Read La cultura popular en la Edad Media y el Renacimiento Online
Authors: Mijail Bajtin
Œuvres,
Pléiade, págs. 43-44; Livre de Poche, vol. II, págs. 121-123.
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Es uno de los gestos denigrantes más difundidos en el mundo entero. Figura asimismo en la antiquísima descripción de las cencerradas del siglo
XIV
que nos ofrece el
Roman de Fauvel:
mientras que se interpretan canciones sobre este beso, algunos de los participantes muestran su trasero. Notemos que el episodio siguiente forma parte de la leyenda tejida en torno a Rabelais: nuestro autor, recibido un día por el Papa, habría aceptado besar el rostro al revés del Soberano Pontífice, tan sólo a condición de que estuviese bien lavado. En el libro, los Papimanos prometen cumplir este rito cuando el Papa les conceda una audiencia.
En
Salomón et Morcoul
se encuentra el episodio siguiente: Salomón se niega cierto día a acordar una audiencia a Marcoul; para vengarse, éste emplea un subterfugio para atraer a Salomón hacia él; lo recibe sentado en la estufa y mostrándole su trasero le dice: «Ya que no has querido verme la cara, mira entonces mi trasero».
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Œuvres,
Pléiade, pág. 46; Livre de Poche, vol. II, pág. 129.
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Œuvres,
Pléiade, pág. 46; Livre de Poche, vol. II, pág. 129.
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CEuvres,
Pléiade, pág. 10; Livre de Poche, vol. II, pág. 43.
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Œuvres,
Pléiade, págs. 407-408; Livre de Poche, vol. III, págs. 263-265.
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Evidentemente, no hace falta dar a todo esto un valor de ateísmo racionalista abstracto. Esto no es sino el correctivo cómico de cualquier seriedad unilateral, el alegre drama satírico que restablece la integridad ambivalente y eternamente inacabada de la vida.
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Œuvres,
Pléiade, págs. 295-296; Livre de Poche, vol. I, págs. 391-393.
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Estas palabras son una alusión disfrazada al Evangelio, donde el signo de la resurrección de la hija de Jairo es el hecho de que se alimente.
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Œuvres,
Pléiade, pág. 296; Livre de poche, vol. I, pág. 393.
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Œuvres,
Pléiade, pág. 300; Livre de Poche, vol. I, págs. 399-401.
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Œuvres,
Pléiade, pág. 302; Livre de Poche, vol. I, pág. 405.
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Œuvres,
pág. 192.
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Fue descubierto en 1886 en una sepultura egipcia.
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Estos elementos de lo cómico grotesco existían, lo hemos dicho, en estado embrionario en la
Visión de Tungdal:
ejercieron gran influencia sobre las artes plásticas; así, Jerónimo Bosch, en uno de sus cuadros realizados alrededor de 1500, señala los aspectos grotescos de la
Visión
(los pecadores son asados por Lucifer encadenado a una chimenea). En la catedral de Bourges hay unos frescos del siglo
XIII
en los cuales los elementos de lo cómico grotesco son puestos en evidencia en la pintura del infierno.
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Esta visión ha sido analizada en detalle por Otto Driesen,
op. cit.,
págs. 24-30.
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Según numerosos autores modernos (por ejemplo, Lote), Rabelais tenía marcada predilección por la fantasía celta. En efecto, hasta en la literatura antigua seleccionaba elementos que tuvieran este origen (en Plutarco sobre todo).
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Sus obras son:
Nombres divinos, Jerarquía celeste, Jerarquía eclesiástica.
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El célebre personaje provenzal de la «princesa lejana» es un híbrido entre el alejamiento jerárquico del pensamiento oficial de la Edad Media y el distanciamiento en el espacio real de la poesía lírica popular.
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Œuvres,
Pléiade, págs. 59-60; Livre de Poche, vol. II, pág. 165.
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Notemos que cuando los ancianos mueren de alegría, sus hijos son los triunfadores. Se trata, de hecho, de una victoria de la vida joven.
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Œuvres,
Pléiade, pág. 403; Livre de Poche, vol. III, pág. 255.
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La primera edición apareció en 1503; dos más salieron en 1532.
