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Authors: Kevin J. Anderson

La búsqueda del Jedi (11 page)

BOOK: La búsqueda del Jedi
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Luke hubiese querido hacer el trayecto en su fiel caza X, pero aquella nave era un aparato monoplaza con el espacio justo para un androide de astronavegación colocado detrás del piloto. Si las corazonadas de Luke sobre los descendientes de los Jedi resultaban ser correctas, cuando regresara a Coruscant lo haría acompañado por dos candidatos...

Según los viejos registros, la colonización de Eol Sha había sido iniciada hacía un siglo por empresarios que tenían la intención de utilizar naves mineras impulsadas por antorchas de fusión para que recorriesen la Nebulosa del Caldero fueran recogiendo los gases más valiosos. Los pilotos de las naves-mineras destilarían la cosecha gaseosa convirtiéndola en cargamentos purificados de elementos raros, que serían vendidos posteriormente a otros puestos avanzados.

Eol Sha era el único planeta que se encontraba lo bastante cerca para poder acoger aquella operación de minería comercial, pero sus días estaban contados. El planeta tenía una luna que se movía en una órbita muy próxima, e iba acercándose poco a poco a Eol Sha en una lenta zambullida letal a medida que la gravedad iba tirando de ella. Cien años más y la luna chocaría con el planeta, y los dos cuerpos celestes quedarían hechos añicos a causa del impacto.

El plan de explotación minera de la nebulosa había sido un gran fracaso. Los empresarios eran tan incompetentes que no habían tomado en consideración los verdaderos costes de las naves provistas de antorchas de fusión y el que la composición de los gases del Caldero no tenía nada de particular. El puesto avanzado de Eol Sha había quedado abandonado para que se las arreglara como pudiese. El Nuevo Orden del Emperador había surgido más o menos por aquel entonces, y la Vieja República se había desmoronado rápidamente. Los escasos supervivientes de Eol Sha habían sido olvidados en el caos subsiguiente.

El puesto avanzado había sido redescubierto hacía dos años por un sociólogo de la Nueva República que había hecho una breve visita al planeta, después de lo cual grabó sus opiniones y descubrimientos y presentó un informe en el que recomendaba la evacuación inmediata de la colonia condenada a la destrucción..., todo lo cual fue rápidamente olvidado gracias al efecto combinado de la ya floreciente burocracia de la Nueva República y las depredaciones del Gran Almirante Thrawn.

Pero lo que había atraído la atención de Luke era que el informe afirmaba que entre los primeros colonos de Eol Sha había una mujer llamada Ta'ania. Una descendiente ilegítima de un Jedi. Luke hubiese sospechado que el linaje Jedi había terminado allí de no ser por un pequeño detalle.

Según el informe del sociólogo, se decía que el líder de los colonos supervivientes, un hombre llamado Gantoris, era capaz de prever la proximidad de los terremotos, y que cuando era niño había sobrevivido de forma milagrosa mientras sus compañeros de juegos perecían a causa de una avalancha. Gantoris se las había arreglado de alguna manera misteriosa para salir sano y salvo de la catástrofe, mientras que otros niños que se encontraban a sólo un brazo de distancia a ambos lados de él quedaban aplastados por los peñascos.

Luke atribuía muchas de aquellas historias al efecto de exageración que acompañaba a su repetición, pues incluso alguien que poseyera un gran potencial Jedi era incapaz de ejercer un control sobre ese tipo de acontecimientos sin haber recibido un adiestramiento, como el mismo Luke sabía muy bien. Pero aun así tanto las pistas como las evidencias circunstanciales le llevaban a Eol Sha; y si quería encontrar un número de candidatos lo suficientemente grande para su centro de adiestramiento Jedi, Luke tendría que seguir todas las pistas.

Luke pilotó la lanzadera modificada en una trayectoria con forma de ocho alrededor de la luna que se alzaba sobre el planeta y la dirigió hacia los restos del puesto avanzado de Eol Sha. Cruzó el terminador donde la noche del planeta era sustituida por el día, y se volvió hacia el visor panorámico para contemplar la nada invitadora superficie cubierta de cicatrices de Eol Sha.

Sus manos manejaron los controles de manera automática. Luke empezó a descender y pronto pudo ver los módulos de alojamiento, estructuras decrépitas y sostenidas mediante refuerzos improvisados que habían sido maltratadas durante décadas por toda clase de catástrofes naturales. Cerca de ellos había montículos de lava endurecida que se desplegaban alrededor de un cono volcánico producido por antiguas erupciones. Chorros de humo surgidos del corazón del volcán se enroscaban sobre él, y manchas de un naranja resplandeciente indicaban los lugares en que la lava se había abierto paso por las grietas de las laderas recientemente.

Luke hizo que la lanzadera sobrevolase el maltrecho asentamiento, y la llevó hasta una franja de terreno pedregoso lleno de cráteres que había más allá de él. La lanzadera se posó sobre una extensión de roca lisa, y Luke salió por las puertas abatibles que había detrás de los asientos de los pasajeros.

