Los Hijos de Anansi (48 page)

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Authors: Neil Gaiman

Tags: #Fantástico

BOOK: Los Hijos de Anansi
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—Muy bien. Un, dos, tres...

Se pusieron a cantar la canción del pájaro amarillo, que era la canción favorita —esa semana— de Marcus y, después, cantaron
Zombie jamboree
, que era su segunda canción favorita, y
She'll Be Corning 'Round the Mountain
, que era la tercera. Marcus, que veía mejor que Charlie, la vio cuando casi habían llegado ya al final de
She'll Be Corning 'Round the Mountain
y la saludó con la mano.

—Mira, papá, ahí está.

—¿Estás seguro?

La bruma hacía que mar y cielo se confundieran en una franja blanquecina. Charlie entornó los párpados y miró hacia el horizonte.

—Yo no veo nada.

De pronto, un salpicón y emergió justo debajo de ellos; apoyó las manos en la roca, se elevó a pulso, se dio la vuelta en el aire y se sentó a su lado, meneando su plateada cola sobre las aguas del Atlántico y dejando que las gotas escurrieran por sus escamas. Tenía el cabello muy largo y pelirrojo.

Se pusieron a cantar los tres: hombre, niño y sirena. Cantaron
The Lady Is a Tramp
y
Yellow Submarine
y, después, Marcus le enseñó a la sirena la letra del tema principal de los Picapiedra.

—Me recuerda a ti —le dijo la sirena a Charlie— cuando eras pequeño.

—¿Ya me conocías entonces?

La sirena sonrió.

—En aquellos tiempos, tu padre y tú solíais pasear por la playa. Tu padre era todo un caballero. —Suspiró. Las sirenas suspiran mejor que nadie. Y continuó—: Deberíais regresar a la playa. Está empezando a subir la marea.

Se echó hacia atrás su larga melena y se zambulló en el océano. Sacó la cabeza por entre las olas, se llevó los dedos a los labios y le tiró un beso a Marcus antes de desaparecer en las profundidades del mar.

Charlie volvió a sentar a Marcus sobre sus hombros y caminó por el agua en dirección a la playa. Al llegar, el niño bajó deslizándose hasta la arena. Charlie se quitó su viejo sombrero y se lo puso a su hijo. Le quedaba demasiado grande, pero le hizo sonreír.

—Hey —dijo Charlie—, ¿quieres ver una cosa?

—Vale. Pero quiero desayunar. Tortitas. No, cereales. No, mejor tortitas.

—Mira. —Charlie se puso a bailar arrastrando sus pies descalzos por la arena.

—Yo también sé bailar así —le dijo Marcus.

—¿De verdad?

—Mírame, papá.

Y era verdad que sabía.

Padre e hijo fueron bailando todo el camino, mientras cantaban una canción sin letra que se iban inventando sobre la marcha. Y la canción se quedó flotando en el aire incluso después de que entraran en casa y se sentaran a desayunar.

Agradecimientos

Para empezar, un enorme ramo de flores para Nalo Hopkinson, que tuvo la amabilidad de revisar los diálogos de los personajes de habla caribeña y no se limitó sólo a indicarme lo que había que corregir, sino que me sugirió cómo hacerlo; y otro para Lenworth Henry, que estaba conmigo cuando concebí toda la historia y cuya voz seguí oyendo dentro de mi cabeza mientras escribía la novela (razón por la cual me alegré mucho al enterarme de que iba a ser el narrador del audio libro).

De igual modo que cuando escribí mi última novela para adultos,
American Gods
, he tenido a mi disposición dos refugios para escribir esta novela. La empecé en la casa de vacaciones que Tori tiene en Irlanda, y volví allí para terminarla. Tori es una maravillosa anfitriona. Hacia la mitad de la novela, y con el permiso de los huracanes, me fui a la casa que Jonathan y Jane poseen en Florida. Es estupendo tener amigos con más casas que cuerpos para ocuparlas, sobre todo cuando te las ofrecen tan generosamente. El resto del tiempo, estuve escribiendo en el café local, mientras bebía tazas y tazas de un té infecto, lo que sin duda constituye un triunfo más —en este caso, bastante patético— de la esperanza sobre la experiencia.

Roger Forsdick y Graeme Baker se prestaron amablemente a responder a mis preguntas sobre la policía, los delitos financieros y los tratados de extradición. Roger, además, me dio un paseo por las celdas, me invitó a cenar y revisó el manuscrito definitivo. A ambos, muchas gracias.

Sharon Stiteler también le echó una ojeada al libro para pasar revista a los pájaros y respondió amablemente a las preguntas que le planteé sobre la materia.

Pam Noles fue leyendo el libro a medida que lo escribía y, con sus reacciones, me animó a seguir adelante. También quisiera expresar mi agradecimiento a la pequeña multitud de gente que me prestó sus ojos, su inteligencia y sus opiniones: Olga Nunes, Colin Greenland, Giorgia Grilli, Anne Bobby, Peter Straub, John M. Ford, Anne Murphy y Paul Kincaid, Bill Siteler y Dan y Michael Johnson. Cualquier posible error, ya sea en los hechos o en las opiniones, es responsabilidad mía, no de ellos.

