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Authors: Juan Ernesto Artuñedo

Peluche (29 page)

BOOK: Peluche
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Seguimos mirando. Creo que nadie escucha si va a hacer mejor o peor tiempo. A mí se me han anulado todos los sentidos excepto la vista. Lo podían haber grabado. Seguro que lo repiten esta noche. No sé dónde estaré. Procuraré que haya televisor para verlo otra vez. Y video. Compraré una cinta. Puedo decir que me interesa el telediario del miércoles por, por cualquier cosa. Que estoy realizando un estudio sobre la evolución del tiempo en esta segunda quincena de julio. ¿Qué día es hoy? Uno de agosto. Un estudio de la primera quincena de agosto, sí, que es cuando hace más calor. Mañana también saldrá. Puedo grabarlo todo el verano en una cinta. Compraré una de tres horas. Si lo pongo en modo lp me durará seis. En la casa de fotografía de debajo de mi casa me lo pasarán a cedé. No, mejor voy a otra casa que ahí me conocen. Luego con el ordenador puedo eliminar lo que no me interese y verlo todo seguido, como una película. En la televisión seguro que graban todos los telediarios. Podría pedirles una cinta y decirles que es para mi tesis. Pero si yo no he ido a la universidad. Es mucho morro. Lo miraré en internet. Seguro que como es una información útil estará disponible. Pero a lo mejor sólo el mismo día, ¿de qué sirve saber el tiempo que hizo el seis de febrero? Quizá para estadísticas. El hombre del tiempo baja la mano de la barra y su camisa se cierra como un telón de teatro. Me recuesto en la silla. Estiro la camisa hacia abajo para que no se me note el bulto. Creo que no se han dado cuenta. No me importa, ellos también miran. El hombre del tiempo se despide con una sonrisa. Me despido interiormente hasta la próxima. Espero que sea esta noche. Me limpio el pesto de la boca con una servilleta de papel. Más vino. Paso la mano entre las piernas y la meto en los calzoncillos. No me ha hecho falta disimular. Pablo me ha visto. Sonrío. Se rasca la barriga. Vuelvo a notar presión en el glande. Pincho espaguetis y miro a los demás platos. Casi han terminado. Como deprisa. Mejor despacio pero sin pausa. Me centro en los espaguetis y sólo cuando levanto la vista una mirada rápida a la barriga de Pablo, la barba de Satur o los labios de Isma. Terminamos. Recojo los platos. Voy a la cocina. Isma viene con la cestita de pan. Tiro los restos en la basura. Cojo la fuente de espaguetis.

—¿Guardo esto? —le pregunto a Isma

—Déjalo en la nevera por si esta noche le apetece a Pablo

Giro la fuente hacia el mármol. Se me caen dos espaguetis. Lo vacío todo en un plato limpio que cojo del armario. Cierro la nevera.

—¿Café? —pregunto

—Ahí abajo está la cafetera —me dice abriendo una caja con pastas de chocolate y nata

Hago fuerza. No se abre. Isma me mira.

—Hacia el otro lado

—Gracias —le digo

Se abre. Echo café. Miro a través de la ventana. Pablo y Satur hablan. Aprieto el café con una cucharilla. Cierro. Fuerte. Ismael enciende el gas. La pongo sobre el fuego. Me da una pastita de chocolate. Sonrío con el dulce entre los dientes. Se come una. Entramos en la salita. Ofrezco tabaco. Fumamos.

—Es muy acogedora la casa —observo

—Un poco pequeña —dice Isma

—Pero luminosa

—Eso sí

—¿Quién la ha decorado?

—Entre los dos

—Me gusta el color de las paredes

—Gracias

—Y el cuadro del pasillo

—¿Cuál?

—El de los chicos detrás de la sábana

—Es el cartel de una obra de teatro de dos amigos de Pablo, valencianos, como tú

—Bueno, yo soy de Castellón

—De por ahí, vinieron a actuar a Madrid y tuvieron mucho éxito

—¿Qué tal ellos?

—Majísimos

—¿Son pareja?

—El delgado tiene novia

—¿Y el otro?

—Novio, nos han invitado a su boda, ¿verdad Pablo?

—En septiembre —le contesta interrumpiendo la conversación de fútbol con Satur

Empieza a salir el café. Tiro la ceniza en el cenicero. Fumo.

