Orgullo Z (27 page)

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Authors: Juan Flahn

Tags: #Terror

BOOK: Orgullo Z
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EL DESCONOCIDO: Yo es que no…

SOLDADO: Da igual, las que sean, no han pasado a la historia, ¿verdad? Qué pena… Toda tu vida dedicada a defender los derechos de los autores, se te llenaba la boca hablando de derechos, dddeerreeecchhhooosss, y nada ha impedido que la música se haya ido a la mierda. La música, el cine… y ahora con lo que ha pasado en Chueca el resto de las bellas artes. Todo a la mierda, de esta no se libra ni el Tato.

EL DESCONOCIDO. Yo es que no sé de qué está usted hablando.

SOLDADO: ¿Por qué será que siempre son los más mediocres los que protestan más? ¿Tú te imaginas a Elvis en una manifestación del "No a la guerra"? ¿O con una pancarta a favor del canon digital? Los grandes no necesitan reivindicarse, su talento habla por sí mismo, no le tienen miedo al futuro, ni a la pobreza, ni a la droga ni a nada porque su arte les protege, la vida les lleva a lomos como una yegua desbocada sin pensar en nada que no sea seguir cantando o pintando o bailando o actuando. Pero los artistas de ahora ni sois artistas ni sois nada: unos negociantes, malos en su mayoría, ruines y explotadores y acojonados.

(Silencio)
.

SOLDADO
(Sibilino, termina de mirar en el macuto)
: Hombre… Mira lo que hay aquí, qué interesante… (A EL DESCONOCIDO) Entonces, ¿vas a hacer lo que yo diga?

EL DESCONOCIDO: Sí.

ESCENA SEXTA

(Todos están desperdigados por el escenario, con sus móviles encendidos. Los cuadrados de luz movibles revolotean por todos lados. Las grandes escaleras presiden el decorado. MIGUEL sigue atado a la silla)
.

SOLDADO: Tenemos que hacer una ronda por el edificio. Si estos tres han entrado, puede que hayan entrado más. Tenemos que asegurarnos de que todas las ventanas y puertas están cerradas, todas las persianas bajadas, hay que barrer la sede de arriba a abajo, comprobar las entradas. Sólo así estaremos seguros.

DIANA: ¿Y quién va a hacer la ronda?

SOLDADO: Tú misma.
(Burlón)
¿No eres la lideresa?

DIANA: Necesitaré compañía. Quiero a Miguel.

SOLDADO: Miguel no. Está infectado.

DIANA: Hace horas que le hemos atado, le he observado, no tiene un solo síntoma.

SOLDADO: Está arrestado.

DIANA: ¿Arrestado? ¿Por qué?

SOLDADO: Es un enfermo.

DIANA: Pero si está bien, ya lo veis todos.

SOLDADO: No lo quería decir porque, en fin, pertenece al ámbito de la vida privada de cada cual pero estamos en una crisis grave, esto es una situación excepcional y las libertades individuales pasan a un segundo plano dadas las circunstancias… He encontrado estos medicamentos en su macuto. ¿Sabéis lo que son?

DIANA: No tenía usted derecho a revisar ese macuto.

SOLDADO: ¿Es tuyo acaso?

DIANA: Lo trajo Miguel, es suyo… o en todo caso de la comunidad.

SOLDADO: Si nuestra amiga la comunista me deja continuar os diré que estas medicinas son antirretrovirales. Para el sida. Nuestro amigo tiene el sida.

MIGUEL: No lo tengo.

SOLDADO: Eso es lo que tú dices. Lo que yo veo aquí son medicinas para el sida.

DIANA: Todos los que estamos aquí sabemos cómo se contagia eso. No tenemos miedo. Los tiempos del miedo al sida y la estigmatización pasaron.

NACHO: Todos tenemos amigos en el barrio que conviven con la enfermedad y no son un peligro para nadie.

SOLDADO: ¡Y todos los que estamos aquí hemos visto a gente morir delante de nuestros ojos por algo mucho peor, algo que está ahí fuera y que no sabemos cómo pero se ha extendido rápidamente por el barrio!

