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Authors: Juan Ernesto Artuñedo

Peluche (25 page)

BOOK: Peluche
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Aplaudimos.

—Como os decía, esta noche tenemos el inmenso placer de contar con la compañía de tres encantadores muchachotes que han venido expresamente desde Galicia para representar su nuevo espectáculo, con todos vosotros: “Ositos en la Luna”

Más aplausos. Se apagan las luces. Satur, Isma y Pablo se giran hacia el escenario. Corro un poco la silla para ver mejor. Suena un vals. Un foco ilumina a un chico gordo que sale disfrazado de tierra dando vueltas. Lleva zapatillas de ballet. Intenta bailar de puntillas pero no puede. Se cae al suelo. Fin de la música. Desde la otra parte del escenario sale corriendo otro chico disfrazado de avión haciendo como que vuela mientras se limpia las gafas de bucear que lleva puestas. Al final se estrella contra la pared. Un tercer chico gordo baja desde lo alto del escenario colgado de una cuerda disfrazado de luna. Desciende moviendo las piernas hasta que frena a dos palmos del suelo. Intenta pisar pero no llega. La tierra se levanta y empieza a rotar de nuevo. El avión arregla su ala y sigue volando por todo el escenario hasta que choca con la tierra. Se quedan parados. Suena otro vals.

Canta la tierra al avión:

¿Se puede saber

dónde vas con esas gafas

de nadar?

¿Pero es que no ves

que te vas

a ostiar?

Le canta el avión:

A mí

qué me vas a contar,

mi señora

tierra,

que yo

no he querido entrar en

gravedad

Replica la tierra:

Pues a ver por dónde vuelas

que aparte de tierra también

tengo mar

Replica el avión:

No me toques...

Interrumpe la luna:

¿Queréis dejar de

hablar?

Ayudarme a bajar

El avión y la tierra se acercan. Agarran cada uno de una pierna. Estiran. No baja. Tiran más fuerte y la luna cae de culo sobre una colchoneta.

Canta la luna:

Por fin

he tocado el suelo gracias

al avión

y a la tierra

Y al chico de atrezzo gracias

por la

colchoneta

La gente ríe. Bebo cerveza. Me levanto de la butaca y la dejo en la barra. Miro entre Pablo y Saturnino. La luna se levanta de la colchoneta y camina por el escenario. El avión y la tierra le observan. Empieza la música.

Canta la luna:

Desde aquí arriba desde el espacio voy gravitando al son de la tierra

Giro despacio

a kilómetros de ella y siento el latido tan dentro de mí

Desde aquí arriba en la estratosfera sigo girando

sintiéndola cerca

Miro al espacio y miro a mi tierra soñando algún día estar junto a ti

Y por fin bajo

con pies descalzos sobre mi tierra y me dejo llevar y sentir

Los focos imitan rayos. Se oyen truenos, aire. La luna se balancea con las zapatillas de ballet en la mano. Sigue cantando:

¡El aire me empuja, el fuego me quema, la tierra me aprieta y el mar me estrangula!

¡Abro los brazos me dejo sentir!

¡El aire me empuja, el fuego me quema, la tierra me aprieta y el mar me estrangula!

La luna en el suelo. Despeinada. Magullada. Arrastrándose. Levanta la vista y nos canta a capela.

Desde aquí abajo desde la tierra miro al espacio y ruego por mí

Lloro mis penas

de amor engañado esperando a que verde destiña su gris

Desde aquí abajo desde la tierra vuelvo al espacio para poner fin

A esta comedia

que he sido invitado para que todos ustedes se puedan reír

La luna se desvanece. Aplaudimos. Fuerte. Se acerca la tierra a la luna y le canta así:

Ay, mi luna lunera

quién te manda a ti

poner los pies en la tierra, si yo te pudiera decir lo que siento por ti

cuando estás cerca

Porque en la tierra las cosas no son como piensas,

el mar no es azul ni la gente sincera

Si las cosas fueran de otra manera moriría por ti

en primavera

Ay, mi luna lunera

vete de aquí

y mejor que no vuelvas, que el amor

que siento por ti

nos convierte

en dos piedras

Porque en la tierra las cosas no son como piensas,

el mar no es azul ni la gente sincera

Si las cosas fueran de otra manera moriría por ti

en primavera

Pero volverás sé que volverás y tu luz

nos hará

brillar

como estrellas

Volverás

sé que volverás y tu luz

nos hará

brillar

como estrellas

La tierra gira y gira y sale del escenario entre aplausos. Se apaga la luz. Seguimos aplaudiendo. Suena música. Entra el avión. Un par de focos rojos le iluminan.