—¿Y tú, no tienes pareja? —me pregunta Isma

—¿Estable?

—Sí, bueno, como la quieras llamar

—De momento no

—¿A qué esperas?

—Todavía no sé si he conocido al chico

—Pues ya eres mayorcito

—Sí, bueno, tampoco sé si quiero

—Ah, eso es otra cosa

—Sí

—Pero, ¿hay alguien?

—Por ahora no

—Pues ya lo conocerás

—Sí

—Y os compráis una casa como esta y la pintáis de colores

—Sí

—Que tenga mucha luz

—Sí

—Y bien decorada

—Ismael

—¿Qué?

—Anoche —le digo en voz baja

—¿Sí?, ostia el café

Corro a la cocina. Apago el gas. Pongo la cafetera en la bandeja que me ha preparado Isma, con tazas, hielo, leche, azúcar y cucharas. Entro y la dejo en la mesita. Pablo trae una botella de coñac y otra de güisqui. Nos servimos. Isma coge el mando del video y pulsa play. Echo un poco de leche en el café y remuevo. Con cuidado. Preparo un vaso con hielo. Encaramos los sillones al televisor. Pleasantville. Echo el café en el vaso. No me ha goteado. Empieza la película. Satur y Pablo dejan de hablar. Pablo me pasa la botella coñac. Prefiero la de güisqui. Se echa en el café. Yo en mi vaso. Dejamos la botella en la mesa al mismo tiempo. Dos hermanos que entran en un mundo blanco y negro que se va coloreando a medida que los personajes exteriorizan sus deseos. Me entran ganas de mear. Salgo de la salita sin hacer ruido. Doy la luz del aseo, subo la tapa, meo. Cae el chorro. Verde. Por lo menos hay color dentro. Tiro la cadena. Apago la luz y salgo. Me siento entre Satur y Pablo porque mi sitio lo ha ocupado Ismael. Todo se va coloreando. Menos el protagonista. Bebo el cortado. Respiro hondo. No me atrevo a girar la cabeza a los lados. Miro de reojo. La barriga de Pablo más grande que la de Satur. El pelo de Satur más rizado que el de Pablo. El protagonista se colorea al dar un puñetazo a un chico para defender a una amiga. No entiendo el significado. ¿Se colorea por luchar por los demás o por exteriorizar su ira? Me giro. Satur durmiendo. Isma y Pablo atentos a lo que pasa en la pantalla. Relajo el cuello. El brazo de Satur entre su pierna y la mía. De reojo el pecho de Pablo. El perfil de su teta camisa blanca con el marrón del sofá. Satur empieza a roncar. Ismael se gira. Nos miramos. Sonreímos. Pienso que el pobre ha estado todo el día de ayer con el camión, anoche de fiesta, hoy todo el día follando. Me giro hacia Pablo. Me sonríe. Creo que le he sonreído pero no estoy seguro de qué cara le habré puesto. Miro al televisor. En la pantalla Pablo abriéndose la camisa blanca y diciéndome ven. Trago saliva. No sé si lo debe notar pero siento mi cuerpo pegado al suyo. Caliente. Intento controlar la respiración. No puedo. Me reincorporo. Cojo la botella de güisqui, dos hielos, vaso. Muevo sin hacer ruido. Bebo. El pie de Pablo pegado al mío. Me quedo quieto. Satur con el brazo en medio. Pego otro trago y me recuesto. Mi codo ha rozado la barriga de Pablo. Me hundo en el sofá. Echo la cabeza hacia atrás y toco algo. La subo. Me giro hacia Satur. La mano de Pablo al otro lado. Voy dejando caer la cabeza despacio hasta que entro en contacto de nuevo con el brazo. Tenso el cuello para no caer con todo el peso. Meto el culo. La barriga de Pablo se apoya en mi costado. Miro a Ismael. Concentrado en la película. Noto la mirada de Pablo. Me estoy poniendo nervioso. Satur roncando. Me armo de valor y giro la cabeza hacia Pablo. Me está mirando. Bajo la vista por su camisa hasta el televisor. Respira tranquilo. Rozándome con la barriga. Estoy hirviendo. No puedo controlarme. Me aprieta el glande. Noto pulsaciones en el agujero que se dilata. Escalofríos por los costados. Presión en la espalda y los riñones. Trago saliva. Vuelvo a girarme hacia Pablo con cara de cordero degollado. Es carnicero. Lo imagino en el matadero con su delantal blanco manchado de sangre empuñando un cuchillo de hoja cuadrada. Yo me voy acercando agarrado a un gancho que apunta a mi cuello. Otro gancho helado se cuela por mis piratas y me perfora el calzoncillo por detrás. Caigo sobre una mesa de despiece. Pablo me arranca la ropa con las manos y la tira a un cubo de basura. Se pone unos guantes blancos de plástico, abre mis piernas y me introduce el brazo por el culo. Noto el movimiento de su mano por dentro. Me arranca el corazón y lo saca. Se lo come. Mi sangre por su barba, cuello, pecho. Tira los ventrículos a la basura. Se sube el delantal y me abre de piernas. Su pene erecto. Coge el cuchillo y me corta el mío. Introduce su polla por el agujero que ha quedado. Me folla. El delantal sobre mi cuerpo. Su pene cada vez más grande y más adentro. Al carnicero le va saliendo pelo por todo el cuerpo. Cuernos en la cabeza. Se transforma en un toro. Pero con tetas. Se corre. Me llena el cuerpo de leche que me sale por la boca y las orejas. Leche de vaca. Entera. El pelo va cediendo, los cuernos desapareciendo, de nuevo el carnicero. Me hace el amor. Viril. Me siento fértil. Me deja preñado. Mi cuerpo se desarrolla. Crecen mis pechos. El carnicero me da todo su amor. Nace un cordero con un hueco en el pecho. Le falta el corazón. Muere. Lloramos su ausencia. El carnicero se lo lleva. Lo entierra. Imagino realidad. Pablo me sigue mirando con la barriga sobre mi costado. La humanidad en sus ojos. Me arropa en su brazo... En su sonrisa la respuesta a todas mis preguntas. ...y me convierto en él. Abro los ojos. La película está terminando. Los protagonistas hablando en un banco. Fundido a negro y a través del universo van saliendo los títulos de crédito. En el cuarto sólo Pablo a mi lado y Satur roncando. Al otro lado de la puerta espera una mujer que desliza su mano por la pared. Se abre la puerta. La mujer es Ismael, con peluca rubia, traje rojo y zapatos de tacón. Canta por encima de la canción que suena del televisor:

