Read Hermosas criaturas Online
Authors: Kami Garcia & Margaret Stohl
Tags: #Fantástico, Infantil y juvenil, Romántico
—Pero salisteis con algunos mortales.
Evitó mirarme.
—Nunca he tenido un amigo mortal hasta que te conocí.
—¿De verdad?
—Sólo tenía a Ridley. Y las cosas a ella le iban igual de mal, aunque no le importaba. Estaba muy ocupada intentando asegurarse de que nadie me molestara.
Me costó un esfuerzo muy grande imaginarme a Ridley protegiendo a alguien.
La gente cambia, Ethan.
Pero no tanto. Ni siquiera los Casters.
Especialmente nosotros. Eso es lo que estoy intentando contarte.
Apartó la mano de la mía.
—De repente, Ridley empezó a actuar de un modo raro y los chicos que antes la habían ignorado empezaron a seguirla por todas partes; la esperaban al salir de clase y se peleaban por ver quién la acompañaría a casa.
—Ah, sí, claro. Hay algunas chicas así.
—Ridley no es una chica cualquiera. Ya te lo he dicho, es una
Siren
. Puede hacer que la gente haga cosas, cosas que generalmente no querrían hacer. Y esos chicos estaban saltando por el precipicio, uno detrás de otro. —Se enrolló el collar entre los dedos y continuó hablando—. La noche anterior al cumpleaños de Ridley la seguí a la estación de trenes. Estaba tan asustada que parecía fuera de sí. Decía que estaba segura de que se volvería Oscura y quería marcharse antes de que le hiciera daño a alguna persona de las que amaba. Antes de hacerme daño a mí. Yo era la única persona a la que ella quería de verdad. Desapareció aquella noche y no la he vuelto a ver hasta hoy. Y creo que después de lo que has visto esta noche, es bastante obvio que se ha vuelto Oscura.
—Espera un momento, ¿de qué estás hablando? ¿Qué quieres decir con eso de volverse Oscura?
Lena aspiró una gran bocanada de aire y vaciló, como si no estuviera segura de querer contarme la respuesta.
—Tienes que contármelo, Lena.
—En mi
familia, cuando cumplimos dieciséis años, eres Llamado
. No puedes escoger tu destino, y te conviertes en Luz, como la tía Del o Reece, o en Oscuridad, como Ridley. Luz u Oscuridad, Negro o Blanco. No hay gris en mi familia. No podemos escoger y no podemos deshacerlo cuando somos Llamados.
—¿Qué quieres decir con que no podéis escoger?
—No podemos elegir Luz u Oscuridad, si queremos ser buenos o malos, como los mortales y otros
Casters
. En mi familia no hay libre albedrío. Esto se decide por nosotros cuando cumplimos los dieciséis.
Intenté comprender lo que me estaba diciendo, pero era una completa locura. Había vivido suficiente tiempo con Amma para saber que había magia blanca y negra, pero era difícil creer que Lena no tendría ninguna posibilidad de escoger entre una cosa o la otra.
O quién era.
Ella seguía hablando.
—Ése es el motivo por el cual no podemos vivir con nuestros padres.
—¿Y qué es lo que tiene que ver?
—No solía ser así, pero cuando la hermana de mi madre, Althea, se tornó Oscura, su madre no pudo apartarse de ella. Desde entonces, si un Caster se vuelve Oscuro, se supone que han de abandonar su casa y su familia, por razones obvias. La madre de Althea pensó que podría ayudarla a luchar contra eso, pero no pudo y comenzaron a ocurrir cosas terribles en la ciudad donde vivían.
—¿Qué clase de cosas?
—Althea era una Evo. Son increíblemente poderosos. Pueden influir en la gente como hace Ridley, pero también pueden evolucionar, es decir, transformarse en otras personas, en cualquier persona. Una vez que ella se Desvió, empezaron a ocurrir cosas inexplicables en la ciudad. Hubo heridos e incluso una chica se ahogó. Entonces fue cuando por fin su madre la envió lejos.
