—Todo eso está muy bien, comandante, pero su preocupación por cómo piensan es…
—¿Es qué? —Shedao Shai se acercó hasta Lian y apoyó el pie derecho en la cabeza de su subordinado—. ¿Está acercándome demasiado a la herejía? ¿Acaso he hecho algo que indique que estoy abandonando nuestro camino? ¿He tocado máquina? ¿Acaso he dicho que dude de nuestros propósitos? ¿He cuestionado los dictados de los dioses o los Sacerdotes?
—No, líder, pero…
—Pero nada, Lian. Hay muchas cosas que Elegos podría enseñarte, incluso en los pocos días que le quedan con nosotros —el comandante yuuzhan vong aumentó la presión, aplastando la frente de Lian contra el suelo—. Me ofreces un plan que será eficaz desde el punto de vista táctico, pero no desde la perspectiva estratégica. Además, tu plan podría ser considerado blasfemo porque destruirá una reserva natural de vida. Ithor podría ser un regalo de los dioses, que nos piden que se lo arrebatemos al enemigo, y tú prefieres destruirlo antes que cumplir la voluntad de los dioses y liberarlo.
Shedao Shai echó el pie hacia atrás, girando el tobillo y clavando el espolón del talón en el cráneo de Lian. Flexionando la rodilla y levantando el muslo, alzó la cabeza de su subordinado. Cuando pudo ver los ojos de Lian, extrajo el espolón y se quedó ahí, de pie. Contempló en silencio el hilillo de sangre que comenzó a deslizarse lentamente por el suelo.
—Tienes suerte, Lian, porque yo no permitiré que te deshonres a ti mismo.
Cumplirás los designios de los dioses —Shedao Shai cruzó los brazos—. Planearás para mí un asalto a Ithor que dará comienzo dentro de un mes.
También lanzarás un desafío de fuerzas al planeta llamado Agarrar. Caerá, y, si no lo hace, lo tomaremos después de Ithor. Tú planearás estos ataques, utilizando todos los efectivos que me han sido asignados.
—Comandante, es un honor para mí, ¿pero no debería ser usted quien los planeara?
—Yo revisaré y modificaré tus planes. Eres lo bastante competente como para desarrollar el trabajo de campo básico. Y, mientras lo haces, yo continuaré una misión que sólo yo puedo realizar —asintió lentamente—. Elegos nos proporcionará la primera vía de ataque a la Nueva República. Dentro de una semana estará haciendo nuestro trabajo. Después tendré tiempo para supervisar lo que hayas preparado, corregirlo y hacer que funcione.
—Sí, oh, líder —Lian asintió lentamente—. Se hará como ordene.
—Una última cosa.
—¿Sí, comandante?
—No quiero que absolutamente nadie sepa ni una palabra sobre el polen. Si tus investigadores encuentran la forma de modificar la armadura para que sea inmune, bien. En caso contrario, lucharemos sin armadura viviente —Shedao Shai sonrió—. Somos los yuuzhan vong. Nuestra causa es justa y correcta. Los dioses serán nuestra armadura en el combate, y lanzarnos a él con una armadura inerte será la prueba de nuestra fe en ellos.
Deign Lian se retiró a su camarote del
Legado del Suplicio
y selló la puerta tras él. La pequeña estancia ovoide apenas tenía espacio para poder andar por ella sin dar con la cabeza en el techo. Mantuvo la cabeza agachada, no quería llenar de sangre el techo, y se puso de rodillas frente al pequeño espacio de almacenamiento que tenía bajo la cama. Sacó un sclipune.
Depositó suavemente a la criatura en la cama, de forma que la línea en la que se unían las dos mitades de su concha quedó justo frente a él.
Acariciando el tejido sensorial de la grieta, Lian movió los dedos en una combinación de posiciones a las cuales la criatura estaba entrenada para responder. La mitad superior de la redonda concha se elevó, dejando ver un villip oculto en su interior, como una perla. El yuuzhan vong acarició una vez el villip para despertarlo, y sintió su estructura pulmonar acelerándose cuando comenzó a adquirir los rasgos de su verdadero señor.
Lian agachó la cabeza inmediatamente.
—Mi señor, perdone mi intrusión, pero tengo algo que comunicarle.
—Procede —el villip articuló la orden en tono regular, pero seguía teniendo un toque de la voz de su amo.
