Hermosas criaturas (21 page)

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Authors: Kami Garcia & Margaret Stohl

Tags: #Fantástico, Infantil y juvenil, Romántico

BOOK: Hermosas criaturas
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—Siéntate a mi lado, Perdedor. —Ridley me llevó hacia un asiento vacío, frente al pájaro de plata que llevaba una tarjeta con el nombre de Lena, como si pudiera hacer otra cosa.

Intenté entablar contacto visual con ella, pero tenía los ojos fijos en Ridley y relumbraban de furia. Esperaba que aquella ira estuviera dirigida sólo contra la chica.

La mesa estaba sobrecargada de comida, incluso más que la última vez que había estado allí. Cada vez que la miraba me parecía que había más cosas. Había costillas asadas dispuestas en un círculo, con los extremos hacia arriba, de modo que parecían una corona, filetes aderezados con romero y otros platos más exóticos que no había visto en mi vida. Había un pájaro grande relleno y rodeado de peras que yacía sobre unas plumas de pavo real, arregladas de tal modo que parecía que el pájaro tenía la cola abierta. Esperaba que no fuera un pavo real de verdad, pero teniendo en cuenta las plumas de la cola, estaba bastante seguro de que lo era. Había también una especie de dulces que tenían la misma forma que los auténticos caballitos de mar.

Sin embargo, nadie comía, salvo Ridley, que parecía estar disfrutando de verdad.

—Me encantan los caballitos de azúcar —dijo, metiéndose dos de los diminutos caballitos dorados dentro de la boca.

La tía Del tosió un par de veces, y se llenó un vaso de un líquido negro, de la consistencia del vino, del decantador que había sobre la mesa.

Ridley miró a Lena desde el otro lado de la mesa.

—Así que, primita, ¿tienes algún plan interesante para tu cumpleaños? —Ridley mojó los dedos en una oscura salsa marrón que había en la salsera al lado del pájaro que esperaba que no fuera un pavo real, y se los chupó de forma provocativa.

—Esta noche no vamos a hablar del cumpleaños de Lena —atajó Macon.

Ridley estaba pasándoselo en grande con la tensión que había creado. Se metió otro caballito en la boca.

—¿Por qué no?

Los ojos de Lena relucieron cargados de agresividad.

—No tienes por qué preocuparte por mi cumpleaños. No te pienso invitar.

—Seguro que lo harás. Preocuparte, me refiero. Después de todo, es un cumpleaños muy importante. —La chica se echó a reír. El pelo de Lena comenzó a agitarse como si una corriente de aire recorriera la habitación, salvo por el hecho de que no había ninguna.

—Ridley, he dicho que ya basta. —Macon estaba perdiendo la paciencia y lo reconocí en su tono de voz porque era el mismo que había utilizado después de que sacara el guardapelo del bolsillo, el día de mi primera visita.

—¿Por qué te pones de su parte, tío Macon? He pasado tanto tiempo contigo como Lena, mientras crecíamos. ¿Por qué de pronto se ha convertido en tu favorita? —Durante un momento, su voz pareció dolida.

—Ya sabes que no tiene nada que ver con favoritismos. Tú has sido Llamada y eso está fuera de mis manos.

¿Llamada? ¿Qué la Llamaba? ¿De qué estaba hablando? La bruma sofocante que me rodeaba se espesaba cada vez más. No estaba seguro de haber oído bien.

—Porque tú y yo somos iguales —alegó, como una niña enfadada.

La mesa comenzó a temblar de forma casi imperceptible y el líquido negro de los vasos comenzó a agitarse suavemente. Se oía un ligero repiqueteo sobre el tejado. Estaba lloviendo.

Lena estaba aferrada al borde de la mesa, con los nudillos de las manos blancos.

—NO sois iguales —siseó.

Sentí que el cuerpo de Ridley se envaraba contra mi brazo, al cual ella se agarraba con el suyo, enroscada alrededor como si fuera una serpiente.

