Como detectar mentiras en los niños (24 page)

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Authors: Paul Ekman

Tags: #Ensayo, Psicología

BOOK: Como detectar mentiras en los niños
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El mejor consejo que pueden darnos aquellos que estudian a este tipo de familias es dar tiempo a la nueva relación para que se desarrolle y hacer hincapié en la comunicación. En la mayoría de casos, el niño se sentirá escéptico ante las nuevas disposiciones. Sentirá una nueva oleada de lealtad hacia el padre biológico que se ve excluido de esta familia. Es inútil que el nuevo padrastro (o madrastra) intente asumir el papel del padre ausente. Solamente provocará resentimiento. Por otro lado, no resulta práctico, por no decir imposible, mezclar dos familias con dos juegos de normas. Un buen sistema es celebrar frecuentes consejos de familia donde los niños sean tenidos en cuenta para establecer las nuevas normas, acordadas mutuamente. Y durante bastante tiempo el padre biológico debería asumir la responsabilidad de la disciplina.

No solamente cambian las reglas cuando se recompone una familia, sino todo el elenco de personajes. Los niños que antes eran el centro del universo del padre o la madre solo, a menudo sienten que han pasado a formar parte del grupo de extras. Puede que se vean obligados a compartir habitación con sus antiguos hermanos, o con los nuevos hermanastros. Aparece una nueva y compleja obra sobre rivalidades y alianzas entre hermanos en la que se ven inmersos de repente.

No es difícil comprender por qué esta nueva familia crea tensión en la autoconfianza del niño, incluso en su propia identidad. Bajo estas circunstancias, los niños pueden realmente desarrollar mentiras fantasiosas para sacar a flote su confianza que se hunde.

Se puede educar a niños sinceros, morales y confiados en una familia «fusionada», pero los padres tienen que tomar medidas especiales, más allá de las que necesitaron con la familia original. Estas medidas deberían incluir:

  • Insistir en que el padre o la madre biológicos se encarguen de la dirección y la disciplina como mínimo hasta que los nuevos lazos se hayan consolidado de manera firme.
  • Celebrar frecuentes consejos de familia, con la participación activa de los niños, sobre la toma de decisiones y creación de normas.
  • Prestar atención especial a las necesidades de los niños que se pueden sentir desplazados por el nuevo padrastro o madrastra y/o hermanastros.

Algunos expertos recomiendan asesoramiento familiar como precaución necesaria para todas estas nuevas familias, incluso antes de que aparezcan señales de problemas.

Guarderías y mentiras

El problema con las guarderías y el desarrollo de un niño sincero y moral, es que el niño pequeño a menudo pasa más tiempo en compañía de otros adultos y niños del que pasa con sus propios padres. Si a los niños sinceros se les enseña con el ejemplo de unos padres sinceros, y si los estilos de disciplina influyen en la interiorización de las reglas morales, ¿cómo pueden controlar los padres este factor si no están presentes?

Más del 50 % de las madres con niños menores de un año ya han vuelto al trabajo. Para la mayoría de estas madres, el trabajo no supone una opción, sino una necesidad. Con el cambio de una economía manufacturera a una economía de servicios, el sueldo medio en Estados Unidos descendió un 13 % entre 1975 y 1983
[24]
. Las guarderías no son un tema de preferencia personal para la mayoría de las familias, sino una necesidad de la vida.

Los expertos no se ponen de acuerdo sobre el efecto de las guarderías y centros de atención infantil sobre los niños. Pero respondiendo a la creciente demanda generada por madres trabajadoras, la mayoría parece asentir favorablemente en su dirección.

Incluso el doctor Spock, que anteriormente había defendido a la madre de tiempo completo, cambió su postura en su edición de 1976. Aseveró: «Los padres que saben que necesitan una carrera o un cierto tipo de trabajo para realizarse no deberían simplemente renunciar a ello por sus hijos». Sugirió que esos padres «lleguen a algún tipo de compromiso entre sus dos trabajos y las necesidades de sus hijos, normalmente con ayuda de otras personas»
[25]
.

Pero los expertos basan su apoyo profesional a las guarderías y centros similares en que éstos sean «buenos». Con nuestra política nacional actual que insiste en que el tema de las guarderías es una solución individual, existen enormes diferencias en el tipo de servicios «buenos» y de precios razonables. Por ejemplo se encuentran excelentes lugares en Tempi, Arizona, mientras que Dayton, Ohio, no ofrece gran cosa.

Como padres debemos asumir la responsabilidad de encontrar una buena guardería o centro de atención, que podamos sentir confianza en que nuestro hijo se desarrollará bien allí, tanto emocional como moralmente. Esto no es nunca una tarea fácil, porque este tipo de servicios muchas veces es escaso o demasiado caro, pero sí es una tarea esencial.

