La tregua de Bakura (38 page)

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Authors: Kathy Tyers

Tags: #Ciencia ficción

BOOK: La tregua de Bakura
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La aceleración total también le colocaría al alcance de tiro del
Shriwirr
. Thanas lo deseaba.

De pronto, Luke perdió el contacto. Se dobló por la cintura y tosió, aprisionado en su cuerpo debilitado sobre la dura y fría cubierta del
Shriwirr
.

—¿Ocurre algo, señor? —preguntó el piloto de Thanas con aire preocupado.

Pter Thanas parpadeó. Por algún motivo, la imagen de Luke Skywalker había aparecido en su mente. La desechó y tomó una decisión difícil. Debía destruir aquel peligro de contagio, a toda costa.

Poco a poco, empujó la palanca de velocidad hacia adelante.

Leia se inclinó hacia Han.

—¿Un beso para desearnos buena suerte? —preguntó.

—Claro.

Aquellos labios serían lo último que sentiría.

Estaba a punto de tocarlos cuando dio un salto hacia atrás.

—¡Luke! —exclamó.

Chewbacca lanzó un grito de alerta.

—¿Qué pasa, Chewie? —Han se volvió hacia los analizadores delanteros. Afirmaban que el
Dominante
avanzaba a una velocidad irracional—. Nos habrán alcanzado de nuevo —dijo—. Nuestros sensores vuelven a estar ionizados.

Chewbacca bramó: ¡Cambio de curso!

Han conectó todos los sensores y aferró los controles principales. La cabina del
Halcón
pasó tan cerca del patrullero que torció las antenas laterales de ambas naves.

—¡Todos los escuadrones, seguidnos! —gritó Han—. ¡Hay una brecha en el bloqueo! Sacaremos a esos rebeldes de la zona de peligro —informó a Leia—, y después regresaremos para acabar con el
Dominante
.

Ella no contestó.

Leia apoyó la cabeza en el respaldo del asiento y se concentró en respirar profundamente. Con tanta claridad como había notado la súbita alarma y el esfuerzo de Luke, su agotamiento actual la paralizaba.

—Grupo Rojo —gritó Han por el micrófono—. Grupo Dorado, formad conmigo. ¡Les tenemos entre nosotros!

Vio por la portilla que las fuerzas imperiales se movían. A lo lejos, cuatro cazas X y un caza A no habían pasado por la brecha antes de que se cerrara. Leia tenía los ojos nublados.

—¿Dónde está ese patrullero al que íbamos a embestir? —preguntó.

Sus manos temblaban.

—Unos diez kilómetros a estribor.

Chewie emitió un grito exultante.

¿Luke
? Leia aferró los apoyabrazos.
¿Qué te pasa
?

Luke cubrió sus ojos húmedos y respiró con lentitud. Le irritaba pensar que a Thanas no le importaba quién ganara. Le hubiera gustado borrar el universo a Pter Thanas y sus fuerzas. Y también a los ssi-ruuk. Sí, estaba perdiendo los nervios. Daba igual. Sólo quería dejar de toser.

El
Dominante
continuó acercándose. Su tamaño aumentaba a cada segundo en la portilla.

—Dev, ¿el crucero va armado?

—Supongo que sí.

Dev extendió una mano.

—Encuentra… —Otra tos le estremeció—. Encuentra el control de las armas.

Luke dejó que Dev le levantara de la cubierta.

—¿Te encuentras bien?

No. Se balanceaba peligrosamente cerca del lado oscuro, pero no le importaba.
Déjame en paz, Yoda
.

—Necesito una mascarilla respiratoria.

—No te encajará.

—Lo sé. He de probar lo que sea.

Apenas tenía energías para concentrar su atención y recobrar el control. Una oleada de energía se equiparó a su cólera, oscura y exigente.