Pensé que teníamos problemas en Gatlin. No me podía imaginar una versión más poderosa que Ridley andando de aquí para allá, a tiempo completo.
—¿Así que ahora ninguno de vosotros vive con sus padres?
—Todos decidieron que sería demasiado duro para ellos darles la espalda a sus hijos si se convertían en Oscuros. Así que, desde entonces, los chicos viven con otros miembros de la familia hasta que son Llamados.
—Entonces, ¿por qué Ryan vive con sus padres?
—Ryan… es Ryan. Es un caso especial. —Se encogió de hombros—. Al menos, eso es lo que dice tío Macon cada vez que le pregunto.
Todo sonaba tan surrealista… Esa idea de que todos los miembros de una familia poseyeran poderes sobrenaturales. Tenían el mismo aspecto que yo, que cualquier otra persona en Gatlin, bueno, no quizá como todo el mundo, pero, desde luego, eran completamente diferentes. ¿O no lo eran? Incluso Ridley, al salir del Stop & Steal, no había hecho sospechar a los chicos que fuera otra cosa que una tía que estaba increíblemente buena, a la que lo único que le pasaba es que no le regía el coco si venía buscándome a mí. ¿Cómo funcionaba esto? ¿Cómo te convertías en un
Caster
en vez de en un chico como otro cualquiera?
—¿Tus padres también tenían dones? —Odiaba sacar el tema de sus padres. Sabía que no había nada más horrible que hablar sobre unos padres muertos, pero llegados a este punto no me quedaba más remedio.
—Sí. Todo el mundo en mi familia los tiene.
—¿Cuáles eran sus dones? ¿Se parecían en algo a los tuyos?
—No lo sé. La abuela nunca me contó nada. Ya te lo he dicho, es como si no hubieran existido jamás. Lo cual me da mucho que pensar, como te puedes imaginar.
—¿En qué?
—Tal vez eran Oscuros, y yo también lo voy a ser ahora.
—Tú no.
—¿Cómo lo sabes?
—¿Cómo podemos tener entonces los mismos sueños? ¿Cómo puedo saber yo cuando entro en una habitación si tú estás o no allí?
Ethan.
Es verdad.
Le toqué una mejilla y le dije en voz baja:
—No sé cómo lo sé. Simplemente, es así.
—Ya sé que eso es lo que crees, pero no lo puedes saber. Ni siquiera yo tengo idea de qué va a ocurrirme.
—Ésa es la mierda más grande que he oído en mi vida.
Era como todo lo que había pasado aquella noche. No pretendía decirlo así, al menos no en voz alta, pero estaba contento de haberlo hecho.
—¿Qué?
—Toda esa basura sobre el destino. Nadie puede decidir lo que te va a suceder. Nadie más que tú.
—No si eres un Duchannes, Ethan. Los otros
Casters
pueden hacerlo, pero nosotros no, no en mi familia. Cuando somos Llamados a los dieciséis, nos convertimos en Luz u Oscuridad y no hay libre albedrío en ello.
Le levanté la barbilla con la mano.
—Pero tú eres una
Natural
, ¿qué hay de malo en ello?
La miré a los ojos y en ese momento supe que iba a besarla y también supe que no había nada de qué preocuparse mientras estuviéramos juntos. Y creí durante un instante que siempre lo estaríamos. Dejé de pensar en el cuaderno del equipo de baloncesto del Jackson y finalmente le dejé ver cómo me sentía, lo que había en mi mente. Lo que iba a hacer y cuánto tiempo me había llevado reunir las fuerzas necesarias para hacerlo.
Oh.
Sus pupilas se dilataron, más grandes y verdes que nunca, como si eso fuera posible.