—Pasó lo que usted dijo que pasaría. Ofrecí a Shedao Shai el plan para destruir Ithor, pero lo rechazó. En lugar de eso, quiere que lo asaltemos de forma más convencional. Y puede que no tan convencional.
Las cejas del villip se curvaron de extrañeza, imitando el rostro de su amo.
—Explícate.
Lian no utilizó gestos ni inflexiones de voz. Sabía que al elaborar su respuesta se metía en un juego peligroso, pero Shedao Shai le forzaba a participar en él. También estaba seguro de que su señor sabía que jugaba a eso, pero quizá no estuviera al tanto de su capacidad de manipulación política.
—Sigue obsesionado con el infiel. Está tan preocupado que no tiene tiempo para planear el asalto a Ithor. Está convencido de que la eliminación de la amenaza que supone Ithor será, a largo plazo, peor para el asalto, por la impresión que causaríamos en el enemigo.
—¿Y qué importa lo que piensen los infieles? —el villip consiguió transmitir la indignación de su amo—. Planearás este asalto para él y lo harás bien.
Calcularás el potencial bélico necesario para poder tomar el planeta y añadirás unas cuantas naves más. Shedao Shai recortará tus cálculos. Quedará como un idiota.
—Como desees, mi señor, así se hará —Deign Lian asintió enfáticamente, y luego realizó una jugada rápida—. No pasará mucho tiempo antes de que todos los elogios se hagan en su nombre, mi señor. Pronto, en boca de todos estará el nombre de…
—¡Calla, imbécil!
Lian inclinó profundamente la cabeza.
—Solicito disculpas, mi señor.
—No me hagas dudar de ti. Estás en posición de hacer que todo salga bien.
No me gustaría nada tener que buscar otro agente para sustituirte, pero eso no es imposible.
—Sí, mi señor —Lian dejó que un toque de pavor asomara a sus palabras.
Mientras el Maestro Bélico pensara de él tan mal como Shedao Shai, Deign Lian estaría en posición de engañar a ambos para enfrentarlos entre sí. Shedao Shai tendría que perder esa ronda para que Deign Lian fuera nombrado su sustituto, pero entonces su protector político tendría que caer.
Sólo entonces alcanzaré la posición para la que me criaron.
—Continúa con tu trabajo. Informa cuando sea necesario y manténme al tanto del desarrollo de la batalla en Ithor. Estás haciendo un buen trabajo, la voluntad de los dioses —la cara del villip asumió una expresión serena—. Cuando la conquista esté terminada, serás recompensado abundantemente.
—Gracias, mi señor. Siempre seré su leal y obediente servidor.
Lian alzó la mano y cerró el sclipune. Se habría reído, pero una gota de sangre cayó en la concha de la criatura. Lian se tocó con la mano y vio que tenía el pelo manchado de sangre. La herida circular estaba arrugada e hinchada. Se la tocó un momento con los dedos y se encogió de hombros, contento de que al menos ésta no le causaría otra cicatriz.
Escondió el sclipune de nuevo y se chupó la sangre de los dedos. Todas las humillaciones que sufría a manos de Shedao Shai serían recompensadas con una gran sorpresa para su superior.
La única pena es que no verá mi mano en su caída.
Por un momento se disgustó por esta razón, pero luego dejó a un lado el disgusto.
Puedo pasar sin esa satisfacción. Es un sacrificio que ofrezco a los dioses.
Sonrió de oreja a oreja, sabiendo que los dioses encontrarían satisfactorio semejante sacrificio. Según las órdenes de Shedao Shai, faltaba un mes para la batalla de Ithor. Otro mes de aguantar humillaciones.
Un mes, y ocuparé el cargo que hace mucho tiempo debería haber sido mío.
Luke encontró a Mara de pie ante el gran ventanal de la suite que le habían asignado en el
Bahía de Tafanda.
Percibió algo de sorpresa en ella cuando entró en la habitación, pero pasó en cuanto le reconoció. Mara se rodeaba con sus propios brazos
y
contemplaba la jungla a sus pies. Los aflojó un poco; pero Luke entrelazó sus dedos con los de ella y la abrazó desde atrás.
Le dio un beso en el cuello.
—¿Qué tal lo llevas?
Mara asintió con seguridad.
—Bien, muy bien. El sumo sacerdote Tawron pasó por aquí y tuvo la amabilidad de realizar el mismo ritual conmigo que hizo con los Jedi y con el resto. Me sentó mal no haber estado con los Jedi, pero..
