La cultura popular en la Edad Media y el Renacimiento (80 page)

BOOK: La cultura popular en la Edad Media y el Renacimiento
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235)

Ver sobre este punto Jolibois,
La Diablerie de Chaumont,
1838.

236)

Ver Otto Driesen:
Der Ursprung des Harlequin,
1904.

237)

La expresión camavalesco-culinaria
ragout de Penthée
era corriente en la literatura del siglo
XVI
.

238)

La leyenda, que ha persistido hasta los últimos tiempos, según la cual Rabelais habría sufrido crueles persecuciones en vísperas de su muerte, ha sido enteramente descartada por Abel Lefranc. Aparentemente, él murió en medio de una paz total, sin haber perdido la protección de la corte ni el apoyo de sus amigos poderosos.

239)

Dobrolioubov:
Poesías de Ivan Nikitine,
Obras escogidas en 6 vol., t. VI, Goslitizdat, Leningrado, 1963, pág. 167 (en ruso).

240)

Sería muy interesante analizar las etimologías y matices del léxico de la fiesta en las diferentes lenguas, así como estudiar las imágenes de fiesta en el lenguaje popular, el folklore y la literatura: en esta totalidad, se integran en el cuadro de conjunto del mundo en fiesta, del universo
en fiesta.

241)

La tentativa más notable hecha para descubrir la sensación de fiesta en el hombre, es la de O. F. Bollnow en
Neue Geborgenheit. Das Problem einer Ueberwindung des Existenzialismus,
Stuttgart, 1955. Al final del volumen figura un estudio complementario especial, consagrado a la fiesta: «Zur Anthropologie des Festes» (páginas 195-243). El autor no cita ningún documento histórico, no establece distinción alguna entre las fiestas populares (carnaval) y oficiales, ignora el aspecto cómico del mundo, la universalidad, el utopismo de la fiesta. Pero, a pesar de estas lagunas, el libro de Bollnow contiene muchas observaciones válidas.

242)

Es preciso notar la ausencia casi total de imágenes del banquete en el episodio de la abadía de Théléme. Aun cuando todas las salas han sido enumeradas, por raro que parezca, la cocina ha sido olvidada; no hay lugar para ella en Théléme
 

243)

La tradición del
simposium
grotesco ha seguido viviendo bajo una forma empobrecida: la encontramos en numerosos hechos del XIX (por ejemplo, en las conversaciones de mesa de Beethoven); de hecho, ha sobrevivido hasta nuestros días.

244)

Francois Habert de Issoudun:
Le Songe de Pantagruel.

245)

Esta «visión cómica de ultratumba» de las canciones de Cambridge ha sido publicada en
The Cambridge songs edited by Kar Breul,
Cambridge, 1915, págs. 59-85.

246)

Ver
Poems attrib. to Walter Mapes,
ed. Th. Wright, Londres, 1841.

247)

Se cree que esta obra fue escrita por «Magister Golias». Es el seudónimo que toma un libertino, un hombre que sale de las costumbres ordinarias de la vida, que ha escapado a las concepciones oficiales. Este seudónimo se aplica igualmente a los borrachines, juerguistas, disipados. Se sabe que los «vagantes» se llamaban también «Goliards». Etimológicamente, este nombre tenía una doble interpretación: derivaba por una parte del latín
gula
y del nombre de Goliat; las dos interpretaciones —que en realidad no se oponen— tenían validez, desde el punto de vista semántico. Los filólogos italianos F. Neri y F. Ermini han demostrado la existencia de un «ciclo de Goliat» particular. Goliat, gigante bíblico, había sido opuesto, por San Agustín y Beda el Venerable, a la cristiandad como la encarnación del principio anticristiano. Las leyendas y canciones comenzaron a asediar a este personaje, que se convirtió en el símbolo de la glotonería y la embriaguez. Aparentemente, el nombre ha suplantado a muchos nombres folklóricos locales de gigantes que encarnaban el cuerpo grotesco.

248)

La disputa del clérigo y del caballero ha sido igualmente tratada en las obras en lengua vulgar (ver Ch. Oulmont,
Les Débats du clerc et du chevalier,
París, 1911).

249)

Publicado en el
Recueil Méon,
t. IV, pág. 175.

250)

En vida de Rabelais, esta obra fue reeditada siete veces, e incluso con otros títulos. Escrita bajo la influencia de los dos primeros Libros de Rabelais, fue, a su vez utilizada por este último en su
Cuarto Libro
(episodios de la guerra de las Morcillas y del gigante Bringuenarilles).

