Read The Unknown University Online
Authors: Roberto Bolaño
Tags: #Poetry, #General, #Caribbean & Latin American
EYES
Never fall in love with a fucking drug addict:
The first light of day will surprise you
With blood on your knuckles, soaked in urine.
Piss that gets darker and darker, more and more
Worrisome.
Like when on a Greek island
She’d hide between rocks or in a room
At a Barcelona boarding house, reciting Ferrater
In Catalan from memory while she heated
Heroin in a spoon that bent
As if that shithead Uri Geller were
In the room next door.
Never, never get hot
For a fucking suicidal whore: at dawn your face
Will break into geometric fragments resembling
Death.
Useless and with empty pockets
You’ll wander around in the ashy light of morning
And then desire, extinguished, will seem
Like an inside joke no one bothered
To explain, empty words, a code
Etched in air.
And then azure.
Fucking
Azure.
And the memory of her legs over your
Shoulders.
Her strange penetrating smell.
Her hand
Held out for money.
Far from confessions
And love’s customary gestures.
Far from the tribe’s
Dictate.
One arm and both feet pricked
Over and over: mirrored in the line separating
Or uniting the expected from the unexpected, the dream
And the nightmare slipping across the tiles
Like blacker and blacker urine: whiskey, coca-cola
And finally a shriek of fear or surprise, but not
A call for help, not a gesture of love,
A fucking gesture of love like in Hollywood
Or the Vatican.
And her eyes, remember her eyes behind
That head of blond hair?
Remember her dirty fingers rubbing
Those clean eyes, those eyes that seemed to look at you from
another
Time?
Remember those eyes that made you cry
With love, writhe with love in the unmade bed
Or on the floor, as if you were the one in withdrawal and not her?
You shouldn’t even be remembering those eyes.
Not for a second.
Like an erasure those eyes seemed to follow with interest
The movements of a passion that wasn’t from this fucking planet:
The true beauty of the strong would shine there,
In her dilated pupils, in the palpitations of her
Heart while the afternoon withdrew in fast-forward,
And in our shitty boarding house you could hear the noises again,
The cries of the night, and her eyes would close.
ELLA REINA SOBRE LAS DESTRUCCIONES
Qué me lleva hacia ti.
El sueño que se convierte en pesadilla.
El rumor del mar y de las ratas
En la fábrica abandonada.
Saber que después de todo estás allí,
En la oscuridad.
Sola y con los ojos abiertos.
Como el pájaro leproso, el pájaro cagado
De las historias de terror de nuestra infancia.
Firme.
No: ondulante, como las luces
Más allá del bosque, más allá de las dunas.
Las luces de los automóviles
Que toman la curva y luego desaparecen.
Pero tus ojos no son como los ojos
De los conductores.
Ellos
Se deslizan plácidamente hacia el hogar
O la muerte.
Tú estás fija en la oscuridad:
Sin luces ni promesas.
Las ratas velan tu mirada.
Las olas velan tu mirada.
El viento que levanta remolinos en los linderos
Del bosque me lleva hacia ti: apenas
Una señal ininteligible en el camino de los perros.
SHE REIGNS OVER DESTRUCTION
What draws me to you.
The dream that becomes a nightmare.
The murmur of the sea and of rats
In the abandoned factory.
Knowing that after everything you’re there,
In the darkness.
Alone and with open eyes.
Like the leprous bird, the filthy bird
From the scary stories of our childhood.
Steady.
No: undulating, like the lights
Beyond the forest, beyond the dunes.
The lights of cars
Going round the bend then disappearing.
But your eyes aren’t like
The drivers’ eyes.
They
Slip peacefully toward home
Or death.
You are fixed in darkness:
Without lights or promises.
The rats watch over your gaze.
The waves watch over your gaze.
The wind twirling pinwheels at the boundaries
Of the forest draws me to you: scarcely
An unintelligible signal on the dog path.
LLUVIA
Llueve y tú dices «es como si las nubes
lloraran».
Luego te cubres la boca y apresuras
el paso.
¿Como si esas nubes escuálidas lloraran?
Imposible.
Pero entonces, ¿de dónde esa rabia,
esa desesperación que nos ha de llevar a todos al diablo?
La Naturaleza oculta algunos de sus procedimientos
en el Misterio, su hermanastro.
Así esta tarde
que consideras similar a una tarde del fin del mundo
más pronto de lo que crees te parecerá tan sólo
una tarde melancólica, una tarde de soledad perdida
en la memoria: el espejo de la Naturaleza.
O bien
la olvidarás.
Ni la lluvia, ni el llanto, ni tus pasos
que resuenan en el camino del acantilado importan.
Ahora puedes llorar y dejar que tu imagen se diluya
en los parabrisas de los coches estacionados a lo largo
del Paseo Marítimo.
