Authors: Dava Sobel
También me gustaba a mí.
Me gustaba cómo se balanceaban aquellos elementos en sus mutuas vinculaciones, cual una sinécdoque visual: el reloj cobraba vida no sólo como la hora real sino como un barco en medio del mar, navegando milla tras milla sobre las zonas horarias.
Con sus relojes marinos, John Harrison puso a prueba las aguas del tiempo-espacio. A pesar de los pesares, consiguió utilizar la cuarta dimensión —la temporal— para vincular puntos en el globo terráqueo tridimensional. Luchó contra las estrellas para averiguar la posición de la Tierra, y encerró su secreto en un reloj de bolsillo.
FIN.