El nacimiento de los Estados Unidos (1763-1816) (34 page)

BOOK: El nacimiento de los Estados Unidos (1763-1816)
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El barco fue entregado y los británicos lo llevaron a Halifax, pero la actitud profesional de Lawrence, que mientras moría pensaba en el barco y no en sí mismo, dio a su muerte un toque de brillo e hizo de él y sus últimas palabras una leyenda para la armada americana desde entonces.

¿Y qué pasaba en el noroeste? Después de la rendición de Detroit se produjo casi un vado americano en la región. La región situada al norte y al oeste del Estado de Ohio fue prácticamente abandonada y si le británicos no la ocuparon por la fuerza, la razón de ello residía en su propia debilidad numérica y no en nada qu los americanos pudieran hacer.

En su desesperación, los americanos se dirigieron al único oficial del ejército que había ganado algún renombre en años recientes: William Henry Harrison, el héroe de la dudosa victoria de Tippecanoe. Se le dieron diez mil hombres a Harrison y se le ordenó que recuperase Detroit.

Harrison avanzó hacia el norte desde el río Ohio en el invierno de 1812-1813, en dirección a la zona donde se había librado la batalla de los Arboles Caídos cas veinte años antes. Se estableció al sur del lago Erie envió columnas hacia Detroit. Una de ellas, que se abrió paso en medio de un tiempo horrible, llegó a Frenchtown a unos sesenta y cinco kilómetros al sur de Detroit Nadie se preocupó en poner una patrulla nocturna, de modo que el contingente fue sorprendido por los británicos comandados por el coronel Thomas Proctor y barrido. Los americanos que no murieron fueron capturados.

Proctor y sus aliados indios conducidos por Tecumset se dirigieron luego al sur, contra las fortificaciones de Harrison. Este resistió durante la primavera y el verano de 1813, pero no tenía ninguna posibilidad de reanudar sus operaciones ofensivas mientras los británicos dominasen los Grandes Lagos. Los británicos podían embarcar hombres y suministros para Detroit y el oeste fácilmente, desde los centros de poder canadienses del este. En cambio, los suministros y refuerzos americanos tenían que avanzar penosamente por tierra, a través de vastas soledades.

Los americanos hicieron intentos de penetrar en el frente del lago más al este. El 22 de abril de 1813, unos 1.600 soldados americanos conducidos por el exploradoi Zebulon Pike se embarcaron en Sackets Harbor, en el extremo más oriental del lago Ontario, y navegaron por 250 kilómetros al oeste para desembarcar en York (en el sitio donde ahora está Toronto).

La expedición estaba bajo la dirección general de Dearborn, a quien se había ordenado avanzar hacia Montreal. Pensó, sin embargo, que si podía apoderarse de la fuerza naval que había en York, el lago Ontario quedaría bajo control de los americanos y el avance sobre Montreal sería más efectivo.

York, en verdad, fue tomada y fueron destruidos un par de sus barcos (Pike murió en el curso de la operación), pero los americanos no lograron tomar el control del lago. En cambio, algunos soldados americanos descontrolados incendiaron gratuitamente edificios del gobierno en York, sentando así un precedente para otros casos de destrucción inútil.

El grupo incursor luego retornó al este. Un segundo intento fue conducido por el coronel Winfield Scott (nacido cerca de Petersburg, Virginia, el 13 de junio de 1786), quien demostró ser un oficial americano competente, cosa rara en la Guerra de 1812. Cruzó el río Niágara el 27 de mayo de 1813, para hacer una incursión en Fort George, sobre la costa meridional del lago Ontario. Los británicos evacuaron el fuerte y se desplazaron al oeste. Los americanos los siguieron y en Stony Creek, a ciento quince kilómetros al oeste, los británicos se detuvieron. El 6 de junio, en la batalla de Stony Creek, Scott fue herido y puesto fuera de combate, y los americanos retrocedieron ante un número menor de británicos. La ofensiva no pudo proseguir.

Dearborn fue relevado del mando el 6 de julio y, cosa increíble, fue reemplazado por James Wilkinson, quien nunca en su vida había demostrado competencia en nada, ni siquiera en las traiciones que siempre emprendía. En ese momento, desgraciadamente, disfrutaba de cierta gloria, pues el 13 de abril había tomado Mobile de la débil dominación española y puesto en manos americanas todo lo que restaba de la Florida Occidental. (Fue la única ganancia territorial hecha por los Estados Unidos en la Guerra de 1812 y, paradójicamente, fue obra del mismo Wilkinson que durante tanto tiempo había tratado de desmembrar el territorio de la nación.)

Se ordenó a Wilkinson que tomase Montreal y se planeó una ofensiva en dos frentes. Wilkinson iba a desplazarse aguas abajo del río San Lorenzo y otro ejército conducido por Wade Hampton (nacido en el condado de Halifax, Virginia, alrededor de 1752) avanzaría al norte desde el lago Champlain. Ambos generales eran incompetentes, y se odiaban uno al otro. No podía concebirse una receta mejor para el fracaso de un ataque en dos frentes.