Pero no puedes perderte.
RAIN
It’s raining and you say “it’s as if the clouds
were crying.”
Then cover your mouth and speed up
your step.
As if those emaciated clouds were crying?
Impossible.
So then, why all this rage,
this desperation that’ll bring us all to hell?
Nature hides some of her methods
in Mystery, her stepbrother.
And so, sooner than
you think, this afternoon you consider
an afternoon of the apocalypse, will seem nothing but
a melancholy afternoon, an afternoon of loneliness lost
in memory: Nature’s mirror.
Or maybe
you’ll forget it.
Rain, weeping, your footsteps
resounding on the cliff-walk.
They don’t matter.
Right now you can cry and let your image dissolve
on the windshields of cars parked along
the boardwalk.
But you can’t lose yourself.
EL GUSANO
Demos gracias por nuestra pobreza, dijo el tipo vestido con
harapos.
Lo vi con este ojo: vagaba por un pueblo de casas chatas,
hechas de cemento y ladrillos, entre México y Estados Unidos.
Demos gracias por nuestra violencia, dijo, aunque sea estéril
como un fantasma, aunque a nada nos conduzca,
tampoco estos caminos conducen a ninguna parte.
Lo vi con este ojo: gesticulaba sobre un fondo rosado
que se resistía al negro, ah, los atardeceres de la frontera,
leídos y perdidos para siempre.
Los atardeceres que envolvieron al padre de Lisa
a principios de los cincuenta.
Los atardeceres que vieron pasar a Mario Santiago,
arriba y abajo, aterido de frío, en el asiento trasero
del coche de un contrabandista.
Los atardeceres
del infinito blanco y del infinito negro.
Lo vi con este ojo: parecía un gusano con
sombrero de paja
y mirada de asesino
y viajaba por los pueblos del norte de México
como si anduviera perdido, desalojado de la mente,
desalojado del sueño grande, el de todos,
y sus palabras eran, madre mía, terroríficas.
Parecía un gusano con sombrero de paja
ropas blancas
y mirada de asesino
Y viajaba como un trompo
por los pueblos del norte de México
sin atreverse a dar el paso
sin decidirse
a bajar al D.F.
Lo vi con este ojo
ir y venir
entre vendedores ambulantes y borrachos
temido
con el verbo desbocado por calles
de casas de adobe
Parecía un gusano blanco
con un Bali entre los labios
o un Delicados sin filtro
Y viajaba de un lado a otro
de los sueños
tal que un gusano de tierra
arrastrando su desesperación
comiéndosela
Un gusano blanco con sombrero de paja
bajo el sol del norte de México
en las tierras regadas con sangre y palabras mendaces
de la frontera, la puerta del Cuerpo que vio Sam Peckinpah
la puerta de la Mente desalojada, el puritito
azote, y el maldito gusano blanco allí estaba
con su sombrero de paja y su pitillo colgando
del labio inferior, y tenía la misma mirada
de asesino de siempre.
Lo vi y le dije tengo tres bultos en la
cabeza
y la ciencia ya no puede hacer nada conmigo.
Lo vi y le dije sáquese de mi huella so mamón
la poesía es más valiente que nadie
las tierras regadas con sangre me la pelan, la Mente desalojada
apenas si estremece mis sentidos.
De estas pesadillas sólo conservaré
estas pobres casas
estas calles barridas por el viento
y no su mirada de asesino
Parecía un gusano blanco con su sombrero de
paja
y su pistola automática debajo de la camisa
y no paraba de hablar solo o con cualquiera
acerca de un poblado que tenía
por lo menos dos mil o tres mil años
allá por el norte cerca de la frontera
con los Estados Unidos
un lugar que todavía existía
digamos cuarenta casas
dos cantinas
una tienda de comestibles
un pueblo de vigilantes y asesinos
como él mismo,
casas de adobe y patios encementados
donde los ojos no se despegaban
del horizonte
(de ese horizonte color carne
como la espalda de un moribundo)
¿Y qué esperaban que apareciera por allí?, pregunté
El viento y el polvo, tal vez
Un sueño mínimo
pero en el que empeñaban
toda su obstinación, toda su voluntad
Parecía un gusano blanco con sombrero de paja
y un Delicados
colgando del labio inferior
Parecía un chileno de veintidós años entrando en el Café La Habana
y observando a una muchacha rubia
sentada en el fondo,
en la Mente desalojada
Parecían las caminatas a altas horas de la noche
de Mario Santiago
En la Mente desalojada
En los espejos encantados
En el huracán del D.F.
Los dedos cortados renacían
con velocidad sorprendente
Dedos cortados, quebrados, esparcidos
en el aire del D.F.