Burton White, en su influyente libro
The First Three Years of Life
, cree que los padres o abuelos son quienes mejor pueden cuidar de los bebés y niños más pequeños. Pero si los padres se ven forzados a buscar a alguien fuera de la familia, insiste en que se trata de una responsabilidad muy seria, que precisa mucha investigación.

Sus recomendaciones son, en orden de preferencia:

  1. El cuidado individual en el propio hogar a cargo de una persona cualificada.
  2. El cuidado individual en el hogar de otra persona cualificada para cuidar niños.
  3. Una familia que cuide al niño durante el día, lo que significa una persona cualificada que esté al cargo de no más de dos niños menores de dieciocho meses o de tres niños entre dieciocho y treinta y seis meses.
  4. Una guardería que no funcione como empresa lucrativa, con la misma proporción de cuidadores y niños que en el punto 3, y con un supervisor formado en educación de niños de temprana edad.
  5. Una guardería que funcione como empresa lucrativa, pero con las mismas condiciones del punto anterior
    [26]
    .

Para educar a un niño moral, los padres deberían asegurarse de que la persona que le cuida tiene ideas similares acerca de la disciplina y tiene capacidades de comunicación. Los padres deben tener un informe completo del comportamiento del niño, tanto bueno como malo. Necesitan poder confiar en el criterio del cuidador para solucionar un problema como ellos mismos harían.

Melissa, de cuatro años, regresó del hogar de la familia que la cuidaba durante el día y le dijo a su madre que Jason, también de cuatro años, le pegaba todos los días. Su madre reaccionó con preocupación e inmediatamente fue a ver a la madre de la familia que la cuidaba para aclarar el problema. Esa madre, que le había parecido muy sincera y con mucha experiencia, negó por completo la acusación y dijo que ella nunca permitía a los niños que se pegaran unos a otros.

¿A quién creer? Georgia, la madre de Melissa, igual que todas las madres trabajadoras, dependía extraordinariamente de la persona que cuidaba a su hija durante el día, y había tardado muchos días en escogerla. Por otro lado, es evidente que no podía exponer a su hija a una brutalidad continuada. En este caso concreto, Georgia y la madre que cuidaba a Melissa durante el día pudieron discutir el problema. La madre que la cuidaba estuvo de acuerdo en vigilar muy de cerca la relación de los dos niños. Al final del día, le dijo a Georgia que el niño no había pegado a Melissa, pero que le había quitado el juguete dos veces, así como las patatas fritas del almuerzo y le había puesto la zancadilla como mínimo una vez.

Melissa no mentía, estaba pidiendo ayuda. Para ella, esas pequeñas acciones terroristas, cometidas por un niño nuevo en un lugar nuevo, era como si le pegaran. En este caso la madre se pudo comunicar con la persona que cuidaba de su hija y sentirse segura de que compartían los mismos valores. Tanto ella como la empleada pudieron tratar con el niño y sus padres, y al cabo de un tiempo los dos niños se hicieron amigos.

Poner a un niño pequeño al cuidado de otro va en contra de nuestros instintos protectores como padres. Inmediatamente reaccionamos con culpabilidad y temor cuando sospechamos que nuestro hijo no está debidamente protegido. No es sorprendente que los pocos incidentes de abusos sexuales que se han dado en situaciones de atención diurna se hayan hinchado y convertido en una paranoia nacional sobre los peligros de estas situaciones. Eso no quiere decir que si su hijo le comenta que está sufriendo tocamientos o abusos sexuales no debería tomárselo en serio. (Trataré los temas de mentiras y abusos sexuales en el próximo capítulo). Pero debemos tener en cuenta que la mayoría de personas que se dedican al cuidado de los niños son adultos vocacionales, que aceptan unos sueldos muy bajos y la baja condición social atribuida a su trabajo porque aman a los niños.

Durante el apogeo de uno de los juicios más sórdidos relacionado con acusaciones múltiples de abusos sexuales en un centro de atención infantil diurna, fui a recoger a mi hija a su guardería Montessori. Jan, la chica que se cuidaba de ella, de veintidós años y titulada por Berkeley, que se había tomado un año sabático para trabajar con niños, tenía un aspecto triste. Cuando le pregunté qué le pasaba, dijo: «¡No es justo! Trabajamos muy duro, queremos a nuestros niños, y ahora los padres nos miran con suspicacia y ni tan siquiera les podemos abrazar!».

