Como detectar mentiras en los niños (23 page)

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Authors: Paul Ekman

Tags: #Ensayo, Psicología

BOOK: Como detectar mentiras en los niños
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Mentiras paternas acerca del divorcio

Normalmente son primero los padres quienes mienten en una ruptura familiar. El divorcio suele tardar años en gestarse, y los síntomas son evidentes para el niño. Pero aun así los padres se sienten obligados a proteger a los niños de verdades que ellos creen pueden afectar negativamente el mundo infantil. En el punto crítico de la separación, la mayoría de padres oculta información básica o simplemente miente a los niños para poder pasar por la experiencia. En el estudio más completo realizado sobre el efecto del divorcio sobre los niños, Surviving the Breakup, un seguimiento de cinco años de 60 familias y 131 niños, las autoras, Judith S. Wallerstein y Joan Berlin Kelly, descubrieron que a cuatro quintas partes de los niños más pequeños no se les daba explicaciones adecuadas sobre el divorcio o se les garantizaba un cuidado continuado. En efecto, se levantaban un buen día para descubrir que uno de los padres se había ido. Los padres normalmente estaban tan preocupados con sus propios y abrumadores problemas que no podían tratar con las necesidades de sus hijos. Menos del 10 % recibía ayuda adulta de su comunidad o amigos de la familia y menos del 5 % eran asesorados por una congregación religiosa o un clérigo
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Una de mis estudiantes, Marjorie, que ahora tiene veinte años, me contó la ruptura de su familia hace ahora diez años: «Una noche durante la cena mi madre nos dijo que papá se había ido de viaje de negocios y que estaría fuera varias semanas. Eso era muy raro, porque mi padre casi nunca salía de viaje. Seguimos preguntando por él durante las semanas siguientes, pero mamá se enfadaba cada vez que le preguntábamos. Finalmente dejamos de hacerlo. Simplemente nunca volvimos a hablar de papá, ni tan siquiera entre mi hermano y yo. Fue como si hubiera un terrible secreto del que no podíamos hablar. No volví a ver otra vez a mi padre hasta al cabo de tres años».

Mentiras infantiles tras un divorcio

El doloroso período de transición que sigue a un divorcio suele ser uno en que todas las estructuras familiares de la vida del niño se reestructuran o se destruyen. La casa, la escuela, viejos amigos, y sobre todo la identidad del niño como parte de una familia con dos figuras paternas desaparece. Durante este período, el desarrollo moral del niño se puede ver gravemente alterado y a veces la conducta del niño sufre una regresión, con episodios de pequeños hurtos, engaños y mentiras.

Mentir toma para algunos niños la forma de fantasía como estrategia protectora. Wallerstein y Kelly descubrieron que las niñas pequeñas tienen muy a menudo fantasías sobre sus padres ausentes, en las cuales ellas se convierten en el centro de atención. Wendy, de cuatro años, contó que veía a su padre constantemente (falso). Tiene un apartamento, pero «vive conmigo. Duerme en mi cama todas las noches»
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Si la conducta de los padres es el factor determinante de la conducta de los niños, muchos hijos del divorcio deben sufrir las consecuencias de las mentiras y verdades a medias que les cuentan durante el divorcio. No obstante, para algunos puede que sea una dura lección que les enseña a decir la verdad. Wallerstein y Kelly describen una conversación con una chica de catorce años, que dijo: «Aunque mi padre y mi madre no fueron sinceros, como yo antes, de repente dejé de mentir. Decidí que no quería ser como ellos y que iba a decir la verdad»
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A pesar de que los padres no pueden evitar el trauma del divorcio a los niños, si pueden suavizar su ansiedad estableciendo una comunicación más sincera antes, durante y después del divorcio. Los niños necesitan saber qué está ocurriendo, y las explicaciones edulcoradas les crean más ansiedad, igual que si no se les da ninguna explicación. Por encima de todo, los padres tienen que evitar mentir a sus hijos y perjudicar así su lazo de confianza, algo muy importante durante esa agitada etapa. Aunque los padres no tienen por qué contar todos los detalles de los problemas existentes entre ellos, deben comunicar a sus hijos qué está ocurriendo y cuáles van a ser los cambios del futuro. Tienen que tranquilizar a sus hijos y garantizarles que estos cambios no significarán abandono.

Régimen de visitas y mentiras infantiles

Muchas familias divorciadas entran en un patrón bastante regular de custodia y régimen de visitas en los meses siguientes al divorcio. En mi experiencia como abogada familiar, el régimen de visita conlleva problemas concretos para educar a un niño sincero. Incluso en las mejores circunstancias, la lealtad del niño se ve dividida, y su vida cotidiana puede estar igualmente dividida. Con la cada vez más popular (yo creo que irreflexiva)
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custodia conjunta, algunos niños pasan literalmente media semana con uno de los padres y la otra media con el otro. Niños de pañal viajan entre los dos hogares en un horario perfectamente dividido.