Wilkinson descendió por el San Lorenzo hasta Chrysler's Farm, a ciento cuarenta kilómetros al sudoeste de Montreal. Allí, una parte de su ejército fue derrotada por una fuerza británica considerablemente menor en número. Wilkinson rápidamente se retiró para pasar el invierno.

Hampton se desplazó al noroeste cautelosamente, fue derrotado por un pequeño contingente británico y pronto retornó a su punto de partida.

Como si esto no fuera suficiente, las tropas americanas se retiraron del lado canadiense del río Niágara en diciembre y juzgaron adecuado incendiar algunas aldeas en su retirada. Esto no tenía utilidad alguna; era sólo por hacer daño. El resultado era de prever. El 29 de diciembre de 1813 los británicos incendiaron Buffalo en venganza.

En lo concerniente a la lucha por tierra, pues, en 1813 no había ocurrido nada de lo cual alegrarse. Para los americanos había sido una serie de fracasos, y en Europa Napoleón había sufrido otras gigantescas derrotas, esta vez en Alemania. Se acercaba el momento en que Gran Bretaña podría dedicar toda su atención a los Estados Unidos.

En verdad, Estados Unidos tal vez habría tenido que aceptar una paz desventajosa en 1814 de no ser por un hombre, el comodoro Oliver Hazard Perry (nacido en South Kensington, Rhode Island, el 23 de agosto de 1785), quien ya había prestado servicios en el Mediterráneo. Sólo tenía veintiocho años de edad a la sazón, y es la primera persona nacida después de que el Tratado de París estableciese la independencia americana que figurará de manera destacada en este libro.

Se le asignó la tarea de arrancar el control del lago Erie a los británicos, para que Estados Unidos pudiese enviar suministros al noroeste. Llegó a Erie, Pensilvania, el 27 de marzo de 1813. No tenía flota. Esperaba el equipo necesario para la construcción de seis pequeños barcos, equipo que estaba llegando penosamente por tierra desde Filadelfia.

Con este equipo, y usando madera fresca, los barcos fueron construidos, bajo la arrolladora fuerza impulsora de Perry. Cuando Scott realizó su incursión a través del río Niágara, Perry logró llevarse algunos barcos más de Buffalo, el único resultado útil de la lucha en la región del lago Ontario.

Finalmente, Perry dispuso de una flota de diez barcos y el 2 de agosto entró en el lago, en busca de barcos británicos. El buque insignia de Perry era el
Lawrence
, así llamado en honor al capitán del
Chesapeake
, muerto dos meses antes. El lema «No entreguéis el barco» fue inscrito en la bandera de batalla del
Lawrence
.

Hasta el 10 de septiembre no se dio batalla. Perry se halló frente a seis barcos enemigos en Putin-Bay, en una de las islas situadas en el oeste del lago Erie, no lejos de donde las fuerzas de Hull estaban bajo asedio. Las dos flotas eran casi iguales en cuanto a número de cañones, pero los cañones americanos disparaban más rápidamente.

Las escuadras se bombardearon incesantemente durante tres horas. Los británicos se concentraron en el Lawrence, que fue acribillado; el 80 por 100 de sus hombres fueron muertos o heridos. Perry no podía observar la batalla desde su cubierta, de modo que subió a un bote abierto y fue llevado a otro barco, el Niágara, bajo una andanada de armas pequeñas. El éxito del traslado levantó el espíritu de los americanos y el combate siguió con mayor furia aún. Las pérdidas eran iguales por ambas partes, pero la escuadra británica fue obligada a rendirse. Todos los barcos británicos se entregaron, y Perry envió un mensaje a Harrison que es uno de los más famosos anuncios de victoria de la historia militar. Decía: «Hemos encontrado al enemigo y es nuestro.»

La victoria americana en la batalla del lago Erie fue el Saratoga de la Guerra de 1812. Después de ella, fueron los americanos quienes podían ser fácilmente avituallados y reforzados, y no los británicos. Los británicos comandados por Proctor se vieron obligados a evacuar Detroit el 18 de septiembre, ocho días después de la batalla.

Harrison ahora pasó a la ofensiva. Llevó 4.500 hombres al norte, a través del lago Erie, y los hizo desembarcar en territorio canadiense. Los británicos se retiraron ante ellos y los americanos los persiguieron hasta que llegaron a un punto del río Thames situado a unos den kilómetros al este de Detroit.

Proctor se habría retirado aún más, pero Tecumseh, quien se había opuesto a la evacuación de Detroit y estaba furioso por la retirada, insistió en que se presentase batalla. Proctor cedió y, el 5 de octubre de 1813, se libró la batalla del Thames.