—No pasa nada, Mara. Nos hubiera encantado que estuvieras allí, pero preferimos que descanses para que puedas darlo todo.
Ella ladeó la cabeza hacia la derecha, apoyando suavemente su sien en la de su marido.
—Lo sé, gracias por decírmelo, Luke, pero es que hay momentos en los que me siento como si no estuviera enferma. Ithor es tan pacífico a veces que me pone histérica. No es que me guste la lucha, pero es para lo que me entrenaron.
Y es en lo único en lo que destaco.
—Y eres una de las mejores.
—¿Una?
Luke se rió suavemente.
—Déjame que lo arregle. Eres la mejor en la lucha.
Ella giró la cabeza y le besó en la mejilla.
—Gracias. ¿Te importa si descanso aquí un rato, entre tus brazos? —Claro, tenemos tiempo.
—¿Un día o dos?
—Claro que sí, pero quedarnos de pie aquí dos días igual es demasiado, ¿no crees? —Luke sonrió—. Podríamos desmayarnos de hambre. —Ah, pues sí, esposo mío. Quizá sería mejor tumbarnos.
—Me encanta tu forma de pensar, Mara —el Maestro Jedi la abrazó un poco más fuerte. Al otro lado del ventanal, una bandada de manollium de tres patas echó a volar en una brillante nube de color, girando y sumergiéndose en el arco iris para volver a posarse—. Vaya. Con tanta planificación y todo lo demás apenas he tenido tiempo de pararme a ver qué es lo que vamos a proteger.
—Yo llevo horas contemplando esto y siempre hay algo nuevo que ver —Mara se dio la vuelta dentro de los brazos de él y le abrazó el cuello—. Relal Tawron ha sido muy bueno conmigo. Me contó que, aunque la Madre Jungla es un lugar pacífico, no carece de violencia y hostilidad. Me dijo que los depredadores y las presas son parte del ciclo natural. Un depredador mata a una presa y se la come, y entonces los bichos y los microbios se comen los restos, alimentando a las plantas, que a su vez son comida y refugio para la presa.
—¿Y te comparó a ti con un depredador?
Mara se encogió de hombros.
—Lo cierto es que me comparó más con una tormenta de truenos incen-diando el bosque en la época de sequía.
—Vaya, vaya, no pensaba que estuviera tan bien informado.
—Oh, no, sarcasmo Jedi. Me han herido.
Ambos se rieron a carcajadas, y Luke volvió a besarla en los labios y en la punta de la nariz.
—¿Te dio un poco de perspectiva con la que considerar tu función en la inminente batalla?
—Sí, además de ser una perspectiva que reconcilia mi naturaleza con la de la Madre Jungla. Y ésa es la clave. La Madre Jungla lo abarca todo porque forma parte del ciclo natural. Lo que no es natural de la invasión yuuzhan vong, de la guerra, es que no atiende a razones naturales. Política, avaricia, codicia, envidia… Todas esas cosas provocan guerras, pero son bastante poco reconciliables con la naturaleza. Aparecen cuando las criaturas intentan alejarse de la naturaleza.
Luke sonrió y la abrazó fuertemente.
—Ésa es una de las cosas que más me gustan de ti, Mara. Siempre estás en movimiento, siempre mejorando. Tú sigues creciendo cuando muchos otros se limitarían a quedarse sentados.
—Yo no puedo quedarme sentada, Luke, y menos ahora —Mara se apartó del abrazo—. Hay tantas cosas que quiero hacer. Y con la invasión, con mi enfermedad, no sé si podré hacerlas algún día… —apretó los labios en una fina línea y cogió a Luke de la mano—. Quizá sea por hablar tanto de naturaleza, pero ahora mismo lo cierto es que me encantaría llevar dentro a nuestro hijo.
Quiero decir, te miro, y te quiero tanto, Luke, y la sola idea de que no podamos…
Ella miró hacia otro lado, y su otra mano se cerró con fuerza.
—Mara… —dijo él suavemente, mientras se acercaba a ella, entrelazando las manos sobre el vientre de la mujer. Le secó una lágrima con el pulgar y le besó la mejilla húmeda—. Amor mío, saldremos de ésta. Nada me gustaría más que crear una nueva vida contigo. Un hijo, dos, cuatro…
Ella le puso un dedo en los labios.
—Sé que tienes mucho que hacer ahora, pero necesito que te quedes conmigo, aunque sólo sea un ratito, ¿vale?