Sin embargo, a diferencia de los occidentales, para quienes esas experiencias son nuevas y desorientadoras, los exploradores chamánicos parecen tener un vasto conocimiento de la geografía de esos reinos sutiles y muchos son capaces de volver a ellos una y otra vez. ¿Por qué? En opinión de Kalweit, porque tales experiencias constituyen una realidad diaria en esas culturas. Mientras que nuestra sociedad reprime cualquier pensamiento o mención a la muerte y la agonía y, al definir la realidad estrictamente en términos de lo material, ha devaluado las experiencias místicas, los pueblos tribales tienen todavía un contacto diario con la naturaleza psíquica de la realidad. De este modo, dice Kalweit, entienden mejor las reglas que regulan los reinos interiores y navegan por esos territorios con mucha más pericia.
[94]
El antropólogo Michael Harner vivió una experiencia con los indios conibo del Amazonas peruano que pone en evidencia lo mucho que frecuentan los pueblos chamánicos los terrenos interiores. En 1960, el museo americano de historia natural le envió a estudiar a los conibo en una expedición de un año de duración; mientras estuvo allí, Harner pidió a los nativos del Amazonas que le hablaran de sus creencias religiosas. Ellos le dijeron que si quería aprender de verdad, tenía que tomar la bebida sagrada de los chamanes, hecha con una planta alucinógena conocida como
ayahuasca
o «planta del alma». Harner accedió y, tras beber un brebaje amargo, tuvo una experiencia fuera del cuerpo que le llevó a un nivel de la realidad poblado por lo que parecían ser los dioses y demonios de la mitología de los conibo. Vio demonios con cabeza de cocodrilo con las fauces abiertas. Vio cómo le brotaba del pecho una especie de «energía o fluido fundamental» que luego se elevó y flotó hacia una nave con una proa de cabeza de dragón, tripulada por seres con «cabeza de arrendajo» que recordaban a las figuras egipcias y notó lo que le parecía el entumecimiento lento y progresivo de la muerte.
Pero su experiencia más dramática durante aquel viaje espiritual fue el encuentro con un grupo de seres alados con aspecto de dragones que emergió de su columna vertebral. Tras salir de su cuerpo reptando, «proyectaron» una escena visual frente a él en la que le mostraron la «verdadera» historia de la tierra, según ellos. Mediante una especie de «lenguaje telepático», le dijeron que ellos eran los causantes tanto del origen como de la evolución de la vida en este planeta. Residían no sólo en los seres humanos, sino en cualquier clase de vida, y habían creado las numerosas formas vivas que pueblan la tierra, para procurarse un lugar donde esconderse de un enemigo oculto del espacio exterior (Harner señala que aquellos seres eran casi como el ADN, aunque, en aquel entonces, 1961, él no sabía nada sobre el tema).
Cuando se acabaron aquellas visiones concatenadas, Harner buscó a un chamán conibo ciego, famoso por sus dotes paranormales, para hablar con él de la experiencia. Mientras Harner le contaba los acontecimientos que había vivido, el chamán, que había hecho muchas excursiones al mundo del espíritu, asentía de vez en cuando con la cabeza; pero cuando le habló de los seres que parecían dragones y le contó que pretendían ser los verdaderos dueños de la tierra, el chamán sonrió divertido. «Siempre dicen lo mismo. Pero no son más que los Señores de las Tinieblas Exteriores», corrigió.
«Me dejó pasmado —continúa Harner—. Mi experiencia le resultaba familiar a aquel chamán ciego y descalzo; sabía de todo aquello por sus propios viajes al mundo oculto en el que yo me había aventurado». Con todo, no fue ése el único susto que se llevó Harner. Contó también su experiencia con dos misioneros cristianos que vivían cerca y cómo le intrigó el hecho de que ellos parecieran saber igualmente de lo que hablaba. Cuando terminó, le dijeron que parte de sus descripciones eran prácticamente idénticas a ciertos pasajes de la Biblia, pasajes que él, que era ateo, nunca había leído.
[95]
Así pues, parecía que el viejo chamán conibo no era el único que había viajado a ese mismo lugar sobre el que Harner escribió posteriormente y de forma más vacilante. Tal vez algunas visiones y «viajes al cielo» descritas por los profetas del Viejo y del Nuevo Testamento fueran viajes chamánicos al reino interior.
¿Es posible que lo que hemos estado contemplando como relatos folclóricos pintorescos e historias mitológicas encantadoras, pero ingenuas, sean en verdad informes sofisticados sobre la cartografía de los niveles sutiles de realidad? Kalweit, por lo pronto, cree que la respuesta es un sí enfático. «A la luz de los descubrimientos revolucionarios de recientes investigaciones sobre la naturaleza de la agonía y de la muerte… ya no es posible considerar las religiones tribales y sus ideas sobre el Mundo de los Muertos como concepciones limitadas —afirma—. [Más bien] el chamán debería ser visto como un psicólogo sabio y moderno».
