De repente, un grupo mixto de lo que en el pasado habían sido humanos atacó desde los edificios que rodeaban la plaza. Muchos corrían de forma normal, pero los que iban más armados avanzaban a grandes zancadas, y algunos se apoyaban con los nudillos en el suelo. Todos articulaban gritos de guerra ininteligibles, y muchos, aunque portaban pistolas láser, llevaban las armas como si fueran simples porras.
Por rudimentaria que fuera la emboscada humana, al principio fue efectiva.
El flanco derecho del grupo de yuuzhan vong se rompió y retrocedió; y hubiera emprendido la huida si el guerrero que estaba en medio del grupo no hubiera girado el anfibastón, cortando la cabeza del primer humano que se cruzó en su camino. Cuando el cadáver decapitado cayó al suelo entre convulsiones, los pequeños luchadores se reagruparon y atacaron. Empujaron a los humanos hacia una fila de maceteros y los atacaron con los anfibastones.
El ataque humano comenzó a fallar por la derecha, y entonces los reptiloides atacaron. Los humanos retrocedieron, arrastrando a los reptiloides hacia el interior de su formación, una formación que consistía en el grupo más reciente de humanos. Aunque formalmente era más bestial que los otros grupos, también daba una impresión de astucia. Mientras los reptiloides abrían una brecha en la formación, los extremos se plegaron, cortando la retirada del enemigo. Luego cayeron sobre ellos de forma salvaje.
Cuando rechinó un sonido en su intercomunicador, Jacen conectó con una holocámara que le proporcionaba una imagen más distante de aquel enjambre de cuerpos mutilados. Tiró del cable de sus gafas para no ver ninguna imagen e, invocando a la Fuerza, hizo saltar la trampilla. Se arrastró hasta la superficie y activó su sable láser.
Por toda la plaza, la emboscada de la resistencia se cerraba alrededor de los yuuzhan vong. El fuego de los francotiradores de los edificios destrozó los distintos villip apostados para estudiar los juegos de guerra. Los rayos rojos refulgían al atravesar los carnosos dispositivos de comunicación, haciéndolos estallar como si fueran fruta madura. Un par de tiradores intentaron dar a los villip que llevaban los guerreros yuuzhan vong en el hombro, pero, en lugar de eso, dieron a los guerreros, haciendo que se tambalearan, pero sin llegar a derribarlos.
Ganner apareció por uno de los túneles al tiempo que Jacen, pero lo hizo mediante sus poderes telequinésicos. Tenía una apariencia majestuosa, elevándose lentamente por detrás de la formación yuuzhan vong. La trampilla del túnel, un pesado disco metálico, giró a su alrededor y aplastó al primer reptiloide que se acercó. El disco rebotó contra el ferrocemento y echó a rodar lentamente, dibujando una línea de sangre al mancharse con el charco que brotaba del reptiloide muerto.
El yuuzhan vong del centro se dio la vuelta y graznó una orden que envió a los reptiloides a por Ganner. Alzando el anfibastón, que agarraba con ambas manos, lo movió en el aire. Dijo algo, y, por el tono, Ganner estuvo seguro de que era un desafío. Comenzó a girar el anfibastón lentamente, esperando.
Ganner activó el sable láser con el dedo, iluminando una hoja de color amarillo sulfuroso de más de un metro de largo. Con la otra mano indicó al guerrero que se acercara. El desprecio se dibujaba en el rostro de Ganner mientras se movía de forma casi casual, como descuidada, en comparación con la firmeza del yuuzhan vong.
El guerrero alienígena dio un salto hacia Ganner e hizo descender el anfibastón con una fuerza terrorífica. Ganner lo bloqueó subiendo la hoja del sable, y con la mano izquierda tocó al guerrero en la máscara. La rozó por el borde, haciendo retroceder rápidamente al guerrero. Ganner comenzó a proferir carcajadas, provocando que también se echaran a reír algunos humanos.
Los noghris avanzaron entre los esclavos yuuzhan vong como un rencor entre jawas. Los puñetazos y las patadas volaban por todas partes, haciendo crujir huesos y derribando contrincantes reptiloides. Jacen ya había visto combatir a los noghris antes, e incluso había luchado con alguno en alguna práctica, pero nunca les había visto pelear sin cuartel. Allí se estaban comportando como asesinos en estado puro, y la facilidad y la economía de sus movimientos delataban su poder letal.
