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Authors: Marvin Harris

Tags: #Ciencia

Caníbales y reyes (30 page)

BOOK: Caníbales y reyes
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Considero que la respuesta reside en que las ciudades y los mercados crecieron lentamente en tanto los siervos y los campesinos libres podían mantener un nivel de vida relativamente alto a partir de sus actividades agrícolas tradicionales. El desarrollo de la vida comercial hasta el punto de resultar amenazadora para el statu quo feudal tuvo que aguardar el aumento de la densidad de población. A medida que se acrecentaba la densidad declinaba la eficiencia y lo mismo ocurría con la rentabilidad agrícola, tanto desde el punto de vista de los campesinos como de los señores feudales. Esto estimuló a los señores a buscar fuentes de ingresos complementarias, la más importante de las cuales fue la cría de ovejas para obtener lana, lo que a la vez limitó la cantidad de tierras disponibles para cosechas alimenticias, redujo el tamaño de los solares de los campesinos, empobreció a gran parte de la población rural y estimuló las migraciones a las ciudades y a los centros productores de lana.

Mi conocimiento de este proceso debe mucho a la obra de Richard G. Wilkinson. En su libro Poverty and Progress, el autor observa que la fertilidad de las tierras cultivables y el rendimiento de las siembras disminuyeron durante el siglo XIII en Inglaterra:

Se había trastornado el sistema equilibrado de la agricultura medieval. A la expansión de la superficie cultivable no correspondió la suficiente expansión de pasturas y animales para proporcionar estiércol. …Se habían abreviado los períodos de barbecho… y se dedicaron a cultivos tierras de inferior calidad.

Se hicieron intentos para elevar el rendimiento por acre abonando las tierras con cal y marga, enterrando cenizas de paja con el arado, sembrando más intensamente y experimentando con nuevas simientes. Pero todo fue en vano. Aunque se incrementó la producción total, aumentó aún más la población. Entre finales del siglo XII y principios del XIV, prácticamente se triplicó el precio del trigo, al mismo tiempo que las exportaciones inglesas de lana aumentaron en un 40 por ciento. La subida del precio de los cereales significó que las familias que carecían de tierras suficientes para alimentarse llegaron al umbral de la pauperización o lo cruzaron.

Tal como observé al tratar el tema del crecimiento demográfico entre los yanomamo, el período inmediatamente anterior e inmediatamente posterior a la sobrecarga y el agotamiento de un ecosistema preindustrial debería caracterizarse por los puntos más altos de infanticidio femenino. Aunque esta proposición no puede comprobarse en el caso de los yanomamo, contamos con datos correspondientes al período medieval tardío en Inglaterra. Según Josiah Russel, la relación entre menores de ambos sexos se elevó a un pico de 130:100 entre los años 1250 y 1358, y permaneció drásticamente desequilibrada durante otro siglo. Naturalmente, dado que en la tradición judeo-cristiana se consideraba homicidio, los padres hacían todos los esfuerzos posibles para que las muertes de los hijos no deseados parecieran puramente accidentales. El estudio de Barbara Kellum referente al infanticidio en los siglos XIII y XIV en Inglaterra, demuestra que era necesario llamar al forense si un niño moría escaldado por el agua de una olla que sobresalía de un hornillo, o se ahogaba en un cazo de leche, o caía a un pozo. Pero la asfixia, la causa más frecuente de muerte infantil «accidental», quedaba en manos del párroco. Rutinariamente, la muerte por asfixia se atribuía a una «postura negligente» y rara vez la madre era castigada con algo más severo que una reconvención pública y una penitencia… limitada a una dieta de pan y agua.

La teoría subyacente en la expresión «postura negligente» consiste en que la madre tenía derecho a amamantar al bebé en su propia cama y mantenerlo a su lado durante toda la noche, pero estaba obligada a cuidar de él y a no quedarse dormida corriendo el riesgo de volquearse sobre su cuerpo. Cuando un niño moría en esas circunstancias, era imposible comprobar el intento homicida. Sin embargo, las madres que tenían profundas motivaciones para criar a sus bebés, rara vez se volqueaban encima de ellos. El infanticidio selectivo, no el accidente, es la única explicación del enorme desequilibrio entre menores de ambos sexos durante el último período medieval.

A pesar de la alta tasa de infanticidio femenino, la población de Inglaterra continuó aumentando hasta 1348, cuando la plaga más devastadora de la historia de Europa —la Peste Negra— mató entre una cuarta parte y la mitad de la población. A partir de lo que se conoce acerca de la relación entre la desnutrición y la resistencia a la enfermedad, considero razonable suponer que un porcentaje significativo de la tasa de mortalidad de la Peste Negra pandémica tuvo que ver con el deterioro de los niveles de nutrición. Sin duda, el traslado de la población del campo a las ciudades y el aumento de la densidad general de las poblaciones tuvieron una relación causal con el brote de la epidemia.