251)

En su
Schlaraffenland,
Hans Sachs describe un país donde la ociosidad, la pereza y la glotonería son un honor; aquel que se distingue por su ociosidad y glotonería es recompensado; quien
combate las morcillas
es consagrado caballero; los dormilones son gratificados, etc. Vemos imágenes paralelas a éstas en Rabelais: episodio de la guerra de las morcillas y de la estancia de Alcofribas en la boca de Pantagruel. Pero se percibe en Hans Sachs una fuerte tendencia moralizadora, ausente en Rabelais.

252)

Estaba todavía completamente vivo en el siglo
XVI
; lo prueban los cuadros de Peter Brueghel el Viejo: dos estampas:
Cocina magra
y los estudios
Batalla entre Mardi-Grass y Caréme,
así como
Torneo entre Caréme y Carnaval;
estas telas se sitúan hacia 1560.

253)

Œuvres,
Pléíade, pág. 708; Livre de poche, vol. IV, pág. 531.

254)

Rabelais y sus contemporáneos conocían muy bien, según las fuentes antiguas, el sentido de falo dado a la alta torre. He aquí un fragmento de Luciano:
De la diosa de Syria:
«Bajo este pórtico están ubicados los
falos
construidos por Baco:
su altura es de trescientos palmos.
Todos los años un hombre trepa a la cima de uno de los falos, y permanece allí siete días... La multitud está persuadida de que este hombre, en aquel lugar elevado, conversa con los dioses, pidiéndoles la prosperidad de toda Siria...» (Luciano,
Œuvres,
pág. 448).

255)

La crítica de las supersticiones es formulada en el espíritu de la evangelización moderada que, en el momento en que Rabelais escribía este pasaje, parecía tener el apoyo real.

256)

Existe un motivo análogo en Erasmo (
Adagia,
III, 10-1): comienza por decir que sólo el hombre viene al mundo desnudo y deduce que ha nacido «no para la guerra, sino para la amistad».

257)

«Hacer un palmo de narices», «tener a uno entre ojos».

258)

Laurent Joubert,
Erreurs populaires et propos vulgaires tocuhant la medicine et le régime de santé,
Bordeaux, 1579.

259)

De hecho esta lógica grotesca se extiende también a las imágenes de la naturaleza y de las cosas, donde ella se dirige también al fondo (agujeros) y a las excrecencias.

260)

Montaigne, Pléiade, pág. 825; Libre de poche, vol. III, pág. 72.

261)

Recordemos los juicios de Goethe en su conversación con Eckermann a propósito del cuadro del Corregio:
El destete del Niño Jesús
y de la escultura de la vaca alimentando a su ternero (
La Vaca,
de Miran). Lo que él celebra es precisamente la dualidad de los cuerpos que subsiste aquí a escala reducida.

262)

El nuevo canon de la buena conducta en sociedad es a su vez inspirado por las concepciones clásicas. Para ser bien educado es preciso: no poner los codos en la mesa, caminar sin sacar los omóplatos ni balancear las caderas, contener el vientre, comer sin ruido y con la boca cerrada, no sorber ni rascarse la garganta, etc.; es decir, eliminar las brusquedades. Sería interesante seguir de cerca el combate entre la concepción grotesca y la concepción clásica en la historia del vestido y de la moda y, mejor aún, el tema de este combate en la historia de la danza.

263)

Œvres,
Pléiade, pág. 425; Poche, vol. III, págs. 305-307.

264)

Ibid.,
Pléiade, pág. 346; Poche, vol. II, pág. 107.

265)

Œuvres,
Pléiade, pág. 179; Livre de Poche, vol. I, pág. 67.

266)

Œuvres,
Pléiade, pág. 227; Livre de Poche, pág. 201.

267)

Las imágenes que expresan este combate están a menudo mezcladas con las otras, reflejando la lucha paralela que se desarrolla en el cuerpo del individuo contra su nacimiento en los dolores y el presentimiento de la agonía. El temor cósmico es más profundo y esencial; parece refugiado en el cuerpo procreador de la humanidad, y de este modo se insinuó en los fundamentos mismos de la lengua, de las imágenes y del pensamiento. Este temor cósmico es, pues, más esencial y fuerte que el temor individual y corporal de la muerte violenta, si bien a veces sus voces se unen en las imágenes folklóricas y sobre todo literarias. Este temor cósmico ha sido legado por la impotencia de los primeros hombres frente a las fuerzas de la naturaleza. La cultura popular ignoraba este temor, lo anestesiaba por medio de la risa, de la corporalización cómica de la naturaleza y del cosmos, pues estaba fortalecida en su base por la confianza indefectible en el poder y en la victoria final del hombre. Por el contrario, las culturas oficiales utilizaban a menudo, e incluso cultivaban, este temor a fin de humillar y oprimir al hombre.