Tres reptiloides se aproximaron hacia Jacen. El joven bloqueó el ataque de una porra y atravesó el pecho del reptiloide con la hoja verde de su láser. Dos rayos láser de los francotiradores atravesaron, rojos y ardientes, al segundo reptiloide. Jacen sacó al reptiloide muerto de la hoja del sable y dejó que el cadáver cayera rodando sobre el tercer reptiloide. Y cuando éste cayó a sus pies, le dio un golpe con la empuñadura del sable láser en el cráneo, dejándolo fuera de combate.
El guerrero yuuzhan vong que luchaba con Ganner se había recuperado y volvió a ajustarse la máscara sobre la cara. El anfibastón giraba rápidamente, apenas perceptible para el ojo. El guerrero atacó rápido, por arriba y por abajo.
Ganner bloqueó algunos golpes, esquivó otros y, de repente, una estocada certera le abrió una herida en el muslo que se tiñó de rojo. Ganner gruñó, y el guerrero soltó un grito y aumentó la virulencia de su asalto.
Ganner dio un paso atrás, cojeando, pero la pierna le falló. Jacen le vio caer y quedarse de rodillas. Ganner alzó el sable láser débilmente para defenderse de la carga del guerrero, que blandía el anfibastón en un golpe a dos manos que podía destrozarle el cráneo.
Los rayos láser sisearon por el aire, pero ninguno dio al guerrero yuuzhan vong. Jacen miró la trampilla del túnel e invocó a la Fuerza para levantarla y cubrir a Ganner, pero no le daba tiempo. Deseó que el guerrero recibiera algún disparo, o que Corran proyectara alguna imagen en su cabeza para salvar a Ganner, pero eso no ocurrió.
Ganner ya se había salvado solo.
El guerrero yuuzhan vong, en su carrera furiosa y alocada, fue a parar al agujero del que había emergido Ganner. Metió la pierna derecha en él hasta el fondo, y se le quedó atrapada. Jacen pudo oír el chasquido en toda la plaza. El torso del guerrero golpeó el suelo con fuerza. El casco y la protección facial se le cayeron, y una estocada de revés de Ganner le rebanó los sesos.
Otro de los yuuzhan vong dio un grito estridente, rompiendo el silencio momentáneo que sucedió a la muerte de su compañero. En un instante, los grupos de humanos luchando con reptiloides se separaron. Ambos bandos se reabastecieron con armas nuevas que quitaron a los muertos.
El guerrero yuuzhan vong ladró otra orden.
Los humanos se dieron la vuelta, gruñendo, y corrieron hacia los miembros de la resistencia. La maldad ardía en sus miradas, sustituyendo cualquier resto de humanidad que pudiera quedarles.
Luke se levantó de la silla que había estado ocupando en la oficina de la directora de la biblioteca de la Universidad de Garos y salió a la antesala antes de responder a la llamada de su intercomunicador. Dejó solas a Mara y a Mirax para tratar con la directora, una burócrata que se demoraba hasta la saciedad para explicar cada procedimiento que realizaba, reduciendo su ritmo de trabajo a algo más lento que un tauntaun mojado en Hoth.
Si dejara que Erredós se metiera en su sistema, acabaríamos en un momento.
—Aquí Skywalker, ¿qué pasa, Anakin?
—Saludos, Maestro Skywalker.
—¿Daeshara'cor? —un escalofrío recorrió la espalda de Luke. Se adentró en la Fuerza para obtener alguna percepción sobre ella o sobre Anakin. Los encontró, pero lejanos y diminutos, como si estuvieran intentando conscientemente reducir su presencia en la Fuerza—. Anakin tenía esta frecuencia de intercomunicador.
—Está bien. Un poco magullado, pero ileso —el ruido de fondo se comía la voz de la twi'leko, eliminando cualquier matiz de preocupación en su tono.
Si es que lo hay.
Luke se dio cuenta de que había desactivado la potencia de señal para que fuera más difícil localizarla.
Si hace lo que le hemos enseñado, esta
conversación durará poco y después se trasladará a otro sitio.
—Daeshara'cor, tenemos que hablar. Lo que estás haciendo no está bien. No será de ayuda para la situación.
—Maestro, te lo habría contado si creyera que ibas a entenderlo. Pero sé que no es así, y tampoco es culpa tuya —dudó un instante y prosiguió—. Vas a bloquear el acceso a la información que necesito, así que te propongo un trato.
Los datos que quiero a cambio de tu sobrino. Piénsalo. Daeshara'cor fuera.
