Confirmación (4 page)

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Authors: Aurora Seldon e Isla Marín

Tags: #Erótico

BOOK: Confirmación
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—Tonto. —Sasha lo abrazó y lo hizo caerle encima—. Siempre me acuerdo de ti. —Al ver que Tommy hacía un pucherito, sonrió—. Está bien, puedes comprar las gafas. —Y antes de que pudiera decir nada, lo besó—. ¿Sabes? Mañana por la tarde podríamos ir a ver a Ariel después de hacer las compras. Hace dos semanas que no lo veo.

—Claro. —A Tommy no le extrañó el pedido. Sabía lo mucho que Sasha quería al pequeño—. Podríamos quedarnos a dormir… —aventuró.

—No lo creo… Será lunes y necesito estudiar. Quizá el fin de semana, si no quedamos con Richie.

—Ya.

La decepción fue evidente en el rostro de Tommy y Sasha decidió por esa noche enviar el estudio a paseo. Después de todo, tampoco podría seguir con la vista ardiéndole de ese modo.

—Quédate esta noche —pidió—. Así podrás asegurarte de que me cuido la vista.

Una sonrisa iluminó el rostro de Tommy, que se apresuró a cerrar con llave y a apagar la luz, antes de que Sasha tuviera tiempo de arrepentirse.

3

Tommy estaba en lo cierto. Sasha se terminó habituando a las gafas, que le daban un aire a la vez intelectual y sexy.

Richie había sido el segundo en verlo con ellas y su veredicto fue: «sensacional». Incluso Angel le había dicho que se veía muy bien y Sasha descubrió así una nueva imagen que explotar: con las gafas había renovado también su guardarropa, escogiendo varias prendas blancas, que según Tommy acentuaban su etérea palidez.

Una tarde de diciembre, Sasha se hallaba en la oficina de Alex, revisando unos gráficos de participación de mercado para la presentación que su jefe haría a los accionistas, y alzó la vista al sentirse observado. Alex tenía la vista fija en él y se incomodó por un brevísimo instante; luego comentó con voz serena, quitándose las gafas:

—Creo que ese nuevo fármaco ha sido un triunfo. Te está dando el aire que necesitas para resolver los problemas internos.

—Eso creo —dijo Alex, pero su mente estaba en otra parte. Había estado pensando en que últimamente Sasha parecía estar en todos lados y que tenía una asombrosa capacidad de captar cifras, tendencias y escenarios cambiantes. «Ese muchacho es un diamante en bruto. Te toca a ti pulirlo. Hazlo bien, hijo», había dicho Alistair. Pero Alex no estaba seguro si estaría haciéndolo bien.

—¿Pasa algo?

—No. —Alex sonrió. Con gafas Sasha parecía más serio y aunque siempre vestía bien, había mejorado su guardarropa con trajes de mejor calidad. Pensó que su padre lo aprobaría—. Sasha, dime una cosa: ¿te sientes bien trabajando aquí?

—¡Por supuesto! Me gusta lo que hago, encuentro fascinante el sector farmacéutico y el modo en que afecta a la economía mundial. Es como un juego de ajedrez, como dijo tu padre.

—Un juego, sí. A él le gustaba decir eso. Lo disfrutaba, ¿sabes? Y a veces yo lo disfruto también.

—¿Sólo a veces?

—Sí. —Alex echó la cabeza hacia atrás. A veces sentía el impulso de dejarle la administración a McAllister y Lloyd y dedicarse solamente a los centros de investigación, pero no podía. Los Andrew eran los dueños de Thot Labs y tenían que mantener el control. De pronto tuvo una idea—. ¿Te gustaría acompañarme?

—¿A dónde?

—A la reunión con los accionistas, pasado mañana.

Los ojos de Sasha brillaron.

—¡Por supuesto! ¿Qué tengo que hacer?

—Aprender.

—Hecho.

4

Tres días después, Sasha trabajaba en la pequeña oficina que le habían asignado junto al despacho de Alex.

—¿Ocupado?

