The Unknown University (31 page)

Read The Unknown University Online

Authors: Roberto Bolaño

Tags: #Poetry, #General, #Caribbean & Latin American

BOOK: The Unknown University
7.59Mb size Format: txt, pdf, ePub

 

EL VERANO

Hay una enfermedad secreta llamada Lisa.
Es indigna como toda enfermedad
y aparece en la noche.
En el tejido de un lenguaje misterioso cuyas palabras
significan sin excepción que el extranjero «no está bien».
Y yo quisiera que ella
supiera por algún medio que el extranjero «lo pasa mal», «en tierras desconocidas»,
«sin grandes posibilidades de escribir poesía épica», «sin grandes posibilidades de
nada».
La enfermedad me lleva a baños extraños e inmóviles donde el agua funciona
con una mecánica imprevista.
Baños, sueños, cabellos largos que salen de la ventana
hasta el mar.
La enfermedad es una estela.
(El autor aparece sin camisa, con lentes
negros, posando con un perro y una mochila en el verano de algún lugar.) «El verano
de algún lugar», frases carentes de tranquilidad aunque la imagen que refractan
permanezca quieta, como un ataúd delante de una cámara fija.
El escritor es un tipo
sucio, con la camisa arremangada y el pelo corto mojado en transpiración acarreando.
tambores de basura.
También es un camarero que se observa filmado mientras camina
por una playa desierta, de regreso al hotel .
.
.
«Viento con arena fina» .
.
.
«Sin
grandes posibilidades» .
.
.
La enfermedad es estar sentado bajo el faro mirando
hacia ninguna parte.
El faro es negro, el mar es negro, la chaqueta del escritor
también es negra.

 

SUMMER

There’s a secret sickness called Lisa.
Like all sicknesses it’s
miserable and it comes on at night.
In the weave of a mysterious language whose
words signify without exception that the foreigner “isn’t well.”
And somehow I would
like her to know that the foreigner is “having a hard time,” “in strange lands,”
“without much chance of writing epic poetry,” “without much chance of anything.”
The
sickness takes me to strange and frozen bathrooms where the water plumbing works
according to an unexpected mechanism.
Bathrooms, dreams, long hair flying out the
window to the sea.
The sickness is a wake.
(The author appears shirtless, in black
glasses, posing with a dog and a backpack in the summer somewhere.) “The summer
somewhere,” sentences lacking in tranquility, though the image they refract is
motionless, like a coffin in the lens of a still camera.
The writer is a dirty man,
with his shirt sleeves rolled up and his short hair wet with sweat, hauling barrels
of garbage.
He’s also a waiter who sees himself being filmed as he walks along a
deserted beach, on his way back to the hotel .
.
.
“Wind carrying fine sand” .
.
.
“Without much chance” .
.
.
The sickness is to sit at the base of the lighthouse
staring into nothing.
The lighthouse is black, the sea is black, the writer’s jacket
is also black.

 

EL BRILLO DE LA NAVAJA

En un poema, «Imágenes Detenidas», ¿por qué el chileno es el único
turista de esa hora?
Supongo que en realidad no es una hora nocturna, como se podría
colegir al ser el chileno
asaltado
por el pandillero, sino un atardecer
debajo de los arcos de la plaza Vicente Martorell.
¿El chileno, asaltado?
No.
El
chileno encuentra al pandillero, eso es todo.
Y el resto obedece a reflejos
naturales de ambos personajes; uno ataca, el otro mira.
El otro, el chileno,
consiente, y mediante ese sacrificio transforma.
Rostro mojado que esboza una
sonrisa.
Brillo de navaja a lo lejos, entre los arcos y las sombras adolescentes.
Ojos curiosos que una gasa líquida va velando paulatinamente.
La cabeza no llega a
golpearse contra el suelo.
Mierda, dijo el chileno antes de fijar su pensamiento en
una sonrisa.
Gángsters pequeñitos, sus siluetas se pierden en el interior de la
plaza.
No hay dinero.
Rostro mojado en transpiración, por fin posa la mejilla
izquierda en el suelo.