ÁGUEDA: ¿Y qué?

EL DESCONOCIDO: ¿No os dais cuenta? ¡Tiene que ser una mutación!

DIANA: ¿Qué?

EL DESCONOCIDO: ¿No es mucha casualidad que haya comenzado todo en Chueca? ¿El barrio gay por excelencia?

NACHO: Perdón pero hace siglos que el sida no es una enfermedad exclusiva de homosexuales, creía que eso estaba superado.

SOLDADO: Supera tú lo que está pasando en las calles. Gente muriendo y resucitando, gente matando a gente, gente podrida, sin ojos, o brazos, sin cara, avanzando por las aceras como autómatas, buscando nuevas presas a las que matar, a las que mutilar; presas que luego se levantan e, imparables, avanzan por las calles, entran en las tiendas y locales y siguen matando en un ciclo sin fin.

MIGUEL
(Harto)
: ¡¿Y eso qué tiene que ver conmigo?!

(En silencio, Toñi avanza al centro de la estancia)
.

TOÑI: A ti te han mordido. Muchas veces. Lo he visto. Te han mordido delante de mí. Y han pasado ya horas. No tienes ningún síntoma, ninguna reacción…

BELÉN: Es cierto, yo también lo he visto.

DIANA: Quieres decir que…

TOÑI: Llevo horas pensando qué podías tener de especial… Qué era lo que te protegía de esos monstruos… Y creo que ahora lo sé. Creo que son esas medicinas que tomas.

MIGUEL: Toñi, por favor, no digas bobadas…

TOÑI: Tu tratamiento para el VIH, ¡es lo único que te diferencia de los demás! ¡Quizá si nosotros también lo tomamos tengamos una oportunidad!

(Silencio)
.

MIGUEL: ¡Eso es una locura!

(Silencio. Todos se miran entre sí dando por buenas las palabras de TOÑI)
.

MIGUEL: En todo caso no habría pastillas para todos.

(Silencio. MIGUEL no puede creer lo que los demás piensan)
.

MIGUEL: De acuerdo, las compartiré con vosotros si me soltáis.

SOLDADO: No estás en posición de negociar. ¡Tú!

(El SOLDADO señala a EL DESCONOCIDO que, presto, le alcanza el macuto con las medicinas y las cuenta)
.

SOLDADO: Sólo siete en un bote y once en el otro. ¿Cómo tomas esto? ¿Una de cada al día?

MIGUEL: Una de cada al día, sí.

SOLDADO
(Piensa)
: Entonces estaré protegido durante siete días…

(Hay un revuelo entre los demás. Es DIANA quien expresa el descontento)
.

DIANA: ¿Las vas a tomar tú solo?

SOLDADO: Queréis salir de esta, ¿no? Queréis salir de aquí, supongo…

NACHO: Pues claro. ¡Pero todos tenemos derecho a tomar esas pastillas, no sólo tú!

MIGUEL: Estáis locos, esas pastillas son para otra cosa, no inmunizan contra lo de ahí fuera.

ÁGUEDA: ¡Yo también las quiero tomar!

(MIGUEL habla pero parece que nadie le escucha)
.

MIGUEL: Tienen efectos secundarios desagradables…

TOÑI: ¡La idea ha sido mía, también tengo derecho!

SOLDADO: ¡Silencio!

(Todos callan)
.

SOLDADO: No tenemos comida, llevamos casi tres días encerrados bebiendo el agua de las cisternas de los baños… Aquí no va a venir nadie…

ÁGUEDA: Puede que sí. A lo mejor si esperamos lo suficiente…

SOLDADO: Nadie sabe que estamos aquí. Afuera la situación es grave, desesperada, nadie se va a preocupar por nosotros. Escuchadme. Os voy a contar algo que he jurado no decir porque compromete la seguridad nacional.

(Silencio)
.