Fue la única victoria americana por tierra, debida particularmente al embate de la caballería de Kentucky bajo el mando del coronel Richard M. Johnson (nacido cerca de Louisville en 1780). Hubo menos de 60 bajas por ambas partes, pero casi 500 británicos fueron tomados prisioneros y, lo más importante de todo, el mismo Tecumseh fue muerto. (Johnson sostuvo que le había dado muerte por su propia mano.)

La batalla del Thames puso fin a la guerra en el noroeste, aunque los británicos resistieron mucho más al norte de Fort Michilimackinac, y el oprobio de la rendición de Detroit por Hull fue más o menos vengado.

A salvo después de la prueba

Batalla en el norte

El año 1814 se inició con una especie de victoria terrestre americana en el sur. A mediados de 1813, las noticias de los éxitos británicos en el norte indujeron a los indios creeks a romper hostilidades contra los americanos. La Guerra Creek que siguió adoptó la forma de casi todas las guerras indias. Empezó con un ataque por sorpresa y una victoria de los indios. El 30 de agosto de 1813, un par de semanas antes de la batalla del lago Erie, los creeks atacaron Fort Mims, a unos cincuenta kilómetros al norte de Mobile, y mataron a la mayoría de la gente del fuerte.

En respuesta, el extravagante Andrew Jackson de Tennessee (nacido en el límite entre las dos Carolinas el 15 de marzo de 1767), con un brazo temporalmente inútil por una herida recibida en un duelo, condujo una compañía de milicianos al sur en noviembre. En el lapso de medio año, las fuerzas de Jackson avanzaron hacia el sur (contra una dura resistencia de los creeks) hasta que se llegó a una batalla culminante en Horsesho Bend, en lo que es ahora Alabama oriental, el 27 de mal 20 de 1814. Los creeks fueron obligados a rendirse y e poder indio quedó deshecho en el sudoeste.

Pero una victoria sobre los indios era insuficiente par que 1814 dejara de presentarse como un año sombrío El 11 de abril de 1814, dos semanas después de Horse shoe Bend, Napoleón finalmente fue derrotado, obligado a abdicar y luego exiliado en Elba. Gran Bretaña obtuvo una victoria completa en la guerra europea y su prestigio llegó a una nueva cúspide. Tenía soldados veteranos que habían combatido durante largos años en España y que eran la fuerza terrestre más formidable que la nación había tenido a su disposición en muchos años.

Gran Bretaña estaba dispuesta, pues, a hacer en serio la guerra a los Estados Unidos. Estrechó su bloqueo ahora incluyó también a Nueva Inglaterra, la cual, a fin de cuentas, nunca se había separado realmente de Estados Unidos.

Los británicos prepararon una ofensiva con la que si pretendía aplastar de una vez por todas a los Estados Unidos. Se planearon tres acciones más o menos simultáneas: una en el norte, en el lago Champlain; otra en el centro, en la bahía de Chesapeake, y otra en el sur en Nueva Orleáns.

Considerando cómo se habían desempeñado los americanos en la guerra (en tierra, al menos), podría parecer que Estados Unidos no podría evitar ser aplastado. Sil embargo, los dos años de lucha, mientras Gran Bretaña se hallaba ocupada principalmente en otras partes, habían sido beneficiosos. Wilkinson, por ejemplo, fue finalmente retirado en la deshonra, y su papel en la historia americana terminó. Ahora asumieron el mando los generales que habían mostrado algún talento.

Los americanos eran conscientes, por supuesto, de que debían esperar un reforzamiento de las fuerzas británicas en el norte, donde se habían librado durante dos años los principales combates terrestres. Trataron de atacar antes de que llegasen esos refuerzos británicos.

Una vez más, los americanos cruzaron el río Niágara para penetrar en territorio canadiense. El contingente americano era de sólo 3.500 hombres, pero ahora eran profesionales bien entrenados y estaban al mando del competente general de división Jacob Jennings Brown (nacido en el condado de Bucks, Pensilvania, en 1775).

El 3 de julio de 1814, los americanos tomaron Fort Erie, inmediatamente al otro lado del río desde Buffalo, y marcharon al norte a lo largo del río, hacia el lago Ontario. Los británicos prepararon una línea defensiva en las márgenes septentrionales del río Chippewa, a veinticinco kilómetros al norte de Fort Erie y más o menos a mitad de camino entre los dos lagos.

Las fuerzas de vanguardia de los americanos fueron rechazadas por los británicos y por un momento reinó la confusión, pues algunos de los soldados americanos estaban celebrando el Día de la Independencia. Pero una brigada comandada por Scott logró entrar en acción y fue tan hábilmente dirigida que los británicos quedaron atrapados en una línea americana cóncava que disparó sobre ellos por ambos flancos. Los británicos, que sufrieron 500 bajas por 300 de los americanos, rompieron filas y huyeron.

Esta fue la primera vez que un número igual de británicos y americanos se enfrentaron en una batalla campal sin ventajas de posición para ninguna de las dos partes, y los americanos ganaron. En cierto modo, la batalla de Chippewa señala el nacimiento del ejército americano como fuerza de combate profesional.

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