba flanqueada por numerosos árboles. Al mirarlos más detenidamente, Race percibió algo extraño en ellos. No había tierra en la base. Era como si los árboles simplemente surgieran del agua.
Después entendió por qué. Era la estación de las lluvias y, con la llegada de las lluvias anuales, los niveles del agua de los ríos de la cuenca amazónica crecían de forma espectacular. La tierra de la que nacían los árboles estaba sumergida. Era una especie de bosque inundado.
Lo que significaba que alguien que fuera en una embarcación fluvial pequeña como una Jet Raider podría abrirse camino entre los árboles en vez de tener que tomar la curva natural del río.
La Jet Raider de Doogie puso rumbo a la zona arbolada, seguida de la de Race y la de Renée.
Los troncos de los árboles se sucedían a gran velocidad en ambos lados, difuminándose y tornándose borrosos a su paso.
Las tres Jet Raiders se abrieron camino por aquel laberinto de gruesos y oscuros árboles, ladeándose a la izquierda, girando a la derecha, pasando por encima de las olas, rozando apenas con sus cascos la superficie del río, mientras que a su izquierda, a través de la muralla que conformaban los troncos de los árboles, podían divisar a la armada nazi tomando la curva del río.
Race intentó concentrarse. La velocidad a la que se movían era aterradora.
Iban muy rápido. Increíblemente rápido.
Los troncos de los árboles pasaban ante él a una velocidad vertiginosa, velocidad que hacía que bajo su proa se formaran pequeñas ondas. Iban tan rápido, apenas rozando la superficie del agua, que casi no tenía que tocar los manillares para girar a la izquierda o a la derecha.
Race conducía levantado del asiento de la Jet Raider tras Doogie, cuando
mo
que, de repente, Doogie y Molke se echaban a un lado sin razón aparente. Justo entonces vio por qué y gritó:
—¡Van Lewen, agáchese!
Y los dos se agacharon justo cuando una rama les pasó rozando la cabeza.
—¡Gracias! —gritó Van Lewen.
—¡No hay de qué!
Fue entonces cuando, a través del entramado de troncos que tenían ante sí, vio la luz del atardecer; la luz gris y plomiza del atardecer.
—Muy bien. Atención todos —dijo Van Lewen—. Formación en punta de flecha. Doogie y Molke a la cabeza. Agentes Schroeder y Becker, a la izquierda. El profesor Race y yo cubriremos la derecha. ¿Listos?
El boina verde levantó su M—16 con una mano mientras se aferraba con la otra a Race.
Doogie y Molke, que se encontraban más adelantados que los demás, levantaron sus M-16.
—Listo —le respondió la voz de Doogie.
Los tres alemanes respondieron.
—Listo.
—Lista.
—Listo.
—¿Profesor?
—Todo lo listo que pueda estar —respondió Race.
—Entonces, en marcha —dijo Van Lewen.
Las tres Jet Raiders germano—estadounidenses salieron de la zona arbolada en una perfecta formación en punta de flecha, al lado de la armada nazi. En un instante, Race se encontró surcando las aguas entre cuatro Jet Raiders nazis.
Los cuatro nazis se giraron al unísono para ver las tres Jet Raiders estadounidenses. En sus ojos se podía leer la sorpresa. Se apresuraron a sacar sus armas justo cuando Van Lewen gritó:
—Doogie, ¡por la izquierda!
Los dos boinas verdes dispararon en sendas direcciones con sus M—16. Los cuatro nazis fueron abatidos y las tres Jet Raiders robadas los dejaron atrás.
Cuando pasaron al lado de los nazis caídos, Race se giró en su asiento y vio cómo a su alrededor se formaban una serie de ondas.
Los caimanes…
De repente, una línea de balas de 20 mm golpeó el agua a ambos lados de la Jet Raider, sacando a Race de su ensimismamiento.
Se giró veloz y vio dos embarcaciones de ataque, una Rigid Raider y una lancha patrullera Pibber, navegando tras ellos. La Pibber disparaba desde su cañón de torreta de 20 mm a una velocidad frenética.
Race aceleró y la Jet Raider ganó velocidad. Tras él, Van Lewen se giró sobre su asiento, de espaldas a Race. Apuntó a sus perseguidores con el M—16 y comenzó a abrir fuego contra ellos. ~"~Su lluvia de disparos destrozó ambas embarcaciones, resquebrajando el parabrisas del Pibber y abatiendo a tres de los cuatro hombres a bordo de la Rigid Raider.
Entonces, de repente, toda la flota viró a la izquierda para tomar otra curva del río.
—¡Todo el mundo, girad a la izquierda! —gritó Van Lewen.
—¿A la izquierda? —preguntó Race, confuso.
—A los árboles otra vez. ¡Tenemos que llegar al barco de mando!
En ese preciso instante, el estruendo de más disparos resonó a su alrededor. Dos Jet Raiders nazis iban tras ellos.