SOLDADO: El paciente cero se descubrió la noche del domingo, a eso de las doce y media de la madrugada, con las fiestas del Orgullo Gay recién terminadas. Chueca ya estaba muy descongestionada para ese momento pero aún permanecía bastante gente. Se montaron operativos de vigilancia por toda la ciudad por si la infección se había extendido más allá de las fronteras del barrio. Como no parecía ser así y dado que el único paciente detectado estaba en el perímetro de Chueca se procedió inmediatamente a la clausura preventiva de la zona.

ÁGUEDA: ¿Pero qué es lo que ha producido la infección? ¿De dónde ha venido?

SOLDADO
(Sin hacerla caso)
: Se levantaron enormes muros de hormigón en tiempo récord, tapando todas las calles de salida del barrio. Llegaron efectivos del ejército especializados en guerra bacteriológica, se montaron laboratorios de campaña y el Ejército de Infantería, por orden directa del Estado Mayor de la Defensa, empezó a hacer la "limpieza".

NACHO: ¿La limpieza?

SOLDADO: La limpieza consistía en ir casa por casa, recorrer las calles y los locales exterminando a cualquiera que mostrara heridas de cualquier índole en su cuerpo. Este plan es contrario a cualquier estado de derecho, claro, pero la situación también era excepcional. Así que había que mantener a todo el mundo fuera del barrio, nadie podría entrar y mucho menos la prensa.

BELÉN: Por eso mi novia no ha podido entrar de nuevo al barrio… Salió por la mañana a trabajar a Alcobendas y nunca pudo volver… Tiene que estar tan preocupada…

SOLDADO: Yo era uno de los encargados del exterminio. Evidentemente subestimamos la velocidad y potencia de la infección. Todos en mi pelotón empezaron a caer uno a uno. Los atacaban hordas de esos monstruos, voraces y hambrientos. En la pelea me rompí una pierna pero pude matarles a todos y esconderme aquí.

DIANA: Vaya, después de casi tres días, por fin nos cuentas algo… Pero no has respondido a la pregunta clave ¿cómo surgió la infección? ¿De dónde vino?

SOLDADO: ¿Te gustaría que te dijera que fue un pelucho de Leganés que se trajo el mal desde las selvas de Perú? ¿O preferirías que hubiera sido un inmigrante en su patera? ¿O una mutación del virus del sida macerado en cualquier cuarto oscuro infecto lleno de meados? ¿Qué opción prefieres?

DIANA: Se te ha olvidado poner más ejemplos. ¿Por qué no ha podido venir del barrio de Salamanca? De una casa de franquistas que han pillado la infección a fuerza de comer jamones ibéricos mal curados… O quizá ha surgido en la Moraleja, en el seno de una familia bien, putrefactos todos en su mansión de lujo. O de la Iglesia. Quizá lo han traído el Papa y sus secuaces, que de tanto follar sin preservativo porque es pecado, se les ha podrido el alma.

(Silencio)
.

SOLDADO: Lo que está claro es que nadie sabe de dónde ha venido. Pero está aquí. Y en tres días ha esquilmado vuestro barrio. Vuestro querido barrio, vuestro refugio.

(Silencio)
.

SOLDADO: Se comprobó que la infección era imparable. Las autoridades quedaron desbordadas. Tuvieron tiempo suficiente de recurrir al plan de emergencia: un nuevo agente químico experimental. Lo llamaron "Agente Rosáceo" porque es de color rosa y, bueno, también por burlarse un poco, supongo, ya que lo iban a desperdigar por el barrio rosa… Quién se puede resistir a hacer un chiste, ¿no? Se trata de algo muy denso pero también volátil. Se circunscribiría al perímetro de Chueca con razonable exactitud sin extenderse demasiado a otros distritos y en sólo una semana desaparecería de la atmósfera sin dejar más rastro que olor a huevos podridos. El problema con el "Agente Rosáceo" es que nadie sabe lo que hace exactamente. Mata y descompone el tejido orgánico, eso sí. Con lo cual todos los habitantes de Chueca, vivos o no, perecerían.