—Tú te crees mucho mejor que yo, Lena… ¿a que sí? Pero ni siquiera sabes cuál es tu nombre verdadero. Tampoco te das cuenta de que la relación que sostenéis está condenada. No tienes más que esperar a que seas Llamada y ya verás cómo son las cosas de verdad. —Se echó a reír, haciendo una especie de sonido extraño, que sonó siniestro y doloroso—. No tienes ni idea de si somos o no iguales. En unos cuantos meses, podrías terminar exactamente igual que yo.

Lena me miró, llena de pánico. La mesa comenzó a sacudirse con más energía y los platos repiquetearon contra la madera. Se oyó el chasquido de un rayo en el exterior y la lluvia se deslizó por los cristales de las ventanas como si fueran lágrimas.

—¡Cierra la boca!

—Cuéntaselo, Lena. ¿No crees que el Perdedor tiene derecho a saberlo todo? ¿Que no tienes ni idea de si perteneces a la Luz o a la Oscuridad? ¿Y que ni siquiera tendrás posibilidad de escoger?

Lena se puso en pie de un salto y la silla cayó hacia atrás estrepitosamente.

—¡Te he dicho que te calles!

Ridley mostraba de nuevo un aspecto relajado, como si disfrutara.

—Cuéntale que cuando vivíamos juntas el año pasado, en la misma habitación, como hermanas, yo era exactamente como tú y ahora…

Macon se puso en pie a la cabecera de la mesa, sujetándola con ambas manos. Su pálido rostro parecía aún más blanco de lo habitual.

—¡Ridley, ya basta! Te lanzaré un hechizo de expulsión si dices una palabra más.

—No puedes hacerlo, tío. No tienes bastante fuerza para ello.

—No sobreestimes tus capacidades. Ningún
Caster
Oscuro en la Tierra tiene poder suficiente para entrar por su cuenta y riesgo en Ravenwood. Yo mismo Vinculé el lugar. Todos lo hicimos.

¿Caster
Oscuro? Eso no sonaba nada bien.

—Caramba, tío Macon. Te estás olvidando de la famosa hospitalidad sureña. Yo no he irrumpido aquí, he sido invitada y he venido del brazo del caballero más guapo del estercolero. —Ridley se volvió hacia mí y me sonrió, quitándose las gafas de sol. Sus ojos tenían un aspecto extraño y relucían con un brillo dorado, como si estuvieran ardiendo. Tenían la forma de un gato, con ranuras negras en la mitad. Con la luz que surgía de aquellos ojos, todo cambiaba.

Me examinó con aquella sonrisa siniestra y sus facciones se retorcieron, lúgubres, entre sombras. Los rasgos que eran tan femeninos y atractivos ahora tenían un aspecto afilado y endurecido, transformándose ante mis ojos. Su piel parecía estirarse en torno a sus huesos, acentuando cada vena hasta el punto de que la sangre casi se transparentaba. Parecía un monstruo en ese momento.

Había metido un monstruo en el hogar de Lena.

De forma casi inmediata la casa comenzó a sacudirse de forma violenta. Los cristales de la lámpara de cristal comenzaron a bailotear y las luces parpadearon. Los postigos de las ventanas se abrieron y se cerraron de golpe mientras la lluvia aporreaba el tejado. El sonido era tan atronador que se hacía prácticamente imposible oír ninguna otra cosa, como la noche que casi atropellé a Lena cuando estaba de pie en la carretera.

Ridley apretó su garra fría como el hielo sobre mi brazo. Intenté soltarme a tirones, pero apenas me pude mover. La frialdad se iba extendiendo hasta el punto de que se me estaba quedando dormido el brazo entero.

Lena alzó la mirada de la mesa, horrorizada.

—¡Ethan!

La tía Del dio una patada en mitad de la habitación. Los suelos parecieron ondularse bajo sus pies.

La frialdad comenzó a extenderse a través de mi cuerpo. Tenía la garganta helada y las piernas paralizadas, no me podía mover. Era incapaz de apartarme del brazo de Ridley y no podía decirle a nadie lo que estaba ocurriendo. En unos cuantos minutos, apenas podría respirar siquiera.