Soy la estrella que navega

-y mientras vuela voy rozando el corazón a ras del suelo- a través del univer...

...soy el hombre, la mujer

y el niño que gatea en el alféizar la mujer y el hombre

mezcla de sexualidad

Deja el mundo y vuela, oh

Nada debe hacer cambiar nada cambiará mi mundo

Soy el empresario

que incrementa su dinero desde enero hasta enero para darse más seguridad

Y el vagabundo

que navega a la deriva mientras piensa

que no hay otra vida más

Deja el mundo y vuela, oh

Nada debe hacer cambiar nada cambiará mi mundo

Soy el hombre

Superhipermegarrealizado que plantea su pasado y llora porque no ha entregado amor

Y la mujer

del hombre superautorrealizado y cree poseer su corazón

Deja el mundo y vuela, oh

Nada debe hacer cambiar nada cambiará mi mundo

Ismael llora. Aplaudo. Llora de verdad. Pablo se interesa por él.

—¿Qué te pasa, hombre?

—Nada

—No llores, por favor

—Te quiero Pablo

—Yo también Isma

—Te quiero mucho

—Va, por favor, no te pongas así —susurrándole—, va osete, cántanos esa canción que te gusta tanto

—No puedo

—¿Por qué?

—Porque estoy triste

—Venga, Isma, sé fuerte

—Yo soy fuerte

—Pues va, canta, que sabes que me gusta mucho

—¿De verdad?

—Claro, y a Satur y a Lucas seguro que también, que todavía no te ha visto

Isma levanta la vista. Me destroza. Aguanto el tipo. Se me humedecen los ojos. Que no caiga la lágrima.

—Vale, ahora —reponiéndose

—Venga, yo te pongo la música

Pablo busca el cedé. Lo mete en la cadena y da volumen. Se sienta a mi lado. Suena
Eternamente Inocente
de Fangoria. Isma canta por encima de la letra. Acaricia su cuerpo y señala a Pablo con el dedo.