ÁGUEDA
(Aterrada)
: ¿Y han fumigado con ese horror?

TOÑI: Sí… Lo hemos visto. Huyendo del gas nos refugiamos aquí.

SOLDADO: Debemos esperar un mínimo de tres días aquí dentro hasta que se vayan los efectos del arma química… El problema es que puede que el gas no haya parado a esos monstruos. Por eso, si hay la más mínima posibilidad de que estas pastillas me puedan inmunizar, debo tomármelas. Estaré medicándome durante los tres días que debemos permanecer aquí por precaución. Tendré que confiar en que será un tiempo suficiente para que me inmunicen contra los muertos vivientes.

MIGUEL
(Para sí)
: Eso no puede inmunizar a nadie, es imposible…

DIANA:
(Al soldado)
Pero, ¿por qué tiene que ser usted quien las tome y no los demás?

SOLDADO: Porque soy el único que conoce los mandos del ejército. Soy el único que puede traer ayuda profesional, el único que sabe dónde está esa ayuda.

ÁGUEDA: Pero está usted herido…

SOLDADO: Eso es lo de menos, me las apañaré.

NACHO: ¿Por qué vamos a confiar en usted? ¿Cómo sabemos que traerá la ayuda?

SOLDADO: No hay garantías. Simplemente tendréis que confiar.

(Todos callan y se miran)
.

MIGUEL: Es una locura.

(Silencio)
.

DIANA: Vamos a votar… Que levante la mano quien piense que las pastillas son para el soldado.

(Se levantan las manos con los cuadrados de luz en ellas. A oscuro)
.

ACTO II
ESCENA SÉPTIMA

(Toni y Nacho se están morreando)
.

NACHO: ¿Te gusta besarme?

TOÑI: Sí, claro. ¿Y a ti?

NACHO: A mí también me gusta besarme.

TOÑI: ¿Qué?

NACHO: Que también me gusta.

TOÑI: ¿Has dicho besarme?

NACHO: Sí, también me gusta besarte.

TOÑI: No, no, has dicho "besarme".

NACHO: Claro, besarte.

TOÑI: Que no, que has dicho besarme por ti, o sea no has dicho besarte por mí, sino besarme. Has dicho que te gusta besarte a ti.

NACHO: Pues eso besarte a ti.

TOÑI: Que no. Que has dicho: "a mí también me gusta besarme".

NACHO: Es que me encanta besarte.

TOÑI: ¡Has dicho: "a mí también me gusta besarme"! ¡Besarme! ¡Me! ¡O sea, besarte!

NACHO: ¿En qué quedamos, besarme o besarte?

TOÑI: ¡Besarte!

NACHO: ¡Pues eso! ¡He dicho que me gusta besarte! ¿Dónde está el problema?

TOÑI: ¡En que eres un puto egoísta de mierda, que te canta el inconsciente!

(Silencio)
.

TOÑI: Por cierto, ¿te salió la prueba del musical aquel? ¿Cuál era?

NACHO: "Cómete el pollo".

TOÑI: ¡Ay, el musical de la vida de Belén Esteban! ¿Te salió?

NACHO: Sí. Iba hacia el teatro a hacer la audición y ya no hubo manera de salir de Chueca, las calles eran un caos. Menos mal que me pude esconder aquí…

TOÑI: Seguro que te habrían contratado. Eres muy buen bailarín. ¿Para qué personaje?

NACHO: El de Fran.

TOÑI: Coño, prota, ¿no?

NACHO: Bueno, hubiera preferido el de Jesulín, sale bastante más. Pero bueno, no me voy a quejar.

TOÑI: Está genial, hombre, para ser lo primero que haces…

NACHO: Lo primero primero tampoco. Hice un par de sustituciones. Y he bailado dos años con la Drag Gárgola por todo Chueca.

TOÑI: Huy con la Gárgola, ya ves tú, vaya una cosa.

NACHO: Pues es buenísima y una gran compañera. Canta siempre en directo. Y tiene un rabo…

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