Ethan… yo no sé…
Me incliné y la besé en la boca. Tenía un gusto algo salado, como sus lágrimas. En ese momento no fue calidez lo que sentí, sino una descarga eléctrica que me atravesó desde la boca hasta los pies, donde me cosquilleó las puntas de los dedos. Era como meter un boli en un enchufe, cosa que me retó Link a hacer cuando tenía ocho años. Ella cerró los ojos y se acercó a mí y durante unos instantes todo fue perfecto. Cuando me devolvió el beso, sus labios sonrientes bajo los míos, supe que me había estado esperando quizás tanto como yo la había estado esperando a ella. Pero entonces, tan rápidamente como me había abierto el camino a su corazón, me lo cerró. O más acertadamente, me empujó hacia atrás.
Ethan, no podemos hacer esto.
¿Por qué? Creo que sentimos lo mismo el uno por el otro.
O a lo mejor no era así. O era ella la que no lo sentía.
Me quedé mirándola fijamente, hasta el extremo de sus manos extendidas que aún descansaban en mi pecho. Seguramente podía notar lo rápido que me latía el corazón.
No es que…
Empezó a apartarse y estaba seguro de que iba a huir como el día que encontramos el guardapelo de Greenbrier, como la noche que me dejó de pie ante el porche. Puse la mano en su muñeca e instantáneamente sentí el calor.
—Entonces, ¿esto qué es?
Me devolvió la mirada, e intenté escuchar sus pensamientos, pero no lo logré.
—Sé que piensas que podré elegir, pero la verdad es que no. Y lo que Ridley hizo anoche al fin y al cabo no ha sido nada. Podría haberte matado y quizás lo hubiera hecho si no la hubiera detenido. —Respiró profundamente, con los ojos relucientes—. En eso es en lo que me puedo convertir, en un monstruo, tanto si me crees como si no.
Deslicé los brazos en torno a su cuello, ignorándola. Pero siguió en sus trece.
—No quiero que me veas convertirme en eso.
—No me importa. —La besé en la mejilla.
Saltó de la cama, soltándose.
—No te enteras. —Alzó la mano. 122. Ciento veintidós días más, teñido con tinta azul, como si eso fuera todo lo que hubiera en el mundo.
—Claro que me entero. Estás asustada, pero lo resolveremos de algún modo. Se supone que tenemos que estar juntos.
—Pero no lo estamos. Tú eres un mortal. No lo entiendes. No quiero que termines herido y eso es lo que ocurrirá si andas cerca de mí.
—Demasiado tarde.
Había escuchado todas y cada una de las palabras que ella había dicho, pero yo sólo sabía una cosa.
Que ya estaba demasiado implicado.
T
odo tiene sentido cuando te lo dice una chica guapa. Ahora que había regresado a casa, solo, y estaba en mi propia cama, ya no lo tenía tan claro. Ni siquiera Link se creería algo como esto. Intenté pensar cómo llevaría la conversación, en plan «la chica que me gusta y cuyo nombre real no conozco es una bruja, bueno, perdona, una
Caster
, y procede de una familia también de
Casters
, y dentro de unos cinco meses sabremos en realidad si es buena o mala. Ah, y puede causar huracanes dentro de una habitación y cargarse los cristales de las ventanas. Incluso es capaz de hacer que vea el pasado cuando toco un guardapelo como de locos que Amma y Macon Ravenwood, que mira por dónde no es para nada un recluso, quieren que entierre. El guardapelo, por cierto, se ha materializado en el cuello de una mujer en un cuadro que hay en Ravenwood, que no te lo vas a creer, no es una mansión encantada, sino una casa perfectamente restaurada que cambia completamente cada vez que voy allí a ver a una chica que me quema por dentro, me conmociona y me destroza sólo con rozarme».
La he besado. Y me ha devuelto el beso.
Era todo increíble, incluso para mí. Me di la vuelta en la cama.
Tiraba de mí.
El viento tiraba de mi cuerpo.