268)

Œuvres,
Pléiade, pág. 291; Livre de Poche, vol. I, pág. 379.

269)

Ibíd.,
pág. 292; Livre de Poche, vol. I, pág. 381.

270)

Se encuentra una abundante documentación folklórica sobre el cuerpo de piedra del gigante y sus utensilios en el libro de Salomón Reinach,
Cultes, Mythes et Religions,
t. III. «Les monuments de pierre brute dans le langage et les croyances populaires», págs. 364-433. Cf. Sébillot:
Le Folklore de France,
t. I, págs. 300-412.

271)

Cf. igualmente la descripción de la escena para
Le Mystere de la Passion
dado en Valenciennes en 1547, que figura como anexo a la
Histoire de la langue et de la litterature Francaises,
Petit de Julleville, 1900, t. II, págs. 415-417.

272)

El
Rig Veda,
primero de los cuatro libros sagrados hindúes, describe el nacimiento del mundo, surgido del cuerpo de un hombre, Purusha: los dioses lo han inmolado y han despedazado su cuerpo, cuyas diferentes partes crearon los diversos grupos de la sociedad y elementos cósmicos: de su boca han surgido los brahmanes; de sus brazos, los guerreros; de sus ojos, el sol; de su cabeza, el cielo; de sus piernas, la tierra, etc. En la mitología alemana cristianizada, encontramos una concepción similar: el cuerpo es formado por diferentes partes del mundo: el cuerpo de Adán comprendía ocho partes: la carne, formada a partir de la tierra; los huesos, de la piedra; la sangre; del mar; los cabellos, de vegetales; los pensamientos, de las nubes, etc.

273)

Ronsard,
Préface de la Francia de,
París, Bathélemy Mace, 1605, pág. 21.

274)

Tratado
Des vents,
t. VI,
Œvres complètes,
págs. 99, 101.

275)

Œuvres,
Pléiade, pág. 337; Poche, vol. III, pág. 85.

276)

Hipócrates,
Prognostics et prorrhétiques,
París, Crochard, 1813, pág. 7.

277)

Ibíd.,
págs. 11-12.

278)

Georges Lote define así esta situación de la medicina; «Sin embargo, la
ciencia de las ciencias,
en el siglo
XVI
, es la medicina, que alcanza un favor inmenso y un crédito que no encontrará en el siglo
XVI
I» (Georges Lote,
La Vie et l'oeuvre de Francois Rabelais,
pág. 163).

279)

En la época de Rabelais, la creencia de que todas las partes del cuerpo tenían su correspondencia en los signos del zodíaco era admitida por todos. Las imágenes del cuerpo humano, en cuyo interior los signos del zodíaco están repartidos en los diferentes órganos y partes, estaban muy difundidas. Estas imágenes eran de carácter grotesco y filosófico. Georges Lote da, en anexo a su monografía, el cuadro VIII (págs. 252-253), tres diseños de los siglos
XV
y
XVI
en que figuran la correspondencia de cada parte del cuerpo con uno de los signos zodiacales, así como su localización.

280)

Œuvres,
Pléiade, pág. 509; Livre de Poche, vol. III, págs. 521-523.

281)

Œuvres,
Pléiade, pág. 888; Livre de Poche, vol. V, pág. 427.

282)

Pues su estilo no es rabelesiano. Sin embargo, no podemos descartar la hipótesis de que el autor del
Libro Quinto
haya tenido a la vista el plan y los primeros manuscritos de Rabelais, que contenían la idea general de este pasaje.

283)

En el universo dantesco, el punto más alejado con relación a la divinidad es el triple hocico de Lucifer, que devora a Judas, Bruto y Casio.

284)

Œuvres,
Pléiade, pág. 888; Livre de Poche, vol. V, págs. 426-427.

285)

Œuvres,
Pléiade, pág. 43; Livre de Poche, vol. II, pág. 121.

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