Éramos peluditos

éramos tan gorditos

los dos

como el círculo

—en la nada—

metafísico de una hogaza

Éramos regordetes éramos tan fuertes los dos...

Isma nos enseña la barriga cubierta de pelo. Trago saliva. Sube las manos por el cuello hasta el cielo y canta el estribillo:

¡Quiero ser Mister Chaser...!

Era yo Mister Chubby eras tú Mister Bear dos mil

y jugábamos

arriesgábamos

a perdernos en La Cueva

Éramos cariñosos éramos tan mimosos tu y yo...

Se mete la mano dentro de los calzoncillos y canta el estribillo final:

¡Quiero ser Mister Chaser...!

Ismael se arrodilla y se la chupa a Satur. Me giro a Pablo. Me mira con cara de vicio. Nos tocamos. Su cuerpo blandito. Se desabrocha la camisa y le como una teta. Oigo el gemido de Satur. Pablo se deja hacer. Le paso la mano por los bajos. Me mira con cara de niño malo con un dedo entre los labios. Me deshago. Le desabrocho el pantalón. Sonríe. Su polla crece en mi boca. Chupo. El glande se mete en mi garganta. Los labios rozando el vello púbico. La saco. Suelta líquido preseminal. Qué bueno. Como un helado de fresa. Notando las venas en los labios y en la lengua. La miro. La imagino entrando en mi culo. Me bajo los pantalones. Fuera calzoncillos. Echo saliva. Abro las piernas. Me dejo caer hacia delante. La veo entrando en mi culo. Llenando el agujero de carne. Miro su cuerpo peludo. Me giro. Satur empuja la peluca de Isma hacia abajo. La base de su pene roja de carmín. Me giro. Pablo me sigue mirando con cara de niño malo pero ahora soy yo quien mete en dedo en sus labios. Muerde. Quito el dedo. Ahí está, en su sonrisa, eso que me fascina. Ahí está, delante de mí, mi universal. Me abandono a lo que siento. Me pongo a llorar. Pablo me empuja. Cierro los ojos y los abro porque no puedo dejar de contemplarlo. Isma se levanta y se apoya a cuatro patas sobre la mesita. Satur se levanta empalmado hasta la barriga. Le sube la falda. Le baja las bragas hasta las rodillas. Le saliva. Se acerca. No llega. Isma se agacha hasta que se clava la polla de Satur en el culo. Me levanto. Cambio la posición para verles. Me dejo caer hacia atrás. Pablo la mete. Les veo follar en primer plano. Mientras me dan. Satur se cansa. Se sienta en el brazo del sofá. Isma le sigue sin que salga. Nos imitan. Nos miramos los cuatro. Isma se agacha y me la chupa. Imagino que se la está comiendo a Pablo. Veo a Satur follando. Me voy a correr. Isma la saca. Se la chupo a él. Pablo se levanta. La saca. Apoya las manos en el sofá con el culo en pompa. Lo miro. Grande. Peludo. No sé por dónde empezar. Me levanto. Lo chupo. Le gusta. Meto la lengua. Le tiemblan las piernas. No aguanto más. Echo saliva en mi polla. La coloco en su agujero. Dejo que se eche hacia atrás. Lo hace. Entra. Le cojo del culo. Grande. Se mueve. Elefante. Yo sólo viendo como entra y como sale. Insignificante. Muriéndome de gusto. Ismael me coge de atrás y me come el culo. Lo que me faltaba. No tengo fuerzas ni para imaginar lo que pasa. Me dejo llevar. Me agacho. Meto la mano por debajo de la barriga de Pablo y le masturbo. Isma saca la lengua. Ahora es Satur quien me da por detrás. Bajo a la tierra. Miro la espalda peluda de Pablo. Veo como sale y como entra. Me corro. Noto líquido en la mano. Pablo se desploma en el sofá. Me agacho. La mete en mi boca. Me llena la garganta de semen. Trago. Amargo, bueno, sano. Satur se corre en mi culo. Isma la mete después y suelta dos manguerazos. Vamos cayendo en el sofá y en las sillas. Respiramos. Cogemos fuerzas para encendernos un cigarro. Fumamos. Llaman al timbre de abajo. Nadie quiere ir a descolgarlo. Se levanta Pablo.

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