La voz de una mujer, la de la tía Del, se cernió sobre la mesa.

—Ridley, te dije que te mantuvieras al margen, hija. Ahora no hay nada que podamos hacer por ti. Lo siento muchísimo.

La voz de Macon sonó con brusquedad.

—Ridley, un año puede marcar la diferencia más grande del mundo. Ya has sido Llamada y has encontrado tu lugar en el Orden de las Cosas. Ya no perteneces a este sitio. Has de marcharte.

Un momento más tarde, estaba de pie ante ella. Era eso o yo estaba perdiendo la pista de lo que estaba pasando. Las voces y los rostros habían comenzado a girar a mi alrededor. Apenas podía respirar. Tenía tanto frío que mi mandíbula congelada ni siquiera podía moverse para castañetear.

—¡Vete! —gritó.

—¡No!

—¡Ridley! ¡Compórtate! Tienes que irte. Ravenwood no es un lugar donde practicar la magia Negra. Es un lugar Vinculado, un lugar de Luz. No podrás sobrevivir aquí durante mucho tiempo. —La voz de la tía Del sonaba firme.

Ridley respondió con un rugido.

—No me voy a marchar, madre, y no puedes obligarme.

La voz de Macon interrumpió su berrinche.

—Sabes que no es cierto.

—Ahora soy más fuerte!; tío Macon. No me puedes controlar.

—Es verdad, tu fuerza va creciendo, pero aún no estás preparada para enfrentarte a mí y haré lo que sea necesario para proteger a Lena. Incluso aunque eso signifique que tenga que hacerte daño o algo peor.

El peso de la amenaza fue excesivo para Ridley.

—¿Me harías eso? Ravenwood es un lugar Oscuro de poder. Siempre lo ha sido desde los tiempos de Abraham. Él era uno de los nuestros. Ravenwood debería ser nuestro también. ¿Por qué lo estáis Vinculando a la Luz?

—Porque Ravenwood es ahora el hogar de Lena.

—Tú perteneces al mismo lado que yo, tío M.
Con ella
.

Ridley se puso en pie arrastrándome a mí al suelo. Ahora estaban los tres de pie, Lena, Macon y Ridley, los tres vértices de un triángulo realmente terrorífico.

—No os temo a los de vuestra especie —declaró.

—Podría ser, pero aquí no tienes ningún poder. No contra todos nosotros y una
Natural
.

Ridley se echó a reír de forma socarrona.

—¿Lena, una
Natural?
Ésa es la cosa más divertida que habéis dicho en toda la noche. Ya he visto lo que es capaz de hacer un
Natural
y Lena jamás podría serlo.

—No es lo mismo un
Cataclyst
que un
Natural
.

—¿Cómo que no lo son? Un
Cataclyst
es un
Natural
que se ha vuelto hacia la Oscuridad, son las dos caras de una misma moneda.

¿De qué estaban hablando? La cabeza me daba vueltas.

Y entonces sentí que todo mi cuerpo se paralizaba y me di cuenta de que estaba perdiendo la consciencia o, más bien, probablemente, muriéndome. Era como si me hubieran extraído toda la vida del cuerpo, junto con el calor de mi sangre. Aun así, escuché el sonido de un trueno. Sólo uno, y luego un relámpago y el chasquido de una rama de árbol cayendo justo delante de la ventana. La tormenta había llegado y la teníamos justo encima.

—Estás equivocado, tío M. No merece la pena proteger a Lena y, desde luego, ella no es una
Natural
. No conocerás su destino hasta el día de su cumpleaños. ¿Crees que porque es dulce e inocente será Llamada por la Luz? Eso no quiere decir nada. ¿No era así yo también hace un año? Y según lo que el amigo Perdedor me ha estado largando, está más cerca de volverse hacia la Oscuridad que hacia la Luz. ¿Tormentas de rayos? ¿Aterrorizar a todo el mundo en el instituto?

