Read Inteligencia intuitiva ¿Por qué sabemos la verdad en dos segundos? Online
Authors: Malcolm Gladwell
Tags: #Ensayo
El famoso estudio de Oskamp se recoge en Stuart Oskamp, «Over-confidence in Case Study Judgments»,
Journal of Consulting Psychology
29, n.° 3 (1965), pp. 261-265.
Se ha escrito mucho acerca de la variable industria de la música. El siguiente artículo me resultó de gran ayuda: Laura M. Holson, «With By-the-Numbers Radio, Requests Are a Dying Breed»,
New York Times
, 11 de julio de 2002.
Dick Morris recoge sus recuerdos en
Behind the Oval Office: Getting Reelected Against All Odds
, Los Angeles: Renaissance Books, 1999.
Donde mejor se cuenta la historia de la Coca-Cola es en Thomas Oliver,
The Real Coke, the Real Story
, Nueva York, Random House, 1986.
Para más información sobre Cheskin, véase Thomas Hine,
The Total Package: The Secret History and Hidden Meanings of Boxes, Bottles, Cans, and Other Persuasive Containers
, Nueva York, Little, Brown, 1995
[¡Me lo llevo! Una historia del shopping: una historia cultural del shopping
, Barcelona, Editorial Lumen, 2003]; y Louis Cheskin y L. B. Ward, «Indirect Approach to Market Reactions»,
Harvard Business Review
(septiembre de 1948).
La biografía de Silverman que escribe Sally Bedell [Smith] está en
Up the Tube: Prime-Time TV in the Silverman Years
, Nueva York, Viking, 1981.
Las formas en que Civille y Heylmun degustan alimentos se explican en profundidad en Gail Vance Civille y Brenda G. Lyon,
Aroma and Flavor Lexicon for Sensory Evaluation
, West Conshohocken, Pa., American Society for Testing and Materials, 1996; y Morten Meilgaard, Gail Vance Civille y B. Thomas Carr,
Sensory Evaluation Techniques
, 3.
a
ed., Boca Raton, Florida, CRC Press, 1999.
Para más información acerca de la degustación de mermeladas, véase Timothy Wilson y Jonathan Schooler, «Thinking Too Much: Introspection Can Reduce the Quality of Preferences and Decisions»,
Journal of Personality and Social Psychology 60
, n.°2 (1991), pp. 181-192;y«Strawberry Jams and Preserves»,
Consumer Reports
, (agosto de 1985), pp. 487-489.
Para más información acerca de la lectura del pensamiento, véase Paul Ekman,
Telling Lies: Clues to Deceit in the Marketplace, Politics, and Marriage
, Nueva York, Norton, 1995
[Cómo detectar mentiras: una guía para utilizar en el trabajo, la política y la pareja
, Barcelona, Ediciones Paidós Ibérica, 1999]; Fritz Strack, «Inhibiting and Facilitating Conditions of the Human Smile: A Nonobtrusive Test of the Facial Feedback Hypothesis
», Journal of Personality and Social Psychology
54, n.° 5 (1988), pp. 768-777; y Paul Ekman y Wallace V. Friesen,
Facial Action Coding System, parts 1 and 2
, San Francisco, Human Interaction Laboratory, Dept. of Psychiatry, Universidad de California, 1978.
Klin ha escrito diversos informes basados en el estudio que efectuó con la película
¿Quién teme a Virginia Woolf?
La más completa es seguramente Ami Klin, Warren Jones, Robert Schultz, Fred Volkmar y Donald Cohen, «Defining and Quantifying the Social Phenotype in Autism»,
American Journal of Psychiatry
, 159 (2002), pp. 895-908.
Sobre la lectura del pensamiento, véase también Robert T. Schultz y cols., «Abnormal Ventral Temporal Cortical Activity During Face Discrimination Among Individuals with Autism and Asperger"s Syndrome»,
Archives of General Psychiatry
, 57 (abril de 2000).
La magnífica serie de vídeos de Dave Grossman se titula
The Bulletproof Mind: Prevailing in Violent Encounters… and After
. Las historias de los agentes de policía que disparan sus armas están basadas en el extraordinario libro de David Klinger
Into the Kill Zone: A Cops' Eye View of Deadly Force
, San Francisco, Jossey-Bass, 2004.