Como consecuencia de la plaga, Europa ingresó en un período de intensa inquietud política y económica. Los reinos feudales se vieron sacudidos en toda su extensión por levantamientos campesinos en masa, movimientos mesiánicos, una explosión de cultos que practicaban la autoflagelación, masacres de judíos, cismas en el interior de la iglesia católica, cruzadas para eliminar a los herejes, creación de la Inquisición y una incesante serie de guerras, una de las cuales se conoce con el nombre bastante exacto de Guerra de los Cien Años (1337-1453). Creo que el sentido de tales hechos radica en que la intensificación del modo de producción señorial había alcanzado sus límites ecológicos y que la crisis precedente al surgimiento del nuevo modo de producción que denominamos capitalismo fue, en el fondo, similar a las crisis anteriores a la «revolución» neolítica y a la aparición de los estados prístinos. Intentaré aclarar más ampliamente esta cuestión. No afirmo que la ecología y las presiones reproductoras puedan, por sí solas, explicar la crisis del feudalismo del siglo XIV. También ejercieron influencia otros factores, como la explotación de los campesinos por los señores feudales y el surgimiento de nuevas clases de comerciantes y banqueros. La presión de la nobleza feudal y de los crecientes intereses mercantiles seguramente jugaron un papel en la producción de la crisis, al igual que las corruptas ambiciones de la burocracia administrativa china jugaron un papel en la destrucción de numerosas dinastías.

Más aún, me parece concebible que si hubiese habido menos presión por parte de la clase dominante feudal para lograr que los campesinos intensificaran la producción, la población habría dejado de aumentar provisionalmente en un punto lo bastante bajo como para evitar una crisis y mantener el nivel de vida por encima del umbral de la pobreza. Quizá la oposición de la iglesia al infanticidio también jugó un papel al acelerar el crecimiento demográfico y precipitar la crisis.

Pero no pueden ignorarse los factores ecológicos. Las consecuencias del cercado de tierras para la producción lanera habrían sido insignificantes si la capacidad de las tierras cercadas para producir cosechas alimenticias adicionales no hubiera superado ya el límite de las ganancias marginales. No veo ninguna razón para dudar de que finalmente, a causa de alguna perturbación climática, las presiones reproductoras habrían sido suficientes para iniciar la etapa de un giro hacia un nuevo modo de producción. A fin de cuentas, el ciclo de intensificaciones, agotamientos y nuevos modos de producción se inició en grupos preestatales y sin clases, y en sociedades aldeanas, Por lo tanto, creo que debemos llegar a la conclusión de que el sistema señorial era inherentemente inestable tanto por razones económico-políticas como ecológicas, y que de acuerdo con nuestros conocimientos actuales no debemos adjudicarles un mayor significado causal a unas ni a otras.

Una cuestión que aún no está resuelta es por qué causa la disminución de la población después de la Peste Negra no se convirtió en parte de un ciclo de altibajos demográficos y económicos, similar al aumento y descenso de los niveles de vida que asoma por detrás de los cambios dinásticos de la sociedad hidráulica. En otras palabras, ¿por qué se reemplazó el feudalismo por un sistema radicalmente nuevo en lugar de restablecerse después de superada la crisis? También en este caso considero que la teoría de Wittfogel proporciona la clave al llamar la atención sobre las ecologías contrastantes del mundo feudal y del mundo hidráulico… aunque insisto en la existencia de un interjuego entre los factores ecológicos y político-económicos.

En las sociedades hidráulicas, la pauperización y el colapso dinástico estuvieron típicamente relacionados con el deterioro y la falta de reparación de las obras hidráulicas. La prioridad consistía en restaurar la infraestructura hidráulica. Tal restauración correspondía a la nueva dinastía, que no actuaba por altruismo sino en consideración a la maximización de su propio bienestar político y económico. Al comprometerse a la restauración de la infraestructura hidráulica, la nueva dinastía comprometía, automáticamente, a la totalidad de la sociedad al restablecimiento de la economía política del despotismo agro-administrativo. Por otro lado, en la crisis del feudalismo europeo, el problema residía en la carencia de tierras de las víctimas de los cercados y la cría de animales en terrenos necesarios para cultivar cosechas alimenticias. La prioridad de los señores feudales convertidos en comerciantes y fabricantes no podían consistir en expulsar a las ovejas, devolver los campesinos a la tierra y dejar de manufacturar artículos de lana. La maximización de su propio bienestar político y económico inmediatos no consistía en retroceder sino en avanzar hacia intentos más grandes y más desinhibidos de hacer dinero y acumular capital, criando más ovejas y produciendo más artículos de lana. En síntesis, no se restableció el sistema feudal, sino que se lo reemplazó por un sistema basado en la tecnología científica, la producción de máquinas, el capitalismo y la democracia parlamentaria.

