The Unknown University (49 page)

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Authors: Roberto Bolaño

Tags: #Poetry, #General, #Caribbean & Latin American

BOOK: The Unknown University
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EYES

Never fall in love with a fucking drug addict:

The first light of day will surprise you

With blood on your knuckles, soaked in urine.

Piss that gets darker and darker, more and more

Worrisome.
Like when on a Greek island

She’d hide between rocks or in a room

At a Barcelona boarding house, reciting Ferrater

In Catalan from memory while she heated

Heroin in a spoon that bent

As if that shithead Uri Geller were

In the room next door.
Never, never get hot

For a fucking suicidal whore: at dawn your face

Will break into geometric fragments resembling

Death.
Useless and with empty pockets

You’ll wander around in the ashy light of morning

And then desire, extinguished, will seem

Like an inside joke no one bothered

To explain, empty words, a code

Etched in air.
And then azure.
Fucking

Azure.
And the memory of her legs over your

Shoulders.
Her strange penetrating smell.
Her hand

Held out for money.
Far from confessions

And love’s customary gestures.
Far from the tribe’s

Dictate.
One arm and both feet pricked

Over and over: mirrored in the line separating

Or uniting the expected from the unexpected, the dream

And the nightmare slipping across the tiles

Like blacker and blacker urine: whiskey, coca-cola

And finally a shriek of fear or surprise, but not

A call for help, not a gesture of love,

A fucking gesture of love like in Hollywood

Or the Vatican.
And her eyes, remember her eyes behind

That head of blond hair?
Remember her dirty fingers rubbing

Those clean eyes, those eyes that seemed to look at you from
another

Time?
Remember those eyes that made you cry

With love, writhe with love in the unmade bed

Or on the floor, as if you were the one in withdrawal and not her?

You shouldn’t even be remembering those eyes.
Not for a second.

Like an erasure those eyes seemed to follow with interest

The movements of a passion that wasn’t from this fucking planet:

The true beauty of the strong would shine there,

In her dilated pupils, in the palpitations of her

Heart while the afternoon withdrew in fast-forward,

And in our shitty boarding house you could hear the noises again,

The cries of the night, and her eyes would close.

 

ELLA REINA SOBRE LAS DESTRUCCIONES

Qué me lleva hacia ti.

El sueño que se convierte en pesadilla.

El rumor del mar y de las ratas

En la fábrica abandonada.

Saber que después de todo estás allí,

En la oscuridad.
Sola y con los ojos abiertos.

Como el pájaro leproso, el pájaro cagado

De las historias de terror de nuestra infancia.

Firme.
No: ondulante, como las luces

Más allá del bosque, más allá de las dunas.

Las luces de los automóviles

Que toman la curva y luego desaparecen.

Pero tus ojos no son como los ojos

De los conductores.
Ellos

Se deslizan plácidamente hacia el hogar

O la muerte.
Tú estás fija en la oscuridad:

Sin luces ni promesas.
Las ratas velan tu mirada.

Las olas velan tu mirada.

El viento que levanta remolinos en los linderos

Del bosque me lleva hacia ti: apenas

Una señal ininteligible en el camino de los perros.

 

SHE REIGNS OVER DESTRUCTION

What draws me to you.

The dream that becomes a nightmare.

The murmur of the sea and of rats

In the abandoned factory.

Knowing that after everything you’re there,

In the darkness.
Alone and with open eyes.

Like the leprous bird, the filthy bird

From the scary stories of our childhood.

Steady.
No: undulating, like the lights

Beyond the forest, beyond the dunes.

The lights of cars

Going round the bend then disappearing.

But your eyes aren’t like

The drivers’ eyes.
They

Slip peacefully toward home

Or death.
You are fixed in darkness:

Without lights or promises.
The rats watch over your gaze.

The waves watch over your gaze.

The wind twirling pinwheels at the boundaries

Of the forest draws me to you: scarcely

An unintelligible signal on the dog path.

 

LLUVIA

Llueve y tú dices «es como si las nubes

lloraran».
Luego te cubres la boca y apresuras

el paso.
¿Como si esas nubes escuálidas lloraran?

Imposible.
Pero entonces, ¿de dónde esa rabia,

esa desesperación que nos ha de llevar a todos al diablo?

La Naturaleza oculta algunos de sus procedimientos

en el Misterio, su hermanastro.
Así esta tarde

que consideras similar a una tarde del fin del mundo

más pronto de lo que crees te parecerá tan sólo

una tarde melancólica, una tarde de soledad perdida

en la memoria: el espejo de la Naturaleza.
O bien

la olvidarás.
Ni la lluvia, ni el llanto, ni tus pasos

que resuenan en el camino del acantilado importan.