[96]
Un resplandor espiritual innegable
Un último indicio que indica el carácter real de la ECM es el efecto transformador que produce en los que la experimentan. Se han hecho investigaciones que revelan que el viaje al más allá implica casi siempre un cambio profundo en los viajeros. Se vuelven más optimistas, más tolerantes y más felices y se preocupan menos por las posesiones materiales. Y lo más sorprendente es que se amplía enormemente su capacidad de amar. Maridos fríos y reservados se vuelven amables y cariñosos de repente, los adictos al trabajo empiezan a relajarse y a dedicar tiempo a sus familias, y los introvertidos se vuelven extrovertidos. Muchas veces los cambios son tan espectaculares que quienes conocen al sujeto en cuestión comentan a menudo que se ha convertido en una persona completamente distinta. Se tiene constancia incluso de criminales que reformaron completamente su trayectoria, o de predicadores que lanzaban sermones aterradores sobre los castigos del infierno y han sustituido el discurso de condenación eterna por un mensaje de compasión y amor incondicional.
Asimismo, las personas que han tenido una ECM muestran una mayor inclinación espiritual. Además de regresar firmemente convencidos de la inmortalidad del alma, guardan una impresión profunda y permanente de que el universo es inteligente y compasivo, una presencia amorosa que está siempre con ellos. No obstante, eso no les lleva necesariamente a convertirse en personas más religiosas. Al igual que Sri Aurobindo, muchas de ellas hacen hincapié en que es importante distinguir entre religión y espiritualidad y afirman que lo que se ha traducido en una mayor plenitud en su vida es lo último y no lo primero. En efecto, hay estudios que ponen de manifiesto que, a raíz de una ECM, se muestra una apertura creciente a ideas ajenas a la propia formación religiosa, tales como la reencarnación, o a las religiones orientales.
[97]
Esa ampliación de intereses con frecuencia se extiende también a otras áreas. Por ejemplo, se observa a menudo que la clase de temas examinados en este libro, y en particular los fenómenos psíquicos y la nueva física, ejercen una notable fascinación sobre esos viajeros. Uno de ellos, investigado por Kenneth Ring, era un conductor de maquinaria pesada que, antes de la experiencia, no mostraba interés por la lectura ni por actividad académica alguna. Sin embargo, durante su experiencia tuvo una visión del conocimiento total y cuando se recuperó, aunque era incapaz de recordar el contenido de la visión, empezaron a venirle a la cabeza diversos términos físicos. Una mañana, al poco tiempo de la vivencia, se descolgó con la palabra «quantum». Poco después, hizo el siguiente anuncio críptico: «Max Planck, oiréis hablar de él en un futuro próximo». Y a medida que iba pasando el tiempo, iban apareciendo en sus pensamientos fragmentos de ecuaciones y de símbolos matemáticos.
Ni él ni su mujer sabían lo que significaba la palabra «quantum», ni quién era Max Planck (considerado en general el padre de la física cuántica) hasta que se fue a una biblioteca a buscar las palabras en la enciclopedia. Cuando descubrió que lo que él decía no era un galimatías, empezó a leer vorazmente, no sólo libros de física, sino también de parapsicología, metafísica y sobre la consciencia superior; incluso se matriculó en Física en la universidad. Su esposa escribió una carta a Ring en la que trataba de describir la transformación de su marido: «Muchas veces suelta una palabra que no había oído nunca en nuestro entorno. Puede tratarse, incluso, de una palabra en otro idioma, pero… siempre está en relación con la teoría de la “luz”… Habla de cosas más rápidas que la luz y me resulta difícil entenderle… Cuando Tom se pone a leer un libro de física, ya conoce la respuesta y parece presentir algo más…».
[98]
Tras su experiencia, aquel hombre empezó también a desarrollar varias dotes psíquicas, lo cual no es raro entre quienes han tenido una vivencia semejante. En 1982, Bruce Greyson, psiquiatra de la Universidad de Michigan y director de investigación del IANDS, entregó un cuestionario concebido expresamente para estudiar el tema a sesenta y nueve personas que habían pasado por una ECM y descubrió que había un incremento en casi todos los fenómenos psíquicos y paranormales que había estimado.
[99]
Phyllis Atwater, un ama de casa de Idaho que empezó a investigar las ECM a raíz de la transformación que sufrió ella misma durante su propia experiencia, ha entrevistado a docenas de personas que han tenido alguna y ha obtenido resultados similares. «La telepatía y la capacidad de sanar son comunes —declara—. También lo es el “recordar” el futuro. El tiempo y el espacio se detienen y vives una secuencia futura con detalle. Luego, cuando el acontecimiento ocurre, lo reconoces».
