The Unknown University (27 page)

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Authors: Roberto Bolaño

Tags: #Poetry, #General, #Caribbean & Latin American

BOOK: The Unknown University
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RAMPAS DE LANZAMIENTO

En la escena sólo hay cuadrados.
Se aguantan durante todo el día, como
una fotofija, en la pantalla.
Anochece.
A lo lejos hay un grupo de chalets de cuyas
chimeneas comienza a salir humo.
Los chalets están en un valle rodeado de colinas
marrones.
Se humedecen los cuadrados.
De sus rectas brota una especie de sudor
cartilaginoso.
Ahora es indudable que es de noche; al pie de una de las colinas un
labrador entierra un paquete envuelto en periódicos.
Podemos ver una noticia: en uno
de los suburbios de Barcelona existe un parque infantil tan peligroso como un campo
minado.
En una de las fotografías que ilustran el artículo se observa un tobogán a
pocos metros de un abismo; dos niños, con los pelos erizados, saludan desde lo alto
del tobogán; al fondo se recorta una enorme bodega abandonada.
Volvamos a los
cuadrados.
La superficie se ha transformado en algo que vagamente nos recuerda, como
los dibujos de Rorschach, oficinas de policía.
Desde los escritorios un hombre
absolutamente límite mira los cuadrados intentando reconocer los chalets, las
colinas, las pisadas del labrador que se pierden en la oscuridad marrón y sepia.
Ahora los cuadrados parpadean.
Un policía vestido de paisano recorre un pasillo
solitario y estrecho.
Abre una puerta.
Delante de él se extiende un paisaje de
rampas de lanzamiento.
Las pisadas del policía resuenan en los patios silenciosos.
La puerta se cierra.

 

LAUNCH RAMPS

It’s a scene of squares, nothing else.
They sit on the screen all day,
like a still photograph.
It gets dark.
In the distance there’s a cluster of houses
with smoke beginning to trickle from the chimneys.
The houses are in a valley
surrounded by brown hills.
The squares grow damp.
From their edges seeps a kind of
cartilaginous sweat.
Now it’s definitely night; at the foot of one of the hills a
workman buries a package wrapped in newspaper.
We can see the article: in a suburb
of Barcelona there’s a playground as dangerous as a minefield.
In one of the
photographs that accompany the story, a slide is visible a few yards from an abyss;
two children with goosebumps wave from the top of the slide; behind them, the
silhouette of a huge abandoned warehouse.
Back to the squares.
The surface has
changed into something that vaguely reminds us, like Rorschach blots, of offices in
a police station.
From the desks a man at his absolute limit stares at the squares,
trying to recognize the houses, the hills, the footsteps of the workman fading into
the brown and sepia darkness.
Now the squares flicker.
A plainclothes policeman
walks down a narrow, deserted hallway.
He opens a door.
Before him spreads a
landscape of launch ramps.
The policeman’s footsteps echo in the silent yard.
The
door closes.

 

UN HOSPITAL

Aquella muchacha ahora pesa 28 kilos.
Está en el hospital y parece que
se apaga.
«Destruye tus frases libres.» No entendí hasta mucho después a qué se
refería.
Pusieron en duda mi honestidad, mi eficiencia, dijeron que dormía cuando me
tocaba guardia.
En realidad ellos estaban enjuiciando a otra persona y yo llegué
casualmente en el momento menos indicado.
La chica pesa ahora 28 kilos y es difícil
que salga del hospital con vida.
(Alguien aplaude.
El pasillo está lleno de gente
que abre la boca sin emitir sonido alguno.) ¿Una muchacha que yo conocí?
No recuerdo
a nadie con ese rostro, dije.
En la pantalla se proyecta una calle, un muchacho
borracho se dispone a cruzarla, aparece un autobús.
¿El apuntador dijo Sara
Bendeman?
De todas maneras no entendí nada en ese momento.
Sólo me acuerdo de una
muchacha flaca, de piernas largas y pecosas, desnudándose al pie de la cama.
Fundido
en negro.
Se abre la escena en un callejón mal iluminado: una mujer de 40 años fuma
un cigarrillo negro apoyada en el quicio de una ventana en el cuarto piso.
Por las
escaleras sube lentamente un poli de paisano, sus facciones son parecidas a las
mías.
(El único que aplaudió ahora cierra los ojos.
En su mente se forma algo que
con otro sentido de la vida podría ser un hospital.
En uno de los cuartos está
acostada la muchacha.
Las cortinas permanecen descorridas y la luz se desparrama por
toda la habitación.) «Destruye tus frases libres» .
.
.
«Un policía sube por la
escalera» .
.
.
«En su mirada no existe el jorobadito, ni la judía, ni el traidor» .
.
.
«Pero aún podemos insistir» .
.
.