NOTA FINAL

El educar a niños sinceros y merecedores de confianza probablemente sea un reto más grande hoy en día del que representó para nuestros padres. Pero este tema, de gran preocupación para todos los padres, no ha sido objeto de muchos estudios científicos. Nos vemos obligados a depender de la opinión prevalente de los expertos, que parece oscilar para ajustarse a las necesidades culturales. Los consejos de expertos, rápidamente cambiantes, sobre los temas de pegar a los niños o de las guarderías, es un buen ejemplo. El efecto del divorcio sobre el desarrollo moral del niño ha sido objeto de muy pocos estudios científicos.

Me parece una lástima que la única parcela que haya captado la atención de los científicos sea la credibilidad de los niños como testigos, de la que hablaré en el próximo capítulo. Es una pena que se haya de pasar por unos sórdidos titulares sobre temas sensacionalistas para captar la atención de la ciencia. Las mentiras más cotidianas contra las que luchamos los padres no llegan a los titulares ni a la atención de los científicos.

6.
Testimonios infantiles ante un tribunal: la crisis del abuso sexual

Mary Ann Mason Ekman

Cuando iba a clase de derecho, hace casi quince años, la creencia general era que los niños son muy malos testigos. Casi nunca se podía tener en cuenta el testimonio de un niño menor de siete años y por encima de esa edad, hasta los catorce, éste era dudoso. Se llamaba a los niños a testificar solamente como último recurso desesperado. Para confirmar la opinión de que los niños son testigos totalmente indignos de confianza, se citaba la venerable investigación del psicólogo belga Varondeck. En 1891, se convocó a Varondeck como testigo experto para defender a un hombre acusado de asesinato. El único testigo del asesinato era un niño de ocho años. Varondeck preguntó a veinte niños de ocho años que identificaran el color de la barba de uno de sus profesores. Diecinueve de los veinte niños respondieron obedientemente y mencionaron un color determinado; solamente un estudiante hizo la observación correcta: el profesor no llevaba barba
[1]
.

En la última década la actitud hacia el testimonio infantil ha cambiado espectacularmente. Ahora los niños, en ocasiones menores de seis años, comparecen en gran número ante los juzgados de familia y penales. Muchas veces se toma más en serio su testimonio que uno similar procedente de un adulto.

Lo que ha cambiado no es el grado de sofisticación de los niños modernos, sino más bien la urgente necesidad de la sociedad de proteger a los niños de lo que parece ser una epidemia de abusos sexuales. Normalmente el niño es el único testigo, y no existen más pruebas. Rehusar que se permita testificar al niño podría perjudicar la protección de este, o evitar que se juzgue a una persona acusada de un delito que muchos consideran el peor de todos. El público no lo puede tolerar.

En 1975 se denunciaron unos 12.000 incidentes de abusos infantiles. Para 1985 el número había llegado a 150.000. La concienciación por parte del público del crecimiento de los abusos sexuales se inflamó con las grotescas revelaciones de la existencia de abusos colectivos en guarderías, y centros similares, desde Florida hasta California.

¿Acaso esta explosión refleja correctamente un crecimiento en el número de delitos, o indica un cambio en la actitud pública sobre su denuncia? O quizá, como nación, nos hemos visto atrapados en una histeria sobre abusos sexuales que hace que los niños denuncien abusos donde no existen?

Esas son preguntas difíciles a las que todavía no tenemos respuesta. Como consecuencia de nuestra nueva concienciación, han existido espectaculares cambios en las escuelas públicas y en los programas de bienestar y asistencia social relacionados con los niños. Mediante cintas de vídeo, libros ilustrados y presentaciones, se anima a los niños a denunciar los abusos sexuales a su profesor o a los padres. Y cada vez hay más niños que así lo hacen. Los profesores, enfermeras y trabajadores de salud mental están ahora obligados por la ley a denunciar una «sospecha razonable» de abusos sexuales, cuando antes no tenían esta obligación.

Y cada vez hay más padres acusados de abusos sexuales en disputas por la custodia de los hijos. Como abogada que ha practicado el derecho familiar e investigado temas de custodia, estoy más que alarmada por este fenómeno. Según algunos jueces, se cita el abuso sexual en un 10 % o más de todos los casos de custodia que llegan a su sala
[2]
, y el número de disputas por custodia ha crecido rápidamente, debido a una tasa de divorcio más alta y a los cambios radicales de las leyes sobre custodia.

Los que critican las estadísticas de abusos sexuales sostienen que nos hemos visto arrastrados por una histeria denunciadora. Dicen que los niños, que según ellos son altamente sugestionables, han sido animados a imaginar un comportamiento que no ocurrió. En especial acusan a las madres divorciadas. Al parecer manipulan al niño o le lavan el cerebro para conseguir que no se le otorgue la custodia al padre.

Por otro lado, la inmensa mayoría de asistentes sociales y fiscales que trabajan con niños que dicen haber sufrido abusos sexuales, siguen creyendo a los niños.

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