Vaya también mi agradecimiento para Ellie Wylie; Thea Gilmore; las Damas de Lakeside; la señorita Holly Gaiman, que acudía en mi ayuda siempre que ella consideraba que podía hacerme falta la presencia de una hija lista y responsable; los Petes de la editorial Hill House; Michael Morrison, Lisa Gallagher, Jack Womack, y Julia Bannon; y Dave McKean.

Jennifer Brehl, mi editora en Morrow, fue quien me convenció —en un momento en el que yo no estaba muy seguro aún de cuál iba a ser mi siguiente novela— de que de aquella historia que un día le conté mientras comíamos juntos podía salir una buena novela y, más tarde, me escuchó pacientemente la noche que la llamé por teléfono para leerle el primer tercio del libro. Por cosas como ésta, merecería que la hicieran santa. Jane Morpeth, de Headline, es exactamente el tipo de editora que cualquier escritor espera conseguir algún día si es muy, muy bueno y se come las verduras sin rechistar. Merrilee Heifetz, de Writers House, en colaboración con Ginger Clark y, en el Reino Unido, con Dorie Simmonds, son mis agentes literarias. Es una gran suerte tenerlas a mi lado, y sé bien lo que me digo.

Jon Levin se encarga de todo lo referente a mis incursiones cinematográficas. Mi asistente, Lorraine, me ayudó para que pudiera concentrarme en el proceso de escritura —con el aliciente añadido de sus magníficas tazas de té.

Dudo que hubiera podido crear el personaje de Gordo Charlie de no haber tenido un padre excelente que, sin embargo, me avergüenza y unos hijos maravillosos que, sin embargo, se avergüenzan de mí. Viva la familia.

Y, finalmente, quisiera dar las gracias a algo que no existía cuando escribí
American Gods
: los lectores de mi diario en www.neilgaiman.com, con cuya ayuda he podido contar en todo momento para resolver toda clase de dudas —y que, entre todos, según mi experiencia, lo saben absolutamente todo.

FIN

NOTAS

[1]
En inglés, el término
goofy
significa «tontorrón, bobalicón».
(N. de la T.)

[2]
Yellow Bird
: canción jamaicana que cuenta la historia de un pájaro amarillo cuya hembra lo ha abandonado y se ha hecho un nuevo nido lejos de él. (N.
de la T.)

[3]
El chiste se basa en un juego de palabras intraducible:
The miracle of the loaves
(panes)
and the fishes
(peces).
Loaf (loaves
, en 3
a
persona del singular) significa también «gandulear, hacer el vago», de ahí el doble sentido cuando dice: «él se dedica a hacer el vago
(he loaves)
y a pescar
(and fishes)». (N. de la T.)

[4]
Innit
: (contracción de
isn't it)
especie de muletilla característica del habla de la zona sur de Londres, donde parece tener su origen, y cuyo uso está ya bastante generalizado en el lenguaje coloquial de los jóvenes. (N.
de la T.)

[5]
Anansi: uno de los dioses más importantes de la mitología del África occidental. Es embustero y muy aficionado a las bromas. El mito de Anansi se originó, al parecer, en la tribu de los Ashanti y, posteriormente, se extendió por Jamaica, Surinam y Antillas holandesas.
(N. de la T.)

[6]
El Hermano Conejo
(Br'er Rabbit)
es el protagonista de los cuentos del Tío Remus, basados en relatos tradicionales afroamericanos, que se hicieron muy populares en Estados Unidos a finales del siglo xix gracias a los libros de Joel Chandler Harris. Desde entonces, han formado parte del acervo popular estadounidense (a España nos han llegado estos cuentos a través de las versiones de Enid Blyton y de la película
Canción del Sur
[1946], de Walt Disney). (N.
de la T.)

[7]
Varios años antes, Araña se había llevado una decepción espantosa con un barril lleno de monos. Aquello no había resultado ni tan siquiera entretenido. Todo lo más, le parecieron curiosos los ruidos que hacían los monos encerrados en el barril. Pero llegó un momento en que los ruidos cesaron y los monos ya no hicieron nada en absoluto —con la posible excepción de alguna clase de actividad a nivel orgánico— y había tenido que deshacerse de ellos a altas horas de la noche.
(N. del A.

[8]
El barco había sido bautizado con el nombre de
Sunny Archipielago
pero, en cierta ocasión, sus pasajeros sufrieron una epidemia de gripe intestinal que tuvo alcance internacional. Se buscó un nuevo nombre que encajara con las iniciales del nombre original, para no tener que gastarse el dinero en cambiarlas. El presidente de la compañía, cuyo inglés no era tan bueno como él creía, tuvo entonces la feliz idea de rebautizarlo con el de
Squeak Attack
(Literalmente,
Ataque de gritos.) (N. del A.)

[9]
COPS:
Reality–show
norteamericano en el que las cámaras acompañan a diversos agentes de policía mientras patrullan las calles.
(N. de la T.)

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