 

A HOSPITAL

The girl weighs 60 pounds now.
She’s in the hospital and it seems she’s
losing ground.
“Destroy your stray phrases.”
I didn’t understand what she meant
until much later.
Doubt was cast on my honesty, my reliability: they said I slept
while I was on guard duty.
Really, they were after someone else and I happened to
show up at the wrong time.
The girl weighs 60 pounds now and she probably won’t
leave the hospital alive.
(Someone applauds.
The hallway is full of people who open
their mouths without a sound.) A girl I knew?
I don’t remember anyone with that
face, I said.
On the screen there’s a street, a drunk kid is about to cross, a bus
appears.
The prompter said Sara Bendeman?
Still, I couldn’t understand anything at
the time.
All I remember is a skinny girl with long freckled legs, undressing at the
foot of the bed.
Fade to black.
The scene opens in a dimly lit alley: a woman, 40,
smokes a cigarette on the fourth floor, leaning on the windowsill.
A cop in civilian
clothes slowly comes up the stairs, his features like mine.
(The sole person who
applauded closes his eyes now.
In his mind something takes shape, something that
might be a hospital if the meaning of life were different.
In one of the rooms the
girl is in bed.
The curtains are open and light spills into the room.) “Destroy your
stray phrases” .
.
.
“A policeman climbs the stairs” .
.
.
“In his gaze there is no
hunchback, no Jewish girl, no traitor” .
.
.
“But we can still insist” .
.
.

 

GENTE QUE SE ALEJA

No hay nada estable, los ademanes netamente amorosos del niño se
precipitan al vacío.
Escribí: «grupo de camareros retornando al trabajo» y «arena
barrida por el viento» y «vidrios sucios de septiembre».
Ahora puedo darle la
espalda.
El jorobadito es la estrella de tu camino.
Casas blancas desperdigadas a lo
largo del atardecer.
Carreteras desiertas, chillidos de pájaros provenientes del
follaje.
Y ¿lo hice todo?, ¿besé cuando nadie esperaba nada?
(Bueno, a bastantes
kilómetros de aquí la gente aplaude y ése es mi desconsuelo.) Ayer soñé que vivía en
el interior de un árbol hueco, al poco rato el árbol empezaba a girar como un
carrusel y yo sentía que las paredes se comprimían; desperté con la puerta del
bungalow abierta de par en par.
La luna ilumina el rostro del jorobadito .
.
.
«Palabras solitarias, gente que se aleja de la cámara y niños como árboles huecos» .
.
.
«Adondequiera que vayas» .
.
.
Me detuve en «palabras solitarias».
Escritura sin
disciplina.
Eran como cuarenta tipos, todos con sueldos de hambre.
Cada mañana el
andaluz reía estrepitosamente después de leer el periódico.
Luna creciente en
agosto.
En septiembre estaré solo.
En octubre y noviembre recogeré piñas.

