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Authors: Bertrand Russell
Russell fue un conocido pacifista durante la Primera Guerra Mundial, lo que acabó llevándolo a la cárcel durante seis meses por la publicación de artículos y panfletos.
Con su segunda esposa, Dora Black, estableció en Beacon Hill, Londres, de 1927 a 1932, una escuela infantil inspirada en una pedagogía progresiva y despreocupada que pretendía estar libre de prejuicios. El colegio reflejaba la idea de Bertrand Russell de que los niños no debían ser forzados a seguir un currículo académico estricto.
En 1936 celebró terceras nupcias con Patricia Spence, y en 1938 fue llamado a la Universidad de Chicago para dar conferencias de Filosofía. Fue estando allí cuando estalló la Segunda Guerra Mundial, pasando en esta ocasión del pacifismo mostrado en la primera a un apoyo claro a las fuerzas aliadas contra el ejército nazi, alegando que:
Un mundo en donde el fascismo fuera la ideología reinante, sería un mundo en donde lo mejor de la civilización habría muerto y no valdría la pena vivir.
Bertrand Russell
En 1940 se le impidió impartir la asignatura de Matemáticas que tenía asignada en la universidad de Nueva York y tuvo lugar una polémica extremadamente áspera que provocó apasionadas protestas en algunos ambientes: se le reprochaba la exposición en forma singularmente cruda de sus opiniones acerca de la vida sexual, lo que supuestamente tendría una nefasta influencia en sus alumnos.
Tras la Segunda Guerra Mundial, Russell se dedica plenamente a la tarea de evitar la guerra nuclear y asegurar la paz mediante una adecuada organización internacional, iniciando una etapa de activismo político que provocaría su segunda encarcelación a los 90 años.
En 1950 recibió el Premio Nobel de Literatura «en reconocimiento de sus variados y significativos escritos en los que defiende ideales humanitarios y la libertad de pensamiento».
En 1952, a los ochenta años, se unió en cuartas nupcias a Edith Finch, en brazos de quien murió pacíficamente en 1970, con noventa y ocho años.
Tras su muerte, el Trinity College de Cambridge, el que fue su segundo hogar, le rindió homenaje. Hoy podemos leer en sus muros una placa conmemorativa en su memoria que reza:
El tercer conde Russell, O.M., profesor de este colegio, fue particularmente famoso como escritor intérprete de la lógica matemática. Abrumado por la amargura humana, en edad avanzada, pero con el entusiasmo de un joven, se dedicó enteramente a la preservación de la paz entre las naciones, hasta que finalmente, distinguido con numerosos honores y con el respeto de todo el mundo, encontró descanso a sus esfuerzos en 1970, a los 98 años de edad.
Placa conmemorativa en el Trinity College de Cambridge
Pensamiento
En opinión de muchos, Bertrand Russell posiblemente haya sido el filósofo más influyente del siglo XX, al menos en los países de habla inglesa, considerado junto con Gottlob Frege como uno de los fundadores de la Filosofía Analítica. Es también considerado uno de los dos lógicos más importantes del siglo XX, siendo el otro Kurt Gödel. Escribió sobre una amplia gama de temas, desde los fundamentos de las matemáticas y la teoría de la relatividad al matrimonio, los derechos de las mujeres y el pacifismo. También polemizó sobre el control de natalidad, la inmoralidad de las armas nucleares, y sobre las deficiencias en los argumentos y razones esgrimidos a favor de la existencia de Dios. En sus escritos hacía gala de un magnífico estilo literario plagado de ironías, sarcasmos y metáforas que le llevó a ganar el Premio Nobel de Literatura.
Filosofía analítica
Russell es reconocido como uno de los fundadores de la filosofía analítica, de hecho, inició diversas vías de investigación. A principios del siglo XX, junto con G. E. Moore, Russell fue responsable en gran medida de la «rebelión británica contra el idealismo», una filosofía influenciada en gran medida por Georg Hegel y su discípulo británico, F. H. Bradley. Esta rebelión tuvo repercusión 30 años después en Viena por la «rebelión en contra de la metafísica» de los positivistas lógicos. Russell estaba especialmente disgustado por la doctrina idealista de las relaciones internas, que mantiene que para conocer una cosa en concreto, debemos conocer antes todas sus relaciones. Russell mostró que tal postura haría del espacio, del tiempo, de la ciencia, y del concepto de número algo sin sentido. Russell, junto con Whitehead, continuó trabajando en ese campo de la lógica.
Russell y Moore se esforzaron para eliminar las suposiciones de la filosofía que encontraron absurdas e incoherentes, para llegar a ver claridad y precisión en la argumentación por el uso exacto del lenguaje y por la división de las proposiciones filosóficas en componentes más simples. Russell, en particular, vio la lógica y la ciencia como las principales herramientas del filósofo. Por tanto, a diferencia de la mayoría de los filósofos que le precedieron a él y a sus contemporáneos, Russell no creía que hubiese un método específico para la filosofía. Él creía que la principal tarea del filósofo era clarificar las proposiciones más genéricas sobre el mundo y eliminar la confusión. En particular, quería acabar con los excesos de la metafísica. Russell adoptó los métodos de Guillermo de Ockham sobre el principio de evitar la multiplicidad de entidades para un mismo uso, la navaja de Ockham, como parte central del método de análisis y el realismo.