Canta el avión:

Quién me iba a decir a mí que la luna y la tierra

¡la tierra

y la luna!

algún día

se quisieran

Si la tierra

aquí abajo

convive

con las piedras y la luna

ahí arriba

es feliz

con las estrellas

Que no hay amor más verdadero que el que no

se tiene cerca

No hay amor más sincero que el que por amor

pierde la vida entera

¡Y si por amor hay que vivir solo sólo quiero

paz eterna,

que la ilusión

de que tú vuelvas no la pierdo

hasta que muera!

Quién me iba a decir a mí que la luna y la tierra

¡la tierra

y la luna!

algún día

se quisieran

Si la luna quiere ser tierra

y la tierra ser luna espera

Que no hay amor más verdadero que aquel

que no se espera

No hay amor más sincero que el que por amor

da la vida

entera

¡Y si por amor

hay que darlo todo todo es tuyo

hasta que muera, que el corazón que por ti sueña volará más alto que las estrellas!

El rojo se funde en negro. Aplaudimos. Se encienden las luces y salen los tres al escenario. Aplaudimos más fuerte. Llega el presentador y les da un ramito de flores a cada uno, y dos besos. Se acerca el micrófono.

—¡Bueno, bueno...

La gente sigue aplaudiendo.

—...veo que no soy el único que se ha emocionado!

—¡Bravo! —grita un guiri desde la barra

—¡Guapo! —le grita otro

—¡Gracias, gracias —continúa el presentador—, ahora os dejamos en

manos de nuestros djs favoritos, Arturo y Vicente, y con la música que más nos gusta...

Los djs asienten con la cabeza desde su garita.

—...así que no os hagáis los remolones y a bailar...

Suena la música.

—...y que nadie se vaya, que la noche no ha hecho más que empezar y todavía nos quedan muchas sorpresas!

Poco a poco la gente va levantándose de las sillas y acercándose a la pista. También los de la barra. Vicente conecta las luces de la discoteca y echa humo. Nosotros cuatro nos sentamos alrededor de una mesa. Llega un guiri y saca a Ismael a bailar.

—¿Has visto ese de la barra? —Satur a Pablo

—¡Qué morbazo!

Miro como baila Isma. Pablo me ofrece tabaco. Fumamos. Mueve los brazos a los lados. Sintiendo la música.

—...conocido —Pablo a Satur

—Es cosa de dos

—Ya, pero...

—Voy a mear —les digo

Rodeo la pista de baile hasta los aseos. Entro. En la puerta espera un señor. Le miro. Me mira. Bajo la vista. Cara redonda, barba, pantalones raperos. Noto su mirada desde arriba. No me atrevo a subir la mía. El de dentro tarda.

—¿Llevas un cigarro? —me pregunta

Rebusco en los bolsillos. No lo encuentro. Recuerdo haber dejado el paquete encima de la mesa. Me llevo la mano atrás. Aquí está. Le doy un cigarro.

—¿Fuego?

Enciendo. Coloca sus manos alrededor del mechero y acerca el cigarro. Le miro. Inspira con los ojos cerrados. Suspiro. Abre los ojos. Bajo la vista de nuevo. Qué guapo.

—Gracias —me dice

—De nada

Pego una calada a mi cigarro. Lo dejo caer al suelo. Chafo.

—No vienes mucho por aquí —observa

—No soy de aquí

—¿De provincias?

—Sí

—¿Te pasa algo?

—No

Levanto la vista. Es prec...

—Soy Pluto

—Lucas

—No es mi nombre de pila pero así es como me llaman mis amigos

—A mí también me llaman Lucas

Se ríe. Vuelve a reírse. Cambia su mirada. Serio. Se acerca y me da...

—Encantado —me dice

...dos besos.

—Igualmente

—¿Has venido solo?

—Con un amigo

—¿Novio?

—Amigo

Pega una calada al cigarro. Se abre la puerta. Salen dos hombres grandes. El segundo metiéndose la camisa por dentro de los pantalones. Pasa Pluto. Deja la puerta entreabierta. Me hago el loco.

—Puedes entrar —me dice

—No tengo prisa

—Yo tampoco

Mea. Se abrocha la cremallera y sale. Bajo la vista.

—Hasta ahora —le digo

—Cuando quieras

Entro. Cierro. Me masturbo. No me corro. Espero. Meo. Me abrocho. Salgo. Me limpio las manos. Las seco en los piratas. Rodeo la pista. Llego a la mesa. Me siento al lado de Saturnino.

—Te he pedido otra cerveza —me dice

—Gracias

Cojo la cerveza y bebo. Enciendo un cigarro. Me tiembla la mano. Ismael hablando con Pablo entre besito y besito.

—¿Estás bien? —me pregunta Satur

—Sí

Muevo el pie al compás de la música. Satur mira a la pista. Pego otro trago.

—¿Te gusta alguien? —le pregunto

—Aquel de la barra no está mal...

Giro la cara. Disimulo. Bebo más cerveza.