Desechó aquella energía, jadeante. Había tocado el poder del lado oscuro en el salón del trono del emperador. Podría haber destruido a Darth Vader…, compartido el trono, gobernado la galaxia… y quedar destruido junto con la segunda Estrella de la Muerte, de no haber tirado su espada de luz. ¿Iba a venderse por una tentación menor?

Miró por la portilla. El
Dominante
vaporizó otro caza X.
Confié en ti, Thanas. Confié en ti
. Había abrigado esperanzas acerca de aquel hombre. ¿Había leído mal en la Fuerza? Leia y Han habían escapado de momento, pero no irían muy lejos hasta que los bancos de energía del
Halcón
se recargaran. Tenía que salvarles.

Podría salvarles con facilidad, si él…

Siempre habrá gente poderosa en el mal
. Recordó sus palabras a Gaeri.
Cuanto más fuerte eres, más tentaciones sientes
.

Presencias alienígenas en alguna cubierta superior llamaron su atención.

—¡He encontrado el control! —gritó Dev.

Luke se purificó de miedo y deseo, y se relajó en la Fuerza, sin hacer caso de los cantos de sirena. Había renunciado a la oscuridad, su auténtico enemigo, no Thanas. Residía en su interior. Se acercó a Dev.

—¿Puedes conseguir imágenes de la batalla?

—Lo intentaré. —Dev pasó a otro puesto y empezó a teclear—. Creo que tienes un cañón iónico en línea. Trata de moverlo con aquella rueda, deprisa.

Luke miró hacia el panel superior. El
Dominante
estaría a tiro dentro de pocos minutos.

—Vamos a ver cómo funciona. —Volvió el teclado hacia la pantalla—. Primer blanco.

Giró la rueda y disparó. No ocurrió nada en la pantalla de Dev. Se relajó más en la Fuerza y volvió a disparar.

—¡Mira!

Dev señaló una estela visible entre los restos de la batalla.

—Ya la veo.

Ahora, un poco a la izquierda, ampliar el haz y…

Una de las naves protectoras ssi-ruuvi estalló. Las dos restantes rompieron la formación y huyeron hasta convertirse en puntos de luz lejanos.

Ahora todo se reducía a la defensa propia. Un duelo entre cruceros averiados…

Oyó un ruido sobre su cabeza. Luke saltó a un lado y encendió la espada. Un Ssi-ruu marrón y tres p'w'ecks, todos armados con desintegradores, cayeron sobre el puente. Luke, sin detenerse a pensar, descargó un mandoble.

Dev retrocedió.

—¡Amo! —chilló.

Firwirrung se alejó del Jedi y agitó su muñón.

—¡Traidor! —cantó—. ¡Has traicionado a todo cuanto amabas!

Dev empuñaba el desintegrador del p'w'eck, pero no podía disparar a Firwirrung. Habían comido en la misma mesa. Había dormido junto al nido de Firwirrung, un perrito fiel a los pies de su dueño. Sus ojos se humedecieron. ¿Qué hacer?

—¡Traidor! —rugió Firwirrung—. ¡Bestia desagradecida!

El Ssi-ruu, sin piedad y con gran puntería, disparó un rayo plateado entre los hombros de Dev.

Dev se desplomó. Cayó de espaldas, arrepentido de su reincidencia. Demasiado tarde, demasiado tarde. Torció el cuello, casi lo único que podía mover. El Ssi-ruu giró en redondo hacia Luke.

—¡Cuidado! —gritó Dev.

Una vez más, los pensamientos de Luke estuvieron a punto de traicionarle.
Tu odio te ha hecho poderoso
, palabras pronunciadas con la voz quebrada del emperador, tejió la telaraña en su memoria. Necesitaba poder, ya. Agitó la espada ciegamente y acabó con el tercer y último p'w'eck. Cuando Dev cayó, el Ssi-ruu apuntó a Luke con el desintegrador.