Incluso con las disposiciones más tradicionales de custodia, en que la residencia es con uno de los padres y se establece un régimen de visita de un fin de semana alterno y un par de noches por semana para el otro, el mundo del niño está dividido. Se establecen diferentes reglas sobre la comida basura, el llevar pijama y todos los detalles que componen el entorno familiar del niño. El niño tiene que volverse extremadamente flexible para no disgustar a ninguno de los padres.

Para poder enfrentarse a esta nueva vida bifurcada y a su lealtad dividida, el niño muchas veces se construye un claro muro mental. En mi experiencia, así como en la de amigos y clientes que han pasado por lo que implica una custodia, queda claro que el niño no está nada dispuesto a comentar lo que ocurre en el hogar del otro padre.

La renuencia del niño a divulgarlo muchas veces va en contra de la necesidad casi obsesiva, por parte de uno de los padres, de saber qué ocurre en el otro hogar. Muchos padres, heridos por el divorcio, insisten en obtener detalles sobre la nueva vida romántica del excónyuge, sobre los restaurantes a que lleva al niño, incluso sobre los muebles y enseres de cocina de la nueva vivienda del antiguo cónyuge. Además, la necesidad normal de un padre de proteger y controlar al niño se amplía hasta el tiempo que el niño pasa en el otro hogar. El niño se ve atrapado entre dos fuegos. Revelar esos detalles le puede parecer al niño una traición a la lealtad, no revelarlos puede herir o enojar al padre o madre que le pregunta. Muchos niños se enfrentan a esta situación imposible simplemente creando un mundo ficticio.

Una de mis dientas, llamémosla Marge, me dijo un día enfadada: «No puede imaginarse lo que está haciendo John. Lisa me ha dicho que vive en un bonito apartamento, con una enorme piscina, y que cena en restaurantes de lujo todas las noches. ¿De dónde saca el dinero? ¡Él dice que está arruinado!». Cuando Marge descubrió que John vivía en un sórdido apartamento, sin piscina, se quedó de piedra. «¿Por que me mentiría Lisa?», se preguntaba confusa.

La intimidad es importante para todos los niños, pero lo es aún más para un niño que está intentando sobrevivir a la delicada proeza de equilibrio de vivir en dos mundos, complaciendo a la madre y al padre por separado. Temiendo una pérdida de control sobre el niño, y consumido por el deseo de saber qué está haciendo el antiguo cónyuge, a menudo el padre se olvida de la necesidad de intimidad del niño.

Las necesidades del niño tienen que ser prioritarias. Para evitar colocar al niño en una situación en que mentir parece la única solución posible, el padre tiene que elaborar una corta lista de «necesito saber». Esta lista podría incluir:

  • Si el niño está enfermo mientras visita al otro padre.
  • Si el niño recibe malos tratos físicos o mentales.

Más allá de eso, el padre puede adoptar la postura de un oyente amistoso e imparcial, si al niño le apetece hablar. Se necesitará una enorme disciplina por parte del padre para reprimir algunas preguntas, pero es en interés del desarrollo mental y moral del niño.

Padre o madre solo y mentiras infantiles

Una de las consecuencias del divorcio es que muchos niños acaban pasando casi toda su vida con sólo uno de los padres. En el 90 % de las veces es la madre. Además del hecho de que ser padres muchas veces precisa de la energía de dos personas adultas, la madre sola normalmente está sobrecargada de trabajo y tiene poco dinero. Más de la mitad de las veces las familias encabezadas por la madre pierden la batalla de mantenerse por encima del nivel de pobreza.

Una familia de un solo padre puede ofrecer la misma base para un buen desarrollo moral que la compuesta por padre y madre. A veces la experiencia del divorcio acerca a padres e hijos y ofrece al niño un mayor sentido de la responsabilidad que podría contribuir al crecimiento moral.

El fallo potencialmente fatal de la familia de un solo padre es la falta de tiempo. Una madre (o un padre) que está intentando realizar el trabajo de los dos con poca o ninguna ayuda suele ser un padre exhausto que no puede ofrecer la constante supervisión y estructura que el niño necesita. La cena, que en los viejos tiempos puede haber sido una comida relajada, sentados a la mesa y con tiempo para hablar, muchas veces se convierte en una comida rápida consumida en el coche, o comer de una bandeja frente al televisor.

En un masivo estudio realizado por Dornbush y otros científicos en el Centro para el Estudio del Desarrollo Juvenil de Stanford, se examinó atentamente a 7.514 adolescentes en términos de su situación familiar y sus patrones de desviación social. Como parte del examen, los científicos compararon a los que vivían en hogares con solo la madre, con los de hogares con padre y madre. Tuvieron en cuenta los ingresos familiares y la educación de los padres.

