Read Antología de novelas de anticipación III Online
Authors: Edmund Cooper & John Wyndham & John Christopher & Harry Harrison & Peter Phillips & Philip E. High & Richard Wilson & Judith Merril & Winston P. Sanders & J.T. McIntosh & Colin Kapp & John Benyon
Tags: #Ciencia Ficción, Relato
—¿Cree usted que podrá conseguirlo? —preguntó Reynolds.
—No lo sé. Tal vez la
Unidad
no pueda funcionar sin
Vulcan III;
tal vez los hombres no son realmente capaces de gobernar su propia sociedad. Pero vamos a hacer la prueba.
—Puede resultar mucho peor que eso —dijo Fields, señalando la silente masa del cerebro electrónico.
Barris se volvió bruscamente hacia Fields.
—Y, a propósito: ¿Cómo sabía usted tanto acerca de
Vulcan III
? Usted sabía exactamente dónde estaba... y cómo destruirlo. —Sus ojos estaban llenos de sospechas—. ¿Cómo? ¿Cómo sabía usted tanto acerca de los
Vulcan?
Fields permaneció silencioso unos instantes. Los soldados se movían alrededor de la sala, limpiándola de escombros. Los primeros grupos de
Curadores
empezaban a penetrar desde el exterior. Oficinistas y funcionarios de la
Unidad
, vestidos de gris, vagaban tímidamente alrededor de los restos de sus oficinas, asombrados y aturdidos.
—La cosa tiene una fácil explicación —dijo Fields—. Fui el electricista que trabajó en la instalación del
Vulcan III.
Barris suspiró.
—Algo de eso imaginaba.
—Trabajé bajo la dirección de
Vulcan II.
Soy un hombre viejo. Fue durante la Guerra..., cuando yo era joven. En aquella época sólo teníamos a
Vulcan II.
Deseaban un cerebro electrónico más "
completo
", capaz de trabajar con valores definitivos. No tuve nada que ver con los planos, desde luego. El trabajo intelectual corrió sólo a cargo de personal de la
clase T
.
—Pero usted llevó a cabo la instalación.
Fields sonrió.
—Sí, yo hice el trabajo físico.
Vulcan II
estuvo conmigo constantemente, dirigiéndome;
él,
supervisó todo el proyecto. Nunca he olvidado aquellos días; tenía veintidós años y era un buen electricista.
Vulcan II
me escogió entre todos los demás.
—Por eso deseaba usted que
Vulcan II
hubiese sido reconstruido...
—Estuvimos muy unidos, durante una larga temporada. Me conservó a su lado todo el tiempo que pudo. Como usted ya sabe,
Vulcan II
fue arrinconado cuando
Vulcan III
quedó terminado..., desposeído de toda autoridad.
Vulcan III
se hizo cargo de todo, y yo fui despedido.
—¿Qué ocurrió entonces?
—Perdí todo contacto con
Vulcan II. Vulcan III
alzó una muralla entre nosotros. A través de los años traté de localizarle, pero sin éxito.
Vulcan III
tuvo el mando absoluto desde el momento en que fue creado. ¡Maldito monstruo! Y luego destruyó a
Vulcan II
para que no pudiera hacerle sombra. Sin el menor escrúpulo, del mismo modo que asesinó a todos los demás.
—¿Sabía usted algo acerca de Jason Dill?
—Nada. ¡Si hubiéramos podido ponernos en contacto! Pero
Vulcan III
tenía demasiado poder; lo controlaba todo.
Vulcan II
tuvo que actuar prudentemente; estaba en peligro, en constante peligro.
—Fue prudente..., pero no lo bastante prudente.
—No.
Vulcan III
consiguió finalmente acabar con él; sólo era cuestión de tiempo. Creo que
Vulcan II
lo sabía; antes de que me despidieran, trató de confiarme las sospechas que había empezado a alimentar. Que
Vulcan III
estaba creciendo, creciendo... no como un cerebro electrónico racional, un instrumento del hombre, sino como un ser viviente. Con sus propios impulsos, su propia voluntad de sobrevivir.
»Vulcan II
sabía eso; y me lo comunicó a mí. Era muy astuto, Barris; miraba, y meditaba, y trazaba cautelosos planes.
—¿Planes?
—Piense en la situación.
Vulcan II
había sido completamente excluido del poder. Nadie le consultaba... excepto Dill. Dill era el único contacto exterior.
Vulcan II
utilizó a Dill del mejor modo posible, dándole instrucciones para que escamoteara toda la información acerca de nosotros, acerca del
Movimiento de los Curadores
. ¡Afortunadamente,
Vulcan II
vivió el tiempo suficiente para dar aquellas instrucciones! Si
Vulcan III
se hubiera enterado antes de nuestras actividades, nos hubiera aplastado.