Son varios los artículos que han estudiado la parcialidad étnica y las armas, entre los que se incluyen los siguientes: B. Keith Payne, Alan J. Lambert y Larry L. Jacoby, «Best-Laid Plans: Effects of Goals on Accessibility Bias and Cognitive Control in Race-Based Misperceptions of Weapons
», Journal of Experimental Social Psychology
, 38 (2002), pp. 384-396; Alan J. Lambert, B. Keith Payne, Larry L. Jacoby, Lara M. Shaffer y cols., «Stereotypes as Dominant Responses: On the "Social Facilitation" of Prejudice in Anticipated Public Contexts»,
Journal of Personality and Social Psychology
84, n.° 2 (2003), pp. 277-295; Keith Payne, «Prejudice and Perception: The Role of Automatic and Controlled Processes in Misperceiving a Weapon»,
Journal of Personality, and Social Psychology
81, n.° 2 (2001), pp. 181-192; Anthony Greenwald, «Targets of Discrimination: Effects of Race on Responses to Weapons Holders»,
Journal of Experimental Social Psychology
39 (2003), pp. 399-405; y Joshua Correll, Bernadette Park, Charles Judd y Bernd Wittenbrink, «The Police Officer's Dilemma: Using Ethnicity to Disambiguate Potentially Hostile Individuals»,
Journal of Personality and Social Psychology
, 83 (2002), pp. 1314-1329. Este estudio es un videojuego en el que se presenta a personas blancas y negras en posiciones ambiguas, y el jugador tiene que decidir si disparar o no. Consulte
http://psych.colorado.edu/%7ejcorrell/tpod.html
y juegue. Resulta bastante aleccionador.
Sobre la cuestión de aprender a leer el pensamiento, véase Nancy L. Etcoff, Paul Ekman y cols., «Lie Detection and Language Comprehension»,
Nature
, 405 (11 de mayo de
2000).
Sobre las patrullas de dos personas, véase Carlene Wilson,
Research on One- and Two-Person Patrols: Distinguishing Fact from Fiction
, Australia del Sur, Australasian Centre for Policing Research, 1991; y Scott H. Decker y Alien E. Wagner, «The Impact of Patrol Staffing on Police-Citizen Injuries and Dispositions
», Journal of Criminal Justice
, 10 (1982), pp. 375-382.
El que mejor recoge la historia de Conant es su marido, William Osborne, en «You Sound like a Ladies Orchestra» [Suenas como una orquesta de señoras], en la página web de ambos:
www.osborne-conant.org/ladies.htm
.
Los siguientes artículos me fueron de especial utilidad como información sobre los cambios en el mundo de la música clásica: Evelyn Chadwick, «Of Music and Men»,
The Strad
(diciembre de 1997), pp. 1324-1329; Claudia Goldin y Cecilia Rouse, «Orchestrating Impartiality: The Impact of "Blind" Auditions on Female Musicians»,
American Economic Review
90, n.° 4 (septiembre de 2000), pp. 715-741; y Bernard Holland, «The Fair, New World of Orchestra Auditions»,
New York Times
, 11 de enero de 1981.
Hace unos años, antes de empezar a escribir este libro, me dejé el pelo largo. Solía llevarlo muy corto y con un estilo tradicional. Pero, de repente, se me antojó dejármelo crecer como en mi época de adolescente. De inmediato mi vida cambió; en aspectos pequeños, pero significativos. Empezaron a ponerme multas por exceso de velocidad, algo que nunca me había ocurrido. En las colas para el control de seguridad de los aeropuertos comenzaron a llevarme aparte para recibir una atención «especial». Y un día, mientras caminaba por la Calle Catorce, en el centro de Manhattan, se subió a la acera un furgón policial del que salieron tres agentes a toda prisa. Resulta que andaban buscando a un violador y, según dijeron, se parecía mucho a mí. Me enseñaron el retrato robot y la descripción. Yo lo miré y les hice ver lo más amablemente que pude que, en realidad, el violador no se parecía a mí en absoluto. Él era, aparte de mucho más alto y mucho más corpulento que yo, unos quince años más joven (además, añadí en un intento bastante inútil de poner algo de humor a la situación, distaba mucho de ser tan guapo como yo). Lo único que teníamos en común era la cabeza grande y el pelo rizado. Trascurridos veinte minutos más o menos, los agentes por fin me dieron la razón y me dejaron marchar. Comprendo que, desde una perspectiva amplia, no fue más que un malentendido sin importancia. Los afroamericanos en Estados Unidos se ven sometidos en todo momento a situaciones indignantes mucho peores que ésta. Pero lo que me sorprendió fue que, en mi caso, el tópico era incluso más sutil y absurdo: no se trataba de algo realmente obvio, como el color de la piel, la edad, la altura o el peso. Se trataba sólo del pelo. Mi pelo ejercía, en la primera impresión que yo daba, un efecto que desbarataba cualquier otra consideración para atrapar al violador. Ese episodio en la calle me hizo pensar acerca del extraño poder de las primeras impresiones. Y esa reflexión fue lo que me condujo a
Inteligencia intuitiva;
de manera que, supongo que antes que a nadie, debería expresar mi agradecimiento a esos tres agentes de policía.