Levantó la vista del computador y una brillante sonrisa se dibujó en su rostro.

—¡Angel! Nunca preguntes eso, para ti siempre tengo tiempo. ¿Y Ariel?

—Alex se lo ha llevado a la sala de juntas, para que se vaya acostumbrando. —Rió, tomando asiento en la silla que Sasha le ofrecía—. ¿Qué tal estuvo la reunión? Alex no me dijo mucho.

—Bien, supongo. No sé cómo suelen ser las demás, pero Alex estuvo bien.

—¿Y el Toro? —preguntó, refiriéndose al apodo con el que todos conocían a McAllister.

—Bien, según sus estándares. Se dedicó a atacar a Alex. Insistió en acelerar la comercialización del Angerix-B y pidio más presión para los investigadores.

—Eso es imposible. Están bajo mucha presión. —Era cierto. Barbara Elion, la encargada del proyecto de la vacuna contra la Hepatitis B, era una investigadora brillante pero no le gustaba trabajar bajo presión.

—Eso dijo Alex, pero Lloyd apoyó a McAllister. Van a adelantar las pruebas.

Angel pareció indignada.

—Pero... ¿a qué juega McAllister? Esa vacuna está en proceso. En un año estará lista, ¿por qué apresurarse? Todos saldríamos perjudicados.

El ruso sopesó sus palabras. Ya le había dicho a Alex lo que pensaba, pero de un modo más sutil.

—Creo que él quiere eso. Quiere hacer quedar a Alex como un inexperto, que se deja manejar por los investigadores y teme arriesgar. Lo malo es que algunos accionistas lo respaldan.

—Ese hombre es odioso. ¿Cómo fue que se hizo con el control de esos accionistas?

Sasha no dijo nada. Angel lo miraba como si él tuviera la respuesta y en verdad la tenía, pero no sabía cómo podría tomarse lo que pensaba.

—¿Sasha?

Miró la pantalla de su computador: negro y ámbar mostrando los cálculos y ratios financieros en los que trabajaba. «Conoce tu negocio —había sido el consejo de Alistair—. No dejes el tablero jamás.»

—No lo sé… —Se detuvo. No podía mentirle a Angel, no después de lo que había hecho por él—. En realidad tengo una idea… pero no va a gustarte.

—¿Por qué no va a gustarme?

—Has estado alejada del laboratorio desde que nació Ariel y por eso no te has dado cuenta de algunas cosas. No quiero que te enfades, pero…

—¿Qué tiene que ver una cosa con la otra?

—Bueno, es cuestión de perspectiva.

—¿Me lo dirás?

—Te lo diré aunque te enfades. Tú sabrás si es conveniente decírselo a Alex.

—Te escucho.

—Espera. —Sasha se levantó y cerró la puerta de vidrio. No quería arriesgarse a que lo oyeran—. Estuvisteis fuera todo el verano, viajando. En ese tiempo, McAllister estuvo a cargo y aunque trató de mantenerme al margen de todo, me di cuenta de algunas cosas. Hay quienes creen que Alex es lo bastante inmaduro como para pensar en divertirse y descuidar el laboratorio, Angel.

—¡Eso es mentira!

—Lo sé y entiéndeme, por favor. Yo trato de ponerme en la mente de McAllister y su estrategia es buena.

Angel estaba furiosa. Lo primero que hizo fue increpárselo agriamente:

—¿Por qué no nos dijiste nada? ¡El viaje fue en julio y estamos en diciembre!

—Es que no estaba seguro. Lo percibí de lejos durante el verano, porque me mantuvieron ocupado con cuanta tarea inútil te puedas imaginar. Sospechaba algo, pero sólo me di cuenta cabal en la reunión. McAllister usó el viaje de Alex para desacreditarlo. Cada error que comete Alex es un tanto para McAllister.

—No puedo creerlo.

Sasha le hizo una seña pidiendo silencio. Alguien había dado un golpecito en el cristal de la puerta y sin esperar invitación, Edmund McAllister entró.