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En el libro de Valero Máximo, que gozaba de una inmensa popularidad en la Edad Media, encontramos igualmente un capítulo especial (el capítulo XII del IX libro): «Las muertes extraordinarias». Rabelais sacó de él cinco casos.
La colección erudita de Batista Fulgosa (1507), comprende igualmente un capítulo sobre las muertes extraordinarias, de las que Rabelais tomó dos casos. Estas colecciones atestiguan la extrema popularidad de este tema en la Edad Media y el Renacimiento.
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Trataremos los fenómenos de la imaginería artística popular todavía incomprendidos y desatendidos, los fenómenos espontáneos y dialécticos. Hasta la fecha, no se habían estudiado nunca sino los que expresan las relaciones de lógica formal, o que, siendo causales, entran en el cuadro de estas relaciones; son fenómenos situados, por así decirlo, sobre una superficie plana, unidimensional y unitonal, que diseñan la estática del objeto y permanecen ajenos al devenir y a la ambivalencia. Cuando ésta es, justamente, la dialéctica en la forma figurada que encontramos en los fenómenos de la cultura cómica popular.
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Esta descripción del
Román de Fauvel
añade: «Allí unos enseñan su culo al aire».
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Las esferas no publicadas del lenguaje juegan habitualmente un gran rol en el período de adolescencia del escritor, preparando su
originalidad creadora
(siempre ligada a una cierta destrucción del cuadro del mundo predominante, con su revisión, por parcial que sea). Veamos, por ejemplo, su rol en la adolescencia de Flaubert; en conjunto, su correspondencia y la de sus amigos (en todos los períodos) ofrece una documentación rica y notablemente fácil, que permite estudiar los fenómenos aquí definidos (formas familiares de lenguaje, obscenidades, injurias afectuosas, comicidad verbal sin fin, etc.). Ver especialmente las cartas de De Poitevin a Flaubert y las de éste a Feydau.
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Esta expresión,
coq-à-l'áne,
que designaba las palabras incoherentes y sin lógica, existía sin duda ya antes.
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Los defensores del método hístórico-alegórico han intentado desairarlas todas.
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Œuvres,
Pléiade, págs. 217-218; Livre de Poche, vol. I, págs. 169-171.
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Este es el carácter que reviste la celebración de las deudas por Panurgo. En la literatura italiana, la alabanza de doble sentido está igualmente muy difundida. Ver Berni,
Lode del Debito (Alabanza de las deudas)
y la alabanza de los juegos de cartas.
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Thomas Sébillet:
Art poëtique francoys,
Paris, Cornély, 1910.
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Der Satyrische Pylgram
(1666), de Grimmeishausen, constituye una interesante muestra del elogio-injuria retorizado bajo forma de tratado cómico. Tiene como subtítulo: «Lo cálido y lo frío, lo blanco y lo negro». En su prefacio, el autor declara que no hay en el mundo, aparte de Dios, nada perfecto y que, aparte del diablo, nada tan malo que no pueda ser elogiado bajo algún aspecto. La obra trata veinte temas (el hombre, el dinero, las danzas, las mujeres, las armas y la pólvora, la guerra, la mascarada, la medicina, etc.). Cada uno de ellos comienza por ser elogiado para sel enseguida denigrado, y, finalmente, el autor ofrece una especie de síntesis.
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Montaiglion,
Recueil,
t. I, págs. 11-16.
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Ibíd.,
t. III, págs. 15-18.
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Ibíd.,
t. V, págs. 110-116.
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Es interesante advertir que este antiguo blasón es retomado por el Máxime Maxim-ytch de Lermontov; se le encuentra igualmente en Shakespeare (Yago,
Otelo
).
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Al final del siglo pasado, se publicaron interesantes documentos sobre los blasones populares de diversas provincias de Francia. He aquí algunos estudios: H. Gaidez y P. Sébillot,
Blason populaire de la France,
París, 1884; Canel:
Blason populaire de la Normandie,
París, 1857; Banquier:
Blason populaire de la Franche-Comté,
París, 1897.
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La célebre farsa de Fierre Gringoire,
Le jeu du Prince des Sots,
comienza con un grito (pregón) lanzado a los bobos de toda condición. (Cf. Picot,
Recueil,
t. II, pág. 168.)