Bajo el capitalismo, la distribución de la mayoría de los bienes y servicios se lleva a cabo mediante «compañías» que controlan o tienen acceso a existencias de dinero acumulado o «capital». El objetivo de esas compañías consiste en acumular más capital, y en hacerlo lo más rápido y eficazmente posible, extremando la tasa de beneficios. Una compañía puede incrementar su tasa de beneficios si adquiere una ventaja tecnológica sobre sus competidores y disminuye sus costos. Por lo tanto, la innovación tecnológica en breve se convierte en la clave de la acumulación del capital y el éxito comercial. La ciencia, a su vez, es la clave de la innovación tecnológica. De ahí que el capitalismo, la ciencia y las tecnologías científicas formen un complejo de refuerzo recíproco, que se originó en Europa como resolución de la crisis del feudalismo.

Muchos rasgos de este complejo también estuvieron presentes en las sociedades hidráulicas. Los chinos, por ejemplo, contaban con la propiedad privada de la tierra, con mercados que fijaban precios a las mercancías agrícolas y manufacturadas, con comerciantes ricos y con una red de bancos y asociaciones mercantiles. Las familias campesinas compraban y vendían en los mercados locales con la intención de extremar los beneficios. Además, los emperadores chinos estimulaban las innovaciones científicas y tecnológicas. De hecho, hoy sabemos que hasta el siglo XIV, el ritmo de progreso científico y tecnológico fue tan acelerado en China como en Europa. La investigación histórica moderna ha demostrado que a los chinos se debe el desarrollo de un elemento fundamental del reloj: el escape, la parte que impide que el resorte se desenrolle más rápido cuando la cuerda está tirante. Irónicamente, fueron los chinos quienes inventaron la pólvora, que los europeos emplearon en su conquista de Oriente. En virtud de la inversión en diques, canales y sistemas de irrigación controlados por el gobierno, los molinos de agua chinos eran superiores a los de Europa. Joseph Needham —el gran historiador de la ciencia y la tecnología chinas— considera que la aventadora metalúrgica impulsada por medio del agua es la antecesora directa de la máquina a vapor. Needham también adjudica a los chinos la invención de la primera computadora, la puerta de las esclusas, el puente colgante de cadenas de hierro, la primera manivela mecánica auténtica, el timón de estambor (Mar. Madero grueso puesto verticalmente sobre el extremo de la quilla inmediato a la popa, que sirve de fundamento a toda la armazón de esta parte del buque. En las embarcaciones de hierro forma una sola pieza con la quilla) y la cometa. Ya en el año 1313, los chinos experimentaban con máquinas de hilar impulsadas por medio del agua que fueron los prototipos de las máquinas de hilar europeas de husos múltiples.

A pesar de estos grandiosos experimentos cabe dudar, razonablemente, que China hubiera desarrollado un modo de producción industrial sin la amenaza y el estímulo del ejemplo europeo. En China, el avance tecnológico sobre los competidores nunca se convirtió en el factor clave para elevar los beneficios y acumular capital. La clave variable de la vida comercial china era el apoyo de la burocracia agro-administrativa: el «buró de saqueo interno» de Marx. Sin las apropiadas relaciones imperiales, los beneficios podían disiparse en manos de los funcionarios corruptos. Estos podían suspender arbitrariamente los permisos comerciales, y los negocios que demostraban ser demasiado lucrativos se encontraban en constante peligro de ser absorbidos por el gobierno. En otras palabras, el desarrollo del comercio y la manufactura privados siguió, en China, al desarrollo del estado agro-administrativo, y siguió siendo un aspecto importante pero dependiente de la economía política centralizada. «En el mejor de los casos», dice Wittfogel, los amos de la sociedad hidráulica «trataban a cualquier empresa capitalista como a un jardín útil. En el peor de los casos, podaban y desnudaban hasta el tronco los arbustos de los negocios basados en el capital». Por contraste, en la Europa posmedieval, la industria privada y el comercio acompañaron, o incluso precedieron, el surgimiento de las monarquías parlamentarias europeas. El poder de los reyes y comerciantes europeos emergió de un sustrato común de restricciones y limitaciones feudales, y tanto reyes como comerciantes compitieron por el control de la economía política posfeudal.

Aunque los monarcas ingleses, franceses y españoles fueron capaces de intervenir brutalmente en la vida de sus súbditos, su tiranía siempre estuvo limitada por la oposición de los grandes propietarios y de los comerciantes ricos. Wittfogel afirma que «los gobernantes del absolutismo europeo disponían tan cruelmente y mataban tan despiadadamente como sus colegas orientales. No obstante, su capacidad de acoso y de apropiación se veía limitada por los nobles terratenientes, la iglesia y las ciudades, cuya autonomía los señores autocráticos podían restringir pero no destruir». Cuando los reyes europeos pretendían tener mandatos divinos y autoridad absoluta, la burguesía de Francia y de Inglaterra los rechazaban. Tarde o temprano, los aspirantes europeos a faraones o a incas renunciaban a sus derechos a representar al cielo o terminaban sus días en la guillotina.

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