Teoría del conocimiento
La teoría del conocimiento de Russell atravesó muchas fases. Una vez que hubo desechado el neo-Hegelismo en su juventud, Russell se consolidó como un realista filosófico durante el resto de su vida, creyendo que nuestras experiencias directas tienen el papel primordial en la adquisición de conocimiento.
En su última etapa filosófica, Russell adoptó un tipo de «monismo neutral», sosteniendo que la diferenciación entre el mundo material y el mental era, en su análisis final, arbitraria, y que ambos pueden reducirse a una esfera neutral, un punto de vista similar al sostenido por el filósofo americano William James y que fue formulado por primera vez por Baruch Spinoza, muy admirado por Russell. Sin embargo, en lugar de la «experiencia pura» de James, Russell caracterizó la esencia de nuestros estados iniciales de percepción como «eventos», una postura curiosamente parecida a la filosofía de procesos de su antiguo profesor Alfred North Whitehead.
Ética
A pesar de que Russell escribió sobre numerosos temas éticos, no creía que la materia perteneciese a la filosofía, ni que lo escribiese en virtud de filósofo. En su etapa temprana, Russell estaba influenciado en gran medida por el
Principia Ethica
de G. E. Moore. Junto con Moore, creía que los hechos morales eran objetivos, pero sólo conocidos a través de la intuición, y que eran simples propiedades de los objetos, no equivalentes (p.e. el placer es bueno) a los objetos naturales a los que habitualmente se les asocia (ver falacia naturalista), y que esas sencillas propiedades morales indefinibles no podían ser analizadas usando las propiedades no morales a las cuales se asociaban.
Con el tiempo, sin embargo, acabó estando con su héroe filosófico, David Hume, quien creía que los términos éticos manejados con valores subjetivos no podían ser verificados de la misma manera que los hechos tangibles. Junto con otras doctrinas de Russell, esto influyó a los positivistas lógicos, quienes formularon la teoría del emotivismo, que sostienen que las proposiciones éticas (junto con las pertenecientes a la metafísica) eran esencialmente sinsentidos, o como mucho, algo más que expresiones de actitudes y preferencias. A pesar de su influencia en ellos, Russell no interpretó las proposiciones éticas tan estrechamente como los positivistas: para él las consideraciones éticas no eran sólo significativas, sino que eran objeto de importancia vital para el discurso civil. De hecho, aunque Russell fue a menudo caracterizado como el abanderado de la racionalidad, él estaba de acuerdo con Hume, quien dijo que la razón debía estar subordinada a consideraciones éticas.
Atomismo lógico
Quizás el tratamiento de análisis filosófico más sistemático y metafísico se halle en su logicismo empirista, evidente en lo que él llamó Atomismo lógico, explicado en una serie de conferencias llamadas «La Filosofía del Atomismo Lógico». En esos discursos, Russell expone su concepto de un lenguaje ideal, isomórfico, uno que reflejaría el mundo, donde nuestro conocimiento puede ser reducido a términos de proposiciones atómicas y sus componentes de función de verdad (lógica matemática). Para Russell el atomismo lógico es una forma radical de empirismo. El filósofo pensaba que el requerimiento más importante para tal lenguaje ideal era que cada proposición significativa se construyera con términos referentes directamente a los objetos que nos son familiares. Russell excluyó ciertos términos lógicos y formales como «todos» (
all
), «el» o «la» (
the
), «es» (
is
), y así otros, de su requisito isomórfico, pero nunca estuvo completamente satisfecho respecto de nuestra comprensión de tales términos.
Uno de los temas centrales del atomismo de Russell es que el mundo consiste de hechos lógicamente independientes, una pluralidad de hechos, y que nuestro conocimiento depende de los datos de nuestra experiencia directa con ellos.
Más tarde en su vida, Russell comenzó a dudar de los aspectos del atomismo lógico, especialmente su principio de isomorfismo, aunque continuó creyendo que la tarea de la filosofía debiera consistir en desmenuzar los problemas en sus componentes más simples, aunque nunca alcanzaríamos la última verdad (hecho) atómica.
Lógica y filosofía de las matemáticas
Russell tuvo una gran influencia en la lógica matemática moderna. El filósofo y lógico norteamericano Willard Quine dijo que el trabajo de Russell representaba la más grande influencia sobre su propio trabajo.
El primer libro matemático de Russell,
Ensayo Sobre los Fundamentos de la Geometría
(
An Essay on the Foundations of Geometry
), fue publicado en 1897. Este trabajo fue fuertemente influenciado por Immanuel Kant. Russell pronto se dio cuenta de que el concepto aplicado haría imposible el esquema espacio-tiempo de Albert Einstein, al cual consideraba como superior a sus propios sistemas. Desde ahí en adelante, rechazó todo el programa de Kant en lo relacionado a las matemáticas y a la geometría, y sostuvo que su trabajo más temprano en esa materia carecía de valor.