— ¡Maldita sea! —Luke no se dio cuenta de que había gritado hasta que Mara y Mirax se levantaron de sus asientos y entraron en la antesala. La ansiedad que emanaban le llegó antes de que entraran—. Daeshara'cor ha encontrado a Anakin y, de alguna manera, se lo ha llevado.
Los ojos verdes de Mara se entrecerraron hasta parecer dos vetas de malaquita.
¿Cómo es posible? ¿Estás seguro de que está con ella? Puede que sólo le haya quitado el intercomunicador.
—No puedo percibirlo con claridad a través de la Fuerza. A ella tampoco. Es obvio que se está escondiendo y le tiene cerca, como hizo él contigo cuando estabais en Dantooine. El hecho de que él llevara el intercomunicador encima significa que estaba fuera, en alguna parte… y, esté donde esté, está con ella.
Mirax conectó un intercomunicador a un puerto de su datapad y frunció el ceño a medida que las palabras comenzaron a aparecer en la pantalla.
—
Silbador
dice que Chalco convenció a Anakin de que buscaran fuentes de información local. Dice que es una técnica de investigación estándar, aunque
Silbador
siente el viejo desdén CorSec por los principiantes que juegan a detectives. Salieron del
Haz
hace como una hora, y
Silbador
no sabe nada de ellos desde entonces.
Luke cerró los ojos y se llevó la mano a la frente. Sintió que Mara le acariciaba la espalda y la sonrió.
—Gracias.
—¿Qué quieres que hagamos nosotras?
El Maestro Jedi abrió los ojos y suspiró.
Me temo que Daeshara'cor quiere intercambiar a Anakin por archivos con información sobre el
Ojo de Palpatine
o algo así. Pues bien, si lo poco que le he entendido a la directora es cierto, esos archivos no existen. Así que no hay intercambio.
—Ése es un problema —Mara frunció el ceño—. El segundo problema es que Daeshara'cor no puede dejar marchar a Anakin, ya que sabe que nosotros no permitiremos que ella escape y continúe con su búsqueda. Tiene que quedarse con él. Puede que aún no se haya dado cuenta de eso, pero lo hará pronto, y no le va a gustar nada. Sabrá que tenemos que movernos en su contra.
—Pero sin datos con los que negociar, no podremos ni acercarnos a ella.
Mirax alzó una mano.
—Oídme, negociar e intercambiar es a lo que yo me dedico. Podríamos coger una tarjeta de datos y llenarla de informes y de cosas que sólo los cerebritos de este sitio puedan entender. Manipularemos unos pocos archivos para introducir frases clave, de forma que en una primera búsqueda rápida piense que son legítimos. Eso es todo lo que necesitamos para que muerda el anzuelo. ¿Creéis que pondría a Anakin en peligro mortal?
Mara asintió, pero Luke no estuvo de acuerdo.
—Eso no es lo que yo percibo.
—Luke, está buscando superarmamento.
—Lo sé, pero no creo que realmente se haya parado a pensar en cuáles son los resultados de su uso. Todos conocemos la historia de Alderaan. Sabemos lo que pasó en Carida. Recordamos el virus krytos, pero resulta muy difícil imaginar la muerte de miles de millones de personas. Puedes sentirte fatal, devastado, por la muerte de una persona, pero ¿puedes multiplicar eso por mil millones cuando se destruye un planeta?
—Sobre todo cuando se trata de un planeta lleno de enemigos —Mara se encogió de hombros.
—Pese a lo que Mara ha hecho hasta ahora, aún no está perdida en el Lado Oscuro. Siempre ha tenido un buen comportamiento —suspiró—. Podríamos ayudarla si supiéramos lo que ha provocado que empiece a portarse así.
—Ese "si" es demasiado grande —la mujer de Luke asintió lentamente—. Creo que el plan de Mirax merece la pena. Vamos a hacerlo. Luke sonrió y regresó a la oficina de la directora.
—Disculpe, pero ha surgido un problema urgente. Necesito su ayuda. La mujer sonrió.
—Estoy dispuesta a ayudarle en todo lo que esté en mi mano.
—Bien, gracias, pues, por favor, apártese de su terminal —Luke miró a R2-D2—. Baja todo lo que puedas del historial del proyecto del
Ojo
y mete el material más técnico que encuentres en una tarjeta de datos. Vamos a tender una trampa y sólo podemos permitirnos un cebo que sea irresistible.