—...y el de la esquina es precioso

—¿Cuál de los dos?

—El que nos mira

—Se llama Pluto

—¿Cómo sabes su nombre?

—Hemos hablado en el servicio

—Vaya, no pierdes el tiempo

—Sólo me ha pedido fuego. ¿Lo conoces?

—De vista

—¿Tiene pareja?

—Creo que no

Pego un trago a la cerveza. Enciendo otro cigarro. El presentador sube al escenario.

—¡Como os había prometido, vamos a continuar con las sorpresas de esta noche. Dentro de diez minutos, a las doce, se abrirán las puertas de la cueva oscura, la
dark cave
para mis chicos de Londres. Para los que hayáis venido por primera vez, ya que veo caras nuevas, os diré que es un pequeño paraíso donde realizar vuestros sueños,
dream reality
...

La gente ríe.

—...y esta noche...

—Guapo —le grita uno

—...gracias, muchas gracias...—dice desabrochándose un par de botones de la camisa como si le entrara un calor repentino

—¡Eeehhh! —grita el público

—...como os decía, esta noche hemos escondido un pequeño tarro de miel en algún lugar de la cueva oscura. El que lo encuentre viajará con la persona que elija... atención... a Ibiza...

—¡Eeehhh! —gritamos

—...con todos los gastos pagados!

—¡Si lo encuentro me voy contigo! —le grita uno al presentador

—¡Contigo no me voy ni a la esquina! —le replica

Reímos.

—¡Bueno —continúa—, lo dicho, por favor quien lo encuentre que se acerque inmediatamente a la barra y Jose se lo canjeará por los billetes. Ah, y recordar que el frasco debe llegar lleno, lo digo por los más golosos. Ale, que siga la fiesta, que ya os avisamos cuando llegue la hora!

Arturo sube el volumen de la música. Vicente busca un cedé.

—¿Has hablado alguna vez con él? —le pregunto a Satur por Pluto

—Una vez

—¿Y?

—Nada, nos quedamos sin saber qué decir

—¿Le gustas?

—No lo sé

—¿Entonces?

—Es muy joven

—No me decías antes...

—Ya, pero yo lo que quiero es...

—Debe estar sobre los treinta

—No tanto

—Pues cerca

—¿Tú cuántos tenías?

—Veinticuatro

—No sé, a lo mejor un par de años más

—Pero es muy guapo

—Lo es

—Y grande

—Un osazo

Bebemos cerveza. Pablo rodea el cuello de Satur con el brazo y le pregunta.

—¿Qué piensas, nene?

—Nada, nada —sonriendo

—Esa carita de ángel me la conozco yo

—¿Qué tal? —me pregunta Isma— Lucas, ¿no?

—Sí, bien

—¿Te gusta este sitio?

—Mucho

—A mí también, es mi segunda casa

—Hacéis bonita pareja Pablo y tú —les digo

—Gracias, ¿estás soltero?

—Sin compromiso

—Dime quién te gusta y te lo presento

—Me da vergüenza

—Pues bebe cerveza

Bebo.

—¿Un cigarro? —le ofrezco

—Gracias

Fumamos.

—¿Lleváis mucho tiempo?, si no es indiscreción

—Tres años

—¿Vivís juntos?

—Desde que nos conocimos

—¿En Sitges?

—No te pierdes una

—Perdona

—Qué va, es bueno escuchar

—Gracias

—¿No has estado nunca?

—No

—Es una pasada, lo mejor la playa, toda llena de tíos en tumbonas, sobre la arena, por el paseo marítimo

—¿Allí viste a Pablo?

—Sí, en la playa y en las discotecas. Sitges no es muy grande. Si vas por los mismos garitos empiezas cruzando miradas y cuando se presenta la ocasión te lanzas a ver qué pasa

—¿Eso hiciste? —le pregunto pasándole un cigarro

—Sí, en un bar de osos —gracias—, donde habíamos pasado la noche anterior

—¿Un fin de semana?

—Un puente

—Sigue, perdona

—Pues nada, él iba con un chico

—¿Su pareja?

—Eso creíamos mis amigos y yo

—¿Y?

—Les invitamos a una copa

—¿Y?

—Pablo no hacía mas que mirar a mi mejor amigo, Sergio, y mira que me costó sacarlo de Madrid, pero bueno

—Os dijeron que no eran pareja

—Nos enteramos más tarde

—¿Y?

—Enseguida nos caímos bien, como nos conocíamos de vista

—¿Pablo y tú?

—Sí, bueno, entre todos

—Ah

—Empezamos con las preguntas: qué hacíamos allí, de dónde veníamos... y resulta que éramos todos de Madrid

—¿Qué raro que no os conocierais?

—Eso me dije yo cuando me enteré, pero se ve que Pablo hasta entonces no salía por el ambiente

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