La cálida y maloliente atmósfera de Eol Sha entró en sus fosas nasales, llenándolas con el acre humo del azufre y los vapores químicos. La gigantesca luna colgaba en el horizonte como una bandeja de estaño labrado, proyectando sus propias sombras incluso a la luz del día. Nubes negruzcas y cenizas volcánicas en suspensión flotaban en el aire como una manta de calina.

Cuando Luke empezó a alejarse de la lanzadera de pasaje pudo sentir cómo el suelo vibraba levemente debajo de sus botas. Sus sentidos agudizados por la Fuerza le permitieron establecer contacto con la increíble tensión que la proximidad de su luna producía sobre Eol Sha, oprimiéndolo y desgarrándolo con fuerzas de marea que se iban intensificando con cada año que pasaba a medida que la espiral de la luna la acercaba un poco más. Una estática siseante impregnaba la atmósfera, como si las innumerables fumarolas y rendijas por las que se iban filtrando los vapores dejaran escapar los jadeos de dolor del planeta.

Luke se envolvió en su oscura capa, se aseguró que la espada de luz que colgaba de su cinturón estaba bien sujeta y empezó a avanzar sobre el abrupto terreno yendo hacia el asentamiento de los colonos. A su alrededor el suelo estaba puntuado por pequeños cráteres y agujeros bastante profundos rodeados por depósitos minerales de color blanco y marrón. Los sonidos gorgoteantes de los chorros de vapor surgían del subsuelo a una gran profundidad por debajo de ellos.

Ya había recorrido la mitad de la distancia que le separaba del asentamiento cuando una potente sacudida le hizo caer de rodillas. Las rocas temblaron y el suelo gruñó. Luke extendió los brazos para no perder el equilibrio. Los temblores se intensificaron y fueron calmándose poco a poco, y después volvieron a intensificarse durante unos momentos y cesaron súbitamente.

De repente los cráteres que había a su alrededor crujieron y eructaron torres de vapor y gotitas de agua hirviendo. Todos eran géiseres. Luke se había metido en un campo de géiseres que el terremoto acababa de activar provocando una erupción simultánea. El vapor empezó a rodar sobre el suelo como una espesa neblina.

Luke se tapó la cabeza con el capuchón para protegerla y procuró tragar la menor cantidad de aire posible con cada inspiración mientras seguía avanzando. El asentamiento de los colonos ya no estaba muy lejos. El campo de géiseres seguía jadeando y aullando a su alrededor, pero los sonidos se fueron debilitando poco a poco hasta que los chorros se disiparon.

Cuando emergió por fin de la nube de vapores. Luke vio dos hombres contemplándole desde la entrada de un viejo y oxidado refugio prefabricado. El puesto avanzado de Eol Sha había sido edificado con depósitos de carga modificados y refugios modulares que se autoinstalaban automáticamente una vez activados, pero a juzgar por su aspecto los subsistemas de mantenimiento habían dejado de funcionar hacía varias décadas, dejando que aquellas personas olvidadas por todos se las arreglaran como pudiesen para sobrevivir en aquel entorno duro y hostil. El resto del asentamiento parecía estar desierto y totalmente silencioso.

Los dos hombres interrumpieron los trabajos de reforzamiento de una entrada medio derruida que estaban llevando a cabo, pero no parecían saber cómo debían reaccionar ante la presencia de un forastero. El de Luke probablemente era el primer rostro nuevo desde que el sociólogo les había visitado hacía ya dos años.

—He venido para hablar con Gantoris —dijo Luke. Los dos hombres le dirigieron miradas apagadas e inexpresivas. Sus ropas estaban muy gastadas y llenas de remiendos, y parecían haber sido hechas con fragmentos de otras prendas. Los ojos de Luke se posaron en uno de los hombres y retuvieron su mirada. El otro había retrocedido hacia las sombras—. ¿Eres Gantoris? —preguntó Luke en voz baja y suave.

—No. Me llamo Warton. —El hombre parecía no saber qué decir, y las palabras salieron de su boca en un apresurado balbuceo—. Todo el mundo se ha ido... Ha habido una avalancha en una cañada. Enterró a dos de los más jóvenes, que habían ido a cazar pulguillos con lanza. Gantoris y los demás están ahí intentando sacarles de debajo de las rocas.

Luke sintió una punzada de urgencia apremiante y le cogió del brazo.

—Llévame hasta allí. Quizá pueda ayudar.

Warton se dejó empujar para ponerse en movimiento, y guió a Luke por un sendero serpenteante que avanzaba entre grandes peñascos. El otro hombre se quedó inmóvil entre los refugios medio derruidos. Luke y Warton fueron bajando por una serie de caminos a lo largo de la pared de una gran grieta del suelo, una enorme hendidura creada por las fuerzas de marca. En aquellas profundidades el aire parecía más espeso y maloliente, y la sensación de claustrofobia que producía resultaba todavía más intensa.