Las balas volaban en todas direcciones y pasaban zumbando por las cabezas de todos los allí presentes. De pronto, Race vio que un chorro de sangre salía del hombro izquierdo de Doogie. I labia recibido el impacto de una bala.
—
¡Arrrggghhh
! —gritó la voz de Doogie por la radio, pero aun así logró mantener la velocidad.
Las tres Jet Raiders estadounidenses se adentraron en la zona arbolada. Renée y Schroeder primero, Doogie y Molke después, y Race y Van Lewen al final.
A medio segundo de distancia les seguían los nazis.
Las balas impactaron en los troncos de los árboles, justo por encima de la cabeza de Race, mientras intentaba abrirse camino entre ellos a gran velocidad. En su camino se interponían ramas muy bajas. Cada vez que veía una acercándose, le gritaba a Van Lewen, que seguía de espaldas, y le decía que se agachara.
Van Lewen seguía disparando con su M-16 a las dos Jet Raiders que les seguían muy de cerca, pero los nazis se salvaguardaron tras los árboles y, transcurrido un tiempo, Van Lewen se quedó sin munición.
Los nazis, viendo su oportunidad, se acercaron.
Uno de ellos aceleró y se colocó a la derecha de Race y Van Lewen. El pasajero sacó una Glock de una especie de alforja. Con nada más con lo que atacarlo, Van Lewen cogió su M-16 sin munición como si de un bate de béisbol se tratara y le quitó la pistola de la mano de un golpe justo en el momento en que los árboles circundantes se resquebrajaron por los impactos de los disparos de un G-11.
Van Lewen y Race se echaron a un lado cuando una segunda Jet Raider nazi salió de los árboles a su izquierda y se golpeó contra ellos.
Race estuvo a punto de salir disparado del impacto, pero logró sostenerse. Mantuvo la velocidad y giró a un lado para evitar un árbol. Después fue a mirar a la izquierda para tener una mejor perspectiva de su nuevo atacante, cuando se topó con el cañón de un fusil de asalto G-ll.
Race apartó la vista del cañón y tras él vio el rostro de su portador, que sonreía malvadamente de placer.
Y, entonces, se escuchó un golpe y el nazi desapareció de su vista. Su Jet Raider se había golpeado a toda velocidad con el tronco de un árbol y había explotado, formándose una enorme bola de fuego.
Race giró la cabeza para verlo.
¡Había pasado tan rápido!
Era como si el árbol se hubiese inclinado tras pasar ellos y se hubiera llevado al nazi consigo.
El otro nazi, el que iba a su derecha, también se giró para ver la explosión. Van Lewen lo pilló mirando y con un movimiento rápido, y su M-16 en ristre, saltó a su Jet Raider y aterrizó en el asiento del pasajero.
El nazi se giró sorprendido. Cuando lo hizo, Van Lewen miró al río que se alzaba ante ellos y sus ojos se abrieron como platos. Entonces, con los reflejos de un felino, se agachó. El nazi se giró para mirar hacia delante y su cabeza recibió el impacto de una rama.
La rama le entró por el puente de la nariz, perforándole la cabeza y matándolo al instante. El nazi cayó hacia atrás, sobre el cuerpo agachado de Van Lewen primero y posteriormente al agua.
Unos segundos después, Van Lewen y Race, ahora en distintas Jet Raiders, aceleraron y se pusieron a la altura de la Jet Raider de Doogie y Molke. Renée y Schroeder iban delante, guarecidos por la protección de los árboles.
—Doogie, ¿está bien? —le dijo Van Lewen por su micrófono de garganta.
—Estaré bien. Es una herida limpia —le respondió la voz de Doogie.
Mientras Van Lewen le preguntaba a Doogie, Race seguía pendiente de si aparecían más nazis. No venía ninguno por entre los árboles que habían dejado atrás. Pero, a través de los troncos de los árboles situados a su derecha, vio que dos de las embarcaciones de ataque, las Rigid Raiders, surcaban las aguas del río en paralelo a ellos. En sus cubiertas se alineaban soldados nazis armados que escudriñaban el bosque inundado, buscándolos, esperando a que salieran de allí.
Van Lewen dijo:
—Bien. Escúchenme todos. Doogie ha recibido un impacto, pero puede continuar. Este es el plan. Queremos ese barco de mando, ¿de acuerdo? La forma en que nos vamos a hacer con él es la siguiente. Ustedes, los agentes de la BKA —señaló con la cabeza a Renée y Schroeder—. Quiero que se hagan con el mando una de esas Pibbers. Si vamos a abordar ese barco necesitaremos apoyo y eso implica que logremos poner nuestras manos en una de esas torretas de 20 mm. ¿Creen que podrán conseguirlo?
—Podemos intentarlo —dijo Schroeder.
—Bien. Doogie. Usted, Molke y yo vamos a ir a por el barco de mando. ¿Podrá hacerlo?
—Sí —dijo Doogie haciendo una mueca.
—¿Qué hay de mí? —preguntó Race.
—Tengo un trabajo especial para usted, profesor —dijo Van Lewen—. Dado que no ha recibido adiestramiento de las fuerzas especiales, me imagino que no querrá asaltar ninguna embarcación.