Por pura fuerza de voluntad, Luke rechazó la cólera y el miedo. También la agresividad. Un poder rápido proporcionaba un triunfo temporal, pero seducía y traicionaba a su propietario.
¡No me traicionaré, aunque muera por ello
! Dio un breve salto mortal y aferró ambos bordes de la trampilla abierta sobre su cabeza, consciente de que el Ssi-ruu acabaría con él de un momento a otro. No podía hacer más. Era el fin.

Un destello simultáneo de todas las pantallas casi le cegó cuando cayó. Flotó en el aire un segundo, con sus últimas fuerzas. Ondas de energía barrieron la cubierta del puente. El comandante Thanas debía de haber disparado. Luke se dejó caer. Mamparas, cubiertas e instrumentos lanzaron chispas antes de apagarse. Después todas las luces fallaron, hasta las de las pantallas. Luke tocó la cubierta y rebotó hacia arriba.

¿La gravedad también se había ido al traste?

Sintió la presencia de Dev, pero no la del alienígena. Se acomodó con cautela sobre las losas de la cubierta, tosiendo en la oscuridad que sólo iluminaba la portilla. La aceleración del
Shriwirr
le proporcionó un empujón natural.

—¿Dev?

—Estoy aquí —graznó el muchacho, desde la dirección en que había estado la gravedad artificial.

Luke notó que se deslizaba hacia una mampara. Agarró algo enorme, caliente y escamoso, que hedía como si humeara.

—¿Dónde, Dev? —preguntó.

—Aquí. Mis ropas y zapatos… me han aislado un poco.

Luke gateó junto al cuerpo alienígena y encontró una forma humana tendida muy cerca. Muy caliente, resbaló hacia la mampara con él.

—Mis ojos —gimió Dev—. La cabeza me arde.

—¿Te duele algo más? —preguntó Luke.

—No siento nada… por debajo de los hombros, donde… me alcanzó.

—Aquí casi no hay luz —dijo Luke—. No creo que estés ciego.

—El puente… debió ser alcanzado. Escudos sobrecargados.

El hombro de Luke tropezó con una mampara que detuvo su deslizamiento. Dev y él se encajaron en la esquina. Levantó la mano y encontró la parte inferior de una consola. Se quedarían un rato en aquel rincón.

¿Le había traicionado la Fuerza?

Tragó saliva y tosió. Había resistido al lado oscuro. La oscuridad favorecía la muerte. El disparo del comandante Thanas había matado al Ssi-ruu, pero ¿a costa de Dev?

Estoy cansado, Yoda. No tengo tiempo para filosofar. Déjame descansar
. Se inclinó hacia adelante y tosió de manera incontrolable.

—¿Te encuentras bien? —preguntó Dev.

El calor residual de la cubierta y la mampara le sofocaron.
Leia
, llamó.
¿Leia
? Demasiado débil para establecer contacto, proyectó su tenue energía en el muchacho. Al principio, sólo captó la percepción del dolor de Dev. Éste suspiró y se relajó tangiblemente.

A medida que Luke prestaba poder a Dev, notó que su concentración se fortalecía.

—Dev —le urgió—, ábreme tu mente. —Enseñó a Dev cómo podía curarse, al igual que había hecho con Eppie Belden—. Reserva tus energías —insistió—. Puedes hacerlo. Hemos de salir de esta nave…

Una horrenda tos le interrumpió. Su instinto le impulsó a concentrar su atención en el pecho.

Dos voraces puntos de vida repletos de instintos primitivos: comer, aferrarse, reproducirse, sobrevivir.

Una repentina certeza ahogó su miedo. Intentó tocar la mente de uno de los puntos, pero carecía de mente. Se abría camino por instinto hacia la sangre. Roía un tubo bronquial camino de su corazón. Reducido a un puro instinto, ¡sobrevivir!, reptó hacia la mampara.

Leia se agarró a los apoyabrazos del asiento, casi paralizada de miedo. El campo estelar remolineaba en la portilla. Contempló el crucero ssi-ruuvi, que vagaba sin dirección, como un enorme huevo cubierto de ampollas.