Ahora puedes llorar y dejar que tu imagen se diluya

en los parabrisas de los coches estacionados a lo largo

del Paseo Marítimo.
Pero no puedes perderte.

 

RAIN

It’s raining and you say “it’s as if the clouds

were crying.”
Then cover your mouth and speed up

your step.
As if those emaciated clouds were crying?

Impossible.
So then, why all this rage,

this desperation that’ll bring us all to hell?

Nature hides some of her methods

in Mystery, her stepbrother.
And so, sooner than

you think, this afternoon you consider

an afternoon of the apocalypse, will seem nothing but

a melancholy afternoon, an afternoon of loneliness lost

in memory: Nature’s mirror.
Or maybe

you’ll forget it.
Rain, weeping, your footsteps

resounding on the cliff-walk.
They don’t matter.

Right now you can cry and let your image dissolve

on the windshields of cars parked along

the boardwalk.
But you can’t lose yourself.

 

EL GUSANO

Demos gracias por nuestra pobreza, dijo el tipo vestido con
harapos.

Lo vi con este ojo: vagaba por un pueblo de casas chatas,

hechas de cemento y ladrillos, entre México y Estados Unidos.

Demos gracias por nuestra violencia, dijo, aunque sea estéril

como un fantasma, aunque a nada nos conduzca,

tampoco estos caminos conducen a ninguna parte.

Lo vi con este ojo: gesticulaba sobre un fondo rosado

que se resistía al negro, ah, los atardeceres de la frontera,

leídos y perdidos para siempre.

Los atardeceres que envolvieron al padre de Lisa

a principios de los cincuenta.

Los atardeceres que vieron pasar a Mario Santiago,

arriba y abajo, aterido de frío, en el asiento trasero

del coche de un contrabandista.
Los atardeceres

del infinito blanco y del infinito negro.

Lo vi con este ojo: parecía un gusano con
sombrero de paja

y mirada de asesino

y viajaba por los pueblos del norte de México

como si anduviera perdido, desalojado de la mente,

desalojado del sueño grande, el de todos,

y sus palabras eran, madre mía, terroríficas.

Parecía un gusano con sombrero de paja

ropas blancas

y mirada de asesino

Y viajaba como un trompo

por los pueblos del norte de México

sin atreverse a dar el paso

sin decidirse

a bajar al D.F.

Lo vi con este ojo

ir y venir

entre vendedores ambulantes y borrachos

temido

con el verbo desbocado por calles

de casas de adobe

Parecía un gusano blanco

con un Bali entre los labios

o un Delicados sin filtro

Y viajaba de un lado a otro

de los sueños

tal que un gusano de tierra

arrastrando su desesperación

comiéndosela

Un gusano blanco con sombrero de paja

bajo el sol del norte de México

en las tierras regadas con sangre y palabras mendaces

de la frontera, la puerta del Cuerpo que vio Sam Peckinpah

la puerta de la Mente desalojada, el puritito

azote, y el maldito gusano blanco allí estaba

con su sombrero de paja y su pitillo colgando

del labio inferior, y tenía la misma mirada

de asesino de siempre.

Lo vi y le dije tengo tres bultos en la
cabeza

y la ciencia ya no puede hacer nada conmigo.

Lo vi y le dije sáquese de mi huella so mamón

la poesía es más valiente que nadie

las tierras regadas con sangre me la pelan, la Mente desalojada

apenas si estremece mis sentidos.

De estas pesadillas sólo conservaré

estas pobres casas

estas calles barridas por el viento

y no su mirada de asesino

Parecía un gusano blanco con su sombrero de
paja

y su pistola automática debajo de la camisa

y no paraba de hablar solo o con cualquiera

acerca de un poblado que tenía

por lo menos dos mil o tres mil años

allá por el norte cerca de la frontera

con los Estados Unidos

un lugar que todavía existía

digamos cuarenta casas

dos cantinas

una tienda de comestibles

un pueblo de vigilantes y asesinos

como él mismo,

casas de adobe y patios encementados

donde los ojos no se despegaban

del horizonte

(de ese horizonte color carne

como la espalda de un moribundo)

¿Y qué esperaban que apareciera por allí?, pregunté

El viento y el polvo, tal vez

Un sueño mínimo

pero en el que empeñaban

toda su obstinación, toda su voluntad

Parecía un gusano blanco con sombrero de paja
y un Delicados

colgando del labio inferior

Parecía un chileno de veintidós años entrando en el Café La Habana

y observando a una muchacha rubia

sentada en el fondo,

en la Mente desalojada

Parecían las caminatas a altas horas de la noche

de Mario Santiago

En la Mente desalojada

En los espejos encantados

En el huracán del D.F.

Los dedos cortados renacían

con velocidad sorprendente

Dedos cortados, quebrados, esparcidos

en el aire del D.F.

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