Interesado en la definición de número, Russell estudió los trabajos de George Boole, Georg Cantor y Augustus De Morgan, y en los Archivos Bertrand Russell en la Universidad McMaster se encuentran notas de sus lecturas de lógica algebraica por Charles Sanders Peirce y Ernst Schröder. Se convenció de que los fundamentos de matemáticas serían encontrados en la lógica, y siguiendo a Gottlob Frege aplicó un acercamiento extensionista en donde la lógica a su vez se basaba en la teoría de conjuntos. En 1900 participó en el Primer Congreso Internacional de Filosofía en París, donde se familiarizó con el trabajo del matemático italiano Giuseppe Peano. Se convirtió en un experto del nuevo simbolismo de Peano y su conjunto de axiomas para la aritmética. Peano definió lógicamente todos los términos de estos axiomas con la excepción de 0, número, sucesor y el término singular «el» (
the
), los que eran primitivos de su sistema. Russell se dio a la tarea de encontrar definiciones lógicas para cada uno de éstos. Entre 1897 y 1903 publicó varios artículos aplicando la notación de Peano en el álgebra clásica de relaciones de Boole-Schröder, entre ellos «Acerca de la Noción del Orden», «
Sur la Logique des Rélations avec les Applications à la Théorie des Séries
», y «Acerca de los Números Cardinales».
Russell al final descubrió que Gottlob Frege había llegado de forma independiente a definiciones equivalentes para «0», «sucesor» y «número»; la definición de número es actualmente referida como la definición Frege-Russell. En gran manera fue Russell quien trajo a Frege a la atención del mundo angloparlante. Hizo esto en 1903, cuando publicó
Principia mathematica
, en el cual el concepto de «clase» es inextricablemente ligado a la definición de «número». El apéndice de este trabajo detallaba una paradoja surgida en la aplicación de Frege para las funciones de segundo —y más alto— orden que tomaban funciones de primer orden como argumento, para luego ofrecer su primer esfuerzo en resolver lo que luego sería conocida como la paradoja de Russell. Antes de escribir
Principios...
, Russell se había enterado de la prueba de Cantor sobre que no existía el número cardinal más grande, lo que Russell consideraba un error. La Paradoja Cantor a su vez fue considerada (por ejemplo, por Crossley) como un caso especial de la Paradoja de Russell. Esto hizo que Russell analizara las clases, donde era sabido que dado cualquier número de elementos, el número de clases resultantes es mayor que su número. Esto, a su vez, llevó al descubrimiento de una clase muy interesante, llamada la clase de todas las clases. Contiene dos tipos de clases: aquellas clases que se contienen a sí mismas, y aquellas que no. La consideración de esta clase lo llevó a encontrar una falta grave en el llamado principio de comprensión, el cual ya había sido asumido por los lógicos de la época. Demostró que resultaba en una contradicción, donde Y es un miembro de Y, sí, y sólo sí, Y no es un miembro de Y. Ésta se ha llegado a conocer como la Paradoja de Russell. La solución de ella fue esbozada en un apéndice de
Principios...
, y más tarde desarrollada como una teoría completa, la Teoría de los Tipos. Aparte de exponer una mayor inconsistencia en la teoría intuitva de conjuntos, el trabajo de Russell condujo directamente a la creación de la Teoría axiomática de conjuntos. Esto paralizó el proyecto de Frege de reducir la aritmética a lógica. La Teoría de los Tipos y mucho del trabajo subsecuente de Russell han encontrado aplicaciones prácticas en las ciencias de la computación y la tecnología de la información.
Russel continuó defendiendo el logicismo, la visión de que la matemática es, en un sentido importante, reducible a la lógica, y junto a su ex-profesor Alfred North Whitehead, escribió la monumental
Principios de las Matemáticas
, un sistema axiomático en el cual todas las matemáticas pueden ser fundadas. El primer volumen de
Principios...
fue publicado en 1910, y es en gran manera atribuido a Russell. Más que ningún otro trabajo, estableció la especialidad de la lógica matemática o simbólica. Dos volúmenes más fueron publicados, pero su plan original de incorporar la geometría en un cuarto volumen nunca fue llevada a cabo, y Russell nunca mejoró los trabajos originales, aunque se refirió a nuevos desarrollos y problemas en su prefacio de la segunda edición. Al completar
Principios...
, tres volúmenes de extraordinario razonamiento abstracto y complejo, Russell estaba exhausto, y nunca sintió recuperar completamente sus facultades intelectuales de tal esfuerzo realizado. Aunque
Principios...
no cayó presa de las paradojas de Frege, más tarde fue demostrado por Kurt Gödel que ni
Principios de las Matemáticas
, ni otro sistema consistente de aritmética recursiva primitiva podría, dentro de ese sistema, determinar que cada proposición que pudiera ser formulada dentro de ese sistema era decidora, esto es, podría decidir si esa proposición o su negación era demostrable dentro del sistema (Teorema de la incompletitud de Gödel).