El viento arreció y Lena se fue enfadando cada vez más. Podía ver la ira reflejada en su rostro. Una de las ventanas estalló, igual que en la clase de inglés. Ya veía a dónde nos iba a conducir esto.

—¡Cierra el pico! ¡No sabes de lo que estás hablando! —La lluvia entró como un diluvio dentro de la habitación, seguida por el viento, que mandó vasos y platos contra el suelo, donde se estrellaron. El líquido negro acabó en el suelo en grandes manchas alargadas. Nadie se movió.

Ridley se volvió hacia Macon.

—Siempre le has concedido demasiada importancia. Ella no vale nada.

Intenté liberarme de Ridley, incluso agarrarla y sacarla yo mismo de la casa, pero no podía moverme.

Estalló una segunda ventana y después, otra, y luego una más. Todos los cristales de los alrededores se iban rompiendo. La porcelana, las copas de vino, los cristales de los cuadros… Los muebles habían comenzado a golpear contra las paredes, y el viento circulaba como si la habitación hubiera absorbido un tornado y lo hubiera metido allí dentro con nosotros. El sonido era terrible y no se podía oír nada más. El mantel salió volando de la mesa, junto con las velas, las bandejas con sus platos encima y terminaron empotrándose contra la pared. Me pareció que la habitación también comenzaba a girar. Todo estaba siendo aspirado en dirección al vestíbulo, hacia la puerta principal.
Boo Radley
gritó, con un horrible sonido humano. La garra de Ridley había comenzado a aflojarse en torno a mi brazo. Pestañeé con fuerza, intentando no desmayarme.

Y allí, en mitad de todo aquello, estaba Lena. Estaba totalmente quieta, con el pelo flotando con el viento que la rodeaba. ¿Qué estaba pasando?

Sentí que se me doblaban las rodillas. Justo mientras perdía la consciencia, sentí el viento, o una fuerza que literalmente arrancó mi brazo de la mano de Ridley, como si ella también hubiera sido aspirada hacia el exterior de la habitación, hacia la puerta principal. Me estampé contra el suelo y escuché el grito de Lena, o creí oírla.

—Aparta tus sucias manos de mi novio, bruja.

Novio.

¿Era eso lo que yo era para ella?

Intenté sonreír. Pero, en vez de eso, me desvanecí.

9 DE OCTUBRE
Una grieta en el techo

C
uando me desperté, no tenía ni idea de dónde estaba. Intenté concentrarme en las primeras cosas que aparecieron ante mi vista. Palabras. Frases escritas a mano con cuidada caligrafía con marcador indeleble Sharpie justo en la parte del techo que había sobre la cama.

Los instantes se desangran a la vez, el tiempo no se detiene

Había cientos de palabras escritas por todas partes, trozos de frases, de versos y algunas veces grupos de palabras al azar. En una de las puertas del armario alguien había garabateado:
el destino decide
. En el otro, decía:
hasta que es desafiado por los condenados
. En las partes superiores e inferiores de la puerta se leía también:
desesperado / implacable / condenado / investido de poder
. En el espejo ponía:
abre los ojos
, y en los cristales de las ventanas:
y mira
.

Incluso la pantalla de la lámpara, de un pálido color blanco, llevaba inscritas las palabras:
iluminalaoscuridadiluminalaoscuridad
por todas partes en un patrón repetido de forma incesante.

Era la poesía de Lena. Por fin había podido leer algo suyo. Esta habitación se parecía muy poco al resto de la casa, incluso aunque no se tuviera en cuenta la decoración tan peculiar. Era pequeña y acogedora, arropada entre los aleros del tejado. Un ventilador de techo giraba perezosamente sobre mi cabeza, interrumpiendo la lectura de las frases. Por todas partes había pilas de cuadernos de espiral y otras de libros en la mesilla, en su mayoría de poesía. Plath, Eliot, Bukowski, Frost, Cummings… al menos conocía esos nombres.

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