 

THE KNIFE'S GLARE

In a poem, “Still Images,” why is the Chilean the only tourist out at
that hour?
I guess it isn’t really even nighttime, and though you might suspect as
much from the Chilean being
assaulted
by a hoodlum, it’s dusk beneath the
arches of Vicente Martorell plaza.
The Chilean assaulted?
No.
The Chilean encounters
the punk, that’s all.
Everything else happens according to the natural reflexes of
each character; one attacks, the other watches.
The other, the Chilean, gives in,
and his sacrifice changes things.
Sweaty face with a hint of a smile.
Knife’s glare
in the distance, between the arches and the shadows of teenagers.
Curious eyes
gradually veiled by a liquid gauze.
His head is never smashed against the pavement.
Shit, the Chilean says before concentrating his thoughts on a smile.
Little
gangsters, their shapes disappearing into the plaza.
There’s no money.
Face covered
in sweat, he finally rests his left cheek on the ground.

 

NOCHE SILENCIOSA

No puedes regresar.
Este mundo de policías y ladrones y muchachos
extranjeros sin papeles en regla es demasiado fuerte para ti.
La palabra fuerte
significa que es cómodo, un mundo liviano, casi vacío, del que no podrías
desprenderte.
A cambio recuperarías el país natal, una especie de país natal, y el
derecho a que una muchacha nuevamente pudiera sonreírte.
Una muchacha de pie en la
puerta de tu habitación, la camarera que viene a hacer la cama.
Me detuve en la
palabra «cama» y cerré el cuaderno.
Sólo tuve fuerzas para apagar la luz y dejarme
caer en la «cama».
Inmediatamente empecé a soñar con una ventana de maderas gruesas
como aquellas que aparecían en los cuentos infantiles ilustrados.
Con el hombro me
apoyaba en la ventana y ésta se abría.
El ruido producido al quedar de par en par me
despertó.
Afuera no había nadie.
Noche silenciosa entre los bloques de bungalows.
El
policía había extendido su chapa procurando no tartamudear.
Automóvil con matrícula
de Madrid.
El que estaba al lado del conductor iba con una camiseta con los colores
del F.C.
Barcelona horizontales.
Un tatuaje de marinero en el brazo izquierdo.
Detrás de ellos brilló una masa de niebla y sueño.
Pero el poli tartamudeó y yo
sonreí.
No pu-pu-puedes re-re-regresar.
«Regresar.»

 

SILENT NIGHT

You can’t go back.
This world of cops and robbers and foreign kids
without papers is too powerful for you.
Powerful
means it’s comfortable, a
featherweight world, practically empty, from which you wouldn’t be able to remove
yourself.
In exchange, you’d get back your native land, a kind of native land, and
the right to have a girl smile at you again.
A girl standing in the door to your
room, the maid who’s come to make your bed.
I stopped at the word “bed” and closed
the notebook.
All I had the strength to do was turn out the light and fall into
“bed.”
Immediately I began to dream about a window with a heavy wooden frame, like
the ones in children’s books’ illustrations.
I shoved the window with my shoulder
and it opened.
The noise of having it open woke me up.
Outside there was no one.
A
silent night in the blocks of bungalows.
The policeman had shown his badge, trying
not to stutter.
Car with a Madrid license plate.
The man next to the driver was
wearing a T-shirt with the Barcelona colors, horizontal stripes.
A sailor’s tattoo
on his left arm.
Behind them gleamed a mass of fog and sleep.
But the cop stuttered
and I smiled.
You c-c-can’t g-g-go b-b-back.
“Go back.”

 

MONTY ALEXANDER

Así es como es, dijo, una ligera sensación de fracaso se va acentuando y
el cuerpo se acostumbra a eso.
No puedes evitar el vacío de la misma manera que no
puedes evitar cruzar calles si vives en la ciudad, con el agravante de que a veces
la calle es interminablemente ancha, los edificios parecen bodegas de películas de
gángsters y algunos tipos escogen las peores horas para pensar en sus madres.
«Gángsters» corresponde a «madres».
Nadie pensó en el jorobadito en la hora azul.
Así es como es, el nombre de una pieza de Monty Alexander, grabada a principios de
los sesenta en un local de Los Ángeles.
Tal vez «bodegas» esté junto a «madres», en
las sobreimposiciones es dable un amplio margen de error.
Todo pensamiento es
registrado en la senda de bosque que el extranjero recorrió.
Si lo miraras desde
arriba tendrías la impresión de una hormiga solitaria.
Impulso de desconfianza:
siempre hay otra hormiga que la cámara olvida.
En todo poema falta un personaje que
acecha al lector.
«Bodegas», «gángsters», «madres», «para siempre».
Tenía la voz
dura, dijo, timbre sólido como derrumbe de pesadora de vacas o fardos con forraje de
vacas en una piscina.
Todo lo decía con doble sentido, algunas frases eran
verdaderos jeroglíficos que nadie se daba el trabajo de descifrar.
Ray Brown al
bajo, Milt Jackson al vibráfono y otros dos más al saxo y a la batería.
El propio
Monty Alexander tocó el piano.
¿Manne Hole?
¿1961?
La última imagen que el tipo vio
fue una playa a las nueve de la noche.
En julio atardecía muy tarde, a las 21.30 aún
estaba claro.
Grupo de camareros alejándose del ojo.
(Pero el ojo piensa en
«bodegas», no en «camareros».) El viento levanta suaves cortinas de arena.
Desde
aquí parece que intentaran regresar.