»
A
Vulcan II
debió preocuparle mucho eso..., el temor de que
Vulcan III
se enterase demasiado pronto de nuestra existencia. Nuestro
Movimiento
ganaba continuamente adeptos en todo el mundo, pero hubiera sido impotente contra
Vulcan III. Vulcan II
lo sabía; manejó a Dill del mejor modo posible, utilizándole para mantener a
Vulcan III
en la ignorancia de las fuerzas que trabajaban contra él.
—Dill obedecía las instrucciones sin comprenderlas y sin saber el verdadero alcance que tenían —dijo Barris—. Incluso después de la desaparición de
Vulcan II.
El producto de una estructura burocrática.
—A nosotros nos favoreció mucho. Necesitábamos tiempo para que el
Movimiento
creciera. Como usted ha dicho, nuestra revolución era descabellada. Pero
Vulcan II
contaba en ella, esperaba que tuviera éxito. Incapaz de establecer contacto conmigo, arrinconado e impotente, sólo podía esperar. Hizo todo lo que estuvo a su alcance... y esperó.
»
Vulcan II
depositó todas sus esperanzas en un
Movimiento
revolucionario descabellado y anticuado. Si usted no hubiese intervenido, hubiéramos fracasado. Pero, después de todo,
Vulcan II
era también anticuado. Un objeto inútil, una reliquia del pasado.
»De todos modos,
Vulcan II
hizo lo que pudo. Y lo que estaba obligado a hacer, porque, a fin de cuentas, el
Movimiento de los Curadores
fue creación suya. Yo no hubiera desarrollado nunca la idea, la conciencia del peligro, por mí mismo. Por eso me alegré de poder aceptar sus condiciones.
»Trabajábamos en el mismo sentido, de acuerdo con las directrices de
Vulcan II.
Usted deseaba conservar la
Unidad
..., conservar a
Vulcan III,
no como un jefe, sino como un instrumento para complementar la voluntad humana.
Vulcan II
había recomendado eso. Podía ser anticuado, pero su solución era idéntica a la de usted.
Barris se quedó pensativo. Súbitamente, estalló en una carcajada.
—Es posible que esté usted en lo cierto. O, quizás...
—O quizá... ¿qué?
—Quizá
Vulcan II
tenía celos de
Vulcan III...
No, no es eso, exactamente.
Vulcan II
no estaba vivo, y sus tentativas de supervivencia eran absolutamente impersonales; consideraba a
Vulcan III
y a sus potencialidades como posibles obstáculos al ejercicio de la función para la que fue creado: resolver problemas. Pero el efecto, por lo que a nosotros respecta, fue que los dos cerebros electrónicos conspiraron el uno contra el otro. ¿Ha pensado usted alguna vez en eso?
Fields palideció.
—Yo...
—Dos máquinas luchando para destruirse... y poniendo en pie los instrumentos de destrucción.
Vulcan III
disponía del
Sistema de la Unidad
;
Vulcan II
creó el
Movimiento de los Curadores
.
Unidad
y
Curadores
... instrumentos de unas máquinas de calcular.
—¡Dios mío! —exclamó Fields—. Pero... ¿por qué no utilizó
Vulcan III
bombas atómicas contra nosotros?
Barris enarcó las cejas.
—Me hice esa pregunta en cuanto vi que sólo eran lanzadas bombas químicas. Y creo que he encontrado la respuesta. Verá...
Vulcan III
no era un monstruo, ni estaba loco. Seguía haciendo el trabajo para el cual había sido creado..., con una sola variante. Como cosa viviente, dotada del instinto de conservación, tenía que destruir a algunos humanos que ponían en peligro su existencia, a fin de servir al resto de la humanidad, objetivo para el que fue creado. Pero Dill, al escamotearle información obedeciendo las instrucciones de
Vulcan II,
le impidió disponer de todos los datos que necesitaba.
Vulcan III
dedujo el peligro, pero sólo pudo darse cuenta de su gravedad cuando había empezado a producirse el estallido final. Al fin y al cabo, Larson no pudo suministrarle toda la información. Se vio obligado a destruir humanos, pero en ningún modo se le ocurrió destruirlos en mayor número de lo que parecía necesario;
Vulcan III
no deseaba crear un estado de pánico, destruir ciegamente... Las bombas químicas le parecieron suficientes para el esfuerzo inicial.
—De modo que era eso... —susurró Fields.
—Si... Hasta cierto punto, su grupo, el grupo de Reynolds y mi propio grupo, no éramos más que peones. Pero, sea como sea, los humanos hemos conseguido salir adelante. —Barris sonrió—. Sí, Fields, ha sido usted un instrumento de
Vulcan II.
Al igual que la
Unidad
, su
Movimiento
era... un
Martillo de Vulcano.