Warton sabía dónde encontrar a los otros supervivientes en el laberinto de canales y avalanchas parciales. Luke los vio trabajando codo a codo en una curva de la cañada, esforzándose por apartar a un lado los peñascos mientras trepaban y resbalaban sobre las rocas recién caídas. Cada uno de aquellos treinta rostros mostraba la misma expresión implacable, como si su optimismo se hubiera consumido hacía mucho tiempo pero no pudieran permitirse el dejar de cumplir con sus deberes. Dos mujeres estaban inclinadas sobre los cascotes, lanzando gritos hacia el interior de las grietas.

Un hombre trabajaba esforzándose el doble que los demás. Su larga cabellera negra recogida en una trenza colgaba sobre el lado izquierdo de su cara. Sus cejas y sus pestañas habían sido eliminadas arrancándolas pelo por pelo, dejando totalmente desprovisto de vello su rostro anguloso de rasgos fuertes y marcados, que en aquel momento estaban enrojecidos a causa del esfuerzo. El hombre echaba a un lado rocas que otras personas se encargaban de llevarse. Ya habían logrado apartar una parte de los escombros, pero aún no habían desenterrado a las dos víctimas. El hombre de cabellos oscuros hizo una breve pausa en su trabajo para mirar a Luke, no logró reconocerle ni comprender el motivo de su presencia allí y reanudó sus esfuerzos. Por la manera en que le miraban Warton y los demás, Luke comprendió que debía de tratarse de Gantoris.

Luke se detuvo antes de que Warton le hubiera llevado hasta la base del montón de rocas caídas, y se hizo una idea de cómo estaban colocados los peñascos recorriéndolos con una rápida mirada. Después permitió que sus brazos colgaran flojamente a sus lados, se concentró poniendo los ojos en blanco y envió su mente a través de la Fuerza, utilizando la energía que encontró allí para rozar los peñascos primero y moverlos después, y para impedir que nuevos desprendimientos de rocas causaran más daños. Cuando Yoda le había entrenado en el levantamiento de grandes piedras sólo se trataba de un juego, un ejercicio de adiestramiento, pero en aquellos momentos dos vidas dependían de ello.

No prestó ninguna atención a las exclamaciones de asombro que lanzaron los colonos mientras retrocedían, apartándose a toda prisa cuando Luke empezó a utilizar su mente para apartar un peñasco detrás de otro de la cima del montón de rocas, arrojándolos después hacia otros lugares de la cañada. Estaba captando vida en algún lugar de aquellas oscuras profundidades.

Las rocas que Luke iba apartando no tardaron en mostrar manchas de sangre, y cuando dejó al descubierto un brazo muy pálido y parte de un hombro atrapado entre las sombras secretas de la avalancha, varios miembros del grupo corrieron hacia él. Luke hizo un nuevo esfuerzo para que el inestable montón de rocas se mantuviera lo suficientemente inmóvil y permitiera llevar a cabo las operaciones de rescate, y siguió apartando peñascos caídos.

—¡Está viva! —gritó alguien.

Varias personas corrieron hacia los restos de la avalancha queriendo ayudar, y empezaron a apartar las piedras hasta liberar a una muchacha. Su rostro y sus piernas estaban ensangrentados y habían recibido muchos golpes, y resultaba obvio que tenía un brazo roto. La muchacha empezó a llorar de dolor y alivio mientras sus salvadores la sacaban de entre las rocas. Luke sabía que se recuperaría, pero el joven atrapado junto a la muchacha no había tenido tanta suerte como ella. La avalancha lo había aplastado al instante. El chico había muerto mucho antes de que Luke llegara.

Luke siguió trabajando hasta haber dejado el cuerpo al descubierto. Después se liberó de su semitrance, entre sollozos de pena, y abrió los ojos.

Gantoris estaba inmóvil delante de él, y una ira que apenas si lograba reprimir hervía bajo sus rasgos controlados al precio de una gran tensión.

—¿Por qué estás aquí? —le preguntó—. ¿Quién eres? Warton se puso al lado de Luke.

—Le vi salir del campo de géiseres —dijo—. Todos los géiseres hicieron erupción en el mismo instante, y él apareció de repente saliendo de la nube de vapor. —Warton parpadeó con asombro y temor mientras miraba a Luke—. Dice que ha venido a verte, Gantoris.

—Sí... Ya lo sé —murmuró Gantoris hablando consigo mismo.

Luke buscó sus ojos con la mirada.

—Soy Luke Skywalker, un Caballero Jedi. El Imperio ha caído, y una Nueva República ha ocupado su lugar. —Tragó una honda bocanada de aire—. Si eres Gantoris y si tienes esa capacidad, he venido a enseñarte cómo utilizar la Fuerza.

Varios miembros del grupo se habían aproximado con el cuerpo destrozado y flácido como una muñeca de trapo del muchacho. El hombre que lo llevaba en brazos permitió que su pétrea impasibilidad se esfumara durante un momento para revelar sus emociones.

La expresión que había en el rostro de Gantoris parecía ser una mezcla de terror y anhelo.

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