 

MONTY ALEXANDER

That’s the way it is, he said, a slight sense of failure that keeps
growing stronger and the body gets used to it.
You can’t escape the void, just as
you can’t help crossing streets if you live in a city, with the added annoyance that
sometimes the street is endlessly wide, the buildings look like warehouses out of
gangster movies, and some people choose the worst moments to think about their
mothers.
“Gangsters” equals “mothers.”
At the golden hour, no one remembered the
hunchback.
That’s the Way It Is, the name of a piece by Monty Alexander recorded in
the early 1960s at an L.A.
club.
Maybe “warehouses” equals “mothers,” a wide margin
of error is permissible when you’re dealing with superimpositions.
All thought is
registered on the path through the woods along which the foreigner walked.
If you
saw him from above you’d think he was a solitary ant.
Flash of doubt: there’s always
another ant that the camera doesn’t see.
What poems lack is characters who lie in
wait for the reader.
“Warehouses,” “gangsters,” “mothers,” “forever.”
His voice was
hard, he said, solid in timbre like the collapse of a cattle hoist or hay bales in a
cattle pond.
Everything he said had a double meaning, some sentences were real
riddles that no one bothered to decipher.
Ray Brown on bass, Milt Jackson on
vibraphone, and two others on sax and drums.
Monty Alexander himself played piano.
Manne-Hole?
1961?
The last thing he saw was a beach at nine o’clock.
In July it got
dark very late, at 9:30 it was still light out.
Group of waiters moving away from
the eye.
(But the eye envisions “warehouses,” not “waiters.”) The wind lifts soft
curtains of sand.
From here, it looks like they’ll try to come back.

 

AUTOMÓVILES VACÍOS

Muchacha desconocida que camina por barrios obreros de Barcelona.
Despertó sobresaltado.
¿Una muchacha de padres españoles, nacida en Francia?
La
playa se extiende en línea recta hasta tocar el otro pueblo.
Abrió la ventana,
estaba nublado pero hacía calor.
Regresó al baño.
Los ojos de ella miraban con
curiosidad las hileras de edificios de departamentos que se extendían hasta el fin
de la avenida.
Todo esto es paranoia, pensó, la muchacha tiene 18 años pero no
existe, nació en una ciudad industrial de Francia y se llama Rosario o María
Dolores, pero no puede existir puesto que aún estoy aquí.
¿Una broma pesada de las
cámaras?, ¿el tipo de control está dormido?
Miró el reloj, al volver a la ventana
encendió un cigarrillo.
Miró por los visillos: abajo los muchachos dormitaban entre
las sombras.
Siluetas intermitentes, sonido de voces apenas audibles.
Observó la
luna que aparecía sobre el edificio de enfrente.
Desde la calle llegaron las
palabras «barco», «olimpia», «restaurante».
La muchacha se sentó en la terraza de un
«restaurante» y pidió un vaso de vino blanco.
Encima de la cabeza de la muchacha
estaba la lona verde y un poco más arriba el verano.
Así como encima del edificio
sobresalía la luna y ella la miraba pensando en los motociclistas y en el nombre del
mes: julio.
Nacida en Francia de padres españoles, pelo rubio, absolutamente más
allá del restaurante y de las palabras con que tratan de distraerla.
«Desperté pues
tu silueta se confundía con las sombras del dormitorio» .
.
.
«Una explosión muy
fuerte» .
.
.
«Quedé sordo por el resto del día» .
.
.
Soñó automóviles vacíos en
los solares de un supermercado abandonado.
Ya no hay pueblo ni barrios obreros para
este actor.
18 años, muy lejos.
Regresa al baño.
Muchacha kaputt.

Other books

Three Days in April by Edward Ashton
Brothers' Tears by J. M. Gregson
Shopgirls by Pamela Cox
Cat Laughing Last by Shirley Rousseau Murphy
Masked by RB Stutz
Mischief in Miami by Nicole Williams
The Fall: Victim Zero by Joshua Guess