[100]
A juicio de Moody, esos cambios de identidad profundos y positivos, constituyen la prueba más evidente de que las ECM son realmente viajes a un plano espiritual de la realidad. Ring está de acuerdo y, según él, hay un resplandor espiritual absoluto e innegable en el corazón de las ECM: «Ese núcleo espiritual es tan digno de respeto y tan sobrecogedor, que la persona es de una vez y para siempre lanzada en una forma de ser enteramente nueva».
[101]
Las personas que investigan las ECM no son las únicas que empiezan a aceptar la existencia de tal dimensión y del componente espiritual de la raza humana. El premio Nobel Brian Josephson, que practica la meditación desde hace mucho tiempo, también está convencido de que hay niveles sutiles de realidad a los que se puede acceder a través de la meditación y a los que posiblemente se viaja después de la muerte.
[102]
En 1985, en un simposio sobre la posibilidad de vida más allá de la muerte biológica que se celebró en la Universidad de Georgetown, convocado por la senadora americana Claiborne Pell, el doctor Paul Davies manifestó una apertura de miras similar: «Todos estamos de acuerdo en que la mente es fruto de la materia, al menos en lo que concierne a los seres humanos; o por decirlo con más exactitud, la mente encuentra su expresión a través de la materia (y específicamente a través del cerebro). La lección que ofrece el mundo cuántico es que la materia sólo puede adquirir una existencia concreta y definida claramente en conjunción con la mente. Evidentemente, si la mente es
modelo
en vez de sustancia, es capaz de hacer muchas representaciones diferentes».
[103]
Hasta la psiconeuroinmimóloga Candace Pert, otra participante en el simposio, se mostró receptiva a la idea: «Es importante percatarse de que la información se almacena en el cerebro, y no me parece descabellado pensar que esa información se pueda transformar en algún otro terreno. ¿Dónde va la información cuando se destruyen las moléculas (la masa) que la componen? La materia ni se crea ni se destruye y puede que el flujo de información biológica no pueda desaparecer con la muerte y tenga que transformarse en otro ámbito».
[104]
¿Es posible que lo que Bohm llama el «nivel implicado» de la realidad sea realmente el terreno del espíritu, la fuente del resplandor espiritual que ha transformado a los místicos de todos los tiempos? El propio Bohm no deshecha la idea. El dominio implicado «podría llamarse igualmente Idealismo, Espíritu, Consciencia», declara con una actitud típicamente realista. «La separación de los dos —materia y espíritu— es un concepto abstracto. La base siempre es una».
[105]
¿Quiénes son los seres de luz?
Como la mayoría de las observaciones anteriores fueron realizadas por médicos y no por teólogos, no puede uno evitar preguntarse si el interés por la nueva física que mostraba el conductor de maquinaria pesada investigado por Ring no será un indicio de algo más profundo. Si, como sugiere Bohm, la física está empezando a invadir terrenos que antaño eran exclusivos de los místicos, ¿Sería posible que los seres que habitan en el reino de las cercanías de la muerte hayan anticipado esas invasiones? ¿Es ésa la razón de que a las personas que viven la experiencia del túnel de la muerte se les conceda una sed insaciable de conocimiento? ¿Se les está preparando, a ellos y por extensión al resto de la humanidad, para la confluencia venidera de la ciencia y lo espiritual?
Un poco más adelante analizaremos esa posibilidad, pero antes debemos plantear otra pregunta. Si ya no se cuestiona la existencia de la dimensión superior, ¿cuáles son sus parámetros? Más específicamente, ¿quiénes son los seres que la habitan?, ¿cómo es realmente su sociedad o, me atrevería a decir, su civilización?
Son preguntas difíciles de contestar, desde luego. Cuando Whitton intentó averiguar la identidad de los seres que orientaban a las personas en el ínterin entre una vida y otra, descubrió que no era fácil obtener la respuesta. Como dice él, «la impresión de los sujetos de mi investigación —los que pudieron responder a la pregunta— era que se trataba de entidades que habían completado el ciclo de encarnaciones en la tierra».
[106]
Monroe acabó también con las manos vacías, después de hacer cientos de viajes al reino interior y de entrevistar a docenas de personas expertas en ECM. Comenta que, «sean lo que sean [esos seres], tienen el don de irradiar un cálido sentimiento de amistad que suscita una confianza plena. Para ellos es enormemente fácil percibir nuestros pensamientos». Y «tienen a su disposición toda la historia de la humanidad y de la tierra y con el máximo detalle». Sin embargo, también confiesa su ignorancia en cuanto se refiere a la identidad última de esas entidades no físicas, aunque dice que su tarea principal parece consistir en mostrarse, «totalmente solícito para procurar el bienestar de los seres humanos con los que están asociados».
[107]