—¡Querida Angel! ¡Qué placer más inesperado! ¿Dónde está el pequeño heredero?

—Con su padre, Edmund. Se ve usted muy bien —dijo ella con fría cortesía.

—La vida me trata bien, aunque podría tratarme mejor. —Esbozó una triste sonrisa—. Si fuera Alex, estaría más tiempo con mi familia que metido en estas cuatro paredes. Sobre todo si mi esposa tuviese que visitar a mi asistente en vez de venir a verme a mí.

—Sasha es más que un asistente, Edmund. Es un amigo.

McAllister miró a Sasha que le devolvio la fría mirada sin pestañear.

—Sin duda. Ivanov, quiero esos informes en cinco minutos. Hasta pronto, querida. Ha sido un placer verte. —La besó en ambas mejillas antes de retirarse.

—Odioso —murmuró Angel—. Mira que tratarte así.

—No importa —replicó Sasha—. No me gusta cómo te ha mirado, como si quisiera...

—Lo has notado. Lleva haciéndolo desde que murió Alistair. Imagino que antes no se atrevía.

—¿Por eso no has vuelto al trabajo?

—En parte, sí. Pero Alex no tiene idea y no quiero darle otra preocupación. Quizá sólo lo haga para fastidiarlo.

—No me gusta.

—A mí tampoco. Pero mientras no le dé motivos…

—Ya. Voy a imprimir los informes, disculpa.

—No te preocupes, ya me tengo que ir. ¿Irás a casa el sábado? Ariel te echa de menos.

—Iré, pero sólo por la tarde. Tengo un compromiso en la noche.

—De acuerdo. —Angel se levantó y antes de despedirse, dijo en voz baja—: Yo hablaré con Alex sobre lo que me dijiste, y por favor, ni una palabra sobre McAllister.

Sasha agrió el gesto, pero asintió.

—De acuerdo.

5

Tommy colgó el teléfono el sábado 19 de diciembre. Alex lo había llamado para decirle que al día siguiente partirían a Averbury a primera hora, para pasar las navidades en familia, y que avisara también a Sasha para que estuviera listo cuando fueran a buscarlos.

No estaba seguro de dónde podría estar Sasha pero se dirigió a su
college
para buscarlo en su habitación. Si no estaba allí, podría preguntar a algún compañero o dejarle una nota como último recurso.

—Hey —oyó que le decían cuando subía las escaleras.

Se giró y vio a Patrick.

—Hey, hola. ¿Qué tal estás? —Bajó un par de escalones y se dieron la mano.

—Volviendo del gimnasio. Si buscas a Sasha, se te adelantaron. Randy lo secuestró, junto a Alan. Se fueron a ver una exposición en el Museo Británico.

—Vaya… —Torció el gesto—. ¿Sabes a qué hora volverán o algo?

—Lo siento, Stoker. Dijeron que comerían en el centro. ¿Quieres que le dé algún recado cuando vuelva?

—Hum… Por si lo ves antes que yo, dile que mañana salimos para Averbury, que vendrán a buscarnos. —Estaba contrariado, le molestaba no haberlo encontrado pero principalmente que no estuviera por estar con Randy—. ¿Vas a hacer algo ahora?

—Nada especial. ¿Por qué?

—Por si te apetecía hacer algo. Tampoco tengo planes y no me entusiasma volver a la habitación a estudiar. —Le hizo un guiño cómplice

Patrick enrojeció. Tommy había olvidado lo tímido que era.

—Claro. Si quieres podemos ir a mi habitación y oír un poco de música. Tengo unos discos de Duran Duran. Así podré ducharme. ¿Te parece?

—Claro, ¿quieres que vaya a comprar algo para beber o picar? —sugirió pensando en que Patrick quizá quisiera ducharse a solas.

—¿Eh? No. No, gracias. Tengo coca-cola y creo que Alan trajo algo para picar anoche.

Terminaron de subir las escaleras y Patrick lo hizo pasar a su habitación. La cama no estaba hecha y había restos lo que parecía una juerga nocturna. Patrick cubrió la cama rápidamente y abrió las cortinas.