—Imagina bien.
—Así que he pensado que, en vez de eso, podría servirnos de señuelo.
—¿De señuelo?
—Quiero que se coloque a toda velocidad delante de esas lanchas cañoneras, tan rápido como pueda, y atraiga sus disparos mientras nosotros tomamos el barco de mando y la Pibber. Una vez nos hayamos hecho con esas dos embarcaciones, le traeremos a bordo del catamarán.
Race tragó saliva.
—De acuerdo…
Mientras lo decía, miró a la izquierda y vio que Renée lo estaba mirando. Ella debió de haber percibido el temor en su rostro porque le asintió para tranquilizarlo.
—Todo irá bien —le dijo con dulzura a través de su auricular.
—Gracias —dijo Race.
Después miró hacia delante y vio que el santuario de árboles terminaba unos cien metros por delante de donde se encontraban, justo en un grupo de árboles medio sumergidos.
Tras estos, Race pudo ver la luz gris de la tarde y el río.
En el río estarían los nazis.
—Muy bien —dijo Van Lewen—. No dejen de acelerar y estén atentos. Ya saben lo que tienen que hacer.
Race sintió cómo la sangre le latía en las venas. Un segundo después, los seis llegaron al grupo de árboles y salieron a la luz del día.
Los nazis estaban esperándolos.
Tan pronto como Race y los demás salieron de la zona arbolada, ráfagas de disparos de ametralladoras estallaron a su alrededor.
—¡Cuidado! —gritó Doogie agachándose, pero Molke fue demasiado lento. Un aluvión de balas pasaron zumbando por encima de la cabeza de Doogie e impactaron en el cuerpo del joven soldado alemán, destrozándole el pecho y haciendo que se convulsionara violentamente antes de caerse de la Jet Raider.
Los ojos de Race se abrieron como platos al ver cómo impactaban los disparos en Molke, justo a su lado, pero se abrieron mucho más cuando contempló la escena que tenía ante sí.
Dos de los tres helicópteros Mosquito que anteriormente estaban en las barcazas se cernían ahora sobre el agua, justo delante de él y su equipo, mientras que el resto de la flota nazi seguía avanzando por el río.
¡Maldita sea!
Los cañones laterales de los helicópteros comenzaron a escupir unas ráfagas de disparos letales, arrasando los árboles tras Race y levantando el agua a su alrededor.
—¡Dispérsense! ¡Dispérsense! —gritó Van Lewen.
Las cuatro Jet Raiders germano—estadounidenses se separaron al instante, dos a la izquierda y dos a la derecha. De repente, Race se encontró deslizándose por el agua a toda velocidad al lado de
Doogie
Kennedy, que ahora iba solo en la Jet Raider. Su hombro izquierdo herido estaba cubierto de sangre.
Van Lewen y Renée y Schroeder se fueron en la otra dirección, desapareciendo de su vista tras la flotilla de embarcaciones fluviales.
Race y Doogie se colocaron entre las embarcaciones nazis y comenzaron a zigzaguear entre ellas. Uno de los Mosquito se dio la vuelta en el aire y se dirigió hacia ellos mientras sus cañones escupían balas en su dirección.
En medio del ataque, Race viró a la izquierda y aceleró para situarse entre dos de las barcazas con las pistas de aterrizaje para helicópteros. Los disparos efectuados a su espalda golpearon un lateral de la barcaza, lo que hizo que saltaran las chispas en el casco.
Race condujo a toda velocidad por el callejón de agua que flanqueaban las barcazas, cuando, de repente, salió al espacio abierto y giró a la derecho. Tomó aire cuando saltó por encima de las olas que levantaba la proa de la barcaza a su derecha.
Se encontró con la imagen de la Jet Raider de Doogie, que surcaba las aguas a la misma velocidad que la suya, pero bajo uno de los helicópteros Mosquito y al lado de una de las Pibbers de los nazis.
—¡Profesor, rápido! —gritó Doogie mientras desenfundaba la SIG-Sauer con su mano izquierda, manchada de sangre—. ¡Cúbrame! ¡Voy a abordar esa Pibber!
—¡Y qué hay del barco de mando? —gritó Race por su micrófono de garganta—. ¿Qué pasa con el plan?
—¡El plan se fue a la mierda tan pronto como salimos de entre los árboles! ¡Vamos!
—¡De acuerdo!
Race desenfundó inmediatamente la sig y abrió fuego sobre los dos miembros de la tripulación nazi que se encontraban en la plataforma de la Pibber.
Los nazis se agacharon para ponerse a cubierto, momento que aprovechó Doogie para situarse junto a la
Pib
y saltar a su cubierta de proa elevada.
Race observó asombrado cómo Doogie lograba mantener el equilibrio tras caer en la parte delantera techada de la Pibber. Dio dos pasos hacia la popa, saltó por el techo de la timonera de la lancha cañonera y después a la plataforma descubierta y abatió a los dos miembros de la tripulación nazi con su M-16.