 

PEOPLE WALKING AWAY

Nothing lasts, the purely loving gestures of children tumble into the
void.
I wrote: “a group of waiters returning to work” and “windswept sand” and “the
dirty windowpanes of September.”
Now I can turn my back on him.
The hunchback is
your guiding light.
White houses scattered across the evening.
Deserted highways,
the screech of birds coming from the trees.
And did I do everything?
did I kiss her
when no one was expecting anything?
(Miles from here people are applauding, and
that’s why I feel such despair.) Yesterday I dreamed that I lived inside a hollow
tree — soon the tree began to spin like a carousel and I felt as if the walls were
closing in on me; I woke to find the door of the bungalow ajar.
The hunchback’s face
shone in the moonlight .
.
.
“Lonely words, people walking away from the camera, and
children like hollow trees” .
.
.
“No matter where you go” .
.
.
I stopped at
“lonely words.”
Undisciplined writing.
It was forty men, more or less, all working
for starvation wages.
Each morning the Andalucian laughed uproariously when he read
the paper.
Waxing moon in August.
In September I’ll be alone.
In October and
November I’ll pick pineapples.

 

TRES AÑOS

Toda escritura finalmente traicionada por la escena de los hombres
retornando al edificio.
No existen más reglas que una niña pelirroja observándonos
al final de la reja (Bruno lo entendió como yo, sólo que con pasiones distintas).
Los polis están cansados, hay escasez de gasolina y miles de jóvenes desempleados
dando vueltas por Barcelona.
(Bruno está en París, me dicen que tocando el saxo
afuera del Pompidou y ya sin la maniática.) Con pasos cartilaginosos se acercan los
cuatro o cinco camareros al barracón donde duermen.
Uno de ellos escribió poesía,
pero de eso hace demasiado tiempo.
El autor dijo «no puedo ser pesimista ni
optimista, está claro, mis imágenes están determinadas por el compás de espera que
se manifiesta en todo lo que llamamos realidad».
No puedo ser un escritor de ciencia
ficción porque he perdido gran parte de mi inocencia .
.
.
Palabras que nadie dice
que nadie está obligado a decir .
.
.
Manos en proceso de fragmentación escritura
que se sustrae así como el amor la amistad los patios lluviosos .
.
.
Por momentos
tengo la impresión de que todo esto es «interior» .
.
.
Línea a seguir en la
frecuencia que califique la computadora (toda línea es soledad total) .
.
.
Tal vez
por eso viví solo y durante tres años no hice nada .
.
.
(Je je je, el tipo rara vez
se lavaba, no necesitaba escribir a máquina, le bastaba sentarse en un sillón
desvencijado para que las cosas huyeran por iniciativa propia) .
.
.
¿Un atardecer
sorpresivo para el jorobadito?
¿Facciones de policía a menos de cinco centímetros de
su rostro?
¿La lluvia limpió los vidrios de la ventana?

 

THREE YEARS

In the end, all writing betrayed by the scene of the men going back to
the building.
The only rule that exists is a redheaded girl watching us from the end
of the fence (Bruno understood that the same way I did, he just cared about
different things).
The cops are tired, there’s a gasoline shortage, and thousands of
unemployed youths roam Barcelona.
(Bruno is in Paris, playing sax outside the
Pompidou, they say, and now without that nag.) With cartilaginous steps, four or
five waiters approach the shack where they sleep.
One of them used to write poetry,
but that was a long time ago.
The author said “I can’t be pessimistic or optimistic,
clearly my imagery is determined by the beat of hope that manifests itself in all
that we call reality.”
I can’t be a science fiction writer because my innocence is
mostly gone .
.
.
Words that no one speaks that no one is required to speak .
.
.
Hands in the process of geometric fragmentation writing that’s stolen away just like
love friendship rainy backyards .
.
.
Sometimes I get the sense that it’s all
“internal” .
.
.
Line to be followed at whatever frequency the computer gives (all
lines are absolute loneliness) .
.
.
Maybe that’s why I lived alone and did nothing
for three years .
.
.
(Ha, ha, ha, the man hardly ever washed, he didn’t need a
typewriter, all he had to do was sit in that shabby armchair for things to flee of
their own accord) .
.
.
A surprising evening for the hunchback?
Policemen’s faces an
inch from his nose?
Did the rain wash clean the windowpanes?

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