—Disculpa el desorden. Alan estuvo anoche… Ponte cómodo, voy a ducharme.

—Tranquilo, mi cama ha tenido peor aspecto muchas veces. —Soltó una risita—. Voy a cotillear entre tus discos, ¿vale?

—Vale. —Patrick entró en el baño que compartía con su vecino de habitación y al poco rato se oyó la ducha.

Tommy se agachó junto a la estantería donde estaban todos los discos. Sacó Arena, de Duran Duran y puso
Wild Boys
. Le encantaba esa canción. Se sentó en una silla, tarareándola, y miró alrededor. La habitación de Patrick era bastante más grande y mejor acondicionada que la de Sasha. Parecía que las becas ayudaban a igualar las posibilidades de estudio pero no el estatus.

Cuando se oía la versión acústica de
Save a Prayer
, se abrió la puerta del baño y Patrick apareció con una toalla enrollada en la cintura.

—Esa versión me gusta —dijo—. Tiene más sentimiento que la original.

—Ajá, cuando un autor se versiona a sí mismo suele ser mejor la nueva versión. Cuando es versionado por otro es cuando puede salir muy mal la cosa. —Tommy lo estuvo mirando mientras se vestía. No tenía el cuerpo tan cuadrado como Sasha pero tenía los músculos definidos aunque estilizados—. Se te nota el gimnasio.

—Gracias. —Patrick se ruborizó un poco mientras se abotonaba la camisa—. Quiero tener los abdominales más marcados, pero es tan difícil… Alan es más constante que yo.

—Son los que más cuestan, aunque yo tengo ventaja. —Se levantó la camisa para enseñárselos—. Soy delgado por naturaleza y normalmente tengo la tripa plana.

—Qué suerte. —Patrick se recostó en la cama, mirando el techo. Estaba sonando
The Seventh Stranger
—. Quita esa, por favor. Me da nostalgia.

—¿Por? —preguntó aunque cambió a la siguiente canción.

—Es la favorita de Alan.

—¿Y eso es malo? —preguntó con el ceño fruncido.

—No. No es malo. —Patrick suspiró—. Stoker, ¿puedo preguntarte algo?

—Claro, pero ¡por Dios! Llámame Tommy, me haces sentir como si estuviera en clase o algo. —Sonrió.

Patrick sonrió a su vez y preguntó sin mirarlo:

—¿Cómo hacéis Sasha y tú para…? Ya sabes…

—¿Para qué? —Frunció el ceño.

—Para… —Patrick miró algún punto indefinido de la pared—. ¿Recuerdas la reunión del grupo a la que fuiste? Estuviste hablando de sexo todo el tiempo… Y Sasha y tú os lleváis tan bien… Yo pensé… No importa, olvídalo.

—No sé si lo sabrás, aunque a Randy le gusta recordárselo a todo el mundo, pero yo no soy precisamente muy espabilado, al menos con las indirectas. Pero sí soy abierto con el sexo, si quieres preguntarme algo, no te cortes. Con confianza.

—No es exactamente una pregunta. A ver, supongo que sabes que Alan y yo estamos juntos desde el verano. Y lo hemos hecho, pero creo que no se siente bien conmigo. Creo que espera más, pero no sé cómo dárselo.

—Bueno, en esto como en todo, la experiencia es un punto. Pero nadie nace sabiendo. Lo mejor en estos casos es hablar. El sexo oral no es sólo ese. —Le guiñó un ojo—. Se investiga… y luego lo divertido es ponerlo en práctica, probar.

—Supongo que sí. —Parecía que Patrick quería decir algo más, pero lo pensó mejor—. Quizá lo haga. ¿Qué harás esta noche? Todo el grupo irá al Heaven.

—Pues no sé. Ya intenté colarme en el Heaven una vez y el guardia me pilló enseguida... Aunque puedo tratar de hacerlo otra vez.

—Genial.

La conversación derivó hacia otros temas y cuando Tommy se dio cuenta, era casi mediodía.

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