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En su poema
El Paria,
Goethe trata de manera muy interesante el tema de la bicorporalidad, bajo su aspecto filosófico. La fusión del elogio y de la injuria (por relación a la divinidad) sobre el plano del tono único temático (y no estilístico) se expresa así:
Yo le susurraría tiernamente
Y le gritaría salvajemente
Lo que me ordena la clara razón
Colmado todo mi pecho:
Que estos pensamientos, estos sentimientos
Sean enigmas eternamente
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Cf.
Carmina popularia,
ed. Bergk, fr. 18.
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Marx y Engels,
Obras,
t.1, pág. 418 (ed. rusa).
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Œuvres,
Pléiade, t. I, pág. 187; Livre de Poche, vol. I, pág. 87.
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Jean Plattard:
L'Adolescence de Rabelais en Poitou,
pág. 33.
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Œuvres,
Pléiade, pág. 718; Livre de Poche, pág. 559.
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Después de su muerte, sus herederos no tuvieron prácticamente nada que recibir. Incluso la pensión atribuida a Rabelais no le fue dada por falta de recursos.
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Œuvres,
Pléiade, pág. 331; Livre de Poche, vol. III, págs. 71-73.
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Œuvres,
Pléiade, pág. 335; Livre de Poche, vol. III, pág. 81.
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Georges Lote (
op. cit.,
pág. 387 sqq.) efectúa una identificación detallada de Guillaume du Bellay, en el mismo sentido.
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Probable alusión al español «garganta»; el provenzal conoce el término
gargantuon
o glotón; aparentemente, la etimología de Gargantúa es idéntica a la de los otros héroes: garganta-gaznate
(gorge-gosier).
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Aunque resulte posible encontrar en esta palabra ciertas raíces provenientes de la lengua nacional y una confusa toma de conciencia del significado etimológico. Tal es la hipótesis de Sainéan (
op. cit.,
t. II, pág. 458).
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Œuvres,
Pléiade, pág. 231; Livre de Poche, vol. I, pág. 213.
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La época contemporánea también había colocado el «espejo de la comedia» ante el rostro del latín estilizador y ampuloso de los ciceronianos. El latín macarrónico surgió como reacción al purismo ciceroniano de los humanistas. No se trata en absoluto de una parodia del latín de cocina: el latín macarrónico, si bien posee una sintaxis totalmente exacta, se halla simplemente inundado de palabras de la lengua popular provistas de terminaciones latinas. El mundo de las cosas y nociones modernas, totalmente extraño a la Antigüedad y a la época clásica, desemboca en las formas de las construcciones latinas.
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Nuestro autor sentía especial predilección por el dialecto gascón, el más enérgico y rico en juramentos e imprecaciones. Compartía esta preferencia con toda su época. Montaigne ofrece también una semblanza elogiosa de él (
Essais,
lib. II, cap. XVII).
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La obra fue editada nuevamente por F. Noulet en Toulouse, 1892.
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La Edad Media sólo conoció la
comicidad
primitiva de la
lengua extranjera.
En los misterios, las frases dichas en lenguas inexistentes que debían provocar la risa por su
ininteligibilidad
son bastante corrientes. La célebre farsa de
Maite Pathelin
ofrece un ejemplo más importante del mismo procedimiento. El héroe habla bretón, lemusín, flamenco, lorenés, picardo y normando y, para terminar, el latín macarrónico y el logogrifo
(grimoire),
es decir, una lengua inexistente. Algo análogo encontramos en el episodio de Panurgo que responde a Pantagruel en siete lenguas, dos de las cuales son inventadas.
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Estienne Dolet habló de los principios de la traducción en el siglo
XVI
en
La Manière de bien traduire d'une langue en aultre
(1540). Joachim du Bellay, en su
Defense et Illustration de la langue francaise
(1549), confiere, a su vez, un sitial importante a los principios de la traducción. Sobre las traducciones de esta época, ver P. Villey:
Les Sources d'idées au XVI siécle
(1912); en
Amyot, traducteur de Plutarque,
París, 1909, R. Sturel ofrece una serie de magníficos análisis de los métodos de traducción (analiza el texto inicial de la traducción de Amyot, explicando al mismo tiempo la tendencia general adoptada por los traductores del siglo
XVI
).
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