—El chico nos ha conseguido un momento de respiro —murmuró Han—. Casi he sacado a todo el mundo del cerco. ¿Se encuentra bien?

—¡No! ¡Hemos de ayudarle!

Han volvió la cabeza con brusquedad.

—No estará muerto, ¿verdad?

—Ya no puedo sentirle.

Leia transmitió su total desesperación en aquellas palabras.

Han contempló los tableros sensores y examinó el crucero alienígena.

—Thanas hizo un buen tiro. Se han quedado sin energía. El casco tiene brechas por las que se filtra el aire.

—Pero se trata de Luke. Quizá esté protegido por una especie de campo energético, u obstrucción. —No se resignaba a abandonar la esperanza—. ¿Podemos acercarnos más? ¿Subir a bordo?

—Tal vez. —Han manipuló los controles, y las estrellas se movieron—. Intentaré acercarme un poco más. Quizá un muelle de atraque…

Pasó rozando la formación imperial. Chewie alcanzó los bancos de energía de un patrullero con su cañón dorsal. Oleadas de restos siguieron al
Halcón
, al igual que las restantes fuerzas rebeldes.

—¡Ya está! —exclamó Han—. Ahora nos pondremos detrás de ese crucero, para que el
Dominante
no pueda dispararnos.

—Jefe Rogue a
Halcón
—anunció la voz de Wedge por el canal interescuadrón—, vía libre para atacar al
Dominante
.

—¡Espera! —interrumpió Leia—. Obliga al comandante Thanas a cambiar de rumbo, para que no vuelva a disparar contra la nave ssi-ruuvi, pero no le destruyas. A la Rebelión quizá le interese un crucero imperial.

—¿Botín de guerra, Alteza? —rió Wedge—. De acuerdo. Si es posible. De todos modos, dudo que el Imperio nos permita cogerla.

—Sí —murmuró Han—. Bien pensado, pero sin duda cuenta con un mecanismo de autodestrucción.

—Wedge, transmite un mensaje claro al comandante Thanas —insistió Leia—. No nos dejaremos engañar por sus tácticas.

El crucero en forma de huevo estaba cada vez más cerca. Han voló a lo largo de su superficie, en busca de un lugar donde amarrar al
Halcón
. «Ya vamos, Luke», pensó. Una terrorífica inmovilidad ocupaba el lugar donde había estado su presencia.

Capítulo 20

U
na enorme tristeza se abatió sobre Gaeriel como una lluvia gris pegajosa cuando el
Dominante
disparó sobre el crucero alienígena. El gobernador Nereus apoyó una pesada mano sobre su hombro.

—Vamos, Gaeriel, ya sabías que no podía sobrevivir. Si regresara a Bakura, la destrucción ocasionada por la Estrella de la Muerte parecería un final de la civilización rápido y agradable, comparado con la plaga que se desataría a continuación.

La joven evitó el contacto de su mano.

Nereus, sin dejar de sonreír, se sentó ante su escritorio y llamó a un cuarteto de milicianos.

—Muy pronto, la paz imperial reinará en Bakura. Sólo resta ocuparnos de un alborotador.

Gaeriel se dispuso a saltar antes de que los milicianos abrieran fuego, pero Nereus levantó una mano.

—Sobreestimas tu importancia. —Tocó la consola—. Traigan al primer ministro —ordenó.

¿Tío Yeorg?

—¡No! —exclamó Gaeriel—. Es un buen hombre. Bakura le necesita. Usted no puede…

—¡Se ha convertido en un símbolo! He intentado ser bondadoso con Bakura, y ha traicionado mis buenas intenciones. Tiro la toalla. Debo comportarme como cualquier otro gobernador imperial, inyectando el terror al Imperio en los corazones bakuranos. A menos que… —Se acarició la barbilla—. A menos que él, u otro representante de la familia Captison, solicite públicamente a Bakura que me acepte como su sucesor. Podrías salvar la vida de tu tío, Gaeriel. Dime que lo harás, antes de tres minutos, y sobrevivirá.

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