Y ahora, pasemos a los agradecimientos auténticos. David Remnick, director de
The New Yorker
, con gran gentileza y paciencia, me permitió desaparecer durante el año que estuve trabajando en el libro. Todo el mundo debería tener un jefe tan bueno y tan generoso como David. Little, Brown, la editorial que me trató como a un príncipe con
The Tipping Point
[en español, publicado con el título original y como
La frontera del éxito
, Madrid, Espasa Calpe, 2001], hizo lo mismo en esta ocasión. Gracias, Michael Pietsch, Geoff Shandler, Heather Fain y, sobre todo, Bill Phillips, que con destreza, esmero y alegría hizo que cobrara sentido el disparate inicial de este manuscrito. Estoy pensando en llamar a mi primer hijo Bill. Una lista muy larga de amigos leyó el manuscrito en diversas fases y me ofreció sus inestimables consejos: Sarah Lyall, Robert McCrum, Bruce Headlam, Deborah Needleman, Jacob Weisberg, Zoe Rosenfeld, Charles Randolph, Jennifer Wachtell, Josh Liberson, Elaine Blair y Tanya Simon. Emily Kroll realizó para mí el estudio relativo a la altura de los directivos.
Joshua Aronson y Jonathan Schooler me brindaron con generosidad su experiencia académica. El maravilloso personal del Savoy me soportó en las largas tardes que pasé en la mesa que hay junto a la ventana. Kathleen Lyon veló por mi salud y mi felicidad. Mi fotógrafo favorito, el mejor del mundo, Brooke Williams, se encargó de mi foto de autor. Hay varias personas que, sin embargo, merecen un agradecimiento especial. Terry Martin y Henry Finder, como ya hicieron con
The Tipping Point
, escribieron unas extensas y extraordinarias críticas de las primeras versiones. Es una bendición tener dos amigos de una brillantez así. Suzy Hansen y la incomparable Pamela Marshall dieron definición y claridad al texto y me han salvado del bochorno y el error. Por lo que se refiere a Tina Bennett, yo propondría que se la nombrara principal directora ejecutiva de Microsoft, que se presentase como candidata a las elecciones para la Presidencia o que ocupara algún puesto que le permitiera aplicar su ingenio, inteligencia y gentileza a los problemas del mundo, aunque eso me privaría a mí de tenerla como agente. Por último, mi madre y mi padre, Joyce y Graham Gladwell, leyeron este libro como sólo los padres pueden hacerlo: con devoción, honestidad y amor. Gracias.
MALCOLM GLADWELL nació en Inglaterra en 1963 y creció en Canadá. Licenciado en Historia, es escritor, periodista y crítico cultural.
Entre 1987 y 1996 trabajó como periodista para
The Washington Post
, y desde 1996 escribe en la revista
The New Yorker
. Su libro anterior,
The Tipping Point
, fue un éxito internacional de ventas con más de 800.000 ejemplares vendidos en Estados Unidos.
[1]
Algo así como «Jesucristo al alcance de todos».
(N. de la T.)
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[2]
En inglés «Slick Willie», sobrenombre con que se refería la prensa sensacionalista a Clinton en los comienzos de su carrera política por su habilidad para sortear obligaciones, como librarse de Vietnam, u ocultar determinadas facetas del pasado, como sus supuestas infidelidades matrimoniales.
(N. de la T.)
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