Me aferré al árbol que me golpeaba, con el sonido de su grito clavado en los oídos. Los vientos giraban a mi alrededor, luchando unos contra otros, y su velocidad y fuerza aumentaban por segundos. El aguacero caía como si se hubieran abierto las compuertas del cielo. Tenía que salir de allí.
Pero no había escapatoria.
Suéltame, Ethan. ¡Sálvate!
No podía verla. El viento era demasiado fuerte, pero la sentía. La sujetaba de la muñeca con tanta fuerza que estaba seguro de que terminaría rompiéndosela. Pero no me importaba, no la iba a dejar. El viento cambió de dirección, alzándome del suelo. Me agarré al árbol con más fuerza y agarré su muñeca con más fuerza aún. Sin embargo, sentía cómo la violencia del vendaval nos arrancaba al uno del otro.
Me llevaba lejos del árbol, lejos de ella. Sentí que su muñeca se deslizaba entre mis dedos.
Ya no podía sujetarla más.
Me desperté tosiendo. Sentía aún la quemazón del viento en la piel. Como si mi experiencia cercana a la muerte en Ravenwood no hubiera sido bastante, ahora habían vuelto los sueños. Era demasiado para una sola noche, incluso para mí. La puerta de mi dormitorio estaba abierta, lo cual era extraño teniendo en cuenta que la había cerrado hacía relativamente poco. La última cosa que necesitaba era que Amma me plantara allí algún chisme vudú mientras dormía. Estaba seguro de haberla cerrado.
Me quedé mirando al techo. No veía claro que dormir estuviera en mi futuro inmediato. Suspiré y me di la vuelta en la cama. Encendí el viejo quinqué restaurado como lámpara al lado de mi cama y saqué el marcador de libros de donde lo había colocado en
Snow Crash
cuando escuché algo, como unos pasos. Venían de la cocina, ligeros, y apenas los oí. Quizá mi padre había hecho un descanso. A lo mejor podría ser una oportunidad para hablar. Pudiera ser.
Pero cuando llegué al pie de las escaleras, supe que no era él. La puerta de su estudio estaba cerrada y salía luz por debajo. Tenía que ser Amma. Justo cuando pasé por la cocina, la vi corretear por el vestíbulo hacia su habitación, en la medida en que ella podía hacerlo. Escuché cómo el mosquitero de la puerta de atrás chirrió al cerrarse. Alguien salía o entraba y, después de todo lo que había sucedido esa noche, que fuera una cosa u otra era importante.
Di la vuelta a la casa hasta la parte delantera. Aparcado en el bordillo había un viejo y abollado
pickup
, un Studebaker de los cincuenta. Amma estaba inclinada sobre la ventanilla hablando con el conductor, al que le dio su bolso y luego se subió al coche. ¿Adónde se dirigía en mitad de la noche?
Tenía que seguirla. Lo malo era que resultaba complicado seguir a la mujer que consideraba casi una madre, de noche, subida a un trasto con un extraño, sin usar yo un coche también. No tenía elección, debía coger el Volvo. Era el coche que conducía mi madre cuando tuvo el accidente. Cuando lo veía, era siempre lo primero que pensaba.
Me deslicé en el asiento ante el volante. Olía a papel viejo y a limpiacristales Windex, como siempre.
Conducir sin luces resultó más complicado de lo que había pensado, hasta que adiviné que el
pickup
se estaba dirigiendo hacia Wader's Creek. Amma iba hacia su casa. La camioneta salió de la Route 9 hacia el campo. Cuando finalmente se detuvo y aparcó a un lado de la carretera, apagué el motor y conduje el Volvo hacia el arcén.
Amma abrió la puerta y la luz interior se desvaneció. Pestañeé ante la súbita oscuridad. Reconocí al conductor, era Carlton Eaton, el cartero. ¿Por qué iba a pedirle Amma a Carlton Eaton que la llevara en coche a su casa en mitad de la noche? Nunca les había visto hablar a los dos antes de este momento.