Los investigadores descubrieron que los adolescentes que vivían en hogares con solo la madre eran más proclives a mostrar una conducta desviada que los que vivían con ambos padres, y que los chicos mostraban más esta desviación que las chicas
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. Mentir es solamente una de las acciones socialmente desviadas que se dan con mayor frecuencia en los hogares con sólo la madre; otras son contactos con la ley, saltarse clases, disciplina escolar y fugas.

La gran diferencia entre los dos tipos de hogar radicaba en el patrón de toma de decisiones familiares. En las familias de un solo padre, los chicos, con más frecuencia que las chicas, tomaban decisiones propias, mientras que en los hogares con ambos padres, éstos tenían mayor control sobre las decisiones.

¿Por qué debería tomar decisiones de manera diferente la familia encabezada por una madre sola? Aunque cada familia es diferente, es fácil comprender cómo la ajetreada madre puede perder la comunicación con sus hijo adolescente y el control sobre él. Los temas de toma de decisiones estudiados fueron escoger ropa, cómo gastar el dinero, con qué amigos salir y la hora de vuelta a casa. Naturalmente, todos los adolescentes quieren tener más control sobre este tipo de decisiones a medida que se hacen mayores y más independientes, pero en las familias de sólo la madre los adolescentes varones prácticamente asumían un control total a una edad temprana.

Algunas madres solas se sienten físicamente incapaces de controlar a un chico que está creciendo. Mi amiga Rhonda ha ejercido de madre sola durante diez años. Ella y Jason se llevaban muy bien hasta que éste cumplió catorce años. En ese año Jason ni siquiera se molestó en inventarse mentiras por no respetar el horario de vuelta a casa; simplemente dijo: «Voy a llegar tarde, ¿y qué puedes hacer tú?». Rhonda se sintió impotente. Me dijo: «Mide casi un palmo más que yo y pesa veinte kilos más, ¿cómo puedo detenerle?».

Podemos decir que Rhonda no tiene que depender de su superioridad física, que existen otros medios, más eficaces, para controlar a los niños, pero Rhonda no lo ve así.

Una curiosa segunda observación del estudio es que cuando hay otro adulto presente en el hogar de un solo padre, la toma de decisiones se parece más a la de los hogares con ambos padres y la desviación se reduce. Este otro adulto podría ser un abuelo, un amante, un amigo, pero no un niño ni un padrastro.

Los científicos no se atrevieron a explicar por qué la presencia de un adulto adicional crea una diferencia en el patrón de toma de decisiones. Quizás el adulto simplemente ofrece apoyo moral a la madre o es un incentivo para seguir un horario regular de comidas. O quizás el otro adulto aligera las tareas de la madre y con ello le ofrece un valioso tiempo.

Padrastros y madrastas

Casi el 75 % de las mujeres, y un porcentaje más elevado de hombres que se divorcian más tarde o más temprano se vuelven a casar. Uno de cada seis niños en América es actualmente un hijastro. Estas nuevas familias, llamadas de distintas maneras, «mezcladas», «fusionadas» o «reconstituidas», se enfrentan a retos especiales. Nuestra familia es una de éstas. Tom es hijo de mi primer matrimonio y Eve, nuestra hija de ocho años, es hija de los dos. Todos somos conscientes de los problemas cotidianos que crea este desequilibrio.

No queda claro que la llegada de un padrastro o madrastra sea beneficioso para el desarrollo moral del niño. En el estudio para el desarrollo juvenil de Stanford antes mencionado, la presencia de un padrastro no hacía que el índice de desviación juvenil en adolescentes varones fuera mejor del que se observaba en los hogares con una madre sola, pero la presencia de cualquier otro adulto sí lo hacía. En cuanto a las chicas adolescentes, se observaba una ligera mejoría con respecto a los hogares de madre sola
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Los niños educados en familias reconstituidas han sufrido todos los problemas del divorcio y ahora tienen que enfrentarse con otros nuevos. La mayoría de los niños estarán visitando a su padre o madre biológico, así que sus vidas ya estarán divididas. La estructuración del horario de visitas en una familia mezclada puede rivalizar con el de una línea aérea. La nueva familia luchará, al menos al principio, para unir dos estilos de vida diferentes. Por lo tanto, el niño tiene que aprender a vivir con tres estilos familiares distintos.

En el apartado básico de disciplina, que influye de manera importante en el desarrollo moral de un niño, la multiplicidad de estilos puede ser perjudicial. Una vez escuché como una amiga de ocho años de mi hija le confesaba: «Mi madre no me deja salir de casa, mi padrastro me grita y mi padre verdadero me pega». Incluso en una familia intacta los desacuerdos familiares sobre estilos de disciplina pueden causar confusión, pero la confusión de una familia mezclada es mucho más compleja.

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